La Reaccion Y La Revolucion En Presencia Del Catolicismo O Solucion Del Problema Social

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R E A C C IO N E>'

X

LA

U E T O L U C IO N

PR ESE N C IA

D B t CATO LICISM O . ii

SOLUCION DEL PROBLEMA SOCIAL. run

NICASIO A. ZOÑLGA, Capellán iiirioío rasim ^e.

C O K A F R O B A C IO I* S E L A C C I f l Q U E C U a iÁ S T I C A .

MADRID.— 1 Si» í . 1«iip

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Á MI QUERIDO AMIGO

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S im ó n

d a n to s

C c rin .

Tengo á mucha honra y es una grande satisfacción para mi, el ilevar el nombre de una persona lan digna, tan ilustrada y de tan altos merecimientos como V, al frente de esta obra que le dedico. Acéptela V- no por loque vale en si misma, sino como una pequeña prueba del entrañable cariño y la profunda estimación qao le p ro ­ fesa, su apasionado XtCASJO ZÜfllUA.

INTRODUCCION.

Ofrecemos á todas las escuelas filosóficas, á (odas las econó­ micas, ú todos los partidos políticos, á todas las seclas religio­ sas, la solución científica de todos los problemas que han agitado en todos los tiempos y que ahora m as que nunca remueven el fondo de la sociedad. Cs el problema del hombre, el problema de la humanidad, el problema del progreso y de la civilización el que vamos á resol­ ver. Solo qnc al ser resnelto bajo su doble aspecto de la historia y de la filosofía, necesariamente habrá de serlo bBjo el punto do vista de las creencias de la humanidad, qne en todos los pueblos, tanto antiguos como modernos, dominan todas las ideas, lodos loa desenvolvimientos y todas las aspiraciones.' Si la razón y la esperieneia, depuradas en el crisol (le las con­ tradicciones sociales, que devoran nuestra vida y la vida do la so­ ciedad, confirman la verdad de la tradición de la iglesia, ¿cómo prescindir de la revelación?

Todos los sistem as que no s« refieran á nna anidad anleriormcnle concebida <5 inatacable en si misma y en todas las conse­ cuencias que se originan de ella, creando la mas infinita variodad posible en las relaciones de todos los séres, quienes para ecsistir, lian de hallarse dotados necesariamente de vida propia, sin cuyo requisito no serian verdaderos seres, independientes y librdfe los unos con respecto ¿los oíros, y todos junios, de la mis­ ma manera,, con raspéelo á s u creador; Lodos los sistemas, repeli­ mos, quo sean falsos ú incompletos, producirán lanío en economía, como en política y como en religión el escepticismo, el dualismo, el ateísmo, viniendo lodos á desaparecer en el nihilismo universal. Si esto es lo quo producen en la idea ó en la leorfa; tocante á ln práctica, uo pueden rueños de producir el ódio y la división de todos los hombres, do lo das las naciones, de todas las zonas, de todos los continentes. Guerra do intereses, que comienza en el seno de la familia, para que los hijos de un mismo padre dejen de m irarse como ber­ nia uos. Guerra de clases en el seno de cada nacionalidad, como si pertenecieseinos tí>dos ¡i disLiula patria y los derechos y los debe­ res de los uuos no estuviesen calcados sobre los deberes y los de­ rechos de los oíros. Guerra de creencias y de religión, como si no fuésemos lo­ dos miembros vivos de un mismo cuerpo que debe completarse en cada hombre, y cada hombre completarse en la humanidad, completándose en la verdadera religión, que es la única que nos levanto hasta Dios, para que miremos y adoremos en ¿I al padre contunde lodos loft hombres. No podríamos penelrar en toda su eslension los hechos y las ideas que conmucveu tau profundamente á las naciones moder­ nas, siuo nos remontásemos al origen de todas las cosas para afianzarnos sólidamente en lo verdadera tradición.

A lo pasado estamos indisolublemente ligados por nuestros padres. Su autoridad, sus conquistas, sns sacrificios, su civiliza­ ción, su amor, en una palabra, hácia los continuadores de su vida, quis son sus propias ercacioneSj nos lian traido a1 estado bueno ó malo en que nos encontramos. Sin nuestros padres, quienes, en el encadenamiento de Jas generaciones que se reproducen sin cesar, so enlazan con el prim er día de la creación, con el prim er din de la vida del hombre, debiendo este encontrarse siempre idéntico á si misino al m ultiplicar sus facultades y su fuerza en la ccsislencia de la humanidad; siu nuestros padres, repetimos, co­ mentando por Dios, imposible seria qno ccsistlescmos. Pues bien; cuantas mas raíces tengamos en lo pasado, con tanta roas seguridad podemos lanzarnos, sin temor do ostraviaríiob por horizontes desconocidos, á los últimos limites á que bu encaminan unas después de otras todas las civilizaciones, buscan­ do todas ellas el realizarse en lo porvenir. Esta realización no la ha alcanzado ningún pueblo todavía; porque si la hubiese alcanzado, ningún otro pueblo, ninguna otra civilización se podría sostener en si misma sin aceptar en seguida los hechos f tas ideas de la que hubiese alcanzado el término de su carrera. Las naciones que logran colocarse ¿ la cabeza do la huniani' d a d , osas son, mientras puedan conservarse en esta altura, las mas poderosas. Es un error creer que los problemas filosóficos, económicos, políticos, sociales y religiosos puedan resolverse de nación á n a­ ción ¿ de pueblo, sin estar antes resueltos de hombre ¡i hombre. E5 el error en que han incurrido todas las sectas que llamán­ dose cristianas se han separado del catolicismo, el cual nos reen­ gendra d todos en la vida espiritual d eq u e siempre lian carecido los hijos do todas las religiones que no forman un cuerpo con l;i iglesia.

El hombre que no ha aprendido ¿ conocerse á si m ism d, en tuyo enigma están encerrados todos los arcanos de la ecsistenc ia , mal podrá conocer las relaciones de amor y de justicia que deben uhirlo & Dios y á sus semejantes, como medio de practicar el bien y de h allarla paz en sus obras y en el juicio y U justifica­ ción de todos los domas. • Hesuello na problema de hom bre á hombre, ó lo que es lo mismo, del hombro con la sociedad A de la sociedad con el hom­ bre, quedan resueltos los de todas las naciones en general. E l catolicismo empesó por resolver todas las cuestiones, que anteriorm ente á sil aparición, ecsistian pendientes entre el Criadin- y la criatura, á como dirían los filósofos modernos, entre el Unito y lo infinito; consecuencia do la resolución inatacable de estas cuestiones, es el acuerdo que debemos buscar en las rela­ ciones de lodos los djas entre individuo ú individuo, establecien­ do asi las relaciones todas de la humanidad. Efectivamente, una Bolucion de esta clase, en todos los tiem­ pos hubiese sido conveniente; pero ahora es redam ada por e le s tado del mundo según la aprem iante necesidad d e las circuns­ tancias. Todo peligra, todo se halla en rías de disolución. Los vicios quieren ocupar el puesto de la honradez y de la virtud; el error trata de invertirse elevándose á la categoría de la verdad. Ya no se sabe distinguir et bien del m al; todas las conciencins, siguiendo tas corrientes de la época, van perdiendo su nor­ te con ol abatimiento de la íé católica; y se hace preciso, que vol­ viendo i tom ar la brújula de nuestra Té en lo pasado, nos adelan­ temos á nuestra época, siguiendo paso i paso el curso de los acon­ tecimientos, hasta tomar á lodos la delantera colocándonos en el triunfo de nuestra santa religión. Todo el mundo quiere, en la parle que le es provechosa, rodcaree de garantías para adam ar su propiedad, su libertad y su

familia; ¿pero dónde afianzará lodas asías cosas? Segnramenle que en el principio de autoridad, qnc cuan lo mas asegurado m halle en si mismo, Untas mas garantías de ecsistoncia podrá dar­ nos para el ejercicio legitimo de naeslra libertad y de todos nues­ tros derechos. Por m anera que para que la sociedad s í en­ grandeces en cada hombre y cada faom bre se engrandezca en ]a sociedad, es absolutamente indispensable buscar las bases natnrales en qnc debe descansar lodo el edificio económico y polí­ tico de la sociedad. P or la parle de abajo, es necesario buscar al hombre, y por la parle de arriba buscar á la religión, para que en la garantía del ano y de la otra, todo el edificio do la hu­ manidad descanse en sns bases eternas é imperecederas. Si bieu las estudiamos, todas Ins ¿pocas de la historia tienen su razón de ser en el estado del hombre. La verdad y la justicia que se aman con on cariño entrañable ¿ invencible, soto puedan alcanzarlos las almas fuertes y robnstas, Los pueblos que carecen do vigor A que lo ngotan en un sensualismo que tanto tiene do grosero como de refinado é inmoral, eslos pneblos se forjan ellos mismos la pesada cadena de su esclavitud, la cnal vá lomando mas formas qne el Proteo de la fábula. Sin embargo, lodo se hace por grados en la civilización. Todos los desenvolvimientos del hombre pasan i la sociedad y todo lo que es la sociedad pasa de una ú o lra manera á formar, m ientras no se verifique nn cambio general en las relaciones de lodos los individuos, la vida práctica del hombro. Todas las ¿pocas de la civilización eslán enlazadas las nnas con tas otras. Por mas qne nos consideremos aislados del resto de los hombres, no hemns dejado ni nn dia siquiera de vivir «*galíea ó jxttitivameMe, en mas ó menos grados de alejamiento A de aproximación, dentro de la humanidad. Uno es nuestro principio, uno nurslro fin. El hombre ropile la vida del hombre y (odas las civilizaciones se repiten los nnas

— 10— á las olrns. Solo cu los medios hay diferencias esenciales; pero estos medios que marcan los grados que unos hombres y que unos pueblos m asque otros, lian alcanzado o h la progresión ascendente A descendente ^Je la vida, nos revelan que si hemos sido creados p a ra la je y y para la sumisión ni ta le n por Dios establecido, lam­ inen lo hemos «ido dentro de cslc mismo orden para la indepen­ dencia y la libertad. El hombre que falla á sn ley, atenta directa ¿ indirectamente contra su prnpin vida. La ley que rige al lion)lirc es la ley que rige á la sociedad. Por eso ban d esparecido laníos pueblos y tantas civilizaciones, y ta nuestra se encuentra'próxim a á desaparecer. Cuando esto suceda, uo quedarán de ella y de los hombres que Ja componen otra cosa que los despojos que Beiin pisoteados, co­ mo nosotros liemos pisoteado, con razou (i siu razón, lodo lo que nos ha precedido, par las generaciones que nos sucedan. Nada mas que el bien y la justicia que pueda haber cu nos­ otros, será lo que nos sobreviva, aunque después de osla edad ven­ ga una edad de hierro que todo lo arrase y atropelle. . Dado un impulso ú las ideas y á los acontecimientos, esto es el resultada A que vendremos Aparar, si es que autes no sabemos reconciliarnos con nosotros miituos y zanjar todas nuestras di­ ferencias. Lo (¡lie en la edad media eran los señores para la m onarquía, boy Lo son lodos lus que dirigen ¿ iulliiycu sobre tas naciones con respocto al catolicismo, el c u a l, habiendo variado todo á su alrededor, es el único que se sostiene y el único que sostie­ ne á la sociedad can toda la fuerza misma de la verdad que hay en h tradición que se sobrepone destruyendo á lodas las tradi­ ciones anteriores. Nos hallamos en el último periodo de nuestra civilización. K un movimicoUi social operado en el órden político, signe oecesariamenle e| mismo movimiento que se reproduce en eco-



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vom ía, cu política , en filosofía y en religión , no haciendo tudos estos órdenes nías que uno en la diversidad de su i aspcalo.v, por lo cu al, no habiendo podido ponerse da acuerdo todavía, se vienen invadiendo los unos á los otros por medio de la violencia y su ni&lna aniquilación. Aislar las p artes, qnc es lo qne se quiere en el d ía , es aniquilar todos los elementos de unestra v id a , es producir el c á o s, del cuál es imposible que sal garios ni por la guefta que en vez de zanjar las dificultades las aumenta , ni por la paz que nu puede haberla sino en la justicia y en el amor proclamados por la religión. Cuso de ser factible ; ¿ que resollado podríamos prometer­ nos del Congreso Europeo iniciado por Nnpolcon? Lo mismo que do los tratados de 1815, los que á Inego de concluidos lian veni­ do ú ser rasgado» por las parles contraíanles en lo que á cada una de ellas convenia, sin que pudiera haber medios de soste­ nerlos en su integridad. Las naciones, ademas de ser independíenles las anas do las o irás, se hallan cada vez mas profundamente divididas en si mis­ mas. Los gobiernos, como es consiguiente, podrán controlar, pe­ ro sin gura ni ¡a ninguna para ellos ni para las naciones que go­ biernan. Bu una p alab ra, la Facultad de romper un pacto inter­ nacional , se halla siempre á disposición, no sola de los gohier' nos utas fu erles, sino de las naciones que licúen fuerza para le­ vantarse contra sus gobiernos. Por manera que los débiles, si m al eslia, uo pueden esperar nada absolutamente de esta clase de contratos qnc se harán siem pre en perjuicio de ellos y para sancionar ou nuevo despojo ó una nueva iniquidad. ¿A que p en saren foijarpactos in ú tiles, nulos por pacte de los débiles desde el momento en que estos reclaman su cumpli­ miento contra la violacion de los mas fuer les? Bien decíamos, que el feudalismo de los individuos, desarro­



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llado con lodos los mcdjos que nos proporciona la c¡\¡ligación ero tu ley d é la sociedad y que no hay para las Daciones uibs me­ dios de sostenerse y de vindicar sn bonnr, que aventurar perió­ dicamente sn esislencia á la suerte de las batallas. Vu goniido prolongado se esliende da an confin 4 Otro confia de b vieja Europa. Es el gemido de las racionalidades que so despiertan, es el gemido de las nacionalidades que dejaa de esistir para sor todas enterradas eo su propia sangre. Peraemos sáriamcnto qiio hay una autoridad , qne aunque combatida constantemente en los diei y nueve siglas quo llova­ mos de civilización, es sin embargo, la que crea, U qu$ da vida, la que ha sacado de la oada por decirlo a s iá nuestra moderna sociedad. Es la autoridad do Jesucristo, qu¿ encarnada en loe dogmas fundamentales de la Iglesia, forma un cuerpo con lodos ellos para U salvación. del hombre y la salvación do la hum a­ nidad. lís una autoridad que no ba dejado de hallarse un día si­ quiera en lucha con el hombro viejo, tratando de renovarlo para la verdadera vida de la libertad. Por e so , porque combate contra todo lo m alo , contra lodo lo que es injusto y contra toda lo que nos separa á los unos de los otros, se lia dado el nombre do igle­ sia militante. El sacrificio ha sido hasta ahora toda sil Ley, como qne el sacrificio es la ley universal de todos los que combaten por un principio 6 par una id ea; poro su objeto es Iriunfar y no lo dudéis que Lodos triunfaremos con ella. La realización do cuanto hay de positivamente verdadero ou lodos los intereses y en todas las ideas, en las ideas de lodos los partidos que 60. hallau en el dia en an a lacha encarnizada, de­ pende de la constitución y afianzamiento deGailivos 4c esa auto* riitod superior que nace cou la Iglesia y que es como la luz de Dios sirviendo de centro y alumbrando con sns resplandores incslin¡niibles lodos los caminos de la humanidad. O lo que es ig u a l, abrazando esta misma idea por so parto

— »3 — al parecer contraria: de la salación de todos los problemas do la vida y do las edades de la vida que se halJau implícitamente resuellos en el dogma católico, pende el porvenir del hombre, el porvenir de las naciones, el de la humanidad y el da la iglesia. lié aquí en resúmen lo qne Tamos á trata r de dem ostrar den­ tro de los estrechos limites del presente escrito. Tenemos casi una completa segnridadde q u e , guiados por la luz de la evidencia, forzaremos el asentimiento y la convicción de lodos nuoslros lectores.

LA REACCION Y LA REVOLUCION EN PRESENCIA DEL CATOLICISMO. SOLUCION DEL PROBLEMA SOCIAL. Xisidamimtx lídificarKríí dom um , in va11iin laboraverunl qni adiflcnnl entu. SALMO 120.

CAPITULO I. Nacido el coLolicisrao ou la plenitud de los tiem pos, abraza por su tradición lodo el pasado de la humanidad. Ideuliilcndo cou el verbo eterno é increado, con la sabiduría de IJins que á Ludo provee y todo lo realiza en el Arden de los tiempos, es la ra iz , el origen de toda verdadera tradición. Kiuguua otra religión que el catolicismo traía de restablecer­ nos en la bondad de origen, en la justicia prim itivo; ¿pero de qué manera ? Haciéndonos salvar todos los tiempos pasados y presentes, para que colocándonos por la muerte y por la vida en el lili que nos prometemos de nosoLros m ism os, alcancemos cu luda su ilimitada cstension la plenitud do nuestro ser. Rn el conocimiento del verdadero Dios, vá incluido el cono­ cimiento det verdadero hombre.

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' Todas lns religiones y todos los sistemas de ftlasofia parten da la «existencia do Dios y de un festndo de inocencia que lanío el hombre con o la humanidad abandonan coa la prim era edad de la vida. Las diferencias quo hay enlre todas las religiones y los siste­ mas <|»c nacen do estas mismas religiones, son las ruinas de lo­ das ellas, menos del catolicismo y de los sistemas que emanan del catolicismo, por cuanto los absorre á lodos en cuanto tienen de verdadero, y los desecha i todos ea lo qno lieneu do falso y de contradictorio, completando lo imperfecto y esteudiéudose á lu­ das las esferas de la vida como quien nace para no morir. Gon IOS'dogmas del catolicismo y con su tradición en la m a­ no, apoyados en sn historia y en su autoridad, ae resuelven coíno una consceiicncin imleclinahlo y legítima lodos los problemas que se refieren a la vida del hombre y á la vida de la humanidad. Con las creencias de todas las demas religiones yseclos refor­ madas, con las teorías de lodas las escuelas filosóficas, sean do la clase que quieran, inclusas las teorías de lodos los sistemas alemanes quo son las que se hallan mas en Yoga, no se resuelve la cuestión mas pequeña en el terreno de la práctica. Los emplazamos á todos ellos á que nos den una solncion completa y acabada dé lodas las cosas, qne abrace lodos los es^ Iremos, que consolide en lugar do destruir lodos los verdaderos principios, tudas tas verdaderas conquistas del hombre y de la humanidad; que no deje, en una palabra, nada qne desear, que satisfaga A la razan y se conforme con la espcricncia, como se la daremos nosotros hasta donde In permita nuestra escasa inteli­ gencia y los limites que hemos impuesto ¿nuestro trabajo. Es una dobla prueba la qae enlodas las cuestiones hay quo verificar: probar la verdad del principio por lo inmejornble de los consecuencias, ó probar la legitimidad de las consecuencias por lo inatacable del principio.

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Las bases en que descansa lodo verdadero principio, son indvinoslrables en si mismas. No hay ley Bobre la ley suprem a. Dios es la ley misma de la ecsislencia. Por eso muchos loman in­ distintamente á Dios por la ley <J á la ley por Dios, en cuanto, solo mirando á él, nos encaminamos á la perfección y realizamos nues­ tra vida. Porque si hacemos lo contrario, romperemos la ley de relación de todos los seres, y nos encontraremos separados de nuestra naturaleza. Este es un efecto, el mas inmediato, del mal uso que hayamos hecho de nuestra libertad; es ta destrucción misma de la liber­ tad, qne nunca lia ecsistido para el hombre sino acomodada & sus mismas condiciones, fuera de las cuales no se coucibe nuestra vida, viéndose inmediatamente reemplazada por el vacio inmenso de la m uerte. Adorn es hombre y es humanidad. Si Be le loma bajo un aspecto, es preciso admitirlo por el otro. No disputemos sobre palabras sino sobre el fondo de las cosas. En cualquier época que nos Gjeis la ecsislencia del hombre 4 la ecsislencia de la humanidad, alli os colocaremos la ecsislencia de Adain, no solo con las creencias de lodos los pueblos, sino has­ ta con los dalos mas triviales del sentido común. Las grandes verdades, las verdades trascendentales, no son hechos aislados qne puedan oocorecerse por la historia. Asi pues, la época verdaderamente Adámica, en cuanto calie deulro de una naturaleza ya viciada por las generaciones anteriores, se repro­ duce en cada hombre, en cada pueblo y en cada civilización. Quereis saber cual es el principio del hombre y de la rauger? Preguntadlo al Génesis y os dirá quo Dios. Ningún hombre, nin~ gnn filósofo por mas-uso que bagan del escalpelo del anatomista jamás podrán descorrer el velo del misterio que encubre, no el orígeu de nuestros primeros padres, sino nuestro propio origen, el origen de nuestro yo individual que le estamos tocando oon lai

— 1H — manos. Las prim eras causas del mundo fenomenal están tan alias como el principio mismo de nuestra naturaleza y de nuestra inte­ ligencia, teniendo por precisión que sujetarnos á investigar las diversas relaciones que ecsisten entre los seres que nacen en el tiempo y pueblan el espacio, siendo esto, tómese como se quiera» ó noa consecuencia racional de la relación que ccsiste entre el in­ finito y lo Itnilo, ó un medio de inducir ó de deducir la ecsislencia del uno de la del otro, pura que conociendo las leyes todas de la naturaleza inullipliqliemos nuestras fuerzas y nuestra inteligencia realizando nuestro ser. lira ve/, rola la armón ia por el hombre entre Dios y su naturaleza, la humanidad entra cu un largo periodo de espiacion, so abisma de día cu «lia en el mal, y sino fuera por la atracción que egerce Dios sobre nuestra naturaleza, conduciéndonos por sus pasos contados á nuestro propio fin para que seamos restableci­ dos en nuestro misino origen, quedaríamos sin remedio perdidos para siempre. A recuperarla ecsislencia perdida, es á lo que lodos nos diri­ gimos desde el priucipUi de los tiempos. Corremos deuas de un ideal que se nos prosqola en loulanaoza, ideal que arranca de nuestra misma vida y que lo vemos reproducido en nuestros pa­ dres y rn las instituciones de lus pueblos, nacidas precisamente de ese ideal que forma nuestro encanto y que nos hace superio­ res, mientras dará, á todas lus contrariedades c infortunios. El secreto de nuestra peregrinación sobre la tierra, consista en saber, que el hombre vá en busca de la humanidad y la hu­ manidad en busca del hombre. Es el pedestal qne habremos d« formarnos para llegar hasta Dios, sin el cual, como pnnlo de apo­ yo de todas las cusas, es imposible que el hombre llegue i poner­ se de acuerdo consigo mismo, ni que la humanidad se baile r e ­ construida en cada hombre, como fin supreojo de los verdaderos principios de la sociedad.

— 19 — Desde el momento en qne nos encontramos aislados cu noso­ tros mismos y sentimos la necesidad de upa vida que nos falla, desde este momento se uos abre ¿1 campo de la historia que va­ mos á crear con la variedad de tantos dramas sangrientos y ter­ ribles, y todas las instituciones, lodas las ideas, lodos los desen­ volvimientos filosóficos, económicos, políticos y religiosos, que se enlazan tan estrechamente cotila Industria, las arles, las cien­ cias y el comercio; la civilización misma, todo so vá reconstru­ yendo por grados, y lo que es individual se generaliza, no ha­ biendo nadie mas qne Dios que sea capaz de romper la cadena de los íitccíos, en I09 cuales nos vemos todos arrastrados como por nna mano Invisible aun en contra do nuestra voluntad. Dividido el hombre en si mismo, cada una de sus divisiones le sirve para fuadur un derecho diferente, una ecsislcnoia dife­ rente, una diferente DJosofia y una diferente religión, El hom brees uno y la humanidad una; y sin embargo, en lo­ dos los hechos y en todas las ideas euque fundamos nuestra reli­ gión, se han ensayado tantas leyes, cuantos lian sido los puebles y los ¿pocas de cada pequeña sociedad. Eslas leves f contradictorias eu si mismas,9son otros tantos escolones de la vida y otros tantos térm inos de comparacioD que uos ayudan al descubrim iento de la verdad.

¿Hasta qué grado puede hacerse estensivo el periodo do divi­ sión entre todos los pueblos? Claro es que basta aislar entera­ mente á los hombres los unos de los otros. De aquí ya nadie pue­ do pasar; y es preciso, por consiguiente, que el hombre busque al hombre, el pueblo al pueblo, desechando tas ideas y los lie* cbos anterior?? hasta que nos encontremos todos reunidos A U sombra de nna misma ley que sea nuestro amparo y protección. De cien leyes, de cien religiones y civlüzaeionaB contrarias, no lograremos formar mas que nna verdadera. Be todo» juntas,

— 20 — miniándolos en su misma confusioD, nna falsa, completamente negativa en todos los conceptos. Dijo el punto de vísta positivo, en la verdad de su esencia, te­ nemos de coinun lodos los hombres y lodos los pueblos la creen­ cia, y por consiguiente la esperanza en un estado superior do ju s­ ticia. De aquí la fé en la redención por Dios ó por el Cris lo, qua todas las religiones, aun tas que parecen mas distantes de la luz y de 1& verdad, parecen soslcuer con sus iniciaciones y sus mis­ terios. Dajo el punto de vista negativo, también nos encontramos to­ dos reunidos en unn misma idea, en un mismo pensamiento, pero es de repulsión. El údio y la división nos alimentan; la guerra, es la condicion de In humanidad. Las consecuencias mas inmediatas de la guerra, no pueden sor otros quo la destrucción de pueblos enteros por el hierro y por el fuego, ó la esclavitud con lodos bus horrores. La coinun desgracia, une é identifica á unos hombres y ¿nno* pueblos con otros, tan posilivamenlc ó mas que la común feli­ cidad. Aun marchando la humanidad por tas vias negativas, los hom­ bres estrechamos las distancias; y los odios que antes se parti­ cularizaban de individuo ú individuo, sin perder este carácter que ae basa en la incompleta ecsistencia de cada upo de nosotros, se generalizan de clase á clase, y de nación á nación; viéndose en­ vuelta i la humanidad en una adm isíera de ¿dios cada vez mas universales. Todos los desenvolvimientos históricos, verificados en el sen­ tido que acabamos de indicar, no pneden pasar de aquí. Pero en cambio y conducida por lodos y contra lodos, vemos desde un principio, saliendo por decirlo asi de sub mismos abatimientos, irse elevando gradualmente & la verdadera religión. Conservada ésta en Adam por el verdadero arrepentimiento,

—íi — creciendo en el Arden patriarcal, sirviendo luego á Moisés para quo no nuevo pueblo, qua la engrandece en sus instituciones y en tu s profecías, sea conducido ¿ la presencia del Redentor, dondo Dios y el hombre llegarán á formar en Jesucristo una alianza in­ disoluble en la sucesión de los siglos y de las generaciones. Por eso, hablando el leuguage de la filosofía moderna, todas las ideas religiosas que se oponen bajo mil formas diferentes á la idea católica,, pueden ser clasiGcadas eu dos distintas y encontra­ das sc'ries. A. un lado colocaremos al Panteísmo y al otro al Teísmo. El Teísmo y el Panteísmo, preciso es convenir en ello, no,son mas que dos hechos, dos principios ó dos ideas que se cao Ira po­ nen necesariamente la una á la otra y que aisladas en si mismas, rompen en cada ser y e n la totalidad de los seres, la unidad de ta vida, la cunl, tanto en los pueblos panteislas, como en el pue­ blo que seguía la tradición de Dios, ha tratado de abrirse paso á través de nuevos y mas dilatados horizontes. Por eso, cada una de esas dos religiones, marchando lás dos en busca do la unidad que siem pre han echado de meaos, se des­ arrollan en sentido inverso. El panteísmo de las primeras edades, rompiendo al abando­ nar su grosería, con el fetichismo y demas arreos de la infancia, se , desenvuelve en Egipto y marca con sus pasos el sello de una nue­ va civilización. Tranformado en politeísmo en Grecia, adquiere con los cantos homéricos, y después con las instituciones popula­ res, que noa revelan la cvolucion operada en el panteísmo, toda ■u arrebatadora fantasía. Pero en Roma, con sus conquistas ad­ quiere toda so pujanza y su último grado de desenvolvimiento. Llega un dJa para Roqia en que los dioses de todas las nacio­ nes se encuentran reunidos en su inmenso panteón; y apesar do todo, cuando este caso llega, la humanidad tiene que romper con Roma porque se siente ahogada entre sus brazos. tí

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Otro lanío, aunque en scutido inverso sucede con el pm blo de Israel. La creencia en el Dios del Antiguo Testamento, se afianza en contra de ia absorcion del hombre por Ja religión ó por el Estado, eo la personalidad humana. La salvación de Israel Re encuentra afianzado en cada hom­ bre, en cada persona que como Jedeon 6 como lu d il se vean ins­ pirarlos por Dios para comlialir ¿ su s enemigos y vivir d esú s dea* pojos. Loa hombres que llegan á alcanaar por una ley, aunque in­ completa de redención, §11 personalidad Individual, nadie puede arrniicdrsclfl sino cón la vida que la defenderán como leones hasta el último eslremo. Es un hecho comprobado en todos los tiempos por la historia. Cuando uno do los antiguos reyes de Rusia quiso conquistará la Bulgaria, le hizo desistir do esta empresa uno d e sú s genera­ les, m anifestándole que los llúlgaros, aunque eran pacos en núntnevo, eran denia&iudo cuidadosos de su persona y que nunea se someterían por *u voluntad. El ruso, conociendo la fuerza de este razonamiento dirigió á otros pnjscs menos ilustrados sus con­ quistas. La voluntad, he aqui nuestra fuerza, fao aqni la fueno de los Israelitas. ■ Pero toda personalidad, sea iudividnaJ ó sea nacional, encuen­ tra con respecto á otros individuos y á otras nacionalidades su » li­ mites dentro do sus limites. El panteísmo encuentra un limite Insuperable en enda hombre que se haya engrandecido en la conciencia de su personalidad. Realizar el todo sin las partes, es querer que cada parle, que cadn individuo se realico en si mismo con cnlera independencia do los demos. roí* eso cu l\oma llega i perderse la fé en la religión. Por eso

Ion Is ra e lita se hondeo laclas veces en la idolatría, lo cual llegá por Gn on lerobo&m á dividirlos. Las dos civilizaciones m archaná la par; y á cada nueva evo­ lución qnc se opera en el seno de In humanidad, p artren absor­ berse pero no confundirse la menor por la mayor, como succdiA con la abiorcion operada en el Patriarcado por los Egipcios y la conquisto de Jerusalen por los Romanos, El valor material que siempre parece haber tenido el panteís­ mo sobro el leísmo, es compensado por el valor morol 0011 que este ha superado siempre en su civilización á su contrario. Ilonia avasalla á Judca y á Samaría por la fuerza de la» ar­ mas; |>oroRnn:a queda moral y por consiguiente materialmente avasallada por el descendiente de Judá continuador de la casa y de la dosceudcncia de David. l*or eso, las voces de las Sibilas, encaramadas sobre sus trípo­ des, valiciuando lo porvenir, son como el eco proyectad» de una religión en otra, no [ludiendo ninguna de ellas vivir sino por su nuilua opo9icion; ó lo que es igual, las profecías de los Sibilas parecen responderá las profecías del Antiguo Testamento, anuntLando la muerte y la resurrección de la humanidad á una nueva vida, In única en relación coa Los destinas del hombre y los des­ tinos de la humanidad. Todo k> que podía pretender el panteísmo lo llegó i ser en los mejoro* tiempos del imperio romano. Todo lo que podía llegar ¿ ser el teísmo en los últimos gratóos de su desenvolvimiento, lofué en Israel, enya religión en cierta manera fuó después reproduci­ da por Mahoma. Desde entonces acá ni el ano ui.cl otro tienen razón de ser en si mismos, sino en cnanto se Callao esperando qno el catoli~ cismo los disuelva en sus hechos para disolverlos en sus ideas, las cnales por Días que se reproduzcan en nuestra ¿poca, no salen ni pueden salir de ciertos circuios académicos, donde, despucs de

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íiabcr Jado pasta A una juventud estudiosa, ansiosa de novedades, vendrán á m orir como han muerto todos los sistemas que Ies han precedido, y que son, en lugar de un adelanto, un verdadero re­ troceso paradlas inteligencias y para la sociedad. El catolicismo, caminando siempre entre los escollos de lodos los hechos y de todas las ideas que viene á disolver, según loa liciapcs, con la luz de so revelación, y abrazando lradicionalmen­ te y por sus esprransas lodos los horizontes de la luz, es el cen­ tro, la irradiación, la convergencia, el verdadero m ar de Ja vida, donde lodo lo que es legitimo licué que bailar sn completa reali­ zación. Los cuatro canees, qne «on como los cuatro abolengos en que se divide la unidad primitiva; los cualro brazos en que se dividen generalmente todas las civilizaciones y cada sociedad en particular, todos las có rran les de }a vida, vienen á desaguar en Jesu­ cristo, el cunl abriéndonos las puertas del cielo, vá preparando por medio de las insliIliciones de su Iglesia nuestros corazones y nuestras inteligencias á la justicia y al amor. Descuartizada en si mistnn la civilización moderna, desde que se vá separando del catolicismo, ¿qué podrá conseguir contra él que no se haya conseguido en los primitivos tiempos de la Iglesia, regados con la sangre de tantos santos y de tantos mártires? Lo único que cou$e*uir
restablecimiento en el principió y en el En «le los tiempos inter­ medios que nos han servido de dura y de a«crbaegpíaoíún, en­ gendra uo présenle interminable, en t i tutal nmpccO 4 desarrollar­ se, abrazando en sUsdojmaS sacrosantos todas lascbfarasrfé la vi­ da de lo humanidad. Los tiempos iQlermedireetilre la-m uertede c rin riada al lionibre-Dios, Salvador de Todos los hombre» y el triunfo del catoli­ cism o, se encuentran anticipadamente delineadas en todas'las ¿pocas quo se marcan en el gran libro dol Apocalipsis; Todos e s­ tos ¿pocas pueden estudiarse no sotatoeiflú eu todos los sucoso* que so desenvuelven en el Auligtm Testamento, según lacienci* de los números encarnada en su letra y en su espíritu, sinoen to­ dos los sucesos con que se vá delineando en tu porvenir toda la vida de la Iglosia militante. En todos ellos, reproduciéndose loe unos do los otros conm ayor cslension, aparccela Iglesia aparejada para vencer. Seis épo­ cas do otros Laníos combates y de otras tin ta s victorias, prepa­ ran la época sélicua que es de un triunfo general.Tros momento*, que son los tres momentos de todo pensamiento, de toda idea jrde toda realidad, necesita la Iglesia para consolidarse en su victo­ ria. Por eso en la Apoco octava, aparecen personificados cu Go í y Magog, es decir, aparecen todas las cansas, todos Tos princi­ pios, todos los hechos contradictorias, identificados en sus mis­ mos odios para d a r á la Iglesia la última Ijalalln, en la cual, sin esfuerzo ninguno, quedan anonadados todos sus enemigos. Al leer lodos los sucesos qne se profetizan en esta octava edad del Apocalipsis, se nos viene sin qnerer á la memoria la situación de los judias caattdo fueron conquistados por Tito lujo de Vcspasiioo. Las treguas qao les daban los Romanos, eran e provee lia­ das denlfo de lerusalein para batirse los anos eoulra los oiría. Otro tonto está sucediendo y sucederá todavía en mnyor escala i *

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mnliila que nos aprucsinicuius
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la unidad de la fé dilatándose en el inmenso Campo del amor y de la caridad. Por consiguiente, cu la espectativa del triunfo de la Iglesia y como huyendo de las potencias uegativas que nos cercan para perdemos para siempre, hemos debido, por anticipación ¿ nues­ tra dicha venidera, resolver en nosotros loísmos loiia$ las cues­ tiones sin otra criterio que la abnegación y la caridad. La caridad^bo podido y puede suplirlo lodo: nuoslra indigen­ cia llsica y nuestra indigencia moral. Eli la caridad hemos podido todos cuconlroruos ser real y efeclivamoulc hermanos y no ene­ migos intranftigenles y feroces, ventilando ludas las cuestiones por los litigios y la espada, siendo cada dia mas difícil quo podamos entrar en tranquila y pac ilien posefcion de todos nuestros durccIjos, pues dependen de nuestros mutuos deberes y de nuestra re­ conciliación con los demás. La caridad so ha estinguido ó está prócsimA á extinguirse en lo mayor parle de lodos los corazones; á la Iglesia que la procla­ ma ,s c la lia espulsado temporalmente de ledos los dominios de la sociedad, reduciéndola á un cspiriLu sin cuerpo; ¿pero creeis por eso que Irt Iglesia no triunfará? Para esto es preciso partir antes dnl falso supuesto de que ta j u s t i c i a es i n d e p e n d i e n t e de la cari­ dad, el hombre d e la justicia, y lodas las cosas enteramente cstraflns A la volunlad de Dios. La libertad, la igualdad, la fraternidad, que se pretenden rea­ lizar en ódin al catolicismo, ¿quién las ha proclamado antes quo la Iglesia? Luego si se quieren realizar fuera de la Iglesia, no pue­ den en numera nlguiin ser verdaderas esa libertad, caa igualdad y esa fraternidad, ¿Dónde está la libertad con la cual se enorgulle­ cen lauto lus partidarios del presente? ¿I'ero que diríais si probásemos matemáticamente que no hay nada superior, no solo á lo que proclama, sino liasta de la manera

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quo ln proclám ala religión, acomodándose al cspirilu do l«s tiempos? Así os la probaremos y mal qao os pese lenAreis que «látaos la razón. Por ahora nos contentamos con afirmar, quo no hoy justicia, ni Imv amor superiores ni. nmor y á la justicia de la Iglesia. En ru historia, qne es la historia de todas los tiempos, vá envucllfl la verdadera metafísica; los sucesos se peratyiiDcaD, y las personas kou otras lautas revoluciones para el Tentadero creyente y para los qne eslndton al cursa do los acontecimientos sociales. Í í O qne no se nprendn en la Biblia, que es el libro por escelen* cia, el libro de los libros, sin ouibnrgo de kullarso cerrado con los siete Sellos para los que lo e*tfed¡nn con ánimo de alhagar sin pa­ siones y su soberbia; lo que no so aprenda en la Biblia, repotimos, lio se aprende en ninguna parte. El acncrdo de ln razón y de In espcriencia, no pnede encon­ trarse basado sino en loa dogmas primordiales d eln f¿, que son la raíz, no &0I0 de nuestras creencias, siuo de la civilización actual, No hay principies mas superiores, ni roas elevados, ni mas esentos de contradicción cu la esfera religiosa y en las mas altas con­ cepciones de la filosofía que el dogma de la creación y el d« la Santísima Trinidad. Dasta la creencia en oslus dogman, para que cada ser se reco­ nozca en su esencia propia y se considere responsable de sus ne­ tos ante su propia conciencia, la cual so relaciona estrechamente con laccsistencia de oíros seres n quienes debe justicia, y con la ccsislcúciá de una indefectible y santa loy. En el Dios del pnntcismo, no hay creación, y no habiendo creación nn puede haber hombre, y no habiendo hombre no pne­ de haber libertad, y donde 110 hay libertad no pnede haber res­ ponsabilidad. ¿Qué decimos? No puede haber justicia ni injusti­ cia, Bien ni Alai. Esto no es mas qne la confusión de todas las

— 29— ideas y aun de los Lechos mas conformes y que saltan á la sim­ ple vista. El infinito trasportándose al Quilo, la sustancia eterna ¿increada dilatándose en el tiempo y 011 el espacio para estarse recogiendo eternamente en si misma en cadn lyio de los seres que vuelven á onlrar en el sueño de Uraliinn; qué aberración!; es üacer A Dios nulor del mal, y destruir el uuo por el «tro lo eterno por li> temporal, asuntando el mundo, i en un dualismo irreductilile (> en nna Nada inconcebible i insoportable. * Mucho podríamos «tendernos sobre esto ptiuto, allegando doctrinas de inminentes pensadores. Pero cuino nuestro objeto principal es investigar los resultados prácticos de todo principio y de toda institución, nos hasta con lo manifestado. Pero es nn Locho que no se nos podrá negar, que ol hombre, por Tallo de inteligencia y de personalidad que He te suponga, su instinto, ya que no otra cosa, le hará uloiupro romper con el Dios dol panteísmo; asi como cuantas veces so llegue á estable­ cer un panteísmo ó un comunismo político donde los hombres no se pertenezcan asi mismos sino al Estado, ó ú una clase, ó quo m establezca, lo que no es posible, una impersonalidad absoluta y general, mas tarde ó mas temprano esta sociedad será disueJta porque lleva vírtualmcnte en cada hombre el gérrueu de su diso­ lución. Los panteísmos, bajo cualquiera forma que se manifiesten, á la luz del dia ó encubiertamente, los unos serán siempre la con­ secuencia indeclinable de los otros. No puede haber panteísmo religioso, sin panteísmo político y económico, lino será la iden, otro la realidad y otro la sanción ú la ley do la idea y de la rea­ lidad. En lo creencia de un Dios absolutamente personal, vengador y celoso de si mismo, tal como no puede menos de concebirse remontándonos á la cansa de las causas, y que es como lo con­ cebían los hebreos, habrá pactos, relaciones directas de peno-

— 30— utilidad de Dios al hombre, lialirá espera nías de redención, pera lio hay ni puede haber verdadera redención. La relación,enlre el infinito y lo Guita, 4 entre el Criador y la criatnra, liohr&n de ser necesariamente durante tal estado de cosas, relaciones im perfectas. La ley de justicia, dada por Dios á Moisés, no puede por si misma idoalilicar A todos los hombres en un mismo espíritu y casi diríifíuo&en una misma carne, sino somos impulsado» por el amor. lió aquí la raxon que oleanza nuestra limitada inteligencia, pnru «pío Dios se diera enteramente en Jesucristo i lodos J09 hombres-y para que nosotros conquistásemos por nuestra unión cpn el Redentor, el litulo que es el mas glorioso que podemos llc\o r de veidailoros hijos de Otos. La últJniti alianza, la mas indisoluble que se ha Armado en­ tre Dios y el hombro, hallándose los dos reunidos en Jesucristo, quedó sellada en el Gólgola con los vínculos del verdadero amor qnc 110 tiene Un. A la aparición del cristianismo, las religiones antiguas, re ­ presentadas por los judíos y por los romanos, que aunque ene­ migos mortales, llegan á unirse y ¿ identificarse para resistir á la nueva transformación del mundo que se vá á operar, empiezan i desaparecer coma dos fantasmas destinados á sumergirse para siempre en In noche de sus propias sombras. Esta es la suerte quo les espera á todas las ideas y á lodos los hechos individuales ó sociales, que lachando en nuestra civi­ lización sin tregua ni descanso, solo han logrado y logran enten­ derse cuando se trata de eoiuLatir al catolicismo. Así se hau hundido y asi t¡e hundirán lodos los hombres, lodos las clases, todns las instituciones sociales, lodos los pueblos y ludas las civilizaciones, que siendo anteriores, no acepten volun­ tariamente b u transformación A 3a nueva vida que les promete el



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catolicismo; y asi se hundirán también loíns las creaciones pos­ teriores que no sean su consecuencia mas legitima en la série «lo Lis ideas, que ¿¡emendo el órden de los tiempos ha intentado realizar la Iglesia dentro de la ¡nvariabilidad de sus dogmas ó He sus principios inmutables.

CAPITULO II.

Siendo el panteísmo y el teísmo tíos ideas que se combaten y quo se desarrollan paralelamente cti dirección opuesta, es de ma­ terial seguir la sucesión liislúrira del uno ó del otro, puesto que partiendo de un mismo principio ó de un mismo origen, m al es la escisión del hombre con Dios y con la ley Je su naturaleza, los dos, trabajando pora su mútua ruina por toda clase de medios, aun los mas injusto?, los mas atroces y los mas violentos, vienen necesariamente á parar al mismo resultado, que no puede ser olro que su respectiva aniquilación. La ley de Moisés es indestructible, por cnanto toda ella la ley de lo verdad. Las leyes de las doce tablas son muy inferiores A la promulgada en el monte Siitni, aun considerada á Ea luz iIlla razun natural. Tero no es esto todo. La razón biBlórica del antiguo testa­ mento, es no solo mas 1ó arica en su desenvolvimiento, sino m u­ flió mas sencilla y verdadera. Ea la ampliación de la ley natural

que tomando al hombre desde el abismo de sn abatimiento, nos hace ver como se v i levantando por grados haslo encontrarse con el mismo Dios en la reconstrucción de la hum anidad. El panteísmo, como qne á todos trata, contra la ley de nues­ tro ser, de confundimos en el gran lodo, arrebatándonos nuestra personalidad, es semejante á la premisa de un silogismo, de la cual es imposible absolutamente deducirla existencia del mundo y la de todos los aires que vivimos con nuestra vida propia, res­ ponsables todos ante la ley .que nos dirige, a no ser por una es* cisión anti-racional y anli-lógica qne comience por negar la iden­ tidad de esencia y de sustancia de lo infinito coa lo Añilo y de lo eterno con lo temporal. En ta religión del antiguo testamento, sucede la contrario. Elevándonos de inducción en inducción de la existencia del hom­ bre á la existencia de la familia, d é la existencia de la familia á la del Estado, desde cuyo punto toda la humanidad delie encon­ trarse preparada para entrar eti lo verdadera religión, coloca A cada cosa eu el Ingar que le corresponde. Es como el cogito ergo sum de Descartes, que asentando sóli­ damente al hombre en el límite de su personalidad, le dá una fuerza incontrastable de entendimiento y de voluntad para reco­ nocer como distintas y con sus cualidades propias á todas las cosas que existen fuera de ¿1. Sin este reconocimiento no hay términos posibles de comparación, no hay filosofía, ciencias ni a rle s , pues que todas, progresando, marchan por distinta rula. Asi, pues, entre el infinito que lo abraza todo con sus inmen­ sas perfecciones, y el Pinito que se desarrolla eu el tiempo y cu el espacio, lo razón natural baila diferencias esenciales, nacidas de otras tantas revelaciones que nos servirán como medio de en­ grandecernos en nosotros mismos, en la justicia y en la libertad, siendn mientra aspiración constante liácia lo cierno y á lo iullnilo, como único objeto dijno de uueslra vida y de todo nuestro amor.

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IYr>i ni Indo lo i]ii«r nra liamos Je decir no fume motivo sufi­ ciente para J a r In preferencia A una filinciou histórica mus que ¡i otra. el berilo de encontrar/se reflejados, ó por mejor decir, rnjwiidns ucpativnmeulc el uno en el otro dos principios que se r-mitrn ponen y que en lodos sus desenvolvimientos Iralan d e su a r­ dar la distancia proporcionada pora poder existir, cvilaudo el de­ saparecer en sil múlua confusion, nos dejaría en Cúmplela liber­ tad pora elegir, sin que á nadie le chocase, el pensamiento que mnjnr nos pareciese. La historia nos demuestra que la primera época de civiliza* non de la liutnaniilnü, ce la ile los hombres de la violencia y do la destrucción, que tratan de reconstruir el mundo bajo la base de ellos mismo*. Ln edad de los descendientes de Cain que son los primeros, en el orden ile ln civilización un general, llenan según la Dihlia, todo Ql periodo qne media desde A.dam hasta Noé. La prim era virtud del hombre autos de reconstruirse, la cons­ tituye su Tuerza física. Es un modo imperfecto de vivir, porque por la vida ile tos .sentidos, nunca se elevará sobre la condición de los irracionales. M term inar el primer periodo de nuestra civilización en general, los descendientes de Cain desaparecen en el Dilu­ vio Universal anegados en sus propios escesos, y si vuelven á aparecer, ya no será con el carácter de representantes de la hninanidad, sino de cada nuevo pueblo que Re forme, que se asentará en con Ira de los demás pueblos, en su fuerza física, como medio de desarrollar en si mismo todos los demás elementos de vida que se encierran cu cada periodo de civilización, á la cual y por distintos caminos, .somos llamados los unos despues de Ion otros. En los grandes periodos de civilización en general, qu ed an origen á otros tantos periodos de cada una de las civilizaciones,

— 35 — que dcspu es se re producen eu cada hombre, para trasportarse á cada pueblo, y en cada pueblo para después irte gradnalmcnle desenvolviendo enlrc los hombres y entre todos los pueblos y oueiones ile la tierra, todavia.se conservan en la India, en la China y en el Japón; civilizaciones, que encerradas materialmente en si mismas contra lodo espíritu de novedad, son en el sueño de lu muerte eu que se bailan estancadas, el contrapeso, la réroora de Ludas loa civilizaciones posteriores, las cuales, á medida que so cdelanlan liúuia lo porvenir, fuerzan á las otras con una fuerza invencible á que comparezcan á [a luz para ser juzgadas por su« obras. A tres mil anos de distancia se cncuciilrnu de nosotros, y si­ no fuera pur que el resto del mundo se encuentra profundamente dividido y esclavizado en el camino de la civilización, bastaría un soplo de nuestra vida para que esos cadáveres que 110 lian respirado en tanto tiempo el ambiente de la vida quo hoh empuju liácia debute, quedasen convenidos eq cenizas. Estudiad sus instituciones, sus artes, sus ciencias, su modo de ser, su lenguaje, su religión, y vercis qué lodos ellos se ha­ llan e u e l estado medio del desenvolvimiento de la humanidad, MO haber descendido hasla crear al verdadero hombre, por que su inteligencia no les ha permitido ni les permilo elevarse hasla el verdadero Dios. Su lenguaje, si bien se les considera, uo es por sonido» nasales ó guturales; su escritura no es la do los gerotflilicos; pero sin haberse analizado en sí misma para poderse comprender mejor se sostiene en el Arden silabálico. Es de­ cir, buscando la relación que hay entre el hombre y su mane­ ra de hablar, podemos desde luego asegurar qne por mas que busquemos ul verdadero hombre, uo lo encontraremos en la Chi­ na. Para eslo seria preciso que áe hubiese desprendido, en cuan­ to puede naturalmente desprenderse, de la familia, que es en donde existe y radica, como la familia en el Estado, sin concicu-

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cia propia d& sí mismo, como las letras dentro do la silabai Los progresos se llaman los uiiob A los oíros con una h ie n a irresistible; y «si para q u e « lo s pueblos, qne viren tan apartados de nosotros, vuelvan & entrar en el seno de la humanidad, nece­ sitan ante todo, moralmente hablando, adoptar un lenguaje que tenga relación con las lenguas europeas quñ son las mas adelan­ tadas; por que ilel eslremo nuálisi* á qne aquí hemos llevado Im palabras, ha resultado el oslremo análisis de las ideas, el cBlrcmo análisis de la fuerza, de la inteligencia del hombro, sin ul cual no puede haber verdadera síntesis, verdadera existencia, ni ver* dadera conciliación de lodo lo quo constituye nuestro siir, p ira poder elevamos á lodas los alturas de las ciencias morales y de las ciencias físicos, reconociendo 4 Dios coma verdadero centro do nnion de todo lo que existe. ¿Cómo sin el audaruio de los .pa­ labras construiriau loa indios, los japoneses y los chinos, el odiflcio de un nuevo heolio, do una nueva ideo, de uuas cuevas cos­ tumbres, de un nuevo hombre, de un gobierno nuevo y de nna nueva religión? Los talen to s de gobierno y de religión en qne yacen sepul­ tados lodos estos pueblos de la antigüedad, como petrificados ep sus sepulcros, son en su existencia negativa, tócenle á la civilisacion eu general, lo que con respecto A la civilización moderna, los que trabajan para volvernos á an pasado, concluido de en­ te rra r ayer; necesarios todos, mientras el bonibre y la humani­ dad no se lleguen á incorporar definitivamente eu la religión de Jesucristo, que con su carácter espansívo y de «tracción, pene­ tra todos los corazones y se difunde por todas las comarcas para esperar el dia, en qne realizada en nuestros hechos, proclame nuestro triunfo en el gran dia de la humanidad que por momen­ tos se aprocsima. Sigamos el curso de nuestras investigaciones. La segunda grande época pare la humanidad comienza con

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Noé; pero Noé no encuentra ya en si mismo d lodn la humanidad; sino que esta, desda el momento en que principia la segunda creaoiun, queda, no refandida, sino centralizada en Scnt y sua descendientes, quienes en la priuiogenilura tle No¿ se enlazau con Enós, cuarto hijo de Adam nacido para alabar á Dios, re­ emplazando al justo Abel. Por eso, asi como los Semitas fueron en sus padrea perseguidos y maltratados en lo primera edad; asi en la segunda son los llamados, coiuo en compensación, á serlos jeíes y los dominadores de lodos los hombres que conlinuaráu largo tiempo dividí Jos. Toda la descendencia de Sen» quedo, en el derecho de prim ogenitur?, refundida en Abraham. Noé y Abrahom son los que están colocados á igual distancia ealre Adam y Jesucristo. Noé se aprocniiua n m á Adam. Abraliam ya se inclina á Jesucristo. Por eso Abrahnru es, no real y electivamente, sino en espe­ ranza, el verdadero padre de la futura humanidad. Éa la ternilla de Abraham serán bendecidas toda* las naciones del Universo. De aqui es que Abraham, en cuanto lieiuos tenido que cami­ n ar hasta Jesucristo, es el padre de Lodos, el verdadero Rey y el verdadero sacerdote, tanto por derecho natural, como por derecho divino, que nadie en buena ley le puede dispuLar. Bajo estos tres aspectos le obedecen sus Lijos, sus mujeres y sos esclavos. La vida de todos ellos pende de la voluntad do Abraham; pero Abraham en la conciencia de la verdadera tradi­ ción, de la cual no se considera mas que representante, sin embargo de ser padre, de ser rey y de ser sacerdote, reconoce en Melquisedech, que no tiene principio ni Gn de días, un sacer­ docio eterno, sacerdocio de paz y de justicia, á quien todas las tribus de Israel, inclusa la dc'Levi, pagan diezmos, ccsislicndo como ecsislian virtunluiente eu los luiuos de Abraham r del cual, con la vida, sacaron lodos sus derechos.

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Melqniset)cclt. rey de Salem, es la imágen de Jesucristo que se dibuja como en el fondo oscuro del pasado adelantándose ¿ lo porvenir, ¿ Un de que como verdadero Dios y hombre, abra­ zar eu un punió lodas las cosas, llamando á lodos los hombres y á lodos los pueblos para que aspiren en la redención el am­ biente ilc la verdadera vida, única que produce la inmortalidad. El derecho de primogcnilura, es un uiedio, el mas seguro, de conservar lo personalidad del hombre m ientras la humanidad se halle dividida. En el derecho de primogenilura, se aGanzu en la antigüedad la ecsisleueia de la familia, y cu la ecsisteuciadc la familia el ger­ men del pueblo de Israel, que sobre la tradición délos patriarcas,, vendrá á elevarse sobre su propia tradición. Apimlumos un hecho y lo juzgamos nada mas que hasta don­ de nos parece. Veamos ahora como Lodos las transformaciones que se operan de un i'irden A olro von á lener lugar. El derecho de prim ogenitura, en el cual se aliauzaba la con­ servación del orden patriarcal, constituido para defenderse y ata­ car á lodos sus enemigos, concentrando en si lodas las fuerzas de unn familia cada vez mas dilatada, queda eu lera mente abolido en Es.’iii, quien corno prim er hijo de Israel, era llamado en Abraham á ser el tercer patriaren. Jacob por el hecho de haberse sobrepuesto á Esaú en lodos los derechos de hermano mayor, cambia el nombre de Jacob, que es nombre de familia, por el de Israel que es el nombre del pueblo de Dios; y por este cambio de hechos y de derechos, Jacob y por con­ siguiente Israel, comprenden que han entrado en un nuevo periodo de ccsislcncia. Abolido un derecho, sea de la manera que se quiera, mientras no sea restablecido en toda su integridad, nadie por si mismo en

— 59 — contraposición i lo qne ccsislia es capaz de vindicarlo tsclitsivamente para si. l'op consiguiente, abolido en Esaú, que era su verdadero repre­ sentante el derecho de priniogenilnra, todos los hermanos de Ja ­ cob, todos los descendientes de Isaac, entraban naturalmente A tener participación m asó menos directa en la misma herencia. Esto es lo que se halla en el fondo de Ins cosas y lo que desde c tt momento va ¿ tener completa realización, primero en la pro­ ferirá y después en los hechos que vayan naciendo de esa idea ú de esa profecía. Jacob, lo Comprende asi, pnes qne penetrado ile loque lia-liccho y como afianzado en el cambio que se ha operado dentro de sí mismo y dentro del orden patriarenI, empieza á tenerla visiuu de todas los cosas qne en el órden de los tiempos hasla llegar ¡i Jesucristo, habinn efectivamente de suceder. Ve uiin escullí, fijn en la tierra, cuyo remnte tocaba en el Ciclo, y i los Angeles de Dios que subían y bajaban por ella. De esta visión, In cual, seipin los interpretes licué intima coneesinn con la Encarnrcion del Verbo eterno que ha de juntar oí cielo con la tierra, se desprende, que cuanto mas los hombres, hu­ millándose, se aprocsiman entre si basta borrar todas siigdifercuríns por la justicia, que es ¡gual para todos sin distinción de in­ dividuos ni de nacionalidades, lauto mas cercanos estaremos al rejim de los Cielos, cuyas puertas, se alireu de par en par para las almas justas que han vivido y viven en el amor de Dios y de todos sus hermanos. Esta visiuu es absolutamente verdadera, no solo eu si niisuia, sino cu el modo de realizarse, conduciéndonos todos los hechos posleriures hasla Jesucristo, el cual, como Dios, viene por lili á encarnarse eu la naturaleza humana. Veamos como suceden estas cosas, en las que se bailan com­ pendiado?, nn solu el espíritu, sino toda la letra del antiguo testa­

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m entó, sin qno baya siquiera un testo, en la variedad do los acci­ dente* de la «ida del pueblo de Israel que se relatan, que pueda contradecimos. Hallándose Jacob prúesimo á morir, bendice á todos sus hijos de esta suerte: Raben que es el primogénito y que debia ser el único here­ dero de su padre, según el derecho antiguo, es enteramente des­ heredado del prim er puesto de Israel, único que conviene á toda persona constituida en autoridad. Simeón, que es el segundo, es nivelado con Levi su tercer liijo, quienes como términos medio* tan distantes del derecha an­ tiguo de primogenitura, como de Jesucristo, el cual en el órden de la sucesión temporal, se encuentra nna escala mas abaju; ton reputado t p o r supadre, como hermanos en el crimen, como instru­ mentos belicosos de iniquidad._ Por m anera, que toda la civilización del pueblo de Israel va á encontrarse refundida en Simeón y principalmente en Levi, que en el Sacerdocio que le será confiado, se hallará la ley de toda la sociedad, refluyendo háoia la cabeza todas los crímenes que se r.omclau y todo la sangre que se derrame durauLe la ecsislencia de la misma, quedando por coasiguientejuzgada y condenada e&la civilización en el momento mismo de nacer. Simeón y Levi, quienes á pesar de Lodo, son en el órdeu de los acontecimientos, ó de las gradas de la escala de Jacob, los lla­ mados inmediatamente ¿ la sucesión, reputándose siempre por mas digno el que se eucnenlrn mas distante del tronco, soii divi­ didos en Jacob y esparcidos, para ejercer sn antoridnd r sn mi­ nisterio, por lodos las tribus du Israel. Levi, significa vinculo, vinculo en el cual se lin de hallor identificado en la religión dol verdadero Dios todo el pueblo He­ breo, para quo Elevados todos y confundidos todos en ese espíritu de fortaleza que croa nna religión qne se funda en la persorinlido'l

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de Dios y ilc lodos los hombres, haciéndolo!; de dura .condicion y de dura cerviz, estemiiiien y puedan subsistir cu contra tTe Ion innúmera liles pueblos idólalras, que sin conciencia ninguna de su pcrsonalidud, se les vé vivir como manadas de carneros en la cabeza de sus reyes. Nueslni personalidad es una condícion lan necesaria de nues­ tra Desistencia individual, como el priucipio de autoridad lo os de nuestra familia qnc tan de cerca se roza con la sociedad civil y lo religión. Jtidá cuarto hijo de Jacob, en el cual se hau de completar to­ dos los destinos de to humanidad, será el león d« Israel, la alalianza de todos sus hermanos. La voz de los cuatro vientos que parece m arcar el curso de los cuatro grandes rios de In vida y que se repite asi on Ins familias como eu las sociedades divididas en intereses, en sectas ó en partidos, preludiando los grandes acon­ tecimientos y Ins grandes Irnsformaciones qué liemos esperimanlado y que leñemos que esperimcnUir, cesará de hablar asi que la tribu de Judá descienda su último escalón, lanzándonos ¿ lodos en Jesucristo á la conquista de un reinado, qne como verdadero, nunca jamás tendrá Gn. Asi es que, nna vez entrado el cetro en la casa de Judá, no le será quitado de las manos, ni de su posteridad será quitado el caudillo, hasta que renga el qne lia de ser enviado y que será la esperanza de todas las naciones. Hasla aquí la Iwudicion de Jacob para sus cuatro hijos, en los eaalcs se distinguen en profecía todos los hechos de la vide del pueblo de Israel. Los dos hijos de José, quienes en representación de su padre, deben ser bendecidos por Jacob, este, adelantándose á lo que sus hijos podrían hacer, antepone también el menor al mayor, como si se sintiese en su última hora devorado por el deseo de dcecor-* re r el velo de los horizontes qne le ocultaban á Jesucristo. c

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Pnro conocer ¿ fondo ln vida ile la humanidad, es preciso pe­ netrarse bien de estos nnlccedenlcsque nos darán la clare metafí­ sica de lo historia, asi c<*u»o la clure metafísica nos revelaré et sentido moral quo en su letra encierran las sagradas escrituras. A I» c re a c i ó n precedió el cn
— 45 — na lo personaliza como se Italia personalizado en su misma esencia y en su misino nombre, en otro tiempo incomunicable, aiuo la religión de Moisés. Ks el infinito en su inmenso poder, en su in­ mensa sftbid trta y en su bondad inagotable, dando el sér y reno­ vando Indas las cosas. Verdaderamente hallando, nada absolutamente concebimos sin él. Se le encuentra como una fruición en que el alma se de­ leita, ó como un remordimiento ó un castigo, en todas nuestras acciones, en todas nuestras palabras, en lodos nuestros pensa­ mientos. Todo existe por él, y sin él nada existiría. Su «xislcneio, que In ncnlimos y la palpamos, nos rflvela la inmensa magostad de su poder. ¿Quién negará á Dios, revelado p o r su Verbo eterno y por su espíritu creador, que nos lo completan eu la sdrie sucesiva de sus manifestaciones? Probad d negarlo y vuestro propio Verbo humano que es una verdadera ¡niegen del Verbo ó de la sabiduría divina, vendrán á echar por tierra todos los argumentos que on mal hora hayais podido concebir. El Sér, no el llegar á sér de Hegel, hé aquí In raiz, la base indestructible de la lengua universal dividida en tantos dialectos ó idiomas como se conocen. Suprimid si os atrevéis al Verbo sér y todas las lenguas, si esto fuese posible, quedarían mudas, como si el aire, enrarecién­ dose, hubiese dejado de trasm itir de una i otra parle los sonidos. Suprimid el Verbo sér, y lodos los pensamientos quedan tnn os­ curecidos como sino existieran, y todas nuestras acciones, no habiendo un pensamiento que las modere y las dirija, se agita­ rán on un vacio sin limites, y los hombres, caso de poder existir con la sola existencia m aterial, dejan de ser seres racionales para convertirse en los mas viles de los cuadrúpedos.

—44 — El Verbo íó r, Quima oon el soplo divino que no podemos me­ nos do reconocerle, lodn nuestro existencia física y nuestra exis­ tencia m oral, en la estrecho relación que liay de la uno á la otra. La agricultura, las arles, la industria, el comercio, la filo­ sofía y la religión, 1c deben loque lian sido, lo que son y lo que puedeu sen La vida de los hombres que radica en el pensamiento, m ani­ festándose en lodas nuestras acciones, sale toda ella por la boca. Tara am ar quo es nna nccion positiva, y para aborrecer que es un amor verdaderamente negativo; para sentir qne somos amados, lo que con relación ol sujeto que nos ama nos constituye cu un estado meramente pnsivo, necesitamos existir. Sér, cstár, existir, obrar, tener vida, sentir y padecer, todo equivale á nna inlfluw afirmación, á decir que lodos existimos con uueslra vida propia, los unos da tina manera y los otros de otra eu la unidad de la existencia, que nuuf[iie la rómpanlas con nuestro libre alvedrio, la rompemos para nosotros pero nunca para ella, £1 egoísta, Qoucculraudo en 61 toda su vida, carece de exisleu­ d a cu la vida do los demás, quienes rechazan ln del egoísta. Los que aiuiui, sin perder nada de su vida, ta multiplican en lodoB los ¡¡¿res que participan da su amor y de sus beneficios. Dar su vida por otro es adquirirla, y darla á Dios, conformándose con su sania ley, conservarla eternamente. Eu una palabra, el yo amo del Verbo am ar, el yo leo, yo jue­ go, equivale á decir, yo soy, ú yo existo amando, durmiendo ó estudiando; por manera que I03 verbos de todas las lenguas en general, uo tienen razón de existencia eu si mismos, sino eu el verbo S
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siempre habremos de couvenir qne « tiste en si mismo, inde­ pendiente do loda ley y de toda relación de tiempo y de lugar, pues que ól mismo a la ley universal de todos los séres y de toda la naturaleza, es iid Ser eterno, sin principio ni fin, para el cual no hay ni puede haber pasado ni futuro, sino un presente inaca­ bable, tal como conviene á la naturaleza cierna ¿ inmutable del mismo Dios. Pues bien; sino puede menos de reconocerse la acción directa de la Providencia sobre el hombre y sobre el mundo, ¿como la desconoceremos cuando se trata de un pueblo Favorecido por Dios que viene á preparar los caminos de la Rodeucioa? La incredulidad y el indiferentismo son dos graves males de que adolece nuestra ¿poca. Dirijámonos á la razou, puesto qne ¿ elta se la cree la sobe­ rana, sin haber llegado el hombre todavía, á La edad de la m o ti, El elemento pujante en los primeros periodos do civilización de un pueblo es el elemento religioso. Esto nos lo dice la liislo* ría, hablando de todas Ins civilizaciones en general; y el pueblo hebreo, en lugar de seruna escopcion, es por el contrario la prue­ ba mas inconcusa que puede darse desem ejante verdad. El pueblo hebreo m archa, haciendo su camino, idonliQcadu principalmente coa la tribu de Leri, hasta quoqnericudo ser go-bernado á estilo de las gentes le arranca á Samuel contra su vo­ luntad la coronacion de un Rey. Según los hechos que vamos ecsaminando; según oí testa­ mento y la bendición de Jacob, y según el pacto do alianza qnc este había contraído con Dios, la institución monárquica, para ser legitima y quedar constituida en Israel, tenia que radicar en la easade Judá. Sauf no es bastante fuerte para hacerso respetar de bus enemigos interiores y estertores. Cuando David es ungido, todo queda sometido á su voluntad; porque David es la raíz, la sombra, la figura polilroa, la fuerza del pueblo, el ascendiente,

— iC — el precursor de Jesucristo! Asi como sobre un sistema económico, es preciso levantar el sistema político que le conviene para que­ dar mas asegurado; asi sobre la monarquía de David que se tras­ mite en sus hijos d los principes de la casa de JuJá, en los cuales queda abatida y Humillada la antigua preponderancia religiosa, oo puede ya fundarse otra cosa que Ea religión cristiana. La tribu de Jn dáes la nías pequeña, la mas insignificante de todas las tribus. Pues bien; en esta tribu que es la última en el Arden de la su­ cesión de Jacob, en la últim a cfosc, en la clase desheredada y mas humilde de esta tribu, es donde terminan todas las profecías y todas los hechos, aviniéndose lodos ellos en lo snstancial con el testamento de Jacob. De Jesucristo es imposible ya ni bajar mas, ni subir á mnyor nllnrn. Por eso eu Jesucristo, aun considerán­ dolo 3 la luz de la razón natural, queda unido et cielo con la (ier­ ra; es en una palabra verdadero Dios y verdadero hombre. Por eso tnilns loa hombres que se identifican y so han de hallar cu esta vidn identificados con Jesucristo, como medio de conseguir la eterna, tienen que empezar por borrar sus diferencias de seño­ res y de esclavos, de nobles y siervos, griegos y bárbaros, cuyas diferencias irán gradualmente desapareciendo ¿ medida que la fú de Cristo, que es el prim er paso que damos en el orden de la gra­ cia, vaya penetrando «n nuestros corazones empedernidos. En Jesucristo, todos á 011 mismo tiempo somos llamados á Ja Itcdencioii. Tudo el antiguo testamento, desde el instante mismo de la creación, basta la plenitud de los tiempos en que nace el Salva­ dor, está subordinado al encadenamiento histórico que acabamos de seftalar; y el encadenamiento histórico como es consiguiente, se liga, no solo en el pueblo hebreo, sino en todos los pueblos in­ distintamente, A los tres dogmas primordiales: el de la creación, de la coida y el de la redención.

— 17 — Pártase de ln idea, del priucipio, del Lecho que se quiera; e$ inevitable que todo el mundo antiguo venga á term inar eu este dcscnlacc ú en este resultado. El hombre es libre para Tallar á la ley; puede vivir «parlado do clin, creándose su propia desgracia; pero la ley siempre subsixlc. Unido á ella ó conlradiciéndola, hemos de hacer uueslro ca­ mino; y no habiendo positivamente mas qne un principio, uo pue­ de haber mas que una conclusión. llnltiendo llegado el mundo antiguo en Jesucristo al término <1c su carrera, la religión, que antes era á seinejnnza de la pro­ piedad, de) nmtrimonin, de la familia, y de lodos los demos de­ rechos civiles y políticos, el privilegio de los hombres libres, y solí re lodo de los grandes de la tierra, Dii m ejoran gmltum , ahora, borrándose lodas las distinciones enlrc los hombres, em­ pezaremos á ser considerados lodos iguales ante el verdadero Dios. Lo» pobres, los cnTcrmos y los desvalidos, coiisUluirán ln piche santa, el puesto de honor jie nnestro Seflor Jesucristo, Pues bien; si se quiere llegar á la armonía; si se quiere evi­ tar la lucha que viene reproduciéndose bajo multitud de formas durnnlc diez y nueve siglos, caire el catolicismo por una parLc, y por otra enlrc los poderos civiles y temporales, conservándole en estos y mas todavia que en estos, eu la economía de la socie­ dad la ecsisLcncia del paganismo y con la ecsislencia del paga­ nismo lodos los errores antiguos que se encarnan en las heregias y en los sistemas de filosoGa, naciendo los unos de los otrus para empujarnos cada vez con mayor Tuerza á la reacción y á la revolución; si se quieren evitar tantos desastres como pesan so­ bre nosotros, deducid cu todos los terrenos las consecuencias iu■lecliiiablcs que se origitiau de nuestra fé religiosa, plautiücadlas en lu forma que se quiera con taL que su Tundo no varíe, y ha­ bréis resuello científicamente todos los problemas que hacen re­ lación á la vida del hombre y á la vida de la sociedad.

— 48 Tuilo lo qae nos diferencia ile las antiguas civilizaciones, lo liemos sacado de Jesucristo. El es ta raíz, el principio mismo de nuestra spciedad. Si íucra posible suprim ir al Crisio, los diez y nueve siglos que llevamos da. civilización quedarían suprimidos con él. Todos los derecho», todos los deberes qnc la sociedad ha creado, toda nues­ tra vicia, y la vida toda de la humanidad, participa de una ú otra manara, por aceptación ó por repulsión, de la ecsislencia del rrislinnismo. Kl mundo padece sil inflnencia, y par mas que se empeñen Indas Ins potestades de la tierra y del infierno, es Locnrn el ne­ garlo y absolutamente imponible «I suprimirlo, por consiguiente, todas las realizaciones que lio sean conformes á sus dogmas y & sus principios, han de venir la£ unas despucs de Ins otras á estre­ llarse nnle esla roca invulnerable. La civilización, ó que dA nacimiento Jesncristo, comienza Iiirilando eu el terreno do la verdad con ira lodo lo que eesislia. En esta Iucba.se sostiene iodavia la civilización cristiana, ludia de intereses, de principios y de ideas, lucha de inmensas proporcio­ nes, porque todos los malcríales se acumulan, todos los combnslililes se hacinan, todas las inteligencias son llamadas A la disen­ sión, y lodos los brazos llenen que estar preparados para el com­ bate, porque 1* locha es sin tregua ni descanso y no tenemos mas remedio que armarnos con la espada de dos Glos da qne nos habla la Migrada escritura. En esla gimnasia física, y moral de todos los días y de todas las horas, de las sectas, de las fracciones, de los partidos y de los individuos, es donde ha adquirido su preponderancia la civiliza­ r-ico moderna sobre todas las civilizaciones qne se encuentran fuera del catolicismo. Y debía ser ast, porque una civilización qne nace para crear al verdadero hombre y á la verdadera socie­ dad en ¿ontra de todas las civilizaciones que nos han precedido

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y de las qüe han rasgado la unidad de la fé que'solo se conserva en la unidad de la Iglesia, deben encontrar, mientras la vic­ toria no sea universal y definitiva en favor de una de las partes contendientes, toda bu fueran y toda su ¡nteligenuta superior dentro de ella misma, domando las pasiones de les hombres, pera que por medio del sacrificio nos sobrepongamos ¿ nosotros mismos en nuestra voluntad y podamos ser lodos aptos par* com­ batir, llevando de antemano asegurada la victoria en nuestro es­ píritu y cu nuestra cerne. El prim er ejemplo, el prim er combate sobre el cual tienen que modelnrse los demás, la primera victoria que abraza tras* cendfcnlalmcnte en su esencia á tudas las victorias posteriores, la hallaremos siempre en Jesucristo, que es el que pelea con nos­ otros, cerrando en la m uerte y en ta vida con todos nuestros enemigos. Los judíos en el tiempo de su decadencia, habían llegado, por el derecho de conquisla, & formar parlo del imperio romano, cuyo yugo tenían forzosa metí Le qne sufrif porque se encontraban exhaufltus, divididos y sin fuerzas para rechazar á sus conquis­ tadores. Roma, habiéndolo lodo absorvido, también se desvanecía ju­ gando Ia suerte del mundo en las bacanales de sus victorias, que no Leniao otro principio ni otra base qne distraer al pueblo para que no turbase la tranquilidad de sus sefiores. Roma y Judea se desvanecían como dos principios que sacan toda su pujanza de su respectiva oposidon y que en el agota­ miento de las fuerzas de su contrario, halla su propio agotamien­ to, como sucede generalmente con lodos los partidos políticos de nuestra época. En esta situación fu¿ cuando apareció Jesucristo, siendo lle­ vado á morir por losjudios y por los romanos sobre el árbol de la cruz, para que desde él pronunciase el consm atum est sobre to7

— so — da la antigüedad, que es la que real y efectivamente iba i cesar de vivir en Jesucristo. Ya hemos dicho que la religiou de Hoina era una ampliación, ü un progreso, sobre el politeísmo helénico, y éste otra amplia­ ción y otro progreso sobre la idolatría Egipcia, dunde el hom­ bre, aoiwklerandose en su naturaleza mas inferior que tos irra­ cionales, adoraba ¿ estos como Diosos en las cohollos y el buty Apis. La religión de JUoisés, contemporánea de Bada y do Confncio, viniendo cada uno en su linea á Lras formar la humanidad: la religión de Moisés, repelimos, se enlaza en cnntrnposicion A las anteriores con el patriarcado. Dando un paso mus atrás del patriarcado, veremos nacer, en la división de tos mismos hijos de Adam, i tudas las religiones qne se encuentran, en oposicicn al Cristo, representadas verdadera mente por los judíos y los ro­ manos al pié mismo del Calvario, En la división de Adam na­ cieron; en la unión del nuevo Adam, están irremisiblemente lo* das condenadas á perecer. Esta condcnacioD la han pronunciado ellas misma*, si-giin se hace constar por un irrefragable testimonio. Efectivamente, Pílalos, lomando á Jesús, y presentándolo como rey á los judíos, contestaron éstos: no leñemos otro rey que el César, Desde este momento los judíos abdican su naciona­ lidad en favor de los romanos. Por la ley de las contrarias, si Jadea abdicaba en Aoma, Roma, al aceptar la abdicación, abdi­ caba en faror de Jadea. Dos ideas diametralmente opuestas no pueden confundirse sin qne tas dos desaparezcan á la par. Si Je­ sucristo, según Pílalos, era rey de tos jndios, aceptado negativa­ mente por estos, quienes por este motivo pidieron su crucifixión, también lo era de los romanos en el hecho de acceder A lo que pedían los judíos, confundiéndose en la muerle del Justo ambos pueblos ó ambas nacionalidades, paro seguir después confundidas

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mi sn aversión al cristianismo, que dejó á los nuus y á lu¿ otrus t-iu religión y sin nacionalidad. La intuición de que Jesucristo murió corno rey de losjudios y de los romanas, la luvo Pílalos, tuya autoridad lleude el mu­ llícalo de la abdicación en favor de Rodio, no podía ser negada por el pueblo judio, ni por los principes de los sacerdotes, ni por los escribas y fariseos, cuando sobre el árbol de la eruz mandó poner, umversalmente en latín, en griego y en hebreo el Jesús Nm oreno rey de los judíos; inscripción que la sostuvo con lodu la plenitud de la autoridad de que se hallaba investido, cooleslaudo á los que la querían suprim ir: u Lo estrilo, escrito está.■* Los hechos anteriores y posteriores, confirman en todas sus portes la verdadera interpretad un «pie damos ¡i los últim os pro­ videnciales sucosos que se refieren á la vida y n la muerte de Je­ sucristo, el cual nuiriú como verdadero padre, y verdadero rey, y verdadero sacerdote de lodos los hombres, haciéndonos en su tcslaoienlu i lodos hijos adoptivos de Dios y herederos de su gloria. Desde entonces aeA, perece lodo lo que no se afianza y se re ­ juvenece en la Iglesia de Jesucristo. Allí, donde la Té de Cristo es anunciada^ como si un espíritu de nueva vida circulase por todas nuestros venas, los Gojos a n ­ dan, los ciegos son Humados ¡Vla luz, los tullidos abandonan sus techos y los mucrlos resucitan como Lázaro ó como un pueblo que se halla sumergido en la noche de la esclavitud, ó quien uua voz poderosa é irresistible le dice: «levántate.» Solo en el cristianismo se ha operado ln completa em ancipa­ ción del hombre y de la m ujer. Esta ba «ido elevada al rango y & la categoría del hombro por el vinculo indisoluble del m atri­ monio, que es la garantíanlas firme de lo m ujer y la. garnnliit mas firme de los hijos con respecto á los padres, enfocándose



sa ­

lan solo de esta manera todo» los miembros de una misma fami­ lia, los cuales quedarían desunidos si los fíncalos matrimonia­ les pudieran anularse por cualquiera causa que fues«. La Iglesia quo lanío lia mirado por los pobres, al cam biar la condición de estos, elevándolos, como hijos predilectos de Jesu­ cristo ú la prim era categoría, no podía desatender por la misma ratón d derecho de Io.í esclavos. Desde luego les admitió al de­ recho matrimonial considerándolos como á bijos del mismo pa­ dre quo los libres. Pero mirando por su bien, atendido el abati­ miento física y moral en quo á los esclavos debe suponérseles, estableció como regla, «que uo se debe negar el paso al estado libre á los esclavos que pueda» gobernarse y manLcuerse por si mismos, ¿ flu de aum entar inocsnnlemcBte el uúuioro de ciuda­ danos.» Todavía hizo mas el cristianism o; porque repeliendo del mundo el principio del derecho antiguo que esclavizaba á los pri­ sioneros do guerra, al mismo tiempo que abría en ta beneficencia de los ricos una fuente inagotable de socorros pora los pobres, influyó directa y poderosamente cu la completa abolicion de la esclavitud-. Escusado es que digamos que en la Iglesia no se tienen en cuenta para nada ¿ los ricos ni á los grandes de este mundo, re­ putándose como mas grandes y mas dignos de alabanza á los mas justos, á los que se sacrifican por su Ríos y en beneficio de su prógimo, á quienes honramos con el titulo de santos. El reinado de los hombres fraudulentos y sanguinarios á qnienep aborrece el Señor; la gloria mnndana de los que se ensahan contra los ¡nocentes, despojándolos por medio de la violencia y de la usura, deben hundirse para siempre y desaparecer en la Igle­ sia de Jesucristo; y solo los que se hallan sin m ancha, que han hablado verdad y obrado justicia, se consideran dignos de sabir al monto saulo de nuestro Dios para habitar en su tabernáculo.

— 53 — Meditemos noche y dia en su ley sania é indefectible, como uos lo mandan las sagradas escrituras. Para nacer una iiislilucion con condiciones de verdadera ecsislencia y de verdadera duración, debe apoyarse en esa ley, afianzándose en nuestra conciencia religiosa. Sino, la faltará siempre la razón de ser, la fallará el derecho, la Tallará la legi­ timidad. Solo la religión católica entre todas las religiones de los pue-« lilos, lia nacido para crear en el hombre la verdadera copciencia, procurando darle en lodas las cosas la medida de lo justo y de lo injusto. Pues bion; antes de crear una ley contraria a nuestro modo do ver las cosas, es preciso cambiar nuestras creencias; sino, ¿cómo podría subsistir? No basta que seamos incrédulos é indiferentes como ha Iratado do hacernos la fílosolia enciclopedista del último siglo; porque con la misma incredulidad d indiferencia, derribaremos todo lo que so oponga á nuestros goces materiales, á nuestra ambición, y al culto egoísta ¿ impio en que hemos llegado á encerrar nues­ tra asquerosa personalidad. De aquí es, que siendo Gsica y moralmeute imposible susti­ tuir las creencias católicas por otras, que serian real y efectiva­ mente la negación de la conciencia y de la dignidad del hombre, soltándolo de su propia ley; á medida que la incredulidad y el in­ diferentismo religioso se propagan, siguiendo á retaguardia de este lodos los indiferentismos, los lazos sociales se relajan, el matrimonio y la familia se disuelven, ln propiedad se halla con­ vertida en un doble absurdo, y la libertad y la aoloridad en un contrasentido. La lucha, la guerra ¿ campo libre y de emboscadas en todas nuestras relaciones políticas, económicas ó de producción y co-

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nterciales, colma el iumenso vacio en que quoda nuestra nlmu, queriendo buscar nuestra salud fuera d é la Iglesia. Las situaciones de fuerza se van multiplicando y se suceden sin interrupción las unas á las otras. No lene moa ya otro garaulia que la qne podemos encontrar dentro de nosotros mismos «n con* tra de los intereses y del porvenir de los demás. Asi pues, lo que forma el fondo de cada hombre, es lo que Purina el fondo de r-adn pueblo, resaltando en las relaciones de la sociedad en general, y temblando lodos A la vista del nebuloso porvenir qne indistinta­ mente nos amenaza, como si presintiésemos hallarnos en los vís­ peras del juicio Cual, no leñemos otro pensamiento que allegar recursos, sacrificando á las naciones y organizándono* para una guerra universal. La reacción y la rcvolucioo están enfrente la una de la otra. Todos esperan la seflal del Aloque para dejar sembrados los campos de cadáveres, talándolo Lodo & incendiando las ciudades y las aldeas. El caos y la conTusion en los hechos y en las ideas han llega­ do ¿ su colmo. Jam as se vió cosa semejante. Una inmensa creación, un inmenso triunfóse está preparando un medio de este iumenso caos, en medio de esta inmensa confu­ sión, en quo batallan como contrarías todas las personalidades y todos los principios contrarios, como si de su choque, lo mismo que de la unión legitima de dos esposos, habria de brotar la luz y la vida en que lodos nos vamos á renovar. Solo la fii de Cristo, que hace diez y nueve siglos que nos abrió la Era de tos últimos y mas difíciles cómbales, no habién­ donos hecho esjurriincular durante tan largo espacio de tiempo ni un momento siquiera de reposo, asaltados como nos hemos visto en nueslró cuerpo y cu nuestra alma por toda clase de enemigos, es la que permanece inalterable en la integridad de sns dogmas sacrosantos, como quien espera tranquila la victoria, para juzgar

& los contendientes, y «lar Gn tic una vez pera siempre ¿ las lmtallas.

CAPITULO DI.



Tudas las soluciones que la humanidad viene aceptando clisli camino impuestas por la ley do Iqs circunstancias, y dé las cua­ les ramos ligeramente á ocuparnos, es preciso dividirlos en negulivas y positivas. De esla manera sabremos dár i caria cos» to t|uR rcíi suyo y juzgar cu todas las ocasiones con verdadero co­ nocimiento de causa. Toda titilación negativa del hombre y de sus facultades, se resuelve cu si misma cu un estado positivo que la antecede y que ln hereda. Lis situaciones negativas aunque repugnantes, son sin em­ bargo aceptables hasta cierto panto, ionio que son otros tantos periodos de nuestra educación como hombres y como miembros ilc la sociedad y de la religión. Para ser hombres, para se r ciuda­ danos, para ser verdaderos adoradores del verdadero Dios, teñe* mos que sujetarnos, que reconcentrarnos por la paciencia y el do­ lar en nosntros mismos y sufrir tas pruebas de un largo y penoso aprendizaje. En estos tres periodos que podemos calificar de negativos, se desenvuelven todas las fnerzas y todos los progresos da la civili­ za): ¡mi cu general.

— 5G — Ln eictavitod, el folio, 4a u su ra , el derecho de conquista, el eslem iinio, el despojo y la matanza de poblaciones enteras» son

medios negativos de civilización, qne se revisten, Como Satanás, de todas las formas de la verdad y de la luz, según el estado de cultura de los hombres, apresurándose lo que es consiguiente, á llenar Lodos los vacíos, que como otros tantos lados vulnerables de m uerte y de disolución dejamos abiertos en la unidad de nues­ tra vida. Los medios "positivos, son espansivos por su naturaleza; pero los monos apropflsito para la educación de los hombres y de las sociedades que se wUmcarion en una perpetua infancia, como se estancan los nifios que no lian recibido una conveniente educa­ ción. Lo que los hombres y las sociedades deben hacer, y no Lacen, otros hombres y otras sociedades se encargan de hacerlo por ellos y en perjuicio manifiesto suyn; de donde resultan! qnc el derecho de conquista (>ol derecho de esclavitud, será la primera ley, ne­ gativa en si misma, pero positiva en sus resultados, de la hum a­ nidad. Por la esclavitud, el conquistador identifica, bajo el imperio de una ley despótica, á pueblos que voluntariamente no han querido unirse ni identificarse en una justicia común. Todos los conquis­ tadores Boo á semejanza de Atila verdaderos azotes de Dios quo se levantan y no cesarán de levantarse á castigarnos mientras no nos despojemos de la iniquidad. La esclavitud, es el medio mas seguro de que nos valemos para que el salvage llegue á hacerse persona racional y humana, adquiriendo, en contra de su voluntad, los hábitos del trabajo que le despertaran á !a vida de la inteligencia, y asi seguirá en este Irisle estado, hasta que por la unión con sus com paren» de des­ gracia, sacudiendo el letargo de un sueño tan penoso, haga muy terrible su despertar.

-i— 57 — Kl trabajo, m edítenlo bien lo» que lo iiíegdn, es p rib iero un

castigo, hasta q u e despnes levautáHdouós, medíanle Ja ley del trabajo, sobro nosotros m ism os, la cooveírtimoS'Mi iJna condi­ ción que es toda n uestra virtud y («do ancalfo p la c e r y toda nuestra vida, Claro quo no debía haber escla»as, uidebia haber ¿dro», *>* debía Jiabcr^uvrras, ni debía haber usura; ¿peío rio r t í s q u e lu dus estos medios negativos de civilización ecsisten antes ea> los pueblos conquistadores que en los conquistadas? Si to d u sld s hombres, si Lodas las sociddades hubieran encontrado la. fetioidad dentro de ellas mismas, de seguro que dejaríamos á todp of'inun­ do on paz y Lodo *1 mundo nos respetaría. Pero1Bucede lo contra» rio; ol mal que cada uno íientc en sti interior y que nos posee ¿ todos como una maldición del iiiQcniQ,ca lugar «le esjmlsarfo ra­ dicalmente do nuestras entrañas, lo llevamos fuera de nosotros inisiiins y lo multiplicamos, creyendo de es La manera, quo dasciirgaiido el mal sobre i’uestros.pr¿gimos habremos do encontrar el Bien. l'n ra m atar y despojar, es preciso que n*>s cncoutrem os des­ pojados de lodo senlímienLo y de toda idea de am or-y dé jn slicia, viviendo eu la m uerte de uosolros mismos. Esclavo y tirano Re traducen el uno por el otro.

Por eso lodos los bombees y tudas las sociedades que no se bailan coustiluidas y que marchan por la» vías del prOgréao y de la civilización, aunque en teoría no los admitan, dé bccbt) echaíi conlinunmetite mano de medios negativos. De esta contradicción nocen los sacudimientos qué cnipnjan irresistiblemente i tas sociedades á la reacción y á la revolución, iii(luyendo necesariamente en lodas lo qirc pasa en cada un#, ¿ influyendo en cada una lo que pasa generalmenLe en lodas, por razón do ese vinculo negativo ú positivo de solidaridad que une o

— f)S á lodos loa hombres y á todas las sociedades eulre si, auu á las •jiie se hallan inos distantes de los grandes centros de civilización, que es donde llcgau 4 ventilarse los destinos de la humanidad. ¡\‘u habléis de p al, ni de libertad, ni ientras baya injusticia» y m ientras haya on ludas las naciones y en todas las suciedades hombres uno civilizar. Negativamente hablando, el estado de una sociedad sea la que quiera, es aquel quu le conviene segun las circunstancias, puesto que en el desenvolvimiento negativo que vamos exami­ nando, na hay mas salida sino añadir hundimientos sobre hun­ dimientos y catástrofes sobre catástrofes. El hombre y la sociedad, en su» primeras edades, se nos pre­ se otan haciendo esfuerzos casi insuperables para la constitu­ ción de la familia. Al Indo de este principio natural y positivo, vemos anularse para hacer tuda lu sólida que puede ser en si misma una insliliicion, lodos los demás principios que mas adulante constituirán la vida del hombre y la vida de la sociedad. Independíenle la coiisliIlición de la familia de toda otra insliluciou que lo sirva de fuerza y de garanlia, lleva consigo cu el padre que ahsorve los derechos délos hijos, e f poder monárquico y la autoridad sacerdotal. De aquí esa auLoridad omnímoda que observamos eu lodas las tribus patriarcales y que si bien parece templada en si mis­ ma por la cualidad de padre naturai del jefa de la familia, sin embargo, se acrece en muchos grados cuando vá unido á la cua­ lidad de rey, uo reconociendo limites cuando á estas dos cuati dadra une la de sacerdote. Por eso los sacriGcios religiosos de la ley natural exigen el derramamiento de sangre humana. Por eso esta clase de sacrificios que todavía se conservan co­ las costas ile (¡ninea y en los imperios de Siam y d^D ahom ey,

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ddudnnos á entender el erado J e civilización fin que w encueni n n , qufdati enteramente abolidos en el monte Sinai, & la pruiiuilirnciunde tn ley estrila, la m al, en el ónlen positivo, es ilespurs üe constituida basta donde cabe constituirse en si misma la f n r u ilia , la sezitnda lev de redención délos hombre», basada co­ mo no puede menos en la ley nnlnral. Eli In ley escrita, por el hecho de desprenderse el principio de autoridad do cada padre de familia, elevándose en conse­ cuencia á la constiturioQde la nacionalidad hebrea, el principio «ti< libertad se difunde entre Lodos los patriarcas, los cuales ya no si* luirán In guerra para asclavíznrse los unos á tus otros, despo­ jándose de sus retidnos y apropiándose de sus mujeres y de sus hijns. Todos los hijos de familia y hasta los mismos esclavos del hoyar domestico, ganarán naturalmente con este cambio, p»r cimillo, para qnc la ley de In sociedad pueda subsistir, se arregla­ ran las relaciones do los padres con los hijos, de los amos con I09 criados, de tas mujeres con los hombres y de los señores can los esclavos, dundo, hasta donde las garantías de la sociedad alcan­ cen, seguridad á lodos como sucedía en Roma y entre los Israe­ litas. En el ónlen religioso, la ley escrita no mira mas que á la conservación de la nacionalidad hebrea. Por eso puede decirse i|iie In religión de Moisés no se eleva hasla el verdadero Dios, sino en circuito el urden civil se aproxima mas á la verdadera re ­ ligión que el órden natural. La lev de Moisés es un estado medio enlre el liombre qna se desprende de su familia para caminar hasla Dios, y la hum ani­ dad que no puede recuperarse en el hombre hasta la venida de Jesucristo. Todos los l¿riii¡nos medios que podríamos llam ar, según la espresion moderna, eclécticos A doctrinarios, se encuentran reu­ nidos en la luy de Aloisia.

— fio— Los secriQcios religiosos d¡ son con derramamiento de sangre humana, ni son verdaderamente morales ú espirituales, como nos los impone la esclavitud que debemos voluntariamente acep­ tar, sacrificándonos ñ todas Loras por el triunfo de la verdad proclamada por Jesucristo, Sus sacrificios, son Libaciones, inmo­ laciones, hostias por el pecado y hostias pacificas, derramándose la sangro de animales inocentes rt inofensivos. En, una palabra, lodas las soluciones que la ley do Moisés plantea en el órden económico, en «I político y en el religioso, ni descienden Itnsla el hombre, ni se elevan verdaderamente has­ ta la humanidad, ni tampoco hasta Dios. Por eso, lodo cuanto tienen do positivo en Ja justicia y en la aplicación del Decálogo i sola La nacionalidad hebrea, se vó empañado y oscurecido, en cuanto en la ruiua de los csLranjeros que moraban fuero de sus limites. Sí) habióII do realizar loilns y enda una ile estas solucio­ nes. Si la.loy os buena, como efectivamente lo es, porque no. hay ni puedo imitar otrn tey niojor qne la promulgada por Dios en el monte Sinai; ¿por quú no ampliarla para que disfruten de sus be­ neficios hasta los pueblos mismos conquistados por los adorado­ res de esa ley? Porque Lodo no puede hacera; de una vez; la vida de los hombres y de Ins suciedades se vá adquiriendo por grados, te­ niendo que ir rascando á viva fuerza los densos velos que nos ocultan lo porvenir, asi como los niños para nacer rompen el claustro maternal y las plantas la superficie de la tierra. La solución á todas las cuestiones, que aunque esclnsivamenle nacional por entonces, uos d i el antiguo testamento, es muy dig­ na de estudiarse y de profundizarse, por ser en el órden de la Iradiciou que hemos venido siguiendo,Jn verdadera linse, el ver­ dadero fundamento de lodas Jas que se lian resuelto y que vamos j resolver alianzados eu el catolicismo. La santificación del sábado o el mas lirme baluarte entre tos

— 61 — Israelitas del principio de autoridad, y del principio de li­ bertad. Ambos principios se relacionan intim am ente con el de igual* dad tpic es coinnn á todas las tribus y á todas las familias, sin tener aplicación ninguna con respecto al hombre, considerado eu lodos lo* derechos inherentes A su personalidad. Seis dias eran destinados al trabajo; el sétimo era el dia del Seflor, durante el cual, lodos, absolutamente todos, debiau cu­ co nlrnrsc libres de loda necesidad v de todo tro liajo , medíante la autoridad do la ley que 110 era otra que la misma religión. Durante seis años podían tenerse escluvos; pero el lulo séti­ mo, era uo solamente de redención para ellos, sino par» los po­ bres, á quienes debía dejárseles sembrados los campos, con el objeto de que solo ellos recolectaran los frutos, soltando al buey y al nsuo para que pastasen i su anchura y ¿su comodidad. Duranlc siete semanas de años, las familias podían despren­ derse y cnageiiar los lotes que en la prim era partición les habían, cabido en suerte; pero al conr.luir la sétima semana de afros, cu el a Ao del jubileo, lodas ellas, recuperando en el origen do la na­ cionalidad mi razón de sér, eran restablecidas en la igualdad, volviendo á la posesión y á la propiedad de sus mismos bienes. Il¿ aipii cu pocas palabras la institución del sábado y de los años sabáticos, en los cuales se encuentra compendiada toda la importancia positiva de la antigua ley. Estas Ires reden* iones que abrazan los tres órdenes de la so­ ciedad, el órden religioso, el polilico y el económico, no haccu m asque una sola y misma redención. Suprímase el jubileo y uo¡ tiene aplicación el oflo sabático, suprímase el uno y el olro y el sétimo dia de la semana consa­ grado i Dios, ó es un medio para compleLar&e, realizando la vida del hombre, considerado oomo parte integrante del derecho civil y del derecho nalm a!, según el cual solo injustamente podemos

sor desposeídos y arrojados de la tierra en que hacenins; ó es una institución inútil sin consecuencia ninguna para la vida del hom­ bre y la vida de lo sociedad. Pero admítase tan solo el jubílen que hace Un solo relación 4 nuestro 1er material; ¿qml mices tendrá esta ¡nsLitación sino fuese n p o p d a por lodos los qne lidien encontrarse identificados en la ley civil y en la reliston que es la liase y la conciencia de toiln sociedad? Suprininse el labernictilo, y los lichreos que constituían un pueblo trashumante en el desierto, careciendo de lazo Je nnion, so dispersan eu Lodas direcciones. Suprimid el templo do Jerusalcin y snpríniís al pueblo de Dios, como nmlios;quedaron suprimidos, sin ser posible que d pueblo se volviese á constituir ni que el templo se reedificase. La rnzon do ser dfcl uno se hallaba en la ra?on de ser del otro. Hasta aquí tocante al régimen interior de los Israelita?; pero respecto d sus relaciones internacionales, la cosa varia de aspecto. Todo lo quo la ley de Moisés tiene de justa y de equitativa eit su aplicación para los Israelitas, cauto qne sns prescripciones deliieu cesnr en lera mente cuando se trataba de los demas pnehlos, el despojo, el cstorminio, la violencia y la esclavitud, constituían los derechos que qcsislian, lo mismo para los U¡rael¡|as que para los Cananeos y los Jehuseos. Los Israelitas no so crcinu obligados para con los estranceros, ni los cslrangeros para con los Israelitas. Dojo el punto de vista político, nada tenían qne echarse en cara los unos ni Los oíros. Los mas Tuertes borraban la naciona­ lidad de sns contrarios, apoderándose de todo, tierras, ganados y ntugeres, eu cuyo holín consistía el premio material de la victo­ ria, que después se repartía por tribus y por familias. El triunfo moral de un pueblo sobre olro vi completamente incluido en el material.

Uuju el |>ii nl<* de vis la icli^íoso, que nunca lia consentido iií r«i|i;iciilc la iiuiüii de lo verdadero coa lo Falso, rechazándose co­ mo iwiliiralincnlG se rechazan los hombres de distinta vida y de distinta? creencias, loilas las naciones seb a n esterminndn á san-* ^rc y fucilo. Asi como In socicdai>, persiguiendo ni crim en, so deshace del criminal, bsi la religión del pueblo de Dios viendo en la idolatría el origen de lodos los males, porque la idolatría es avaricia, en usura, es adulterio, v es en fin todo lo qne rebaja al liomhre de su naturaleza, procuraba deshacerse con. el mayor ri* Kor de Lodos los idólatras. Económicamente, al Israelita le estaba prohibido prestar ó usuras ú su hermano pobre, al cual debía socorrer con larga ma­ no; pero al estrnngero, como que el cslrangcro era un enemigo que poilia emplear sus fuerzas y sus riquezas contra el pueblo do Dios, este, por la misma ley de repulsión, estaba en el derecho (le devorarlo hnsta sumirlo en la indigencia que lauto abale, porque In indigencia en si uiisma, A mas de ser nuestra esclavitud lisien, ns también en lo quu nos coarLa, nos oprime y la ignorancia que crea, nuestra esclavitud mural. Si A uiicdlros enemigos los respetásemos siempre en In Corin­ icia que so lian creado en su personalidad, bajo los tres puntos c|k vista religioso, político y económico, qne tnnlo se aiil&zaii entre si. Indas nuestras riclorias, las victorias de la justicia sohre In injusticia, las de nuestro espíritu sobre nuestra voluntad v nuestra carne, serían inútiles y todos nuestros progresos en la ci­ vilización carecerían de resultado. Consideradas, en cuaulo tienen de positivo, las tres solacio nes que la ley de Moisés dá para la conslilncion dal pueblo de Israel, debían tener su colero y exácto cumplimiento á la venida del Mesías, completando la ley y los profetas con una nueva ley, ley en la cual nacemos todos á la nuera vida, debiendo lodos vivir y morir en ella, porque sin el amor que lo abra-

— 1¡4 — 7.a Inilo, nada ilc positivo podemos concebir ol ejecutar. To­

llas las rosas que lineen referencia á Dios y ú las cosas que nos vienen de Dios se hallan el si, son afirm ativas; por m anera que paro en tra r ilcnlro de nosotros mismos y para poseernos como tañernos derecho scqijn b ley de nneslra libertad, es necesario que nos. realicem os los linos en Eos oíros sin salim os jam ás de los caminos ilc la Hcdencion. Bajo esto? precedentes, quítense ahora lodas las causas de di­ misión cnlrc Ips hom bres; su p rím a n se la s religiones qne sostienen esa misma división de hom bre ú hom bre, de claSo á clase, do punido ¡'i pueblo; suprím anse cu ecouomíu y en pulilica las r a í­ ces de nuestros iiüilcs y por consiguiente de nuestras discorilius ifilcslinns y universales; suprím ase en una palabra Ipdo lo que sen negativo, quo deprim iendo al hom bre nos haga desconocer la sociedad y h u ir de Dios; ¿cuál os parece que seria el re su l­ tad»? El m isino, calíaIrúenle el misiuo que desda su origen vicno ilnndo la Iglesia ¿to d a s las cuestiones, modificando con su espí­ ritu invariable, el espíritu variable de los tiempos y de los c ir­ cunstancias, hacinando sus hechos acomodados á su doctrina, pnra llevarnos A una solución universal. Haremos desde luego observar, que el prim er reconocimiento in terio r que la Iglesia practicó sobre si m ism a, la dió el pleno convencimiento de que la vida y la m u erte estaban bajo su ju ris ­ dicción. La luclin qite antes era de pueblo á pueblo, y la ju sticia que nadie la quería m as que para si, habiendo entrado todo en el do­ m inio de la rclj^ínn que nos levanta hasta el verdadero Dios, debía continuar dentro de nosotros mismos entre el espíritu y la carn e, en tre nueslro am or y nuestros údios, dejándonos todos conducir por el bautism o y la penitencia ¿ la verdadera frate r­ nidad.

— G5 — P or eso la ley del am or y la del sacrificio inmenso en que se desarrolla y continuará desarrollándose |n vida de la Iglesia bas­ ta la consumación de tos siglos, se confunden en la E ucaristía, de Inl su erte, ^ne es im posible d istinguir el am or del sacrificio, cuando el uno es la consecuencia ú el principio necesario del otro. Asi, pues, m ientras no nos venzamos i nosotros m ism os, j a ­ m ás podrem os vencer á los dem ás hom bres, á los cuales debemos llevarles, aun á costa de nuestra sangre y m irando tanto á su bien como al n u e s tro / toda la ju sticia y todo el am or do que hemos sido graciosam ente dotados p o r la religión de Jesu­ cristo. Conquistar p o r conquistar, cuando todos hem os sido declara­ dos herm anos d lujos de un mismo padre, es reprobado por la Iglesia. Conquistarnos ¿ nosotros mismos p ara la ju sticia y el am or; conquistar en el m ismo sentido á todas las naciones, lid aquí la guerra, inaugurada en la Iglesia m ilitante bajo el punto du vista de los hechos y de las creencias de lodos los hom bres y de toda la hum anidad. A este precio, á todos sin distinción ninguna nos es asegura­ da la victoria. Pero el mundo no solo ha desechado el fin, sino las condicio­ nes de la lucha im puestas por la Iglesia. De aqui el que todas las civilizaciones en general, temiendo desaparecer ante la fuerza de verdad del catolicismo, vienen cora batiendo contra él; de aqui el q u e en el seno m ism a de la sociedad cristian a, haya una luch a que se es tiende A lodos los terrenos entre el hom bre y la sociedad, divididos interiorm ente en si mismos por el hteho pagano y refractario á la ley de Cristo que todavía se conserva, y la fü en la saltación que eslo no.< pro­ m ete sin engaitarse ni engañarnos. Donde quiera qne la religión católica -sea introducida, el born3

— 60 — •ire comienza por verse libre en so conciencia, sin la cual es im ­ posible que llcgne nunca d la realidad de las cosas que desea, de todas las trabas civiles y económ icas qne le ligaban á In existen­ cia de un pasado que concluyó morgl m ente en Jesu cristo , sin qne bajó el punto de vista de loa principios, jam ás se pueda resta­ blecer. El hom bre verdaderam ente cristiano todo lo su Tro, todo lo abandona por su Dios. Placeres, honores, riquezas, lodo lo aban­ dona para bien suyo y bien de r a s herm anos. Teles cosa» no pueden hacerse en p rim er lu g a r, sin un p rin ­ cipio de autoridad soberanam ente superior, que al m anifestarse en nosotros, trate d e c re a r y de fundar en la conciencia de cada hom bre, la libertad mas grande y mas om ním oda que uno se pneda im aginar. One un hom bre fuerce la voluntad de otrn hom bre y lo despo­ jé y lo m ate, es la ley del m undo m as um versalm ente aceptada; pero quo nn hom bre se despoje á si mismo voluntariam ente de torioiuanlo tiene, hasla de sus pasiones y de su voluntad, esto so­ lo puede hacorlo In religión. Hé aquí en pocas palabras opuesta la ley de am or universal, proclam ada únicam ente por la iglesia católica, i la ley de ene­ m istad universal que regia en toda la tie rra . Comparém osla en sus hechos p ara qnc no nos dejemos enga­ ñar sobre sus leodcncias respectivas. Ya sabem os qne en el p rim ar periodo de la vida del hornltre y de la vida de la hum anidad, todos Jos derechos y lodos los de­ beres del individuo encuentran sn lim ite dentro del hogar pater­ no A de la constitución de la fam ilia. F uera de la trib u , cuyos de­ rechos todos, en m as ó menos grados, se hallan concentrados en e l jefe, el hom bre no puede obrar. Todos son enem igos de sns bienes, enem igos d e su libertad, enem igos de Ir familia, enem igos de la auloridad que la consti-

luye y enem igos de la. religión que la sostiene, basta donde alcan­ za au poder, cu la conciencia d e cada uno. Siuo hubiera teuidu u tni destino el liornlire que el vivir en t u ^d e p e n d e n c ia , aisladv de todos los dem ás lioaihres, en lu g ar de buscar garan tías para í.u

libertad en mi estado su p erio r, hubiera debido declararse in­

dependiente del jefe de la faniilia, corriendo á lus bosques á m ala r en su individualism o, lodo su presente y lodo su porte u ir . En lu g a r d r o b ra r do e s te m odo, Iu vam oa por el contrario^ q u e v i ab ism á n d o se ca d a d ia m a s eu la id e a de su c ied a d ; y d d e stre c h o h o rizo n te q u e le o frece el h o g a r d o m éstico , o rg a n i­ zado, uo paro la lib e rta d de lodos lo s'm ie iu b ro s, sitio p ara d ata­ q u e y la defensa co m ú n , se e lev a , asi en el an tig u o Lenta m onlu, com o bajo la relig ió n de Nutnu á la constitu ció n da la sociedad civ il.

A proporeion q u e cbIu sucede, lodo se v i regularianndol La fuiuilia Lrata de constituirse en la lib ertad del hom b re y la etnnncipacion «le la m ujer; pero m ientras que los odios da pueblo á pueblo, que $c van unlversalizando, do tratan de estinguirse ante un principio universal com ún, ni el hom bre, ui la m ujer, ui la fam ilia, ui la propiedad, ni la sociedad civil, potiliva ó negativam tn lt considerados, adquieren toda la esteusiou, toda la latitud y toda la profundidad con qne las vemos desarrollarse en Ib civi­ lización cristian a, y p articularm ente en la católica, iuvasom irresistib le , como lo es, d e lodos los países y de todas las copiarcas que 6e bailan fuera de nuestra santa ley. La autoridad d e la Iglesia,. no h a sido creada para -un hom­ bre, para una clase, p ara uu pueblo, ni p ara ninguna nación eu particotur; ba sido creada para toda la hum anidad. El ju d io , el griogo, el g en til, el cism ático y el herege negarán la autoridad, Lajo cuya dirección m archa la Iglesia católica; pero uo podrán negar la influencia directa é iudirecla que pesa sobre ellos eouio

— 08— una inm ensa pesadum bre, siendo responsables y pagando lodos su obcecacion de hallarse separados del catolicismo que I09 eslá llam ando por su civilización, p o r sus victorias y hasla por raedlo do sua abatim iento*, á que se transform en &Ja verdadera vida de la hum anidad. E s el llam am iento ialcrio r q a e nos h ace, á tos que no habien­ do dejudo de so r hijos suyos, querem os transform arnos fuera de nosotros m ism os, lomando por guias á la reacción y á la revo­ lución. ¿Q ueréis sab er ahora quó solucion ha dado la Iglesia á todas tas cuestiones? Cabalm ente la solución De la Iglesia no es mas q u e una expla­ nación ó una oonlinuacion de la dada p o r Moisés. Hl pueblo hebreo giraba en un círculo del que no era posible salir sin Jesu cristo . Todas las cuestiones económ icas estaban re ­ sueltas por fam ilias; las políticas y las religiosas p o r la seguridad ó patronato de unas tribus sobre otras. Pues bien; Moisés resolvía lodas las cuestiones de lo porvenir, restableciendo á lodna laa fam ilias y ¿ lodas las trib u s en el o ri­ gen mismo del pueblo de Israel; al paso que Jesucristo adelan­ tándose por su m u erte y por su resurrección á los tiem pos mas reñíalos y venideros, nos coloca por nuestro am or ú nuestros sa­ crificios, eu ol origen mismo del hom bre y d é la hum anidad. T o­ das las reacciones y todas las resoluciones habidas y p or haber, están de antem ano vcucidas y hum illadas en la verdadera Iglesia de Jesucristo. Ni la una ni la o lra , ni el hom bre n i la sociedad, pueden retro ced er ni avanzar m as que lo que retrocedem os y avanzam os en n uestra santa religión. P or eso lodos los hom bres, todas las sociedades, todos los tiem pos pasados y por venir, la vida y la m uerte están de una ú otra m anera, p o silita ó negativa­ mente bajo la inmediata jurisdicción de la Iglesia. Por eso, ludo lo que sucede, sucede dentro de la Iglesia. Todo

— 69 — iu quo vive, lodo lo que resp ira, lodo lo que re lro c c Js, lodo lo que avanza, lodo lo que m uere, lodo lo q u e se vivifica, lodo lieoe lu g a r en la m ism a Iglesia. A la civilización actual, la es fisica y mor&lmente im posible, rom per este circulo de hierro, sin precipitarse ó en la barbarie, A en el m as espantable despotism o y en lodos los furores de la anarquía. L as civilizaciones que no lias aceptado todavía el «oeriOcio y la «angra del Justo, podéis contem plarlas y observareis qua cada una de ellas, es como uno do las siele durmieut.es de que Oos h a ­ bla la tradición, 110 conociendo nada de este nuevo mundo salido del seno de la Iglesia, bailándose esperando á que ol juicio, como dice San Pedro, comience por la casa de Dios para que en noso­ tros, que nos vamos dando como ejem plo, sean juzgadas todas las naciones. El juicio comienza por el bombPe, que es en quien fija In Iglesia loda su atención, para después ir ensanchando lodas las solucionen dándolas cabida en el seno mismo de la hum anidad. La prim era polución que nos p resen ta el cristianism o, solu­ ción que es la base y al m ism o tiempo la lerm inacion de todas las demo», es la religiosa. Desde t i mom ento en que m uere Jesu ­ cristo en el árbol do la cruz, todos los hom bres, ricos y pobres, sabios é ignorantes, judíos y gentiles, somos declarados ¡goales, libres y herm anos anlc el verdadero Dios. Esta declaración lleva consigo la anulación del autiguo Pontificado que en Boma lo eger«ian los Em peradores y e n tre los ju d io slo s p rincipes de los Sa­ cerdotes y qnc ningún rey podrá ya legílim ám enle recuperar. Toda la autoridad de la religión pasa á la Iglesia que la vá gradualm ente recogiendo como una cosa que anleriorm eule la pertenecía. La baso de esta autoridad, se afianzará lan fuertem ente en nneslra conciencia, que nada podrán contra ella lodas las polca-

ladea «le ía tiurr* y del inücrno reunidas para p ro cu rar su per-* dicion. Lft solneion inm ediata á la solucion religiosa, es la ecouórpica que procura acom odarse á Jos térram os en que la p rim e ra se présenla. P or eso, las condiciones q u e la Id e s ia ecsige, de la ventad de $n fé, á los prim eros convertidos, es qne se dúa los unos á los otros todo lo quo tienen, form ando un fondo com an, no como se ha querido suponer para que lodos futram os igualm ente pobre», sino para qiw todos fuésemos al mismo tiempo ricos de loa dunos y gracias del E spíritu Sanio, siendo todos alim entados en un m ism o espíritu do novedad y on unos mism os m anjares. Los bie­ nes do que los prim eros cristianos se baciau m utua donacion, uo eran paru en riq u ecer á los judios n id los gentiles; eran para que quedaran 011 beneficio de ellos m ism os custodiados por la Iglesia. Dándose como hostia vivo A los dem as en sus bienes, en su coraio n y on su voluntad, todos form aban un m ism o cuerpo y iiiib misma a l m v y d© esto modo salian satisfechos de este verdadero bujiquete do la vida, A que todos los dias se convidaban los unos i los otros, lodos los herm anos. Al que mucho no le sobró y al qu« yoco no U faltó. He aquí como p racticab an la E ucaristía loa p ri­ m eros cristianos en I9 edad de los apóstoles. T ocante & las soluciones en el Arden civil y político, lodas las qne se adoptaron son una conaecueocia ó una prem isa de las so­ luciones anteriores. Para quo el cristianism o hub iese tralado de anu lar i las nacio­ nalidades e n « 1 eesisloncia civil y política, de cuya ecsisteneia n a­ cen dos principios al parecer encontrados, cuales son. el de au to ­ ridad y el do lib ertad , que tan intim am ente se rozan con esa m is­ ma ecsislencia, en la cual se habían desarro llad o Judea y llouw , eslendiendo la idea del derecho ¿ lodas las naciones y p reparán­ dolas de esto modo al advenim iento del cristianism o; para que el

cristianism o repelim os hubiese Iralado de an u lar lodo principia ilo autoridad v de lilierLad qne se funda en la ecsislencia de caria pueblo, era preciso qne hubiese empezado por an u lar la ecsistcnria de la fam ilia, y rom o esla no se concibe sino ep la unión ó en la sociedad del Iwm hre v de la m uiíer, era preciso que btibiesfl anulado al hom bre lo que es diam elraltue opuesto á su doctrina. I'o r el co n lrsrío , lo que siem pre ba Iralado de hacer el cris­ tianism o con el carácter de universalidad con que siem pre se ha presentado en la tradición católica, es re d u c ir á sns justos lim ites In» derechos del hom bre sobre la m uger y de la m ujer sobre el hombre, los de los padres sobre los hijos y los de jos hijos pobre los parí res, elevando el m atrim onio y la fam ilia á un grado de su­ perioridad que solo en el catolicism o so conoce: lo que este Itn Iralado do h acer con respecto á las aulori'larles constituidas, que siem pre ha respetado y resp eta, ni igual que el principio de la* nacionalidades, en su independencia respectiva, es vincularlas en una nulnridad superior, lim itando Jos derecho» de las íiiin» sobro las otras, procurando de es le modo a rra n c ar de los Jefes de toda» Ins nociones, Ja autoridad que en el Arden religioso, ó de la con­ ciencia del Jiombre, se habían abrogado; d ejaren esla parle libres, «oraplelam enlc libres, á los hijos de los padres, i las m ugeres de r u s maridos, á los pueblos de sus Jefes ó de cus rep rese n tan ­ tes, dando vida i lodos los elem entos, y concillando todos los d e­ rechos y lodos los deberes legítim os en Ja Iglesia universal. Ja cual debe rad icar lo mismo en la conciencia del hom bre que en la de cada pueblo, qne en la de toda la hum anidad, recuperándose cada parle en el lodo y el lodo encontrándose enteram ente en cada tina de fas partes. La vida de cada hom bre, bien analizada en si m ism a, respon­ de á tre s grados de ecsislencia diferentes; á su ecsislencia indi­ vidual, á su ecsistencia nacional y á s n ecsistencia hum ana 6 re liífinsii. Concilladnos lodas estas tres ecsigtencins, qne no hacen

— 72 — roas ^iie una «n U diTereidad de sns aspectos y el resultada no será otro que eí Iriunfa en todas sus p arles de) catolicism o. Eslas Iré* soluciones del problem a de la vida, en. .cuanto cabe dentro de una sociedad que nn concedía á los cris líanos otra casa que m artirios y persecuciones, fneron resuellas lodas eu globo por la Iglesia. Pnr «so en la ley del sacrificio, aceptado pasiva & tugatioamrnte por Cristo y lodos .sus verdaderos discípulos, en que desde mi principio emposta) 4 desarrollarse la [glo&ia, aparejándose de esta su erte p ara veucer h a sta contra 1a m uerte m isma lodos los "lisláculos y loda$ las dificultades, lodo parece contundirse ante la idea ile.cpüiuuidad.. Esta com unidad, como q u e-era el transito de una sociedad á o tra , leu i a que, disolver los derechos antiguos y refundirlos en los de ln nueva sociedad, empezando por confundirnos á lodos en la ley de aiuor.prom ulgada por el Críelo, que es la que á Lodos nos debe de renovar.. Los derechos de una sociedad no valen nada p ara o irá, y sa­ bido es que eu Jesucristo quedaron com pletam ente ro to s'los vin­ culo» qitQ nagLigalian ¿ l a antigua sociedad. Si buscáis p ara distinguirlos en el C risto y después en loa apóstoles, los priucipios de autoridad y de libertad, encontrareis siem pre el uno donde se encuentre el o tro. Eu e l concilio de Jenisalejn, lodos los Heles que co ncurrieron á ól e ra n tan lib re! y tan iguales como los. m ism os.apóstoles, bailándose lodos unidos por el vinculo d el airwr y de .la verdadera fraternidad. Dcdpucs, para q i » la sociedad sea organizada en la división, de sus fuerzas y de sus funciones, y cada personalidad se en m e n lre garan tid a en lodas sus derechos p o r la sociedad, y la so­ ciedad lome en la existencia de cada individuo g arantías para su existencia, .es absolutam ente indispensable d istin guir un principio de olro principio.

La libertad que eu el ¿nieto de la íoéiedad hayam os alcanzad
to

— 74 — n i el, ilt¡ tal num era, que (odn cuaulo tiene,- toda ra silla posee, lo posee, nu p ara si, sino pura el objeto do su auuor. El hom bre.se eugrondeco y se m ultiplica eu el am or. V iv eeo toilos los hom bres y vive en Dios; iiinlli]il|eando su ecsistenciai se engr-iindece un su personalidad. Los orgullosos, los vanos, lo» egoístas, lus injustos, ¿ tuerza «lo q uererse engrandecer se em ­ pequeñecen h&tla venir á p a ra r á su com pleta an iq u ilad o » . D espués d e Jesucristo, que es el tronco siem pre rejuvenecido de la soi;ie«lí»
El hombre y por consiguionle ja sociedad, se encuentran cu la fatal alternativa de optar entre levantar tem plos y altm vs ul ver­ dadero Diosy i lodos sus Sanios, ó IevBiit¿rsuli>s, corno on (¿rucin y Roma , ú la prostitución, & le vanidad, A lnütiiAlas pítsioiie:) y i la gu erra. L oseacriflciosque 110 tienen p o r objeto llevarnos di recia ó in­ directam ente al triunfo de la verdad, y en «I trinnfo dfc ta verdad al iríanfo de nosotros m ism os, en la solnriou de* todos los pro­ blem as de la vida, no son verdnderos sncrilicios, porque tieuden á p e rp e tu a r los ódicw, las enem istades y las venganzas e n tre lu­ do» los hom bres y lodos los pueblos, q u e rie n d o q n e v iv a m o s fue­ ra de nosotros aliamos y fuera de la ley d e‘la religión y de la so­ ciedad. Los «aerillcios que se fundan en la carid ad , A en el irmnr de Dios y del prAgimo, como que son verdaderos sacrillr.ins, en lu­ gar de producir dolor y m alestar, deleitan, por el fo iitraiiu ,' «I corazon del que los hace, porque tienden á confirm ar la alianza form ada por«L Cristo en lre Dios y lodos los hom bres, m ediante la cual serán , según Daniel, abolidas las bestias y los Sacrifi­ cios: i. Efectivam ente, si todos, como lo proclam a ta K-fosia, nos dié­ sem os ó nos sacri Uñásemos los unos en favor do los o tro s; ¿quién r ó parece que seria realm en teelsacrificad o ? Ninguno, porque el aacriQcio es lanío m as cruento y doloroso onanlos menos s*ti los que lo aceptan y los q uo tienen participación en ¿I. Si lodos dieran sos bienes íU a Iglesia, no hab ría ningún po­ b re, y todos seriam os ricos de bienes-tem porales y espirituales dentro de; La m ism a iglesia, que se regocijaría cou nosotros de vernufi renovados en Jesucristo. Si todos diésem os n uestra voluntad d n ncslra libertad á la iglesia, ésta ol re p a rtir á cada uno la parte de voluntad y de li­ bertad que le corresponde, nos encontraríam os con que además

— Tfi — de ten er y J e poseer (oda la libertad que nos es inherente á cada uno, leudríainoa toda la íiberlad que em ana de la constitución m ism a do la Iglesia, y el principio de autoridad se vería encar­ nado en cada uno de nosotros, sin que la propiedad, ni el roatri* m oni», ni la fam ilia, ni el principio d e autoridad civil, ni la re* ligion, pudieran p elig rar ai ponerse en disensión por ninguna de Ia9 m aneras. Uu contrato de esta especie, elevada, al p rim ar golpe, * la categoría d e contrato unilateral, seria beneficioso p ara lodos, por cuanto lodo lo quo cada nno parece que debia d a r, es ju stam ente lo que recibiría en bienes tem porales y espirituales, y e o tra n q u i­ lidad para su vida presenté y venidera y la de su s hijos y descen­ dientes; y cuanto m as generosos fuésemos con la Ig lesia, tanto m as nos euconlrarvurno? ser deudores de su g en ero sid ad ^ la. Igle­ sia y d los demás h am bres que nos llen arían de bienes y de re oontpenaAB. Hé a q u í'co m o el opflstol de las gentes ccnfuade baja una m ism a ido» á lo ¿agrada E uenristia y ai sacrificio, como tnfedio do lleg ar y de posesionarnos lee unos d é los otros. «Todas laa re c e s, dice, escribiendo á los Corintios, i quienes rep rendía, oom »divididos e n Jesucristo , porque no celebraban debidam ente la cena del-S eñ o r, y p o re o n sip n ie n le como enfer­ m os y m uertos « n í a fé ; todas las veces dice, q u e «om iereis de esto pan y b ebiereis d e eate c á lit, anunciareis 1* m n erte del Se* flor basta que venga. De m anera que cualquiera qne M aniere de este pan 6 bebiere el c á lii del Señor indignam ente, reo s e r i del cuerpo y de la sangre del Señor. Por laulo, exam ínese asi mismo el hom bre; y de esta suerte coma de aquel pan y beba de aquel cáliz.» La Iglesia m ilitante, en su lucha contra el hom bre viejo, que nunca ha tenido ni quiere lener r-orazon para la caridad, se des­ arrolla en ios diez y nueve siglos que lleva de existencia bajo la

— 77 — ley del sacrificio. Toda ley negativa se presenta bajo dos aspeotos diferentes. loa creyente?, im puestos por ley del m undo

P or eso al Sacrificio que la Iglesia.im pone ¿ todos es el incruento ó moral que conccnlra en si los la ley natural y por la ley esc rita ; pero el que la descarga sobre todos los hombrea y p a rticu la r''

m cule sobre la m ism a Iglesia, á quien p o r mas que nos em pelle­ mos es im posible h u m illar ni vencer, es el cruento, el que uo» imponemos p o r nuestras in justicias, las cuales, , i m edida que cre­ cen y se m ultiplican, nos lo hacen cada dia utas h p rrjb le, mas sangriento y mas ialiuitiano. . 0 Dejo estos dos punios de vista v a u o » 4 >c90 si
CAPITULO IV. Lra edades do la vida del hom bre nacen las unas ile las o irás, y lodas'sc encadenan e n tre sí con lo* edades anteriores y las pos* tenores de la hum anidad, que llevan la m ism a m arch a <|ti« las de los hombrea. Todo ea naliical, lodo lúgico en este encadenam iento, en ol cu ni podamos lom ar indiferentem ente el (ln por el p rincipio, ó el principio por el fin. Parn esto es preciso colocarnos en el verda­ dero c e n tra da la víiln, abrazando do este modo todos los estre1110». Sola y escliiflivamonlo la autoridad qne funda e l catolicismo haoe relación á la libertad do lodo» tos hom bres, de lodos los pueblos y naciones de la tie rra , y por consiguiente solo la verda­ dera libertad de lodos en general, bien so tom en juntos 6 separa­ dam ente, Imlw relación A lo autoridad de: Ja Iglesia que railíca en Jesucristo,
Lüs m e n to n e s que se vienen planteando en la Iglesia y en contra ilc In Iglesia^ desde los prim eros tiem pos de su fundación hasta el flin, las leñemos y» resneltas en principio, partiendo tom o lado p arle en nuestra religión de la edad itc los apóstoles. Contra Ins soluciones que la Iglesia tiene planteadas y que viene gradualm ente resolviendo en la sucesión histérica de los homlires y de lo civilización, colocándose siem pre, según los tiempos, en el centro de la sociedad á ignal distancia de lo pasado que concluye en Jesucristo, y á igual distancia de lo porvenir, ruyas puertas nos abre el mismo Jesucristo, anunciándonos una w a da redención! contra esla3 -soluciones repeliniM , «e levantan In reacción y la revolución. ' í;n prim era quisiera dar vida á un pasado quo no existe, y que aunque existiera ó pudiera resu citar, la rericcion para ser ló­ gica consigo m ism a debería, en ei ó rd e n ,d e la Ascensión legitim a y natural, d iv id irá cada hom bre en cuolru trozos, para quo re p a r­ tidos entre los cuatro abuelos q u e legitim an nuestra sucesión on el órden de la humenidiLd, viviera Ea vida de estos, y de este «in­ do, deshaciendo y borrando & nuestro paB»Indos los titnnpfis his­ tóricos, llegar de ascensión en ascensión á encontrarnos, asi en nnr&tra. religión, como en todas los dem ás principios é in stitn riones que m arcan rfliestras huoHas en el tiem po y en -el espacio, confundidos en Adam, en el cnal, suprim ido á sn vez con la crea­ ción, deberíam os de encontrarnos confundidos en Dios antes de h ab er nacido A existido. Ninguna reacción tiene valor p ara deducir sus propias eonsccunncias. Por eso toda reacción es esencialm ente relativa; pero relativa ¿á qué? k la revolución que provoca y qne nunca la ha dejado retroceder en esa existencia, exclusivam ente relativa tan ¿oJ» á un estado an terio r inm ediato, lodo lo q n e «lia nunca dejn de desear. Lo que la revolución toaee ro n la w a r c irm , esta a su ve* lo h n -

— 80 — ce con la revolución. L a existencia de la una está en la o tra . Si la una se engrandece y se generaliza, ti rede el hom bre á loa pue­ blos y desde los pueblos á la hum anidad, la o tra reproduce, eu sentido inverso, el mismo engrandecim iento y la misma generalitació n , viniendo am bas á obligar negativam ente y por grados A lodos los hom bres y á todas las naciones á que estrechen sus fi­ las, á qne los intereses y las ideas, según <|a e se aproxim en mas y se liasen en ln existencia del pasado, A de lo porvenir, se orga­ nicen en dos distintos cam pos para seguir com batiendo A todo trance, disputándose como se disputan los destinos del hom bre y los de la hum anidad, hasta que la lina en ln o tra desaparezcan por completo como neccsnriam unlc habrán de desaparecer. La revolución, considerada independientem ente do la roaccion en todos sus desenvolvimientos, es lan absurda y tan ilógica como su co n traria. La reacción queriendo d e stru ir el porvenir y el presente, se quedaría, siendo lógica, sin el pasado que trata de reconstruir. La revolución, trotando de d estru ir lodo [o pasado y lodo lo presente, para llevarnos á lo porvenir, destruye necesariam ente h este. Según la ravolucion, deberíam os establecer nna linea diviso­ ria y ahondarla como una sim a insalvable Y profunda, entre lo q ne fueron nuestros padres y lo que debem os se r. Nada absoluta­ m ente deberíam os a d m itir de lo que hemos sido y de lo que so­ m os como hom bres y como hum anidad. P or to tan to , si la reacción quiere m atarnos, cerrando ¿ núestra vida lodo ulterio r desenvolvim iento, la revolución viene á m atarnos por el mismo rslilo . P ups Io que quiere que rompamos ron nuestro pasado y nuesLro p resente, debem os em pezar por h o rrar todas las instituciones que existen, todas las obras qne ka venido acum ulando la civilización; debemos por fin s u p rim irla sociedad, su p rim ir la fam ilip. que son cosas de ayer, suprim ir



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nuestro lenguaje y suprim irnos i nosotros mismos qntlúnclonns Ja vida. Si á la reacción y á la revolución las estudiam os, como las vamos » c&luilinr, cu nuestra sociedad católica, bailarem os que la prim era; bac¡«U'luiios s'ulvcr la cara a trá s, uos Jiacc tropezar cou i-i Crir.lo en el |'r¡ucijiio fie nuestra c arrera; por que s¡ la reac­ ción tuviera valor para restab lecer fi lodos los hom bres en la citad do los apóstoles, lodo habría concluido p ara ella y pora la revolución, tas cuales, no habiendo nunca dejado a la I^lcKia constituirle en el centro de la vida qrie ninguna de ellos la puede arruh&tnr, nos em pujan gro iln alru ciitcla una hflst^ nues­ tra propio o rigen, d eto n án d o se alíí para récóaócéi* su im polencia y e s ta tu a r , ¡n principio era l cérbum; y iá otráj uo ptidicjiiilo nvanznr ni un ápice mas que Id que. calie nVanza'r dejilro de los dogmas de la Iglesia del Cristo, tiene por precisión que varstí obligada ¡l reconocer que tam bién ?1 Cristo vive en los siglos de loa siglos, y que por sí misma no puede realizar Jas cosos quq prom ete. Un un a palabra, la roaccion y la revolución, tropezando sie m ­ p re la una en la o tra en todos los p erio d o s de sus resp ectiv o s d e ­ sen v o lv im ientos ro n

fu

p ro p io lim ito , al_ v enirse ó las manos,

m u ltip lic a n sus fu ro res y su d esesp e ra ció n .

La reacción, ncgAndono? la razón in d iv iiW t y la libertad, tra ta de arreb atar al hom bre á sus propios destinos y á s u p o rv e ­ n ir; y la revolución ceM w losc cada vez m as contra todo p rincipio d e anlorid.nl, quisiera ro m p er, por medio de la violencia, e l,e n ­ cadenam iento que h ay de los padres A los hijos, dejínÜQnos á to­ dos sin Fr sflbia que recibim os del tronco im pereccdSro de la vido. Lo prim era quisiera d e jír el tronco sin las ram as; segunda las ram as sin el tronco. Pero com pensado ¿ la una con la otra, •que'es como e es isleo, puedo decirse que son como el flujo .y re ­ flujo ¿le los acontecim ientos que purifican nuestra vida, arraiUMit* 11

-8 2 — «Jónos im petuosam ente de los focos de infección que nos ra m o i creando ron nuestras iniquidades y n uestras in justicias, siéndo­ nos tan necesaria y tan indispensable la pureza en nuestras re* laciones de sociedad! como la pnreza del agua que bebem os y del am biente que aspiram os, por cuanlo en una admósfera vi­ ciada no batiría otro rem edio que en ferm ar y sucum bir. La razón de ecsislencia de la reacción y de la revolución, no está en lo qne difieren la una de In o tra, sino en aquello en que am bos convienen, ronfundiénrlose ¿ ideuliücándose en un mismo principio qne es arrancarnos á todo trance de lo presente para lle­ varnos i una mlsiDB conclusión que es dejam os á la vez sin pa­ sado y Din porvenir. Dada una sitnncion cualq u iera, que no sea estrictam ente a rre ­ glada ¿ los preceptos de la ju sticia y de ta religión, entonces no tenem os m as rem edio que dejarnos conducir por ollas á ta Nada de nosotros m ism os y de la sociedad, y cuando á esto estrem o en que so confunden hayan Ins dos llegado, agotados en nuestras fu eraos para seguir luchando, que es cuando todos los m ales, y lodas la» injnsticias, y lodas las iniquidades hayan Negado á su colmo, do teniendo ya sangre en las venas p ara s e n tir In irritación de nuestro m ales Lar, viéndose corrom pida toda carne y sin Té todos los espíritus, entonces será el Gn y el momento de una nueva, de una grande y magnifica creación. Muriendo en nosotros mismo», según lo manda la fe de Cristo, es como podrem os re su c ita r. La prim ara creación del hom bre, como todas las dem as crea­ ciones y destrucciones de otras lan ías sociedades y civilizaciones diferentes, se ligan de una m anera indisoluble á l a idea religiosa. Todo nace y m uere, lodo se re n u e ra y se m íG e a por la religión. Pues bien; d esp u esd e U nías creaciones, renovaciones y des­ trucciones sucesivas, la idea religiosa alcanza su apogeo en Jesu­ cristo. ü n a o a o ra sociedad brota de Él destinada á fundar la unión

-8 3 dal hom bre con su Dios, abriendo á la hum anidad el cam ino da sus prim eras y de sus úllimot destinos. Q uitad este punió de apoyo, su p rim id esta vida universal que sacam os del catolicism o, y la reacción y la revolución no se pue­ den concebir en n u eslra sociedad, porque como son dos negacio­ nes de toda nuchira vida, necesitan, p ara ecsistir, sacar to d a s u fuerza y toda su inteligencia de la m ism a vida á quien coinUalcu. Por eso la reacción y la revolución, m archando la una L icia atrás y la otra hácia delante en todos lus desenvolvim ientos do n uestra sociedad, tom an su origen del Calvario p a ra d e m a rra ría lúuica inconsútil de Jesu cristo , verdadero Dios y verdadero ham­ b re, lo prim era queriendo restablecer en conlra del catolicism o una autoridad fuera de loda libertad, y la segunda tratando d« c re a r una libertad sin coulrapeso ninguno p ara el hom bre ni por la religión, ni por la fam ilia, ni por la sociedad. La religión inm óvil en el centro de s u té y de sus esperanzas, lia m archado y m archa siem p re á igual distancia de la una que de ta olra, sirviendo de contrapeso ¿ l a s d o s, p e r o s iu identifi­ carse jom as con ningunu de ellas; porque no esLi en la esencia de lo que es im perecedero el idenliCcarse con lo que cauibia y coa lo que perece, sino que lo que perece y lo que cam bia se vó po­ sitiva ó negativam ente obligado, asi por la luz de la razón natu ­ ral, como por los dalos d é la experiencia, i b u scar la ley eterna p a ra acom odar á ella sus designios. Conocidas en b¡ m ism as la reacción y la revolución, conocemos de antem ano lo que con el principio de autoridad sin el de lib er­ tad y el de lib ertad sin el de autoridad. §iu em bargo, au n q u e con el tem or de hacernos pesados y tener bajo olro punto de vista que re p e tir los m ism os argum entos, va­ raos á p ra c tic a r con ellos la m ism a operaciou que con la reacción y la revolución las cnales se encarnan respectivam ente en lo» principios de autoridad y de libertad.

El ealulfcinno os, en ol órden de los ticropo9, la tercera y últi­ ma óvvluciuu ilcl liuiubre y de la hum anidad. Su autoridad, elevándose en Jesu cristo sobre toda au to ridad, bb cula 2 a con el p rim er d ia da la creación. No hay tradición sobro la [radieioo católica. Su liberlad .y su ju sticia, descendiendo á dar vida personal á lo d o slo s ho m b res, so eslienden y abrazan lados los h o riz o n te s, de n u e stra s esp eram o s y do nuestro porvenir. Nuestro p resente, nuestra vida, n u tslru s netos, deben se r una copia, la m as aproxi­ mado que queipa dentro du la im perfección de n u estra n aturaleza, de ln yida perfecta é im perecedera qnc se nos ofrece en recom ­ pensa. No hay progreso, ni por consiguiente perfectibilidad, sobre el progreso y-ta perfectibilidad qne caben dentro de la doctrina cató­ lica, ya.so la considero en la ley de prueba, dé educación y dol sncriflcio rjno nos im pone, ú ya estudiándola, como liabrem os ilc hacerlo, en lodas las reacciones, viendo como se disuelven al tocar en el lim ito que su auloridad les impone n ccesaríauicale, 4 vien­ do del iiiÍ8iiio mndi» í'i todas las revoluciones como se disuelven, asi que en sus últim os desenvolvimientos se aproxim en á los ¿'rudos d e libertad qnc la Iglesia proclam a y reconoce. El mundo antiguo se hunde para a b rir paso al establecim iento de la Iglesia. Gil diez y nueve siglos, todo desaparece, todo so uiodillca, lodo se renueva, h o m b r e s , pueblos, naciones, no sien­ do ya los mismos que ¿ram os en los hom bres y en las naciones ■an ticu as; lodo se abism a, rnenos los sólidos fundam entos en qne descansa el edificio de la f¿ católica. ■ ¿V negáis la tradición de In Iglesia, negáis su autoridad y n e­ gáis sn libertad? ¿No sabéis que la autoridad y la libertad se basan respectiva­ m ente la una sobro la otra y q u e la constitución definitiva del principio de auturiilud, no es otra, asi en el terreno de la religión,

— Ho­ co m o en el J e la política y el ile la econom ía, que la eonstilucion definitiva J e la libertad eu lre todos los hombres? Colocado el Cristo, como sacerdote eterno, en su autoridad, m ucho mas olio que lodos los padres de fam ilia y que lodos los poderos tem porales de cada nación en p articu lar; ¿ignoráis que se relaciona m as estrecham ente que ninguno cou la lib ertad de lo­ dos los hom bres, quienes se e n cu en tran desde luego redim idos en el Críslo do era senii-auloridad y sean -lib ertad que las tra d i­ ciones y conquistas tienen foijadas al rededor de cada individuo, de cada población y de cada país? ¿Ignoráis que en la dignidad que adquirim os en la fé de Cristo nos encontram os todos ensalza­ dos de derecho, esperando á que el hecho lo com plete, debiendo siem pre consideram os cuteram ente ¡guales á los quo nos m ondan, A los que nos protegen y Aios que nos oprim en? rre sen la d n osi la cuestión qne es como debe presentarse; ¿q.uá será el principio de auloridad sin el de libertad 6 el do libertad sin d de autoridad? Dos horribles negaciones, dos contrasentidos, dos m onstruo­ sidades, que no pueden vivir, que no viven, niño devorando en cuerpo y alm a, la prim era al hom bre y lodo lo qwi hace relación al hom bre, y la'seg u n d a devorando á la sociedad. Sobre el principio de au lo rid ad y sobre el de libertad está la cansa de la ju stic ia , está la causa de la religión que ha venido á d a r origen cu nuestra sociedad á una autoridad y á una libertad m ucho m as altas y mas superiores y m as profundas que las que »c conocieron en las antiguas sociedades y que las que se conocen fuera de la civilización católica.Luego si el principio d cauloridad y el de libertad, no se Tundan en la ju sticia que nace cou la re ­ ligión para rad icar en n uestra conciencia, ¡ q u é quedará de cada u u o d e esos dos principios? Un hecho que se d estruye con otro hecho fundado en la razou m ism a do las cosas. La reacción y la refolucion llenan ¿quién lo duda? los vacíos

— 86— que hay en n u estra ecsitlencia individual, en la eonsliluciuo d e la fam ilia, en la saciedad y en la religión; pero fuera de aquí, ellas mismas se niegau la ecüisteftcia. Por eso unas vocea se pre­ sentan coa el carácter de sectas, de horegtas, de sistem as, de fracciones, de partidos, haciendo aieinpro jaq u e ¿ la unidad de la vida que nosotros m ism os destrozam os. Efectivam ente, sin la ju stic ia y sin la relig ió n , ¿qué garantía» dos quedan en nuestras relacioues de sociedad? C abalm ente la negación de Jos principios que so proclam an y que por el mismo hecho se destruyen. P ara,la propiedad, una usura escandalosa que concentra ¿ la propiedad un pocas manos y priva de lus m edios legítim os de ad­ q u irir ¿ lo s quo no se v en fav o recid o ap o r la usura. El pueblo, y lasclnscs m edias, y por tlu las aristocracias, so váu lim idiendo las unas después ilu las otras en uua desheredación universal. Para el m atrim onio y la fam ilia, ¿serán buenas garantías el adulterio y ln prostitución? No lieue o tra cosa que darnos la so­ ciedad actunl: la organizaciou de las m ugares perdidos que lla­ m an en $11 ausilio la organización de los hospitales, de las cacas de m aternidad y de los presidios. Este es el patrim onio y el por­ venir que nos espera y particularm ente á las m ifgeres, que nun­ ca bau sido o tra cosa que lo que los hom bres han sido y lo que los hom bres bau querido que sean. El hom bre, prostituyéndose antes que la lunger, conserva, por el derecho del m as fuerte, ese resto de orgullo y de dignidad pora m ira r con repugnancia á las creacionos de sus vicios, creyéndose libre del contagio con solo c e rra r los ojos p ara dejarlo pasar. Juzgad de la sociedad actual p o r el modo que lienc de consi­ d e ra r la libertad. Al que tiene m edios, se le autoriza directa é indirectam ente p a­ ra a b u sar en perjuicio do tercero ; por cuanto im plícita ó esplicita-

— 87 — raen le se le reconocen dos derechos: uno qiw le es Inherente y personal y otro im propio y que no le pertenece. El que directa 6 indirectam ente se ve privado del uso legi­ timo de un derecho, s« encuentra necesariam ente con dos debe­ res tpie cum plir: uno quo nos obliga siem pre p ata coa la socie­ dad y con lodos nuestros sem ejantes; y otro soberanam ente in ­ ju sto , porque em ana de la privación de en derecho que no puede eg erettar. En tm bos casos padece el principio d eau to rid ad ; porque no pudtando co ntrap esará lodos indíslitam enle en la lialan ta de su ju s­ ticia, queda limitado en sn acción y com prom etida aft Desistencia. La libertad tiene, aunque en otro sentido, los mismos padeci­ m ientos, porqno cuando hay hom bres que on goran de los dere­ chos, pata los cuales lia sido creada la sociedad^ y en los cuoíeti estamos llamados á d esarrollar nuestra personalidad económ ica, política y religiosa, dentro de los lim ites de la justicia y de la re ­ ligión, sienten, como es natural, el m alestar consiyuieule al vatio en que queda encerrada su existencia, concluyendo por hacerse enem igos de los dem ás hom bres y de la sociedad, que para ellos solo existen negativam ente ¿ e n estado de guerra. La sociedad que coneentra en una clase lodos los derechos y en las restantes todos los deberes, como que no bay com pensa­ ción p a ra los unos ni para los otros, los educa á lodos para la reacción y para la revolución. Es costum breqoejarnos cuando estos dos a to le s d é la Provi­ dencia descargan su pesado látigo sobre nuestras espaldas, y nada hacem os para conjurarlos; preferim os a rro s tra r la m uerte, defendiendo nuestro puesto, para q u e se diga de nosotros que h e­ mos sabido pelear como valientes y m orir con piuría. L a gloria consiste en p ra c tic a r el bien y o b rar ju stic ia . Lo demás es ignorancia, necio orgullo y tonta vanidad. Las causas perennes de nuestra perdición e s tin aquí.

— 8B— Vamos por parles y tmalicetnoa. ¿(jiiú garantías puede ofrecernos lu rc a c a io a q u c no reconoce olro principio» que ol principio d o a u to rid a d ? Si la reacción es en f»vor «le los padres do fam ilia, e lsisleu ia patriarcal ó feudnl no tieno otro cosa qite la g u erra y el despoja de nnas fam ilias contra otras y la esclavitud dom éstica. El rendalisiuo de la edad cristiana, es diferente del feudalismo de la edad de la antigua Honia, y el de la antigua Roma diferente tlul lieinpu do los lle rik lld a s, el cual tninliieu diliera del prim itivo pa­ triarcal; pero es porque en cada nuevo grado que adquirim os de civilización vá perdiendo terren o . Si la reniicion es nn>fovoe i)e los que- gobiernan los naciones, no pnsnrianioB ilcl oslado cu que nos colocaron nuestros reyes absolutos cuondo abatieron a l feudalism o, dando franquicias ¡i lus pueblos, sin sacarlos como no pudioron sacarlos ni librarlos del sistem a feudal. Pero si la reacción, salvando todas estas vallas es absoluta y en favor dei principio religioso, n uestra esclavitud, m írese como se q uiera, dqja de len er rozón d e s e r j porque una ve* que por la atracción tnu fuerte que bay liácia nuestro propio origen, cu el oual, salvando los tiem pos intermedio*., tra ta Jesucristo d f culocam os en «o Igleg^a, hayam os soltado lodas uueslras trabas económ icas y políticas, lo q u e s e a contrario í nuestra existen­ cia desaparece, alcanzando lodos la plenitud dü nuestra lib er­ tad. Llegados & este punto, ¿qué otra clase d e esclavitud se podría c re a r y sostener, enconlrándouos lodos de b ed io y de derecho redim idos en la Iglesia? La sociedad, al reaccionarse toda ella bácia ej Papado, se encontraría con que en el Papado se b ahía reaccionado hasta J e ­ sucristo y en, Jesu cristo basta la p rim era edad del mundo, re ­ conquistando en nueslro origen lodos los derechos que .vamos buscando por los cominos de la revolución ó de Ja libertad.

-8 9 — Ahora sabrem os que es lo q u e valen-fuera del catolicism o el p rincipio de autoridad y el de libertad , considerándolos como vamos á considerarlos en sn resp eelira opoaicion, p ara que ase n ­ tados en esla* liases, les sea fácil á nuestros lectores com pronder ludo lo que m as adelante nos proponem os esplanar.

CAPÍTULO Y.

La libertad que se destrnye «on la lib e rta d no es verdadera libertad, y la autoridad qne se destruye con la autoridad tam po­ co es verdadera a u to rid a d . La sociedad no tie n e otros intereses que los da todos lo sh o m bres reunidos que form an el cuerpo, el 'eiir viviente qué se Hama sociedad. P or consiguiente, toda ley q n e no sea encam inada al bien com nn, como que le falta la razón de s e r y la ju sticia , es unía y en conciencia no la es Lanaos obligados á obedecer. El fin, á el objeto, i qne siem pre debe m ira r lia sociedad, no es otro que el Qo d e cada uno de nosotros en p artien lar. Ambos de­ ben encontrarse reunidos en la religión; porque de o tra m anera no nos seria pasible edificar el cuerpo de Jesucristo, p ara que todos lo* intereses p articu lares se énenenlrefi ser unos mismo* qne el interés general y el general uno m ismo qne et de' los p a r­ ticulares.

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— 90 De ihidn nos u n iría reconocer qne lo infinito es indepen­ diente de lo finito, y qne la sociedad y el hom bre pozan de i?na existencia propia y esetusiva, sino vendríam os á p a r a r á eate re ­ sultado, proclam ando la verdadera unión de las p arles en el gran lodo en que m im o s , nos movemos' y somos. T oda ley qne no llene esos req u isito s, abrazando lodos los estreñios, será ley aceptable por las circunstancias; pero no se rf ley de intente común, ni por lo tanto general, quedando espues1a desde el m om ento'en que sea prom ulgada á todos los vaivenes de la reacción y de la revolución. Oigamos i Santo Tom ás: •N ingún hom bre posee autoridad alguna por si m ism o, y siem pre que al derecho eterno sustituye su poder, se hace usurpador y m erece In desobediencia.» En o1rn parlo: «El despotism o, la a rb itra rie d ad , la tiranía no son mas que la Tulla de razón en el poder, son el dominio de In voluntad. Cuando la razón im pera, boy legitim idad, hay ju stic ia , hay li­ bertad; cuando la sola voluntad m anda, hay ilegitim idad, hay in­ ju sticia, liay despotism o. Por esta causa, In idea fundante ni al de toda ley, es qne sen conforme A razón, que sea una emanación de ella, su aplicación á Ja sociedad; y cuando la voluntad la sanciona y la haccejecnlar, un Ha de ser otra cosa qué un auxiliar de la razón, sn instrum en­ to, su brozo.» San Gregorio Magno: «El hom bre tiene derecho de m andar á las bestias; pero IIí m solo el de m andar á los hom bres.» La teología: «la causaeO cicnte de la ley natural es Dios, en cuanto es autor y rector del universo; su objeto es la m ateria, que es considerada necesaria; pero el hom bre, para aplicarla á la sociedad, la prom ulga según la luz de la razón inherente á feda criatura racional;* conclnyendu de aquí, «que la ley no de­ be referirse á la comodidad privada sino á la utilidad y bienestar de los subditos. »

— 91 — Aunque ililtereu eu sil aplicación, lodos los teólogos Concilla, S n a m , Belarminb y liasla el mismo Balines, convienen en ios mismos principios. No hay hom bres m as verdaderam ente libres que los que lle­ gan á im pregnarse en la doctrina católica; pero es porque nadie sipo ellos saben el e ra rse basta el verdadero principio de aulo­ ridad. Pero separam os estos dos principios p ara analizarlos mejor; considerem os al principio de auloridad en teram ente indepen­ diente eu sus m anifestaciones, con respecto á la sociedad, de lu­ da idea y de Lodo objeto de libertad; ¿qu¿ quedará de él? Si el principio de autoridad pereciese, con él p erecería la so­ ciedad, y toda libertad quedaría de hecho y de derecho aniquilada la anarqu ía. l'o r consiguiente, el principio de auloridad y el de lib ertad están llam ados á salvarse ju n io s ó ú p erecer. Eu la constitución de la sociedad religiosa y civil, organizada, cii

como debe serlo, para la defensa y g arantía de lodos los intereses y de lodos los derechos, según los grados de ju sticia que hoya­ mos alcanzado en nuestro desenvolvimiento eu la hum anidad, el hom bre encuentra medios de engrandecerse eu sus facultades, valiéndose de los medios que la civilización haya puesto en sus manos y que todo el m undo directa 6 indirectam ente le facilitar!, p ara que toda su vida, toda su actividad, y toda su inteligencia, pued a em itirlas, dentro d é lo s lim ites m as ó monos ju stos do la ley, en la vida de siis conciudadanos, puesto que p ara la sociedad, no hay ni puode h ab er olro sujeto u i oLro objeto que el hom bre m ultiplicado por el hom bre. Reproducimos la m ism a cuestión; separados el uno del otra los principios de auloridad y de lib ertad , ¿qué quedará del tiuu y del olro? l'u ham bre sea el que q u iera, aunque sea el jefe de una SO'

— 92— ciedad, desde el momento en que falta i la ju stic ia , panto nece­ sario de unión de las relacione* entre los que m andan y los qae obedecen, pierde lodos sus derechos, por mas antiguo* y por d u i asegurados que se crean eu la c o s lum bre, en la tradición 6 en la voluntad del pueblo. Colocadas las cosas en este terren o , en lu g ar de una verda­ dera y legitim a autoridad, veremos naturalm ente en ella a lro ta s » (rao del Apocalipsis, tiranizando nuestro cuerpo y n u estra alm a, por cuyo motivo la deberem os ¿ lodo trance com batir en nom ­ b re de Dios, que es á quien obedecerem os antea que á los hom bres. El principio de autoridad es fn adifteationem, non m d ttirv e tionan. L a prescripción no puede alegarse contra, lo que es m alo. Unos bienes m al adquiridos, adquiridos por la violencia i> por la u su ra, y conservados da la m ism a m an ara, en lu g a r d a b o rrar su ilegitim idad, anm cnlan ¿ala cou su duración^ p o rq u e todo lo que se a sien lí eu una falsa base, á lo quo es lo m ism o, eu una obra m ala, renovando esta obra, á medida de su d uración, la m ultipli­ can. l'o r el co n trario , cada dia son m ejores las obras q ue se ha* cenen justicia. Asi, b prescripción, Bolo e6 adm isible e n fa v o r de lo que es justo, de lo que es racional, de lo q u e e s verdadero, de lo que es santo, lo cual uo proscribe nunca. Si en el hecho de ser antiguo nn hom bre, ó an a snslilocion, habis de tener derecho para vivir on contra de lo q u e nace, los m ales de ln vejez se perpetuarían en los niños qne carecerían d a vida propia, viviendo siempru ln vida do sus padres. Es lo es no solam ente contra la naturaleza, contra nuestras aspiraciones bdcía Id porvenir, sino contra lo tradición de Dios, la cual, aun es­ tando oscurecida por m illares de siglos, desde el fondo de su san­ tu ario , que quedaría medio velado en n uestra conciencia, do­ m inaría siem pre á todas las hum anas tradiciones.

— 95— Concebimos q u e ante el in terés com ún so sacrifique m uchas veces el particu lar, no aquel á osle; y m ucho mas Uiniendo en cuenta ei esLailo precario cu que se liallau lodos los intereses y tudas las instituciones, las cuales se están renovaudoain cesar des­ de el principio del mundo en la lucha en que se han hallado y so hallan todas las ideas y todos los principios que hacen relación á Dios, al hom bre y A la h um anidad. t Los desiertos helados ó abrasadores de la vida, no se atravie­ san sino con privacioaes y m ortales sacrificios. Hace «lies y nueve siglas q u e conducida en nosotros luda la hum anidad por la idea d e r iv a c ió n , venimos atravesando los m a­ res tem pestuosos de la iluda y del sofisma, inondados con la san­ gre de (aulas viclim os sacrificadas en sentido tan diverso; y si es cierto que nunca oscurece m a sq u e cuanLa mas cercanos nos h a ­ llam os del am anecer, habiendo llegado las graudcs di as de tribu­ lación y de am argura porque la Iglesia está pasando al últim o esIremo, debem os considerarlos como una prueba m as d e q u e el triunfo de la ju sticia está cercano en el triunfo d e n uestra adora­ ble y santa religión. Presentado asi, que es como debe presentante, el estado a c ­ tual del m undo, concebim os que la g u erra á m uerte en qne están em peüados lodos los intereses, todas las idea*, lodos los princi­ pios, lodos los hom bres y lodas las naciones, produzca leyes re ­ presivas y de circunstancias cu favor de tos vencedores, ¿ los cuales, m ientras no sean i su vez vencidos*, se haca forzoso res­ petar. De aqui os, que una oíase de la saciedad, uo partido político, im an ació n en tera, poesía en arm as para com batir & sus enem i­ gos, no debe tener nuis que un y iterés, un pensam iento y una sola voluntad. Toda-vos, toda derecho, toda d iferencia, todo arreglo entre los derechos de los unos y de los oíro s, debe quedar apla­ zado para el dia de la victoria. Los que sucum bcu; ¿qué derechos,

— 94 — qué garantías han de reclam ar d e los vencedores, do habiendo es­ tos peleado con piro objeto que el de a rre b a tar á los vencidos, s e ¿mi los tiem pos y según los varios grados de civilización que he­ mos atravesado, prim eram ente la ecsistencia m ism a; despuee la ccsistcncia económ ica y la civil, dejando á los vencidos la ecsis­ tencia m atortal; m as adelante la ecsistencia religiosa, contentán­ donos por (in cu la ¿(toca m qderna, con b o rrar del mapa á las na­ ciones, arrebatándoles nada m as q u e su modo de ser político, sin peijiiicio de que, en cuanto entran de este modo las unas en las otras estad parles de La ecsistencia, asi on lo m oderno como en lo antiguo, sin olrn variación que lo dulciGcado de las furnias, con ti n liemos despojando & Ins que sucum ben de lodo lo qne les pertenece, pues con sulo fcainbiar las leyes de la sociedad, pode­ mos q u itar « los ciudadanos su religión, su propiedad y basta su m ism a vida ? A esta ley «¿ acomodan los hom bres, los parLidos y los pue­ blos, viéndose, colocados por la fuerza de los desenvolvim ientos económicos, políticos, ülosólicos y religiosos los unos enfrente do los otros. El catolicism o, por h a b e r seguido, como lo hemos visto y lo palpam os, en la ley de su sacrificio, una linea inversa ¿ ia del inundo, ha sido acusado por un Ulósoro qnc lia llegado á concen­ tr a r en si lodas las contradicciones de n u estra civilización y de nuestra sociedad, de injusticia y de iuinoralidad. Este filósofo es M. Pnnidlioti. Sin em bargo, despues de acusar al ideal do la Iglesia de todos uucslros abatim ientos físicos y mo­ rales y de lodo n u estra corrupción, reconoce, tanta es la fuerza de la v erdad , que no hay religión tnejor fundada, ni mas l&gica, ni m as racional, en sus principios y en sus desenvolvimientos, que la religión católica, ta c u a l, según él, destruye necesariam ente ¿ las de rúas. Le aquí, como es consiguiente, queriendo oponer el Hércules

— 95— ile la lógica y del racionalism o, toda nuestra ecsistcncia, la ecsis* (encía misma de la ju sticia, tal cual ¿I la conciba, segnin los des­ envolvimientos de la sociedad, á la eesislencia del catolicism o, se vé obligado necesariam ente, por la necesidad del raciocinio, A confesar» que si se le convence de lo contrario de lo q u e dice A cree dem ostrar, que se abraza sin vacilación ningnna A la fé del catolicism o. Tom amus acta de esta m anifestación esplicit» y term inan lo, de tanta m ayor im portancia, cnanto qne M. Prondlipn « s el des­ tru cto r invencible de todos los sistem as antiguos y modernos, por cuyo mntivu, puede decirse, que la calillcaclon de A ulecristo, con que todos d nna voz lo han calificado, es la que le convie­ ne, porque es verdndera en lodas sus p artes. Con Lodos lia podido M. Prondlion m enos con el catolicism o. T itcsI o de neiienlo consigo m ismo en todas las dem ás cosas, solo ni linblar tantas veces de religión, sin sab er en que pared se toen, lia dem ostrado su im potencia. La Iglesia, dtísde sn fundación, Itn sido una inm ensa oionLaña, y los quo la bao querido escalar con otra ley diferente que la suya, lian sido lodos ellos aplastados co­ mo los T itanes ni q u e re r apoderarse del Olimpo. No olvide 31. l'rom lhon q u e está luchando contra un im posi­ ble; que (1, negando el ideal de la Iglesia, obedece ú un ideal que adelanta & ln realización de su o b ra, personiflenndoen si lo­ rias las ideas contrarías de la sociedad para destru irlas las unas por las otras, y afirm ar, desde el fondo de lodas las negaciones en que se coloca, la idea de la revolución. Esta, sin la tra d ic ió n , no es m as que una idea á m edias, como la inm anencia de la justicia en el hom bre qne proclam a. Kfnctivamentp, adm itiendo como adm itim os la inm anencia en el hom bre d é la ju sticia, ¿cómo conciliarln con la libertad, que nos hace fallar á la ju stic ia , q n e nos sep ara de nuestro rgniiim , que nos hunde, que nos hace progresar hácia el bien, que es mies-

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Ir o g n ia , ih w 1fv 'lfaee diez y uneve siglos eslA naciondo e n e l bm o i M íoih ) d é la Iglesia; afirm am os resu eltam ente,

•|U0 Iftloy de g u ert» , q u e en lugnr de debí li tarso loma en lodos los LeiQ’enosjpropocoUtBeB gigantescas, es^jne todos los que com­ baten pcirlai verdad saiealreii ó perezcan ju n io s. Cuaixja la victoria baya coronado nuestros esfuerzos y nues­ tro s sa c rific io » q u e doniaii nnestra carn e, n uestra voluntad y nuestra inLel¡gcneiav con el objeto de hacernos mas Tuertes, mas sábios y mas dígitos de nosotros ni (sinos y de Ta sociedad, no pudiondo

vivir d ¿ ftlrn m aherá dui^n te el período doloroso y

sangriento de' riócstrá educación qué con leyes represivas y de circunstancias, ¿illancos scrS la horade que lodos nuestros gefes, sin d ejar de s e r lo que son, autes bien coronados por sus m is­ mos hechos y p 9 r n uestra estim ación, cam bien con nosotros la organización de la guerra por la organización de ía p az; enton­ ces y solo entontes s a r i la Lora da que los ciudadanos, restituidos así mismos y ú la sociedad .en la integridad de su personalidad y de sus derechos, vivan lo s unos y los oíros é la som bra de la ley, de in ju stic ia .y de La religión, en una paz y en una felicidad in al-

— 97 — t «rabies que hasta aliara no Lentos podido c w u e g u ir, sino pnr anticipación anonadándonos en Ja vida d é la Iglesia; M ientras el triunfo do sea.co m p leta en lodas s?» p a rle s, to ­ das las leyes, serán leyes eaeepeionaies que c re a rin intereses y derechos de u n d ia; qne a l siguiente desaparecerán cod los hom ­ brea que las prohíjen «1 im pulso devastador é irresistib le dé los acontecim ientos. Hecha esla digresión, volvemos. & n u estro tem a q u e es el de analizar las cosas tales como sen en. a i, riireu id áiM B 'd el tiempo ni de las circnnslaucias. .......i.i ¡ El principio de auloridad, BttciAlmcül© hablando, jp u e d e s u b ­ sistir sin la libertad? I . .í i ¿Pero qu¿ es U Ubortod? La lib e rta d 'e s e l dereohd que cada uno tiene ¿ disponer de su persona y d e sus inanes; haciendo, ObsoLu lamen le en todo, el uso que le parezca c o n ta l q u e no per­ judique ¿ olro. Las leyes de todos los países al ensanchar ó lim ila r nuestra libertad, han partido todas del m ism o principio. La lib ertad , como se vó, no es otra cosa que la aplicación d i la ju sticia y la raiz misma del derecho; jus tuum onicufque trfi b w n t. En otros térm inos, la libertad es la basa del principio de autoridad, el cnal sin ella no puede definirse. Luego la tiran ía, venga de donde venga, venga de u n a asam ­ blea republicana, nacida del sufragio universal, venga d e ana oligarquía, venga de nna m onarquía tradicional ó venga del Im ­ p erio, representante de la plebe, no adquiere ningún derecho so­ bre la sociedad en gcúeral; y como es consiguiente, no adqui­ riéndolo sobre la sociedad en general, tampoco contro ningún 'ciudadano en particu lar, el cnal, afianzado, como debe hallarse, en su justicia y en sn conciencia religiosa, está en el caso de es­ p iar la ocasion m as favorable, p a ra vindicar sn derecho y -vindi­ car á La sociedad del yngo c o n q u e s* la oprim e. Supongamos, p ara que dentro de esta doctrina q u epan lodos 15

-9 8 las sislemass p o r mas. encontrados que sean, aun los fatalistas y las que nfgaado 1 Dios y á la ju sticia etern a, hacen al hombro efecto de ? n principio m aterial ú orgánico. Supongam os, pues, q u e la ju sticia que rige ni mundo sideral y m olecular, y que go­ bierna cou su equilibrio constante las leyes <Je la atracción y del m ovim iento, osi en los stires como en la m ultitud de globos que ruedan por c>] espacio, conservando sus distancias, no existe por si m ism a, y quo lodo cuanto existe, es efecto-de ta casualidad, y q u e la casualidad, 4 las circunstancias de cada átomo y aquellas en que puede enco n trarse.en d a sér y cada esfera, hacen que la justicia, varie d e tiem po y de lu g ar; en este caso, ¿erréis que el principio de nuluridnd pueda prescindir de la libertad? S i cpdn sc r nace con sus leyes propias y csclusivns sin rclneion á loa dem/is siirca, ¿puede p rcn cin d ird e las leyes de su naturalout y do,lo uaim aloza de la sociedad al e n tra r cu comunión de hiones y d e infortunios con sus sem ejantes? Rsla es la cuestión. El legislador, al o b rar, según las facultade& lcgítjm asú ilegitim as de que se halle investido, quedajuzgndo f o r sus propios actos. Rodead, al legislador de todas las g aran tías de irresponsabili­ dad y dem ás que til so torna, 6 que son de costum bre, con el objeto de dar á la Joy toda la im portancia social que necesita para que nadie por nioguu concepto se escusé de cum plirla. ¿Qué habréis conseguido? La injusticia es aceptable en cnanto nos favorece, no tratando generalm ente ninguno de los favorecidos de iudajrar si es ó no con perjuicio de tercero. Si no fuese por ios beneficios que prodace en favor de algunos, la injusticia no podría su b sistir; es ne­ gativa da u i naturaleza. Por eso, entre que la ley nos favorezca 6 perjudiqu e, optam os todos sin distinción alguna por lo prime* ro; ¿quién vacilará? Cero -lo que no hacen Jo s favorecidos, se encardan m as larde

— 99 — i mas tem prano de hacerlo los perjüdieados. Les hechos le meten ¿ cada uno de calos la razón p o r sos cinco sentidos. Desdo en ­ tonce:;, la ley y el legislador quedan destronados 'd e derecho en la conciencia de una parle de la sociedad. Los «(tíe hoyan perdido •u fó en la bondad de la ley, convencidos de lo co ntrario, harén esfuerzos para no c u m p lirla, y lanío m ayores serán, cuan lo mas ■e emplee la coaccion pora retenerlos en la obediencia. La k*y uo quedará enteram ente destruida; por q n e . m as vale uua m ala ley quo no ten er ninguna; pero los qne se levanten oa vindicaoion de sus agravios, a te n d e rá n hasta ellos los beneficios de la ley, rodeándose de garantías; y asi, de desenlace en d atanluce, irem os á p a ra r al fondo de la sociedad. • < Es ley de nuestro desenvolvimiento, el que los hom bres quera­ mos siem pre m a rc h a re n linca ascendente y no descendente; lo contrario seria retro g rad ar. P or eso vemos 4 nuestras' clases m e­ dias qu erer equipararse á la aristocracia, a lp u e b lo equipararse con la rlnse m edia; en fin, anos p o r ’el la jo , oíros por la m oda, otros por la riqueza, otros por la instrucción y oíros p o r sus pre­ tcnsiones y su fatuidad, lodos querem os ascender de nuestra cla­ se, ninguno descender. Mas bien que destronar á un m onarca, lodos quisiéram os ser reyes y reyes despóticos A la Tez. Lo de­ m ocracia no se conrihc sin esla estensinn y universalidad de la idea m onárquica, que concluye p o r apoderarse, con un aum ento de fuerza y de poder, de lodas las situaciones creadas por la de­ m ocracia. De lodo esto resulta; qnc el que directa 6 indirectam ente ag ra­ via 1 otro en sus intereses y en lodo aquello qne hace itlacio ii á su persona, crea un derecho real y electivo (fe viodlcacfon en fer­ vor del agraviado. Asi el que hace faféit, crea otro derecbo en sti favor, fundado eii el deber y en clreconociin lento gratitud á que qusda obligado el que lo recibe. La diferencia que bay en tre o b rar bien y o b ra r’m a l,e d que-



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eo el p riraw easo, 8e ganan derechos y p a r consism enle s» tisfaccionM interio res, Issetw le*, á falta da o tra cosa, nos recom ­ pensan círn U nirá de todos nuestros actos; pero en el segando, se pfenléa para coa la sociedad, basta los derechos qne como hom­ brea tenem os pura ^ p e se dos res pote en n o estra vida. L a ra o lp ro e iita le s nada menos q u e to d a la ja s Licia. Por eso, cuando la sociedad, q u e e s la m adre de todos los d e rechos'if de'todos- los deberes; deja de protejernos, haciendo que ta M M irt «o Inclíne á favor de las unos m as que de los otros, e l hom bre reeapéra1en contra del ham bre y de la sociedad, sola­ m en tee tf Bqncllo de qno.se tc privada injustam ente, la plenitud d e s m iletbchta nalnrales. Y en ctHn ley da gnerra que nos rige de Ibft unw* contra los o tro sr rada ono, hasta donde sus fuerzas nlcD im n,llegaJSÍei»pre á hacerse ju ez en cansa propia. De aq u í, brijtf ol jiiilito de vietn socinl, el quo todos los despotism os vayan có ric ln y & id e p p tsu fr anarquía cada vez m ayor, y todas la s a n a rqiiíns vencan á rohtistcccr ki cansa de los d tap o tas. El d cred io do ju stic ia personal, qno no es m as que el d e re ­ cho d e com pensación y de venganza, existe en todos los pueblos 110 constituidos ó q u e están en las via« de su constitución. Existía

cu nucstrii ed iil tuedia; existe en el im perio M arroquí de pereona ñ persona y de trlliu r» trib u . El desafio que se ha ¡do abo­ liendo y después tolerando cu nuestras naciones m odernas, noreconoce otro origen. Los hom icidios, los robos, la prostitución y todos los m ales que lamcuUmios y que invaden de una ú otra m anera n u e stra vida, nuestros intereses, n u estra honra, nuestra fam a, nuestro p resan te y nuestro porvenir, son tam bién efecto de, l(i fnlMi d e garantías, sociales, sin las cuales no puede vivir la libertad, q a e i> sucum be, viéndose por todo6 lados atacada, ¿ se venga invadiendo i los dem ás en lo m as sagrado da su vida. ¿Q o


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« de continente i «om ínenle, puesto que cotocados .w ¡«slac alUifa no vemos otra cosa que naciones y países q n e conquistar? (¿iicde, pues, sentado, que si el hom bre se d eb e todo colero á ta sociedad, la sociedad se debe al hom bre de U minina m a­ n era. No hay principio da autoridad sino con relación á la liber­ tad de lodos indistintam ente, debiéndonos proteger los . uum á Jos oíros con todas nuestras fuerzas. Los ciudadanos libres, son los qne en lodos loa tiem pos |ian constituido para olios solos la sociedad, por q u e selo 8-iauilo. li­ bres, llegaremos &ser dignos y celosos en n u e stra conciencia
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laJes de su se r, convirtíéqdolo, en su inteligencia y en so f a e n a , en nn verdadero gigante, hace invencibles 1 (os que m archan bajo sus gloriosos estandarteá.

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CAPITULO VI.

Volvamo&Iá Iiojn. Los mismos argum entos, que pueden siem­ pre servirnos para destru ir el principio de autoridad por el de libertad, sirve o tam bién pora destru ir el de libertad por el de au­ toridad. Cuanto m as asegurado sea en una nación el principio de au ­ toridad, lauto m as grande será la independencia nacional y mas medios habrá para poder g a ra n tir sus bienes y su libertad á todos los ciudadanos. Uno nación pequeña no puede dar las g aran tías que una gran­ de y bien organizada; porque una nación pequeña, por mas que e c npcgtiren lodos lo s ciudadanos, formoodo una m uralla de bronce al rededor del gobierno que los rep resen ta, su indepen­ dencia padecerá m enoscabo p o r parte de los colosos ó da todas las demás naciones reunidos, las cuales tam bién en roas ó menos grados, se ven lim itadas las unas por las otras en sn acción y e n «Mí respectivos desenvolvim ientos.

— 103 — El catolicism o, «levándose ó tratándose do elevar eu la con­ ciencia del hom bre sobre lodos los pueblos y sobre todas tas na­ ciones de la tie rra , es el llam ado p o r su autoridad & lib ra r al hom bre de todas las trab as que se oponen al ejercicio dé su li­ bertad. D estruir el principio de autoridad, es d e stru ir en su mismo origen, en su úllinia conclusioji el principio de lib ertad ; asi co­ mo d estruir la libertad es d ejar al principio de autoridad sin ra zou ninguna <1c existencia y por lo tanto sin legitim idad. Sigamos destruyendo al catolicism o, haciéndonos cómplices de la época actual, y por el m ism o hecho habrem os amenguado nuestra libertad, y e n lu g ar de avans^r, habrem os retrocedido; porque avanzar negativam ente nó es otra cósa que retroceder. Una prueba de ello son los pueblos protestantes, quienes en lugar de vivir con nosotros en la com uniou de ideas y de senti­ m ientos, dejándose conducir con nosotros á la realización de nuestras esperanzas, nos han dejado en medio del cam ino, aban­ donándonos á DÜestra su erte; pero ellos, despücg de Ta sacudida que produjo el rom pim iento, se han retirado tranquilad ¿ su nacio­ nalidad para vivir en su egoísmo, reproduciendo un estado de cu­ sas que no tiene razón de ser desde la venida de Jesucristo. Tomando por modelo al pueblo inglés: ¿q u é o tra cosa hizo at separarse del catolicism o, sino abolir la religiou de Jesucristo en todas sus partes? Los protestantes, en vez de vivir en Dios y en la hum anidad, han rebajado su ecsistencia, no adm itiendo, como vínculo de unión, otras ecsistencias que la política y la econom ía, con las euales quisieran acabar de destruim os: Al mismo tiem po qtic rom pieron con el catolicism o, todb& los lazos de sociedad que les unían quedaron, ó mas flojos por parla del pueblo, con respecto á la au to rid ad d« sus rey es, Am as-ap re­ tados por parle de estos quienes

lle g a ro n á persuadirse de

— 104 — que ibau d ganar en autoridad lodo lo que perdía la religión. ■ OlM dc íns to n siítn tn cias d i h ab er qüedado abolida para ta soeiedail (frotestaute toda relig ió n , e sla perturbación q u e La q u e­ dado thtrnililiüdá ch las fam ilias, no teniendo loa hijos o tra g a­ rantía qnc la voluntad de tos pudres, los cuales, con la facultad qué tienen de divorciarse y volverse á casar, destruyen la socie­ dad por srts m tim os bases, enmo consecuencia de haberse des­ truido1la autoridad del catolicism o eo s u origen y en su m ism o principio. prole ¿tan leu, para se r lógicos, asi como han destruido la autoridad religiosa d el'cato licism o , separando su cansa de lo cansa dte I& hñmairidad y de la civilización en g en eral, debieran haber deMftiido tam bién Inda autoridad civil y toda autoridad pólítÍcm,‘retirttídosfe cada familia ¿ su casa, p ara realizar, inde­ pendiente dc tódnínasfarniliaR , sus propios destinos. Y como co> lobados'en uhft purídieiite, es preciso llegar al fin, se hace necesa­ rio que (inda hom bre 'rom pa absolutam ente todos los lazos de Ir sociedad, y concentrando en si toda su v id a , todo su presente y todo Sá porvenir, diga: en mi debe de concluir todo, erigiendo, como fínica k y aceptablo y universal, la ley del suicidio que lauto se va genératteariío. En mnS ó miraos grados, to d o ’eslo se h a lla establecido eu la sociedad inglesa. El Arden polifilo n o s a halla en m anos de nna autoridad que rep rw en w los Interese* de todo e l pueblo; se halla supeditado á uBa ffrislticfficiadijéfta. d é todo el territorio, de toda la industria y d e todo el cbm eN tó de In g laterra; y esta aristo cracia, en cuan­ to uo se vea "perjudicada cu sns intereses, deja al pueblo en árup iia ittb e r la d .'' ¿Queréis d eerm oaqné cíase de libertades son aquellai de que goza el pusblo inglés? > El hom bre.lto ley t i vil y la religión, todo se halla dependicn-

— 105—

I. .•i ' • 1 1c en Inglaterra del órden qconóiuico,. según e lc u a l no.dclift ha­ b e r o tras m iras qne la utilidad; ¿queréis -decirnos, querpi» c s plicornns la libertad de que gozan los ingleses eni.econom ía? porque si en econom ía, qne es el úrden dom inante en J p g h lc rra , no son libres los Ingleses; ¿qué nos im porta que cu política y en religión lo sean; si la política y la religiou uu csisien , sino en cuanto se bailan subordinadas ál régim en u tilitario y qcobiímicti, el cual se halla á su vez subordinado á ln voluntad d e u n a Aristocracia sin entrañas p a ra el pueblo , in tratab le y o^gullpsa? La destrucción de la libertad p o r la libertad-, y la, des|^ccif»n do la sociedad civil y de la religiosa jio t eU^iJüyjdflfV; M lftU lepilm ente autorizadas on In g laterra. Pero si l? legalidad n o es la justicia, ni es el b ienestar g eneral; ¿parn qqú qupvquios legar lidnd? U11 grado idos de la libertad n e g a lm

posee* Jí fa lta a t

pueblo ingles para qne su civilización tíim in c cn,e) ;eílpdoi síü vage. Muchos individuos, á fuerza ile s e r lib re ril ¡pq todp, y do tropezar con la libertad de los señores dej te rrito rio ,.d » Ja indus­ tria y del com ercio, quo ni quieren darles lrab ajp n i,co ii que su b ­ sistir, se vún obligados á alim entarse d e raíces cruda?, y ,á vivir rn hediondas pocilgas, am ontonados y conrnndido».lo&dqs.fiox.os, no pndiendo sa lir á la calle p o rq u e se hallan la m ayor p n rte p c c o menos qne como sus m adres los parieron. Conocida su religión, sus leyes ciYile&y su economía,, ao pue­ de menos de se r la civ iliu cio B in g lesa.jU tl co ru q n o s la p in ta n , no los que la lian estudiado en sus paseos, y « a pus e»poiicrónes, y en sus salones aristocráticos, y en la elcgaoci».de a n sv irin s, sino los que han penetrado en el fondo do la sociedad. > ■ Todo es Qccion, todo m en tira en In g laterra. Sn boeiedfldsé funda en imn contradicción, su iadiyidi)alisiuuea o f i n i v - i" .1 1 Por eso, destruido m oralm ente el hom bre, qup. se lia qijedado sin la conciencia y sin la esperanza de sut>,dostinosr d j$ tn iid i ta fam ilia, destruida la sociedad civil y destruida la religión, no hay tí

— 40G — rem edio, <1 la Inglaterra ha
— 107 — tram os, como es consiguiente, mas cercanos y al m ism o tiempo mas apartados de nuestro objeto. El hom bre, que no habiendo alcanzado sil personalidad, rompo deBnitivaoipnle coa s u fam ilia, ge baila sin sab er donde volver los ojos, y lodo el inundo lo abandona. La m ejor recom endación que tenem os es la que no9 presta Ja fam ilia. L as fa m ilia s que no viven en la unión de todos sus miem bros y particularm ente de tas padres, cuya autoridad y cuyo respeto, 4« la m ayor g arantía de un ion para los hijos, hubieran sitio bajo el urden p a tria rc a l p u to de esclavos las unas p ara con las otras; ahora son pasto de disolución de Ja casa, y los hijos, hallándose prostituidos en la falla de dignidad de los padres, ¿qué podrá es­ perarse de ellos? Las ilaciones, Jo m ism o que los individuos qué uo viven ¿ la som bra de la autoridad civil, ó que la autoridad civil no tus pro­ tege ¿ lodp9 equitativam ente y cgn justicia; los que pt^r nuestra ju slici? .y por nuestro am o r, solo negativam ente, ó por oposición, vivimos dqotro del catolicism o, m ientras no salgam os de esla con­ tradicción, dando fuerza al principio de autoridad cu la triple unidad de sus m anifestaciones, jaméis llegarem os á constituir definitirii.m«nj.e oi n u estra propiedad, ni nuestra familia, ni nuestra libertad. Ni la reacción por sí sola, ni la revolución, pueden sacarnos d e este atolladero cu que nos encontram os sum ergidos. Cuando la sociedad está enferm a, algún alivio será qne cam bie de pos­ tu ra ; pero por m a s que nos reaccionem os y nos revolucionemos, tu ¡en tras al hom bre, á la fam ilia, á la sociedad y á la ¿eligían, uo les dejemos lo que as «oclusivamente suyo y que p o r derecho les corresponde, nuestros sisLemos económico» se fundarán siem pre en la destrucción de la propiedad p o r la propiedad; nuestros sislem as políticos en la destrucción de la lib e ra d por la lib ertad , y nuestros sistem as .filosóficos y religiosos en ja destrucción cons-

— 408— la n to 'd é u n a sc re e n c ia s por oirás, viniendo lodos A p arar, á fiier^

23 de agolarlo todo sin resultado, ú u n ateísm o práctico, nacido del indifí+enltenío universal. Q ncfa fam ilia destruya a lh o m b re , ¿ que e l hom bre d estruya ü la familia y la «Irro m p a, ¿qné m as dá?unos pueblo* so ré n destmi pnr otros, y la centralización escesíva q n e nos ahoga, vA recogiendo h s in tereses, la vida, la m iseria “y Ja corrupción de losTiom breey (fe los p u e b lo se n los grandes capitales, dooUe lodo, en lam entable confnsión, k r tenem os am ontonado. L asn aaio * nes; no hnllirtdoseseguras las una» de las oirás, todos son recelos y deseonflaiizíw, no habiendo en lodas las cuestiones olro arreglo que fn' guc'tta. Asi pnes, n m edida que la lucba se engrandece y qne los males se m ultiplican, nos encontram os m as distantes de nosnlro's m tam osy d é la constitución civil y religiosa de-la sociu•lafl; pero por lo m ism o que loa ronloa se vienen acum ulando, no h^y mas rfcioéflfc), G q u e la cirilizacion católica deje (le ecsistir, l ó tita l es m iposible, tísica y m oralm ente im posible, porque eu ella pereceríam os lodos sin que ningtfflo de nosotros ni n in g u n a' sotiédad pudiera ta h u r e e , 6 que el m al, que se: desarrolla en la negación, desaparezca por com pleto; El mal nos conduceinevitablem ente á la m uerte. ¿Puede la m nerte ccaisLir sin la vida? Tanto valdría asegurar que el hom­ bro y que la n aliiraleia pueden ex istir sin Dios. La m uerto, en to que tiene de verdaderam ente real y positivo, y que lodos nosotros lo p a lp á rn o sle s u n a parte de las m as esen­ ciales de la vida. Eli la reproducción y rejuvenecim iento de nues­ tra p a rte Osica y de nueslra parle m oral, que nos trasm itim os los unos á los otros, ln m uerte es la m ultiplicación de n uestras fuer­ zas y de nuestTo espíritu en la m ultiplicación do la especio h u ­ m ana. Afirmar la existencia de la m uerte es uua contradicción. E s torito nllrulaf la existencia do la no existencia, ó afirm ar la exis-

— 109— loucia de la N ada, la cual estando io d o llc a o d$.JjvpKtiuui:i¡i de Dios, no se concibe que oxisla en ninguna p arle. , En un cadáver advertimos la existencia dol cuerpo-que per­ tenecía In iM persona, pero no encontradlos e u é t 4 la-persona á i|iiien buscam os. Allí no hay ma* que una fiam bra, una ligura , y bajo estos puntos de vista, m ientras la som bra v l a l k u r a no se. descom pongan con el cuerpo qna la tie r r a s * lo, traganA,. todavía hayexcelencia en cse cadáver. Ni una gola 4 e aguar se pierde eo esto m undo. Todu lo couserva la Providencia d a Dios. Si la m uerte existiese por si mi&ma,..seria* »iuo<.aulcrjor, cuando merwB contem poránea.de la vida. Eu lugar d c a v itu x a r la m uerte retrocede; do cada se r, cuya vida vá sqgaudo.cou &u iu iplacab leg u ad añ o , nacen m ultitud de sores, y la vida, donde.todo ne conserva, se v& engrandeciendo e n -la s generaciones, qjui. so m ultiplican, en cada ser ^ u e con la civili?at>i(>n Adquiriendo mas gradea de lucraa y de inteligencia; parque lo sh ijp s, no solo viven cuanto hay do- positivo en la vida de los p adres, Sitia que viven adornas so propia vida. Si locante ¿ n uestra ccaistencia individual uo podem os afir­ m ar la existencia de la m uerte, porque iuiplica conlradicoion; menos la podemos afirm ar tocante á una Eniúilia, tocante á un pnelifo, tocan!* á nna nación, to can te'á la hirnianiriad, la cual, conservando á los individuos y conservando los líedio* y las ideas que venimos reproduciendo en el tiempo y éh el espacio, alim enta ú las generaciones que v in viniendo con las que se lian ido y tas que se vdn. Si esto es la m uerte con respecto al hom bre y con respecto 1 la hum anidad,.¿qué será con respeqtq i Ip in d u jo , cq el cual np puedo haber variación niuguna como, no la hay on la naturaleza de Dios?

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L a m uerte es el principio, de uua naev^i vida. MorimDS para

— 110 — resucitar- ¿De qué p u ñ e ra morimos y de quá m anera resuciItim os? . Los que m ueren en Jesucristo esLin desltn ad o sá resu citar los p rim eros á una vida inacabable, últim a y soberana sanción de h a­ b e r arreglado todos n uestros a c to s 4 la s prescripciones de la ju s­ tic ia y del a m « . Los tjiw traducen su vida en heohos de am or y de ju sticia, en ose. am or y .e u esa ju stic ia los encontrarem os siem pre. Uan hecho un cam bio de relaciones y han asegurado «u n uestra esti­ m ación, en ostro am o r, y en ni am or y la ju sticia da Dioa, uua vida quo no Mena fin. P ara los ju sto s m orir es resu citar. P a ra para los qyc en su individualism o se separan v o luntaríam ente y en usa d e una mol entendida libertad 4a U>os y.del am or y do la-jufi|icje:qtfe«n Dios nos debemos las uuob ¿ los otros, la m u erte, de tpiuppral qne es en eLórde» da U naturaleza, se con­ vierte en etern a eu el úrden so b ren atu ral. ( Quuremes.isMscftr la vida de los grandes m alhechores, do los grandos hom icidas, do los grandes Uranos, de los adúlteros, y de los idólatras; que tan repugnantes son á n uestra ooucieucia ca­ tólica;, ¿dónde l» encontrarem os? ¿Viven en nuestro cornzou? Si es asi, seguram ente que lo habráq emponzoñado, si reproduci­ mos algunos de su s hechos, dejándonos o eras Ira r á la m uerte, de la cual, en esta caso no podrem os escapar; pero si no es asi, esos hom bres juzgados p o r sus liechos, serán 3¡empr¿ unos réprobos para nosotros mismos y m ucho mas para los que se hayan engran­ decido y se engrandezcan en la ju sticia y el am or, por los cuales á q u ts lra ves irem os siendo juzgados. La sociedad, queriendo realizerse cada Tez m as en la justicia de nada a n o , p ara lo cual no tenemos olro norte que la religión, tra l* de desech ar p o r su s leyes, qne son, 6 deben se r, otras lautas garantías individuales, ¿ todos los ladrones, á todos los homici­ d a s, i Ipdos los fornicarios, á todos los adúlteros y á lodos ios



idólatras, feepnltánftotas á lodos, hasth donde a te a o s te su* fíitfrzas y su ju stic ia , en Jas tinieblas esterto res, ñ On de que no se re produzcau co las regiones de la sociedad. Pnes trien; lo que la 'sociedad hace en lo tem poral, cuy# do­ minio no pasa de a q u í, la religión, qn< abraza lodo lo q u e en el hom bre hay de eleruo y do in m o rtal, lo verifica en lo esp iritu al, estendijados* ¿ todas ta s esferas de la T¡da, p o r q n e todas ellas, desde In venida de Jesu cristo , se hallan como hemos dicho, bajo «a inm ediata jurisd icció n . La m uerte eterna, rechazarla p a r los filósofos m odernos, no puede menos de reconocerse desde el nvouicnto en q u e se afirma )a inm ortalidad. Adm itiendo, eo u to n o p u éd em en o s de adm itirse, la existencia del individuo como responsable de los actos de su inteligencia y de

bu

vida; reconocida, en una palab ra, la k y de

libertad que no es otra que la ley m ism a de ju stic ia , ¿cómo se rehabilita ó un hom bre que hasta por su c o m o n y por bu p ensa­ miento m uere en la impernlcticin final? Todos d a n a v o rrecíiázaIremos le m em oria de este hom bre, que líos ha herido graveáron­ te en nuestros Intereses, en nneMra honra, eu n uestra Toma, en nuestro pensam iento, en nuestro corazón y en toda n u estra vida; porque este hom bre ha m uerta fuera de nosotros, fnera de la so ­ ciedad, fuera del am or y de la ju sticia do Ditos. Lo mismo sneede con las sociedades y con la s civiliiackm es, qne Itabieado llegado, como (¡récia y Roma, *1 últim o grado de depravación, han dejado de existir. Cada d ia nos separam os m as de « tías; cada d ía re­ probam os mas el modo de sé r q«e tenia el hem bra de tas anti­ guas sociedades» con re la c w t i ta jnalhsia ad tjuirida según n u eslra f¿ en el catolicism o. Si así oblam os nosotros; ¿(finio tregaréinoe la m u erte eterna, Cuando rem outindoBes á Dios en qitieti nada perece^ e ste nb püede m enos, porque lo demás seria contradictorio, de e s ta r arrojando eternam ente de sn presencia ¿ lo sc o n trb d k L o re s de M bondad y

-

112-

<(u justicia, qué no han tenido olra ocupacion iii olro fui que «Irjir estampada toda su Yida en el lienzo abominable de la ini­ quidad? 1

i>i os poreco poca pena está* eternam ente separados de lo

presritciti de í)¡os^ i los dolores y torm entos qne produce entre jos padrea y los hijos, los herm anos r los herm anos, los hom bres y los hombres,, las naciones y las tinciones, u n a separación mo­ m entánea á calis? de no haber alcanládo los unos ui los otros tina cN islcncin com plots, porque toda negación d e : nuestra vida aulo sq concibe m ezclada de an gustias y de surrinúenloa que □carrean nu estra m u erte, añadid los dolores y (onnenfos que necesariam ente ha de Acarrear una eterna separación. La muerto c u lo que,liona absolutam ente de verdadero y posi­ tivo, es la sombrji, es e! cspcclro de n uestra conciencia, el castigu iiiovttatilc de los quo obi'au m al; y p ara los que obran bien; el com plrm cnlq, ln corona im perecedera é inm arcesible de la vida. Creemos haber llevado hasta su últim a grado de desenvolvi­ miento el principio Je autoridad sin la libertad y el principio de libertad sin el de autoridad, y el resultado ha sido encontrarlos á los dos niiatizados. sólidam ente el uno en el otro, sin Lo cual, es im posible que i lúnguno de ellos los podamos concebir eu el le rrbno de la hizon y de los hechos ¿ qué rem itim os á los que no ban sabido d a rte cuenta todavía de m aterias tan interesantes. 'Una dó laio lijeeio o cs quo se creen m ejor fundadas en contra d « Ja Telétía1; tí? q u e flobiemlo perdido la p u re ra prim itiva, ha re lefad d MkKtfoginasftf santuario de los m isterios, convirtiéndose dfl
S

— lio — pasan eorao m uy sabida^ de boca eu Loco, y iW nós cq'íintlo i 09 licchos h a lla n m as alto que nosotros. > Por eso, recogiendo la vida toda de la Iglesia, U nto en su unidad como en su indivisibilidad, en todas las i'prtr^ts de *n dcscnvolvtttienlo, podem os antes <Jc p asar mas a d c fá ii^ offrmhr resueltam ente: que lo que la Iglesia católica liq innl.i'do FiVm^rc, es la conciencia d é la esclavitud, la conciencia del vicio,' la con­ ciencia de nuestra indignidad, la cOnéicticíá rfel ateo, la deí pnntcisla, la del c s c tip lic o ,^ del deísmo filosófico u laH lel egoísta, quien, en su afín de Iterarlo lodo basta el estrem o individualismo, sunonc á Dios retirad o da este m undo, sa'ciilidó éu'corisi'ciicncin que este mundo vive sin Dios y el lifltnfirc stlí rÍ¿spó¿&aW|idnd, p a ra de esto modo poder vivir cntrfegaído fi siis gustos^' sin otro culto que el do su vientre y el dé su pérsdtía'y iodos bus t a . . \ m , .1 , . -I,;,; •. I| •. ; '•!' -.¡-I* ;i t i

puchos.

i

¿Ex¡3le la conciencia fuera dcíl calolicisriio? '^/"existiera no hubiera tenido este necesidad ifo c íe a rla ' exilio i n 'c r i ^ . t a s de­ m ás religiones y los dem ás principios anti-cnluticÓs, ío único que han procurado siem pre es quo los litim bres no alcancen mineó la conciencia do su dignidad, ói qtic alcanzada la piérlidii p ara rr,Le­ ne r nos clernninenle fuera de nuestro Dios y de nosotros misjifM. Una vez creada la conciencia católica, que ep

kiqiea y {a

m as grande qnc puetle h a b e r de nui^tjra^ dtgni4ad,i ¿puedaiconservarso en o tra parte q u e en U Iglesia? ¿C óiq? se .adquiere? m o se conserva? ¿Cópio u s a vez a d q u irid a . y sostenida p o r la Iglesia, puede traducirse en hechos q o e s e a u id refleja dflm to*Ira Té religiosa, exisUendu e sla a)cao delw d a e x i s t i r á n todos los. actos de la vida del hom bre y d e la vida do fa * ) efeíad? Todas estas cuesliones ptíeden m ln riM fi i i m f ' i é i íiflqita m anera, según las bases sentadas 'p o r to ' I^ lé sin /sc íe sen n io lv éa en nuestra civilización los priircipio^:dé autoridad y d c liBcrtad, 15

— H 4— unns Vdccs com batí dos y otras llevados en alas, cabalgando sobre ln rraecton y la rcvoluciuri. El campo que leñemos q u e re c o rre r es inm enso. Todas las soluciones ílc‘ la isociedad van envueltas en lo constitución definíti va' de esos «lo» principios, los cuales se ligan de una m anera iiiilisdliiltle 4 la propiedad, á la fam ilia, 4 la sociedad y i la re ­ ligión.



CAPÍTULO VII.

Dos grandes periodos, en Jos que se h allan compendiailna las seis prim eras épocas del A pocalipsis, se ab ren al p o rre n ir de la sociedad y de Ja Iglesia, Todo el m nndo antiguó se bailaba absorrido en el im perio ro­ m ano. do tal m anera, q u e e l hom bre se bailaba en M a s sus re ía e ipues altsarvido en et m unicipio, y todas los m unicipios, d estrui­ d a s p o r el derecb


— i! 5 — p rim er dia Je la creación se co lo c a r! eu el centro de la ¡jraude ¿poca (|ue concluye en ella p a ra d ar principio á la crcacíou Je la nueva civilización y de la n u era sociedad. La auloridad del catolicism o llega á su apogeo sobrcponiiiiidose á todas las reacciones de la atiligua sociedad. La libertad y la independencia del catolicism o llegarán tam bién i su apogeo el dia que nuestra religión se sobreponga, corno ucccsariameuUj habrá de sobreponerse á lodas las reacciones y ¿ lodas las revo­ luciones do la nueva sociedad. Lo que la reacción, siendo Hcvnda hasta el últim o vslrcmo, no pudo conseguir contra la autoridad de ln ig lesia, m enos lu podrá conseguir la revolución contra su libertad. La autoridad y la libertad se lian sostenido y se sostendrán siem pre la una pur la otra. Abreviemos concretando i los beriro* Muestro pensam iento. El restablecim iento, del paganism o y del judaism o que se in ­ tenta, no solo en el terreno religioso, siuo en el político, en el IIluHóllco y económ ico, á faerza de crueldades y de persecuciones, obliga á lodos I06 Celes á la unión bajo la ley del m artirio que pe­ sa sobre la Ig lesia, p ara organizarse en las catacum bas y para dispersarse en lodas direcciones llevando la Iwt {leí Evangelio á lodas partes. La unidad de la fé cristian a, enteram ente distinta do las cre­ encias del politeísm o helénico y de la religión do Moisés, queda asentada como b ase en el concilio de Jeriisalem . Los principios de auloridad y de libertad, si bien fundados y establecidos sali­ dam ente el uno eu el o tro, com ienzan, aunque vagam ente todavía, ¿ s e g u ir el rum bo diam elralm ente apuesto en q u e d a d a in io d a ellos ha de venir p o r fln d desarroH arse, |»ara abrsfcar eíilré los Jo s lodos loe térm inos medica de la pida do la socíedad, siti qtie nada absolutam ente se escapo do nna m aneta ú ‘e irá de sii centro. ! .........



1*0 —

Las h ere jía s do esla edad, no lieaen otro objeto qne restable­ cer las bases del m undo antiguo que se desm oronan á su solo co n ta d o con la Jglesia. Do la gu erra m aterial contra el cristianism o se encargará Roma. fc De la gu erra tnural sc eu c a rg a riu los Ebionitas, Nazarenos, Cerinto, Dositco, Simón Mago y los N icolailas, quo d o l e D i e i u l o fuerza organizada m alcría! de que disponer, quieren por medio de In razón, restablecer el judaism o en el seno m ism o de la so­ ciedad cristiana, lo cual, aunque negativam ente, ya as uua te n luja para esta, pacsto quo sus enemigos al contar con ella, la re­ conocen im plícita y csplicitanjeulc como verdadero elem ento de una nueva vida. Pero el esplritualism o do los unos y el sensualismo de los oíros, exagerado conm lodo m aterialism o que quiere p rescindir del espíritu ó como todo esplritualism o que quiere p rescin d ir de la m ateria son condenados por la Iglesia, S u autoridad tom a ci­ m ientos on eslas’uitenias declaraciones ó condenaciones; p o rq u e la Iglesia, qnc empieza & llenarlo lodo con su doctrino, con sus apóstoles y basto con sus solitarios y cenobitas, va sacando do ella m ism a, es decir de su mismo origen, que es donde está lodo fondo, la organi 2 acion y la disciplina, que sin v ariar on su es+

eu

p irita, procu rará acom odarlas al espíritu de los tiempos. La autoridad do los jefes de la Iglesia que se irá gradualm en­ te deslindando eu las leyes que no podrán menos de darse paro su constitución, y la libertad de todos los q u e bautizándose, s e ­ guían G elesi In ley de C risto, son las dos colum nas con que em­ pieza á levantarse, en contraposición á todo lo que existía, el cristianism o de los prim eros siglos. No solam ente losficles e n tre s i, siuo las Iglesias, por distantes que estuvieran las unas de las o tra s, se socorrían m utuam ente coa doñea tem porales q u e las fortalecían en el espíritu de c o n .

— 117— fraternidad, sirviendo de lazos de unión los obispos quo. se halla­ ban á su frente, y q u e, basta donde alcanzaban su» fuerzas, p ro ­ veían lomando de los unos y de los otros á todas las ncc&sidades de la nueva sociedad. En esle e s p irita , combatido por todos los poderes la tie rra , y defendido no solo en e l terreno de la religión, siuo eu ol de Jos hechos y do la filosofía por un San Ju stin o , un TerluLiapo y .un Orígenes, vuJvetnos i cnconlra^,baj» un campo m uebp u>as es­ tenio y personal, U misma solución cristiana p rim itiva do todos los problemas económicos, políticos y sacíale?» Lo Iglesia, haciéndose cargo de ln ccu traíied ad do l o s t i e n i p ^ sin a tac ar dire clam e ate la coustilufiuu pivil y ecpnóm ica del im ­ perio, ge recoge, como un libro que se cierra, para conservar to-* das y cada una de sus páginas en la couciencia .llnuisSuio do su fé, dirigiéndose el hom bre como «1 medio, m as.seguro de rehoyar com pletam ente la sociedad. El Evangelio es toda su r^iorza; por eso la iglesia cu m ate­ rias de creencias y de religión no lia icausígido ni transigirá nunca, no habiendo otraB c re c u d a s, que las negativas que pue-, dan levautarso á com batir contra ella.. Atacando directam ente tan soto á la religión de Roma, y nc-, gando á los em peradores del culto divino, p ara rebajarlos de la categoría de dioses que neciam ente habjpn usurpado i la cua­ lidad d e hom bres, do la que ninguno de ejlos podia escapar, «jos • cristianos, como dice T ertu lian o , form aban un solo cuoipo, por «qoo tenían la m ism a .religión, la m ism a moral y U b (pispia? es­ p e ra n z a s . S e reunian.pora r o a r en com unidad, y Jos que p r e ­ s id ia n estas reuniones, e ra n ancianos de acrisolada virtud, cuyo ■honor uo se lo debian á las riquezas, sino 4 la piedad y liu^nas

• obras de su vida entera..En la.Iglesia de Dios po se tienen en raad a las riquezas.* . ■Si en tre nosotros, añado el m ism o, logra re u n irse alguna

— m



■suma, en nada afren táo slo á la religión; pues cada cual co n lri«buye con lo que tiene voluntad, y 1 nadie se obliga á d ar un «úliolo siqu iera. Lo que de esta m anera reunim os, es p ara noso­ t r o s un depósito sagrado, y no gastam os nada de ello in ú til«m cnle: lo invertim os en m antener á tos huérfanos y aliviar á «los desgraciados y m enesterosas. Lo q u e no deja de entrañarnos • es, que algunos hallen ocasion de censura y vituperio eu n n e sa lro s netos de caridad. Dicen coa esle motivo: Ya veis como se «aman míos á oíros! Mirad como están dispuestos & m o rir por «servirse niúluam cnle! No es estrafio: les pasm a nuestra concor­ d i a , porque ellos se odian recíprocam ente. Como lodos nosotros ■solo icnento? uu alma y un corazón, hallam os un placer en hnn eer comunes nuestros bienes; y no deben seguram ente sorpren­ d e r s e , si n uestra caridad nos lleva á com er en com unidad, que ■nosotros llamemos ¿ egla comida a g a p a s, que quiere decir ca «ridad. Los pobres son adm itidos á n u estra m esa lo mismo quo ■los ricos: alli no se vó mas que m odestia y buena fé.» La Iglesia, como se vé, conservando el mismo espíritu p ri­ mitivo da com unidad, para dentro de ¿l d esarrollar su autoridad y su libertad, recoge para los pobres y p ara los huérfanos, tra ­ tando por este medio de establecerse en su independencia y pro­ pagar su ftí, lo cual es todo una sola y m ism a cosa; pues solo de esta m anera ha podido hasta ahora elevarnos en nuestra digni­ dad, levantándonos sobro n uestras m iserias físicas y nuestras m i­ serias m orales. No violentados, m oral y m aterialm ente, para que se despren­ dan absolutam ente de sus bienes en favor d é lo s pobres, como su­ cedía en la edad de los apóstoles, todos los ricos, antes de se r de hecho> ó en realidad, nuestros herm anos, Tendrán á serlo eu la fé de Cristo de todos los desgraciados y m enesterosas, quienes en­ contrarán en ellos ¿ los ecónomos de los bienes com unes con la obligación de socorrerlos, á voluntad, en lodas sus necesidades.

—119— A los Em peradores, respetados como Em peradores y i los Re­ yes como Reyes, tan sulo en su auloridad tem poral y eu su do­ m inio sobre los cuerpos, llegará un tiem po en que buscando la seguridad y atraídos por la exisleneia de una nueva vida, se lea verá co rrer como á I03 Rusos, á los Escandinavos y á oíros m u­ chos pueblos que solo vivían en la cabeza d e sú s gefas, á alista r­ se bajo las banderas de la cruz, atraídos p o r el deseo ardiento quo lodos tenem os de descorrer el velo de nuestros futuros destinos. Tero antes que contem plar i la Iglesia llena de su mismo cré­ dito para que sucedan cosas tan adm irables y porten losas, es pre­ ciso que considerem os al mundo antiguo, pugnando en el Ierren» de las ideas y de los hechos contra su misma disolución, viniendo de una m anera ú olra lodas las corrientes de la vida á term inar en el catolicism o. A m edida qne el im perio R om ánese divide, no siendo ya po­ sible olro gobierno que el de los m ilitares ó los elegidos por es­ tos, quienes pura conservar la unidad e n tre provincias lau dis­ tantes, no tienen otro medio que la centralización cada vez m as eaccsiva, ni otro recurso que las esacciones y la fuerza, la» licregias brolan las unos de las otras como por ensalm o. Todas ellafl quieren, dividiendo á Jesucrislo , que nos dividamos en nuestra alma y nuestro cuerpo, rompiendo las relaciones que existen entré Dios y el hom bre, y en lre nuestro espíritu y n u estra naturaleza, para que volvamos á e n tra r en lo que v5 dejando de existir.

A los Gnósticos siguen los MonlauisUs y los Magos. Jlespues vienen los Novacianos, los Auli-tríuilarios y por Gn los Maniqueos, disputando todos ellos el terreno palmo A poltuo, y uo con­ siguiendo o'.ra cosa contra la Iglesia, sino el que esta en la su­ cesiva destrucción de lodos ellos, se defina mas claram ente en sus dogmas y en la verdadera doctrina. Las cuestiones teológicas absorveu toda la atención de los primeros siglos del cristianismo, durante cuyo liem poel imperio

— (•20— romimo, 'habiendo entrado en el periodo de la decadencia, cam i­ na á pasos agigantados i su propia ruina. t í despotismo de los em peradores, á m edida qne la autoridad se les esrapnba de las m anos, y que los pueblos se iban quedan­ do sin gente, diezmados por las luchas intestinas, por las ex ac­ cione?, por la avaricia, por la usura y por el furor de goces m ateriales, se liacin cada vez m as insufrible é insoportable. Ko'teniendo ya nada Roma que d e stru ir en el es te n o r, sus ínisnios principios se volvían contra ella. 'Desde Jiílio Cesar b aila Tiberio, desde Tiberio hasla Trajano y 'desdé Trajanb basta Diocleciano y Constantino, haj1 grandes oMsííioi que llenar en la existencia del im perio romano.

' Cua'ínlo él gran Constantino se presentó en escena á dejar moralmenle herida
— 121 — V en torcer lu g ar, despojarse üe las vestiduras pontificales que habian vestido siem pre los em peradores, renunciando á ellas en favor de la nueva religión, para que esta pueda vivir in­ dependientem ente de todir olro poder y de Inda o tra voluntad. Esto es lo que hizo Constantino, im itando en ello á los c ris­ tianos, los cuales lodos venia» en su conciencia «laudo desde J e ­ sucristo la prim acía al poder espiritual sobre el tem p o ril, .«obre cuyos puntos no podía leuer vacilación ninguna Constan lino, porque á uo aceptarlos, no hubiera podido alcanzar el imperio contra la m ayor fuerza pagana d& \l ajene i o st\ com petidor. Dos hechos ¿ cual m as ira portantes y quo no so deben nunca olvidar acerca del poder tem poral, ó de la qxistencia poljtica y económica de la Iglesia, resaltan de los datos que acabamos de esponor. iül prim ero es, que la constitución política y económica del catolicism o nació con la m ism a Iglesia, nació con sus ágapes, con su comunidad de bienes, con suá sacrificios, con el modo quo aconseja San Pablo de co rtar los litigios, y bajo este punto do víala, repetim os, la Iglesia, á pesar de sus vicisitudes y de sus persecuciones, nada le ha debido á Constantino, ni á los que mas ta rd e , por efecto de su conciencia ó de sn propio interés, la de­ fendieron hasta el últim o trance. La Iglesia se ha engrandecido y se engrandecerá tanto en lo tem poral que haga relación á su espiritual, como en su « tp iritu al que haga relación á los actos lodos de uuesira vida,' por la virtud que hay en ella desde que nació. Si no, ¿para qué dejarse m atar? para quó luchar? p ara quó com batir? P ara establecer un culto que no tenga relación sino con el Toro interno? Para in d i­ vidualizar n uestra fé y nuestras esperanzas como los pro testa ti­ les? Para a (ir m ar con los M aniqueosla existencia co-eterna y n e ­ cesaria de dos principios contrarios, irreductibles bajo el punto de te

— iaa— vista do la justicia y de lo conciencia? Qné poco conocen los que tales rosas «liceo á unes Ira sanU religión 1 El secundo liecho es tan im portante ó m as qne el prim ero. Roma ara ta cabeza de Indo el m undo antiguo. Dentro del im ­ perio rainauo i|ue lo abarcaba todo había brillado en Jesucristo la aurora de uu m im o din para ln humanidad. I'iim bien; habiendo p o n lid o M s re y e s de

dereaho,

m ienlraa

eJAfcAtf se vcrtUriibUj el PoiUiGcndo religioso, de qoe hasta enloncos, rn todas los religiones, se habían considerado investido?, iiiiícikLo mía jiiitoritlnd á «Ir», ¿qué pue^U» reservam os ó d e b e ro s resei'vnr mi n v so U v s m isin o s ú Ja ri'lig io a ? C laro es que el p r i mártir. J'UCtyO n tu sociedad que ludo Lo que es, y lodo |o que pitedi’ kim* km Iíi vida que hn empozado, se lo de lie á la religión, cohicfirá al Argano que i esta represente eu el m as allu lugar.

Koiup, caber-a del m undo a alieno que había nacido y se h a­ bía desarrollado política y civilm ente en dirección contraria i Jerusiiltíiti, lem a iicuesariaiuente que abdicar eu Constantino eu favor de La preponderancia religiosa. Desde ontonces acó, nadie si no la religión, ha podido preva­ lecer dentro de Ilomn. Constantino lo comprendió asi ea el Lecho do fundar á C o oslanliriopla dándole nueva cabeía al im perio. Si éste hubiese coflf tinundo anido, el j6Íc de la religión h ubiera venido por grados y uaLu raimen le á ser el jefe incuestionable de loda la sociedad. Se b u n d íó o l imperio y se dividió, y todos, los unos despues'de los

otros, re b e la ro n y rindieron hom enaje al jefa de la Iglesia, por cnanto ninguno da lus pueblos invasores de Routa, vino á con­ quistam os para umi nueva religión, sino para un nuevo cambio en loe derecho» de la propiedad y en los derechos civiles y po­ li ü í » s de Job ciudadanos; p o r m anera q n e si uno de lo s reyes coflqmwtadure» hubiera querido consolidarse e a tto m a , lodos los

4vtO¿st too vertido* al cristianism o, heridos en lo mas profundo

— 133— da so conciencia, h ab rían Lecho a n u a s e o n trü é l como varias ve­ ces h a sucedido y no podrá menos de sacoder; porque asi como Ja Boma pagaiw llegó ú c en tralizar y i absorvor todos los des li­ nos del ajando antiguo, asi la Roma de los Papas nhsorvará al mundo m oderno, realizando los desliaos de Ib cristiandad. Para pasar de una liorna á o lra, ha sido preciso que el mnndo antiguo se disolviese lodo di en el cristianism o Irosla no quedar de I» so­ ciedad civil j de la saciedad económica que entonces exfolia, olra cosa que el hom bre. Una vez llegados á esta aliara que es la altu ra de ia religión, so ha hecho necesaria, como es consiguiente, la réconKtnicelon de la sociedad bajo lnises inm ensam ente m as ¿m plias quo la sq u e pudo dam os la antigüedad. Cuando la transfiguración de la hum anidad en el Papado se em pezaba á aproxim ar, todos Jos qne vivían lirtolfi los siglos I I y X , creyeron esldr locando el fln de los* tiem pos. Cunntlo un sucoso do inm ensas proporciones se aproxim a, como qtre lodos las cosas de esle m undo so verifican dentro de nosotros antes de veriflearRfl A la luz del sol, nos sentirnos penetrados de n n esp í­ ritu prófelico q u e en vano seria negar. Esto sheedia entonces; esto cabalm ente sucede ahora que to­ do Be hunde, que todo se desm orona, no pnditodósc nadie dar cuenta de lo q u e nos liene reservado el porvenir. Solo aQanz&ndonos en el catolicismo y ¿¡¿alendo todas sns evoluciones á través de la reacción y de In rcrolticiou, podemos le e r con exactitud lodo lo qne nos ha de suceder. La disolución de la antigua sociedad, parece rio h ah ér tenido otro objeto, quo constituir en sn m isma independencia la antoridad del catolicism o. En el Arden de los tiem pos liérnos visto que la constitución do la fam ilia, elem ento preponderante en el P a­ triarcado, precede á la Organizociou por nacionalidades' do fo'das las fam ilias y de lodos los individuos, siendo esta la p n e rla por

— 124 — dornte lodos los h em b ras y todos los pueblos entran en el catoli­ cismo. Las naciones bárbaras que no tenían ni siquiera nociones acerca de la verdadera consiilucion de la propiedad, ni ále la ra­ milla, ni del estado civil, ni por consiguiente da la religión, aceptan únicam ente de los pueblos conquistados la Té en la re ­ dención por Jesucristo . P rincipian, en una p alab ra, por donde el im perio rom ano acab a en ellas de concluir. E sla es tan adm ira­ ble como cierto. La estrecha relación en tre el origen do las ro ­ sas y s a propio fln, es tan exacto en filosofía que desde luego so eleva ú la categoría de verdadero postulado, 6 do verdadero acxioina. Para llegar la soeiedad A este punto indivisible qne separa en la consiilucion del Papada una civilización de olra, la pendiente es m uy escarpada y sem brada de precipicios, que son los preci­ picios de la historia, pues uo parece sino que todas las potencias de la tie rra , com prendiendo instintivam ente que ¿ todas los tnstiLucioocs soüíolos que vivían en ellas se les acercaba su últim o (in, se conjuraron para re sistir el cam bio radical que en las re­ laciones del mundo veiun do unlem ano b ro tar del catolicismo. Las beregias han sido siem pre las que prim eram ente ban ro­ lo todos sus fuegos sobro la Iglesia. Q uieren vencer en el terreno de la razón, reservándose para cuando sean derrotadas y los án i­ m os se bailen encendidos 6 irritados, acudir al terreno de la fuerza. JHaccdonio, Pelagio, Xeslorio y E utiquio s e presentan en la palestra. ¿ destru ir por partes lodo el cristianism o. Todos ju n tas que es com o se Jes debe considerar, form an nn verdadero siste­ ma an ti-cristian o , pero esencialm ente negativo, puesto qne u n i­ das todas tas beregias no podrían com poner una religión, ni falsa ni v e r d a l# * , p o rq u e ellas m ism as se destruyen y se niegan entrp Ri>

— 125— Destruido y dividido hasta lo snm o el im perio rom ane p o r un a m ultitud de pueblos que, en el oleage de la invasión, se suae*' d ito los unos á los otros, todas las reacciones contra el cristia ­ nism o, vienen por fin á concentrarse en Maboma que ip ile re e ile n d er el fatalism o con la punta de sn espada p o r los cuatro ángu­ los de la tie rra , y en León Isaurico, em perador de O rienle, e-l c u a l, favorecedor del arrianism o ó del monolftlisnao, tinta por es ■ los medios de qne el cristianism o se detenga en él* conteniendo el desenvolvimiento del Papado, p ara que no se levantase en su : independencia hasta la verdadera Iglesia, creando al verdadero .hom bre y A la verdadera hum anidad. Nos harem os brevem ente cargo ción que negando á Jesucristo como hom bre, Ira turón de restablecernos acomodado d ía s circunstancias de da la A rabia y del im perio O riental.

de estas dos clases de reac­ verdadero Dios y verdadero en una especie de jatlaisoio, la Iglesia y particularm ente" '

Nahoma enarbolandt» la bandera del fatalism o, qne e s la b a u - ' dero de la desesperación, personifica la m uerte dé nuestras alm as y de nuestros cuerpos; es la resurrección de un posado q ue care­ ce de vida y de inteligencia y que no puede discutirse. P o r eso, toda reacción es furiosa y desatentada, porque no tiene otro ob­ jeto que re b a ja r a l ham bre 4 la condtcion de las bestias; pero el hombre qne acepta esta condicion y se duerm e en sn indolen­ cia, es un verdadero m usulm án, sin otra ley, sin otras esperan» zas, ni otras artes, ni otra civilización, que la indiferencia de 9ri orgu llosa personalidad qne descansa en el « A /d escrito.» La ley del sable en que se constituyó el islamismo y que ptft sado el momento de su aparición no ha tenido ya fuertes ptfrit volverlo &esgrim ir, es la ley do la reacción bajo ciialqtrierft for­ m a que se njaniüeste. Los m usulm anes habiéndose estacionado e n s u infernó erigen, retrogradan.

La luz q u e despide el Cristianismo, m archando

— 120 — siem pre adelante, los ciega m as y m as. S e a ú ocho siglos les llevamos de ventaja; un paso mas en n uestra civilización católica y loa pueblos m usulm anes se b an d ea p a ra no volverse á 1e v antar. Pero por lo mismo que la religión de Mahoma no lie n t valor ninguno en si m ism a, con relación á la constitución del catoli­ cism o, tuvo uu valor ¡umeitso, ó por m ejor decir, d e actualidad, d u ra rte el tiem po en que lodo lo arrasab a coa la preponderancia de sus arm as. Los pueblos cristianos, dividido» profundam ente en t i m ism os, m as tarde ó mas tem prano hubieran sido presa de la f a e n a de unión y de voluntad coa que se presentaba el islam ism o. A u n a religión se com bate por otra. Es ín itil que toda la Europa reunida ocupe m ilitarm ente el Africa y el Asia; míen Iras los cnniUios quo en economía y en política les llevem os, no sean una consecuencia inm ediata en los pueblos conquistados, de h a­ b e r aceptado estos la religión de loa conquistadores, jam ás el Africa ni el Asia serán nuestras, ni se identificarán con nneslras ideas n¡ ccn nuestros costum bres, ni con n u estra civilización d e l siglo XIX. ¿Pero qnó religión lea hemos de llev ar si hemos perdido la fé en la que teníamos? ¿Qué sistem o político ni económico les llevarem os, si en lu­ g a r de liaber realizado alguno, vivimos en la destrucción de to­ dos ellos? ¿Aceptaremos sus sistem as, como Roma aceptaba los Dio­ sas de los pueblos conquistados p a ra que ellos acepten los nuestros? ¿Bajo
— i ‘27 — mundo conocido, necesita afianzarse en b¡ m ism a poniéndose al servicio de la roligtoo católica. lió aquí la (fue h icieran lodos los pueblos bárb aro s, p o ra uo se r abaorvidos en los derechos qne habían conquistado sobre la propiedad y sobre la autoridad de los habitantes dé los provincias del im perio, por la religión del Koran. A la organización de los sectarios do flfofaotna, corresponde en n n lodo el prestigio que por grados iba adquiriendo la S anta Sede. Solo 11 ü p¿so, solo n n a n u era contrariedad necesitaba para elevarse en si m ism a a l p rü n e r puesto de la sociedad. Esta oonlrartedad no lardaron en presentársela tos Icono* claslo*. á cuya cabeza se puso León Isaurico, el ctw l, como su ­ cesor de Constantino, lodavia creía lener derechos sobre el O ccideiilo y p a rlic u b rn ie u le sobre Rom a. El culto de las im ágenes fué abolido por loa enemigos de ía Iglesia (feto ac escudaban con el nom bre del om perador. E ste creyó «pío iba ¿ ganarlo lodo, destronando al Pontificado, para constituirse ¿1 en jefe de loda la cristian d ad , restableciendo el antiguo im perio ta l corno existia antes de la invasión. El caito de las im ágenes h a dicho con m ucha verdad un es­ crito r, es un libro siem pre abierto para los que no saben leer, •Son indispensables las form as y n a Arden 0|o p era m antener lo dignidad del culto com ún esterno y la d e los grandes actos re­ ligiosos. Como sim ples form as, no son parte esencial de la re li­ gión, pero locan de cerca á lo que constituye su esencia, porque solo revestido de form as puede llegar el elem ento espiritual hasta el hom bre sujeto al dominio de fus senLidos.» Pues bien; en el culto de las im ágénes, no solo existe el sa ­ cerdocio calórico y la independencia espirito al d e l,P a p a , sino la libertad del hom bre y la n aera existencia de las naciones cris­ tian as.

— 118 — /■, ^ o o w iliÍ 8 & < k todaslo9 faaaüiiTOen m>am¡soia ley de am or ó e o u o o m i m a ley njo^acriücio, ex iste en la adoracioo q u e d a ­ mos ¿ Dios velado en el sacram ento vivificante de la E u caristía y ¡enil&iqDftiprvpfer'itaftn d a n m ilo s - s a n to s , cuya vida ni» Je b e « a r a r dfljtjcm ploi porque se lian sacrificado en nuestro obsequio y en inuestro (beneficio. Abfttylo el 1C11U0 d a la s im ágenes, queda abolido el sacerdocio católico; abolido al .sacerdocio católico, L eón I&aurico y sus s u ­ cesores se lineen p ara sola sit uación los gefes do la nueva Iglel^ .4 iyWjila,¡par «l£l»W a en lanías iglesias diferentes como pucit.lw - JE1 juduiw iQ pur uoa parte y el politeísm o por olra, se bu» M ep m Lm4«.qUft reslablacert ¿peroquA decim os?¿cóm o seria bnrtiamdai] siem pre que dá un poso bácia alr^a,< íf,p4ríi.ia u iíir m#y9r e a rre ra , Do habiendo retrocedido PMOQA

4u -#u)rpha sollam o y acom pasada a l través de los s i‘ni'ii / «mi; i i

I.» ••

1

¿Puede el hom bre salvarse sin Ja-fé ó sin-los ausilios de la gf§cja?:3Wnlo .ViaMr¡^iiOotuo decir que el hom bre es apto para eg erg U ^ ilflílíft lasi v irlu d esciv icas fuera de la protección de Ja sociedad, 6Ín l^<¡Hal n o puede nacer á la vida de ciudadano, asi como «¡i* la reli£ioa.calóiioa no puede s e r reengendrado para Dios, , ¿P ugdael^hptnbre salvarse jsift las obras? Contestaremos con esla pira. p re g u n ta rla religión y la sociedad ¿pueden ex istir sin $1, hpm brerque es el objoto.de la una y de la otra? .jíí^y bptvbres, ltiego tiepe q u e b a b e r derechos, luego tiene qu£. Iiajbqr deberes, y fu era de es tos derechos, y estos deberes, bien ó p j^ ld ^ a id o s , ni.bpy hom bres, ni hay sociedad, ni puede h a­ b er |Wj¡gj<>fl. : i. ,i ( . Iffculra^ ee$i$U^ y se sostenga ea nosotros el culto católico de la s .iif lá g e n ^ '^ j jo ift^ ib le que Ja U rania se consolide, y es im tam bién q u e la esclavitnd ae restablezca como se h a re s-

— 129— UWecido en su brutalidad prim itiva en io sE stad o sG aid o si y eso qne l.os Estados Unidos so rigen p o r ios principios do la deaio* cracia. '• Las arles y las ciencias, q u e se tie n e n presentando con nn cará c ter reconocido de universalidad, sin q n e s e a v unobírtáflulo los fronteras de los pueblos, todo se lo deben al cristianism o. Snprim id el culto de las im ágenes y snpriro'ra la atfqoitactura m oderna, la escu ltu ra, la pintu ra, ln m úsica. ■ í,a industria perece sin el com ercio. Fui» bien; snprim ido el callo de las im ágenes, ne hay ínotito para esas largas peregrinaciones, a t para esas grandes festirid adea que reúnen e n tin o á lodos los p n eb lo scircan tretin o s y& lodtt. la cristiandad en Jernsalem y Bom a. Los m ercados pAblioos; las ferias; el arle de bien decir y de bicit p a r e c í r / y do bien tratarse, U com paración de lo bueno á lo mejor-; ¿de d ó fld e tra e s v r oríftétl sino de eso c aráclcr cosmopolita que el catolicismo viene derrü m ando en toda nuestra vida? "■ '•1 Suprim id el enlto de las im ágenes, y supritttfc a f dátblicisnto, suprim iéndolo en todas sns m anifestaciones. En-unp a la b ra , sin el catolicism o, la hum anidad se vuelvo á d isp e rta r en iia d o n e l y en pueblos cada vez m as recelosos y desconocido^ los ano^parn las otros. « Sin ia ecsistcncia del catolicism o que vá indisolublenionle ligada á la sangre del Justo y d e Eos m ártires que nos han íe rrid o y nos servirán siem pre de enseila, no se concibe la relí^túB de tlalionia; siu el catolicism o no se concibo la h e r e jía de los' ico­ noclastas, que Favorecida p o r los Em peradores, para re c u p e rar la doblo potestad que tuvieron en otro lietapo, fué e l origen del c u ­ nta de O rioule; sin el catolicism o no se concibe la p arte que t o ­ m aron los reyes en el cism a d e O ccidente, brátaudo todas d& que la Iglesia de cada aacioD'faeseindepeffiKérrte del re s tó 'd e lftc ris tiandad, preparando e l terreno á lo s pro testan tes. Todtfs, de qMIi ti

— 130 — m anera ¿ o tr a , deben ?u ecsislencia, buena ó mola, a l catolicism o. Todos son hijos, pero,malos hijos de la Iglesia, dignos de la clor­ a n rualdicjon m ientras con ella no se reconcilien. Con l« reacción Mahometana y la heregia de los rconoclqstas, el catolicism o, viéndose repelido p o r todas parles, se concentra cada vez,m$8 en el Papado. Eco del sentim iento católico, fueron Pepino y C arlo-m agno, quienes despues do concluir con los enem igos de la Iglesia, ele­ varon al Papado un grad o m u q u e C onstantino, haciéndolo duefio de liorna y dem ás Ciudades qua han venido formando el p a tri­ m onio da.San Pedro. Desde aquel d ía el Papado em pieza A ocupar el prim er puesto de la cristian d ad . Cprlci-magno qucd^i consagrado .Em perador de O ccidente, uniendo on su persona el prestigio de una autoridad m as elevado en mientra concicnoia, cftnsugraudo como consograba su brazo ni servicio de la reügion, Dastó un pequefto territorio y ser dueño de la ciudad eterna qne le correspondía, p ara que cu esto poqueüa independencia, llegóse el,P ap a nAtltralm ente d s e r e l Soberano m ayor de toda la tie rra.

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P o r. este heobo todos los obispos, todo el clero y toda la Iglesia, llegaron i encontrarse libres ¿ independientes en su coñ­ ete ocia de jnis gobiernos respectivos.* Los fnndam enlos de la IplJwia útritvfsnl quedaban echados, ? el m atrim onio, la fam ilia, y el principio de auloridad civil, entraban necesaria m enté desde e ité momento en Un nuevo periodo de existencia. Para penetrar mas á ion do las reacciones que se babiao veriRciidir en la sociedad desde la edad de los apóstoles basta la ronstUucion del Pontificado, vamos en breves p a la b ra s ¿ estn d iar la forma de elección de tos obispos, la cnal nos dará bajo el pnntp,de vista del pueblo, ó de la libertad, la b á lb u la d e los acón-

— 131 — icciroícntos que vinierbn cambiando el niodoi dé s e r de toáos los hom bres y de lodas las naciones en general. Siem pre en la religión católica encontráronnos, como una do­ ble prueba irrecusable de la verdad quO hay en ella, (|u« su fiu es sem ejante á su principio y sil principio sem ejante al Di). Los dos eslreinos de toda idea y de toda realización, se traducen' eii la religión católica el uno p o r el olro. Veamos: En la Iglesia prim itiva, asi el clero , corto los obispos y al Papa eran de elección popular. Posteriorm ente, cuando la división y conquista del hüpériü por los bárbaros, los pueblos, habiendo sido' déspojádb* de SUS bienes y (le su voluntad por los conquistadores, nía) podrían con­ servar un derecho que era origen y al mismo tiempo risulfáilo da lodos tos dem ás. ' ' ' 1 Teodorico y con él lodos los reyes y em peradores, iiivádíé^Ófl á la Iglesia en este terreno y s'ifuieron por su propiá votuntad nom brando Papas y nom brando obispos.

'

Lo prim ero que atpii se nos o cu rre es prégiintaf; ¡fcókfo Tcodorico y los em peradores de Alemania que disputaron largo tiempo el derecho subre la»invcsl¡dora3 no se deelararoh asi miaraos l'onlifices? Es p o rq u e el príucipio religioso existía hiéra de ellos y al no m b rar p o r su sola voluntad á los obispos y A los Pontífices, nu podían hacor ni hacían otra cosa qno su stitu ir al pueblo. Una vez nom brados, todos ellos pertenecían 4 la religión q u e .« p ¿ iia •independiente de todos y so hallaba en nuestra co u cieiicu uia* elevada que el im perio y que la m onarquía. ; Además el sufragio universal que todavía se conserva en a Ir güitos obispados, p a ra la presentación de beue Ociados y de p ár­ rocos, lleva en la elección de obispos y de Pontífices la auulaciou de hecho de la Iglesia universal. Si la Iglesia estuviese concretada á mi pequeño p u e b lo ,'lá

— 132 — r e la jó n e h t r o k e f t c l e s t sus jefes espirituales,

do

podría esta­

blecerse, como se estableció originariamente, ¡sinoeD virtud da ese atifrúgló,-según e lc u a l .c i p asto r debe nacer e n l a Iglesia y p t h 1l ig lc ii* ;’á fin do q n e lo» Heles se encuentren todos, como refundidos tivuno; en su pastor. P e ra lto su ced e asi. La Iglesia ro compone de p u c b k s y de naciones diferentes. f o r «) prlntipío d*l sufragio uui versal, lodos los fieles, flbsoItttam oB lA todna^letoa concurrir personalm ente á la elección del soberano Pontífice. • ' írtatrjilfíjjiiffn Wn il r o í l Toda la vida de la Iglesia que­ darla agoiatfaiottta elección de P ostinees. ¿Cóiuo convocar á lo dos^loBipiudilofl y. 4 lD(Ja9 loe nacioncs? Y caso de se r esto posible, ¿itose harían interm inables todas las elecciones? Pero el resulta­ do, como no podrid úiobob, serin un cism a, mía división ituiverral. Cndbqmpllloi Bcgun el grailo do civilización en que se oueonti'OEOr BOffim iqlie n o ao perteneeieBe asi misino, sino i una clase, t nna ftflccion doitiirtadorn, ó á u n hom bre, uom broría un Papa diferente.'¿T endría, d erech o -¿so sten erlo c o a la s arm es en la ruano? ¿A «ijpl*riiv^ele^ido p o r ta m ayoría de las naciones?' ¿Dúud» eutonce8 «{iiérflariá « ¿ lib e rta d ? ¿Para q » ¿ lo servir i a sn sufragio? ¿Qttiétf, y de qrtc nmnfcra nos haria o b e d e te ra l que no hubiése­ mos elegido? ¿Dejaríam os á sólo el pueblo y el clero de Roma el derecho de e leg ir t i cabera visible de la Iglesia? ¿Y qué derechos tiene el pueblo d e Roma en el dia sobre lodos ■nosotros?



Pues bien; todas Iíb dificultades que hay eh el sufragio u n i­ versal y en quo losTeyes fuesen los electores, se fueron gradual­ m ente taa jan d ó desde G regorio VII basta J ’ank» 1 1 .Desde coton­ eas ao í ol Papada, s in q u e nadie se lo poada disp u tar, existo en

— 135— nuestra religión por derecho propio, con ariohiüiGr-reCimdideeii los cardenales todo derecho do ekccutK ; . ¡ •• El colegio d* cantonales forma U m á se le * * !* g e tfírq m a do la Iglesia. Todas las naciones, según su im portancia re m e d í va, han tenido y tic non sus represen t antes « i « e l e colegí».,.

:

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Pues bien: lib rad a la iglesia e u s a prmcipk» d<s aubor»La|l. <1 lo que es lo mism o, en sus propios fundam ento^, dó toda. d®P£fc“ dencia leruporalf ¿qnú relación cabe entra-la. independencia de la autoridad de la iglesia y la libertad'de> todos: los h o m b r o y de todos los pueblos? La única que puede cab er. ■/v. Librem os al estado eclesiástico dotada! invasión p o f parí# tic los poderes temporales; porque tu an d o nn esladoiovada á otroi

apropiándose de una juriádiccioa

ijucuo

roas que corrom perlo.

le corresponda* n » ‘lince ........... ..

. .1

Todos los m ales de la iglesia- vienen d e orpii:^ i

■,

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...........

Si la iglesia fnose: lib re en su acción,, como os m ilepandleule en la autoridad do sus Pontificas; ¿qué ea lo q u e rasullariní-U na cosa rouysoncilla, Quo los párrecos sa n a n presentados por &ua propias parroquias en personas idóneas y de buona9 costumbre** ¥ elor g id o sp u r loa obispos. Q ue los párrocos por durecho propio*.según bus móriloa y su antigüedad, A cupariau.lodas laa canangias». ex­

cepto las que se proveen por rigorosa oposicion. De osla m anera el Senado de enda Diócesis seria un senado respetable p a r s u esp erienciB, por su Llnslractoo y p o r la verdadera digoidnd ó in d e ­ pendencia de lodos y de cada una de sus miemblMkS.. Quitado a l poder civil el derecho de presentación ¿ó quién d e derecb» corrospondoria la presentación y el uoinbraioienlo do los obispos? d * ro es que la p rim era corresponden a. ¡al seuado.de,cada silla vacan ta, y l& seguuda á los P entifloes.

., ,

Ascendiendo a s i d e escala en escala h astaJgs Arzobispos y lg e C ardenales, toda la ig lesia, p o r toikjs los cam inosjise u o u c u -

-1 5 1 — tr tc o r ic c r tt r t d a e r ie l P n p a , y cl Popa se encuentra d¡ftindfJo y afianzado en toda la iglesia. El Papa ,d é s flc q h e logró colocar sn autoridad en el puesto qno le corredptinffia sobra Tos cam bios de los pueblos y «obre to­ das las virtudes y poderes de este m ando, se b& considerado, ooúto ño puede mentís dé cortsidcrarse, el prim ero d e toda I» igle­ sia. P e tó cbtnM odb lo que tiene y qne lia recibido de Jesucristo, no lo'(tañé p n rt sl, íhio p ara los dem ás, d quienes les debe d a r e r ’ttfto *iri tr& C ííaf pitra si cosa n in g u n a, es re rd a d e ra n je n te e+ últim o enlrc todus nosotros reunidos. Nadie en este intuido, en ninguna época de las pasadas n i dé­ las venideras, bn podido ni podrá decir lo que el Papado, al c a ­ lificarse proftHicmncnte en toda la verdad de su esencia, dijo de si m ism o: siervo de las siervos de Dios. Rebajarse tanto, 6 rebpjarse hasta el estrem o para rem ontar­ se en su autoridad á la ntnyór a ltu ra , no lo puede iiacer olro si­ no el verdadero rep resentante de Jesucristo. Hú ahí que el principio en que se asienta el Papado, no es otra cosa que la con6ecnencio últim a, necesaria é indeclinable del de­ recho prim itivo do elección, Dentro de la ley general de la iglesia, discutida en concilio siem pre que baya de innovarse la disciplina, ¿tfué n u j puedan p relehder los obispos que g obernar á su s diócesis con eutera independe nern? y en uso del derecho prim itivo, que es impostblfe n eg ar á los pueblos, ¿ qué mas pueden esto s p re le n d er que ¡n te ríc in r en los'negocios d e lo iglesia» tan solo en la p e ­ queña parte que á cada uno toca en p articu lar, siendo en olro ca­ so. el sufragio universal u u a negación absoluta y com pleta de la independencia, de I4 libertad y d e tos derechos del pueblo ? j,\e$.uem eu M a s su s p arles la cuestión de autoridad que es la.-primpra q u e se presentó en J a iglesia y que term inó e a el eslableciuúcitlo é ipdepend#Dcia d e l Papado; ¡ cuAnlo cam ino le n e -

unos todavía desde e#ia.punió q u e añ ilar p aralleg ^r ^ pendencia y á la libertad «le toda la iglesia ! XI P apad o os el pupta interm edio -entre la sociedad qu$ mué* re y la iiueva sociedad que n ace. T autos inconvoniguLes hay p»r ra m orir como para desarrollarnos en la nueva vida A.que .nace­ m os. La revolución yá ¿ re p ro d u c ir contra ía igle^ia.los.m isqios actos que acabam os de v er producidos p o r la coacción. Siem pre cam inam os del principio alJUi 6 del Cu al prm eipip . a p o r q u e o os encontram os dentro d e la única.y d e .la verdadera, religión* 4 ' m: . I

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c a p it u l o

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L o q u e la iglesia venia á re a liz a r ea este m ondo, o u y a re v o latio n la tuvo el Papado a l q u ed ar constituido err l&,plenitud de mi auto ríd aJ, puede resu m irse, según un espritor alcnutn, en tre s proposiciones independíenles las unas de las o tras: « santi­ dad y unidad de la iglesia p o r el Papa y bajo en dirección: li­ bertad é independencia de la iglesia y de cnanto á ella se(refiere, con respecto al p oder tem poral; y subordinación de este a!t ospjritn al en Icr que hace á la m oralidad de áuá acto i. • ‘ " 1" «Í/B ¡deade Gregorio VIT, dice Sf. dé fia listó iié en 'íá vifíá de Snti Bernardo, es la gran idea eatdUfcñ :lü Uriírladdtrtoi p M tíóhn sistia en cato lizar al nm ndo, haciendo rp iesfl!rénhlerdn ’kfdttSltá

— 45(i— jftd tM * M ü M -fcrfiJfpria eclesiástica, -ty ín m isio n te n d ia á re* g en erar, p o r m edio ite la a c o io fl d e l ' Pontificado-, por a n a parte Ja p o te riti* espirit«a], y p o r o tr a o i poder político á fin de nrm oM tfartaeñiitM íeA tró co rau ti.*

i Esta gráado y m lg n td c a idea q«e «s'coinBD á lodes loa P o n ñces que han eotuptenrfido s n 1m isión providencial viene trope­ zando basta e ld ia cun-el iocun^Biiiente d c J a revotacion. ■ i ¡Poca tiieti; entra esta ro sp e c U w dependencia que üay esencialm ente d e un! órden á otro, del ó rd en económ ico a l político y d el político al religioso, ol cual ra d t& «n la p arte is a s noble y toas «uperí6 r d* úumu ;ci se r, cuál es la conciencia ú el convcncim ie n le r M ÍiBlevflutado en todos los tiem pos la revolución para que en ¡el oatolicism o^ea desin iid a U sociedad. L a re v o íu c iú » , no pudiando nada contra el catolicism o, al oünljfcbe'nuostra civilización lodo su vida, levanta igualdad con­ tra. igualdad^ ] i b a l a d contra libertad- y fraternidad contra fra­ ternidad f como tjp u d iéram os so r ig u ales, ser libres y s e r herm a­ no s dodoa m aneras encontrada». fcl Papudo, en lu. gran , id oa e n .q u e se-constituyó, nunca ha faltado da « a puestoi Todas las lu á tk d q s «ocíales, la deben lo que son. • Lft'prünerá uuidod d e n u estra civilización parlo de las Cruza­

da*. tfoi Imblesa habido, Cruzadas sino hub iese habido u n id ad r e figiesa ó Fohlificadot Las C rutados son la constitución del c ristHWÍírue cqa' ná*pedo á o lías sociedades en el principio m ism o 4#bii-JfuBvmvsiu c ic a n l o ra im posible marchar adelante. '-i • ! « . benefibio* do Ib* Crinadas nosspn bien conocidos. Sin &Bhftrge oígóme* totee e lite a l historiador. •En p n o ie rli(g a r liliraro u áilfi.E uropa de la invasionm osQ lm au a. Habiendo lomado lodos- parte en e llís , acabaron de cslableeerjaiguaW *d«ei6re«l Jjo m l)rt y la m u jer fundada p o r el c ristia iróibo' quft>lfcpfiedtiiúj B e l a t i n i z a d a s data d influjo de la m ujer,

— 15í — tra ta n d o bu e lla s origen la cflrtesftn iarailn d k rescaiq m tM abiap adoptó p o r ¿rijas é ios pobresv pnjt»fiéfciW o»la*r¿«ieu*fri«le'¿ P alestina, e n tre li s eqaie», "toaalleft»s h&apittlpB<»4lam&baí ¿ los pobref su s señores. 'E stas ¡dAaB.(f*ebniBtaiE»«ldiim4k3*pollim o feudalr jmgfcinlesc lodo « b a tie ra d a < la ^ ¿ n lfln e a m ilita* re» Hhre d a toda dependencia feudal* «m 'nvtfu y como ob se rrtd o r inm ediato d e i(Has f 4 a li citatiaudad re u n i­ d a. L as-C rinadas adem as d e « le v a ré in o p i a s oahaileaua«Io)>ten er de ellos hombrea y dinero; Icri cw aedian>cartavUotito,iilrt'loKJvoitólíos Insubordinados. Knlra los puelilos aft frcrcotinl/ibííi I m í t u detrcias liácia la unión, separándose co m o h a ra m m isy MfaiAiwtiigos los rpio habí ait peleado1ju n ta s e n laa.CraiadaSk Eluiohrtt'cio y la industria y la m arina se desplegaron e a ‘¡V « ie « ¿ v iG é n o m v Pisa, viniendodefcputs la lífe& A n w ¿ t» « p ta í- faocac elioom ercin (lel Nórte. La poesía. Ia& relaciones, >las- áct»s¿ay Jita icívfictAs si­ guieron el misotb im puta». V' la ig if 5 u , p e r flnv satofi p ro v e y ó del iam eoso influjo que h ü l i l t M l t f G n i u d k ^ é t i b l c a a lfó jg p lo Sun la Sede ol m o lar y di Macuto d e ln anionv Mnllsplitt* lo# m o­ nasterios y Fas earporecioaefl-rettgiosas, asihB ítoluotaiifta-deiA debilidad y del infortunio y precioso* retiras d«t1itU ol^,.m *cbo9 de los cqnles se dedicaron a l O cposiíhrios de los «onoQHtnerite»lÍinmbikiV'ifua'«owi.,R<>i»x>n y trasm itieran ü la s edades p o a te rfe fc s i» 1

í

." ;1it ii -n.-t»

Todos estos benefieios s frib s dbbom te oHPapai* |l t l repre­ sentante -do la id w caW lrci. A la ‘pergofñlfdafl q u e ^ .s n tu lie i* til

— 138— 'm ijc& nqutyubft pa al.ninDUo, re»ppotlia in terio rm en te ia lib e rta d qi(e, lulf 4|o$. |, < Es u iij fiochn fuera do toda, duda que en el Papado se Irasforma el litnubre y se Ira*forma la sociedad. fo ije s los tím;cjíias que se rc p ru d u c e n la s uuas d e la so L rp s, desi^c pl t^tabreciniieulo do Ja iglesia hnstq la couslíluciou dell-’ niliva dcj P a ja d o , uo licueu uLro objeto que cuutener el, desen­ volvimiento del catolicism o, m anifestándose lodas ollas en el te r­ reno do fttf teología como uicdio de invadir despues el lerreno de la realidad.

.

,

Las quo se producen despues de la constitución d ti Papado, todas tienden a p recip itar el desenvolvim iento,del.catolicism o fi­ jándose principalm ente en la realidad como medio de h acer triun­ far la idea. Las prim eras se traducen por la? .segundas.y las segundas por las prim eras. Siem pre que heiuoii estudiado las ideas y j o s he­ chos de una reacción 6 de gnu revolijciou cu alq u iera, hemos e n ­ contrado, que rulroceder es av au zar, y que avanzar es retro ­ ceder. En esta contradicción pafpalile en que am b as se desarrollan y viven, es im posible que se conciba nada mas reaccionario que nna revollición y nada de m as revolucionario que una reacción. Las' prim eras beregias Ifalaji de d e stru ir p o r p arles al catolifcüoió; y jim ia s' coiúo qne se dan necesariam ente la m an? y bo

— 159— traducen las unos por las otras, qtoierdb dést rri¡iÍo en sií iiklíilid a ü ,' produciendo sos esfnerzos u n restaftailu diam elr.ilmuntff opnrslA ni tfiie se ppO|»ortían.' Lns segunda'» h e r v í a s ; han tratad o y tratan lié realizar pí>r parlé* (oda la ¡dea católica, y (odas jnntnk'A medida qiic se prodneen y se enlazan en tre si, nOanzíftdcpe eíi los hcrlíós tónintífiados, llegarían, si esto fiicse posible, á «tcslrtiii* eriteíainente d lc J tollcism n y á In sociedad. ''' Los Valdenses y Albljíeuses, q u e son lo&prtinferós Tiere^os <|ú¿ so presentan despnes de constituido el Papado, inlerpfclahdti él sacram ento' de la E ucaristía, prdtcrtden, 'íbcíids al"prln\er sallo, restablecernos en la comrinidad de bienes prim itiva. Estfibcrep-ia es lá cüutrapüsicioii mas grande que puede liaIietr á In autoridad d d Papado y la anulación m as ¡¿runde de los doco nigtos qift balitó lardado d constituirse en íu' iHdepcnílehciu de « ii personalidad. D estruida la propiedad p a rtic u la r fcÓMo quoriaii los V alilcnses y Alliiirenses, quedaba por el mismo hecho destruida'nues.tra libcrtdri, nuestro m atrim onio, nuestra fam ilia, y p'nr couíijfuíenlo lodo principio denn lo ríd ad : Q uedaba, en cnanto <)bpeii¿c'dc nos­ otros. déslm ldo el dosm á1 de lá Sandísima Trmíctnd y en el doema de la Santísim a T rinidad quedaba de kecüo y de derecho dea Iruido en stis baíns todo el ratólicisrao. Con los V aldenscs y Albigen^rs hubiera síiló preciso volvci* A Ins catacum bas á restab lecer la com unidad, no porqtio la com u­ nidad fipa el principio y ct fin de la Ig lesia, sino como un medio de cam biar á los hom bres colocándolos frente por freo le de una sociedad que sa disolvía por el abns’o de las riquezas y do lo$ pía* ccreB, produciendo una horrorosa m iseria entre los esccsos, dp sus crápulas, de stis circos, de sus bacanales y (lo sus o f jf ia í., Bajó este concepto la com unidad ¿fe bienes lia subsistido en la Iglesia basta ituéslra época, como cm itraposician al principio

Ja personalidad quo todavía subsiste basado en 1» coniinttfleiott de tos leyes «le la Roma pagana. E,«la contraposición entre lo que es propio ñ cada uno, y lo q u e nos es com an, dentro dol principio ité autoridad y del de li­ b e rta d , forma luda nuestra civilización y no desaparecerá b treta lauto que lodo» los problem as de la sociedad hayan sido resuel­ to s como corresponde. A estos obstáculos con que tropieza la Santa Sede para rea li­ z a r su pensam iento, liav que a ñ ad ir los q n e desdeel momento de la coiislttucii n definitiva de su autoridad, encuentra cu todas las naciones y pn todos los reyes de la cristiandad, quienes funda­ dos eu el derecho antiguo, que: vuelven á rep ro d u cir, resisten con to d a sa n a flicrzns lo independencia de la Ig'lcsia-y ln UDÍdad que esta quería introducir cu todos los E stados para en altecer la. ju s ­ ticia y consolidar la Tú, haciendo se n tir, como es consiguiente, un bienestar general en todas las clases p o r la protección quo la re ­ ligión las qiierín dispensar, eslirpando las h eregías y librando de la g u e rra i todas las naciones. M emorables son eu la historia las guerras entre el sacerdocio y el im porto. T ódas ellas 110 dán otro resultado q u e una série de trausaciones lm puestas i las partes contendientes por las circuns­ tan cias, transarjone9, en las euulcs, salvaudosieuipro la Iglesia la nnidttd d e sn fé y la inm utabilidad del dogm a, so b re cuyos pun­ tos no pnede tran sig ir, se han veuido m arcando, tocante & lo da­ m as, los progresos de la. revolución. £1 espirUu dti innovación es protegido p o r los rey es, creyendo poder cofl el dclrilitqr la causa de la Ig lesia y favorecer la suya propia, que es á lo quo leudiau directa 6 indirecU m cnle lodos los iaaovafjprcs. A y iclclj, qitc enseñaba que Dios no es lib re , como nnestros filósofos qlcm ancs y que obra bajo el im perio d e Ja necesidad, en cuya cBBó’la’iey'itc Ja tie c e sid a d se ria nuestro D io s y Dios no se­

-* 4 i — r ía olra cosa q u e u n eatc.creado sugelo á, todas las contradicciofles
L

Siu em bargo de lodo, el p rotestantism o, no m atch ütía nuéva creen cia, sino la preponderancia q u e lodos íos poderes lem poraJes católicos., y p ro testantes haa vejaido adquiriendo sofcrc el

—142esplritiial, siendo el Coi^ciljo d e T re n to 1»linea divisoria qn& m ar­ ca el tránsito de un estado de la sociedad á o lro . * Maliomn y Croju>y-ol s< encuentran am bos, el oqo m irando hácin atriís v el otrp m irando hácia delnute, a ¡cual distancia de . '• i . ' • ' 1 - *’ ' '■ 1' la verdadera constitución dol Pontificado. Loa Lechos de los dos, aunque en serilidn ¡m orco, vienen ¿ reconocer el m isuio priucrpio y á p a ra r al niisiun resultado. Malioina som ete aUsoluLaineule á su s creyentes á la religión del Koran. El protestantism o desalo á los suyos de toda ley. Si d protestantism o fuese una religión, tra ta rla de som eter á los hom bres por la lo y dal sable 6 por la persuasión, 6 unas m is­ m as Creencias, á un misino culto y & unos m ism os sacrificios. ¿mi .[• ' Cada misionero p rotestante, p ara s e r consecuente consigo • mismo, debe p redicar el ateísm o, el indiferentism o, el nihH istno, ó lo H(ic

¡¡jual, Ja libertad absoluta eu religión, en política y ea

ecotiontjd, esL¡jJj|eci«udo.la an arq u ía uuiyersal de todos los hom­ bres y tfo todop los pueblos. ¿I’cro qiiú posa será la lib ertad absoluta en religiou, en filos*» fia, en pplitic^ y un ecoupnü». cou respecto á m i hom bre, sino la esclavitud universal de la especie hum ana? Ante un propietario universal y absoluto se en cu en lrau des­ hered ó lo s lus dem ás h om bres. A nte el despotismo de un rey a fesol ulo, se em ;u íiiL ra u siii ninguna clase de. libertad los paehlos; AiiLe la absoluto eu cuanto li^y de fab o e a filosofía ó en religión, no cabcolr^ciísn ijua ^ ji&nleisuio ab sórvente, p u ra n ie u tem a terialista, ú purauiciita ,cs|)irilua], como e l
— 145 — nos de la Inglaterra, VolíeremOs, en el léiTchn écopuotiÁo, á ó e n p a r o ti de tus p rotestantes. Sin embargo» liauiendo resu ltar |n pnridnd quo ccsisto entre los m ahom etanos y Ins protestantes querem os hacer co ta Lar, que asi como los prim eros se estancaron en el hecho mismo do su r s lableaiaiienlo, retrocediendo ante el catolicism o como no puc» ilcn menos de retroceder; asi se hallan eflaikttádos los proleRluiilos. wáodotes tan fatales nnestras reaccioncs como riiirslras kjvd!liciones cu el term ino medio, eclécticam ente absurdo, de ininslr.i civilización, en que se hnllan colocados, y en el ciYal s e r i, u n poro idos tardo 4 nn poco toas tem prano, absrdntnm entó im jiosihlé p e r­ m anecer, porqué Imn de se r arrastrados p o r ol catnlicism o, aitn c» eonlra de sil voluntad, bajo la pena de p erecer.

Todo e l vnlur, positivam entehistórico, de fó * [i rotes t fin tes, e « l ü ' destrailla por ellos la prcponiliír.rnciii di; lo esftiritual so­

e n 1q u e

bra Iti tem poral, todo* l o r r e y e s iiiiliV tiiit a m c n li;, c o ñ d c f o n ilo 'q iie Ins bnses üc su autoridad se hahian qiiebrántiidiréh la cuncionciri religiosa de los pueblos, se hacen dAspolna d tísliltidt!' losánllaiíes del O riente, proclam ándose cada uno en sil hacroí) lie dtriehb ' i

divina.

Loa reyes q u e acogieron al protestantism o se ápreshrtm i íiilu­ dir & su poder civil la potestad esp iritu al. Vrtnn'pretfeñsiun! Des­ truido Ib religión on la conciencia del pueblo, qüeilílhá de Iifcctio y de derecho destruida la autoridad m onárquica. La Inglaterra que tu ro alientos p ara d educir las- consecuencias de los princi­ pios qne babia sentado, hizo lo q u e «Ha llam a su 'g fart revolu­ ción .E p isc o p a le s, Presbiterianos yB row ígtas; es decir, aflstócfjicia, clase m edia y pueblo, se reunieron en (Jroímvcl p ira lia^er subir 4 ta m onarquía las e sc a lé rasd el patíbulo, pe^jiijes, tpd#? estas secina que se han convertido fen otros laníos partidos, politicos legales, se han visto, en este mismo tcrreno’ de Ja ícgali^oil e s q u é ¿e bao estacionado, supeditada» T a s'ú n asá' la s o tre s , De

—m o ír é m a n iír a ló s

— rtiegntt toda esp ecie do eult® y

tofía ¿ crárq ú ta, d len er fncrzil p ara rc a liía r sn« ideas relíalo*»», ba'dléndrflas'csleTftWfts J itjdn la sociedad, s e hubieran la n a d o denodadam ente al com unism o. Todo cípfotcsIritilísrfK», en cuanto niega la suprem acía d e lo espiritual sobre )q te m p o ra l, queda proyectado en d cato llcifcaio. Cosa ra'rá poi* cicrfo! "Felipe TI y L uis XIV, estos dos p rim e rós reyes absolutos dc iiiféstrá fp n e a ./p ie sie u o n perteneciendo en su fd ri fí n tildad (Te TM na, y qife tomnu con tanto em píflo la deTéiisa He iiunslra santa ta litfo n , destrozando con s n sa rm n s á loa hahottíéíánó s q^itr sc x>rcscnlan en Lepauto atraíd o s por n u estras J¡v¡¿ioDOs;'csios tlrtíi Reycs que conlicncH ea su s Estados t o s e s tW¿ós ffe ía litíí'égía, 'llcvartdo Itasla los-sospechosos de h e r p e s al tribunnl de la Inquisición, se declaran politicam ente indepoudíchtés en sú' teíaiitoídl de toda oirá autoridad que no fuese la

su}n.

'''

LH Iglesia GíllreáHii'y l a ‘Iglesia Española, procu raro n levan­ ta r la c n b e rt," ‘ 1' 1 Grócin's á ía pttjahnl qñé contra los calúliros mosteaba el pro'teslaulísrao, f itie /é lrib W k a te tifjrd e O c c id e n te no Tina i tener el niismo rcsültatfti rftte d ’de O riente.

1 Lo y^V rtii^icddíú can I r ffe;6ucediA con respecto i la an id ad de esa mismo fé, cu cuanto los sistem as ^ l i l i c o s se ro ía n con ^ I h i Liii^ \ l V , nnó>'dé9fenídftiilc»se en im ita r en « l o d loa prolesfírtitásr,' i^etinli á n a r jfetrtrtWted de obispos presidida por el ilustre B6ysüél, 'bWf¿Stii!olMl C rt'rW tim en éd eelarar: 1/ q u e la potestad tem poral es independiente; y

2 ."

qne el Papa

do

es Soberano^ ni

sn ^ntdfiüatf abÁ ^bt^ ■‘til W a l í b l e s i n el coasentím ieola* d e la '^ " S V laí fglüslá1,' cArtio fiertitw dicho an terio rm eo te, h ubiera sido to can te*4 'lri-VeH(p¡tm y : á^ñS'CtjsáE fle la religión, independiente

»45_— en un todo 1^ leplporftl, d c s c c ^ i e ^ ^ # ^ plfS¿fUú.^ft.f')i.U¡pl# au to rid ad 'h asta la «uieisn cia fiel.pscJila.y,ilesítq, la c<mcicqd a del jiu eb lo alefáiid ü sesm o l^lácalas h a sU .e l Irouij.jPoiilifírlo. sem ejante declaración, repudiada p,or lo d o buen .^afólifO y de Ja qué pus aulorcs $» p ite p ia ü c ro o , jaqi.^s luibicra,pogttntr ,ü 3 » • • i ;. : ,. ■„/ , Fn esa declaración de independencia, que es una T erJídpra relro g rad aciu n n l paganism o y-nn^diwiiiifUpipo puf ,c^iií¡^iiicnlo do nncftlra Iil>orlnd, q u e q o e d ú dvbluincn^c,piicailCHiida oj dfsp<jIUnto de los royes y ik los podeccisos, se fuü^üi\.||ii>l<¡:vn l.-fpra legislar por si y a tile si y p¡»r* 3 |i(« d v ^ai^;i|c |tym ^;,pypip conquisind9>-queriqud9.sulior<JL¡|i;ir fy p ? .é, JjV’jlf* y a, con el oftjcto, como ál raisin ^ In 'n w n jf ^ l^ dp.nsL'giiirai. qn n neslra concieucia lodas «u» conquistas

duci^o

do Ib religión. , . . ...,{ ,¡, ...... Jcroboan uL re tira rse coB lag d ic í írib u s ^c.Ip g iJ,c?ljqo3. dcl pueblo de Dios, conservó ca la forma la religión de M oia¿3;.pcio o n e l fondo, el Dios que so in tro d u jo en,-el-,qu^yj»J<}iypJa¡qu^ e ri­ gid no era el verdadero Dios sino el Becerro de orQ., (() I . , Con^Napoleón hnhiera-quedado, dqsl,rjujfjM(pl, (^ l& li^ ra o , m nthf* mas destruido- q u eco o ,ifl La| lrepi^)iii^a de 93, por cuanto con Napoteon ta l pqi n ^ e s ^ ^ c i e q ^ p p ; ^ hubiera apercibido d e le a g a ñ o .a t qnq cp ^^ D j^o a ^ ^a zq n In­ do el .mundo sabio A q+ u é a ten . «l. • ,Iill • erse. ■ •' ’* * ...I M Mi jP oro qué linbiera sido de D cw üxev qu(i.(lQirn u ^ J r a |y i ^ ; i ^ ^ «pié d e nuestro por yen ir, qué d el» , «^LEi^ad d$ l ^ l f i l p i s , ^ ^ del catolicism o co le ro , sianpsnsaiuianJU i « •» * ■ !* ..V •• ••:!•..!■«•,, .(.O !,- :ii'i-n|ut.:! La iw oliicion so en c o n tra ria ooaJialfern(M;íi^clK< reír/pgfaflw' hasla el im perio Rom ano. Las consecuencias no podinn que ir borrando y.flflpriffiienffe to d a l^ . # uq»$ y ido, quq ^ ty fiin m Vínído adquiriendo en el d(»envolvim iento de: I* ^ I w i a . 19'

— t4fl. Poi.efro,

luíepna im posibiliílad de su realización, encontró

el prim er Im perio, como encontrarán todos lus que q uieran im i­ tarle,, un, dique ¿ su am b icio n ó la cual se estrellará ante nnestra QWKÍ«ncia catúlicit, que por débil y abatida que se la suponga, tlafá fuerta» n la. auloridad de la ig le s ia y la autoridad de la Iglesia tu» daríi fu e rz a s , ¡sosteniendo nuestra conciencia, para resistir, eaoia ró m p re .ha resistida hasta afro n tar el m n rlirio, sabiendo, como todos palicmns, que.los que m alau el cuerpo nada pueden opulr* Diio«lro:alinniEu m icslra voluntad, i ! P ara Alujar, twU«j estos docto*, q u e son los efectos tuas inm e­ diatos d«l P ro testan tism o , ¡jo pre&eula en la p alestra la com pañía de, Jokus. , . ¡Mur.bo pe,Ua hablado en sil contra v e n su favor. , NopoLros solníinüs .úuicamftnlc de ellos, que lidiando la ideo d s . q i i y de-saci'iíirio liaaU su úIlüiiu punió, aceptan a n ticipndaineiile la m uerte de su personalidad. Contra hom bres quo íe odiicmi dn uítu iuadot ¿qité pncdq la m u erte ni nadie contra ellos? Asi c.s. que despreciando lodos los obstáculos y Lodos los peligros, Iuk uqnios i los pocos años de su fundación in undar desde uu QSlrcMQ 4 olro toda la haz de la tie rra . Los lim ites de la Iglesia s e han « n sau d iád o con la predicación y el m artirio de loé jesuítas, Por ud lodo la dispersión, y p o r otro la concentración que el protestantism o provoca, cam biando lodas nneslras relaciones de sociedad en li tld a de la fglesi3 , son con respecto á esla, lo qne fas persecuciones'de los Em peradores rom anos, un medio nega­ tivo pero seguro de engrandecim iento. ' Los jestiilps lian nacido para el com bate, y no hay cuerpo al­ guno quo les pvcnlaje en su organización. Todo lo que se ha di­ cho contra ellos ea 911-m ayor lilulo de gloria. La verdad, la pura verdad, no J í. ep^fifiyi^flios, estudiándolos esclusivaiueote en si'

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7—

m isinos, sfá'o estudiándolos en los pM Jtcslanlu, i|'iif es c u rJ o lo í com prenderem os m ejor.

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Son los contrarios de los protestantes. LO fincosto* arriiibati,' los jesu ítas se apresuran á reedificar. La eesi¡ítenc¡a de loe- u n » está intim am ente ligada á la de los otros, sin 1111*5 diTurenela quo loa protestantes no habiendo nacido para la rinidai!, no puede# organizarse p ara (a tic lo ria , al paso q u e los jesu ítas llevan la ftc ¿ toria aseguraba en su m ísiua in stitu ció n .

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I.09 protestantes com ienzan dispersando JrtodM lasnaoioflrfs j rompiendo el centro de la unidad ¿¡itálico; P«¿r é! tii¡snio ^ é th o segregan á los pueblos del eeulro civil ¿d ég o liierrift cli Vjrte'bted ó m al se linllabnu constituidos; y por eso, no habiendo lirtdii áñ rcleucr á los hijos en Ja obedietícfa’de Tos piftréíi, irr .i lastalíigerea ni d los m aridos de g a ra n tir Síi uniun conyugMl1, hístaldst'Ioz&s de la propiedad y de la fam ilia quedan de hecho y 'd e dqrtfcíiok'elífi jados.

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Pues bien; lós jesu ítas, siguiendo una lineá dé c'ontlitcfd‘invci*-^ 60 á la de los p rotestantes, desunen, s í r li la^ nflcióíics’ih} S u s're ­ yes, pero es én cuanto en las mías y on los «tros puerta- Imber d é protestantn para v o lv eres á u n ir maá fuertem ente á la anloridad católica. Desunen y aflojan eu e l m ism o seutído los lazos de Jos pueblos con los reyes y de las reyes con los pueblos, loñ «lo la» m u je re s con sus esposos y d e sus esposwj f-qn sus m iigereiv ha­ ciendo lo propio con los padres y en n los hijos; pcro c.i p ^ra yol.j v e r á u n ir m as súlidanienU dentro,de 1* unidad católica. ^ ^ i t e r ­ bios con los reyes, á los lujos con los pad res y d |^s ^ su s m aridos. C abalm ente nara esto mismo fuprnn instituidos los 1 1 !*; ! . IT V* 1iT|J jesu ítas, Pero como estos lo aflojan todo cou el único y esem siro .. , • • ' ''I. . •. r~J . . objeto de sostener en ti u es Iros corazones y ep nucstm voluntad la sociedad católica (techa pedazos p o r i o s protestantes; yí&ítió1! ^ unidad católica no se concibe sljló'éu ia'il^róh ^o fü d ^ a 'fi^ iiifii^ bros de una fam ilia, én la übid ád n o ^ o ii^ ^ 'lÜ d o é ^ ó s 1 piíéRTos

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148-

en lro'si y da todas las naciones en general', de aquí el que hasta lo ap rylvsln n tcs que so or'rauizaron p ara h acer frente á los je­ suíta»,, les d tb e n ó estos el uo hab erse precipitado en. s u d iso laeion. Los je su íta s no son toda la ig lttia católica, s o ; son los sol-, liados avanzado* de su fe, de su cu lto , do su disciplina, tratando d e re fq rta r cu uuestra concienoia todas estas cosáis p a ra qne no tuviere entrada lmi fila la beregfa protestante. Sj lia habido tirantez, si ha babido prohibiciones, no son los jesuU w ¿q u ie n e s debe du acusarse, sino á los protestantes, quie­ nes proclam ando una falsa libertad las ban hecho necesarias. P o r lo dem ás, si la (iilueta encuentra en losjesuitaa nn seguro contrapeso, paira contener por toda clase de m edios, las fatales oopsec^oiicias de ia lieregia protesta a le, que viene destruyendo los fumlatiionloB do la sooiednd en lodos tos individuos, asi como, sabe condenar los errores de Jnnscnio «obre la gracia y el esclavo aivedrfo, tam bién sabe condenar Jos erro res de ¿Moliuos sobre la aniquilación m aterial de nuestro se r, como últim o grado de nuo^trn iierfer,r,íou, trusforinándose los nnos en los otros todos los e r ­ rores basta \ 9.iir ¿ te rm in ar, de negación <¡n negación, en un puro

Wktlwnp, conio.coutrapusiciou al S er ó á la relig ió n , i yuiou vo­ léalos debiendo toda n u c itra vida. Qu¿ buenos estaríam os que la Nada absoluta p u d iera tra d u ­ c i r é |uh- el S er, ó que el S e r fuese siem pre sem ejante á Nadal l}j uní udo real desaparecería p a ra d a r lu g a r al m undo d o l ^ s f^ b .r a s . ( P ar^ nbrevijir, fijándonos cu la filifteiou histórica do los Je suilag, en su principio y en su objeto, no podemos m enos d e r e eoiip^cr^ qun lus ro )cs,co n jiiráu d ase contra los jesu ítas, ellos mia­ mos liáii trab ajad o , tío p ara la.'destrucciou del catolicism o qud no puede p eracer, sino para la snya propia. Los úQciclopedistas del últim o siglg se eacarjuzarou contra el

— 149 — catolicism o, ha ciándole u n a cruda g u erra apoyados por los reyes, cuyos derechos ó regalías se esfo n ab au en ecsag erar. L a Inglaterra se liabia convenido en el cuarLcl general (te to ­ dos los enemigos de nuestra santa religión. La Alemania protes­ tante, es el arsenal de donde sacan su alim ento todos los atéismoa, lodos los escepticism os, lodos los m aterialism os y lodos los esplritualism os trascendentales y no trascendentales, qne decora­ dos Indos m alam ente cou el nom bre de verdaderos sistem as ra ­ cionóles, se vienen acomodando, en sus form as y en su estilo, A to­ do» los desenvolvimientos de la civilización m oderna, la cual, apar­ tándose m as y mns del catolicism o, so lia empeñado en edificar nna nueva to rre de Babel. La revolución se apoya on un hecho, qne m ientras no se des­ truy a en sus mismas raicee, será origen de nuevas revoluciones. E sto le o b o es el establecim iento del,protestantism o y la ¡nJopendencift, e u que á consecuencia del protestantism o, se licitan co­ locados con respecto á la Iglesia y i la aqtorjdad de ln Iglesia to-> dos los gobierno^ y .todas las nqcioijcs de la cristiandad. En.la persistencia de este hecho, quo avanza en contra del ca­ tolicism o, está fundad!) la espulsion du los je su íta s. Los jesu ítas fueron expulsados,, pero la idea católica que d eOenden lo» jesu ítas queda subsistente en medio de nuestra socie­ dad. Asi, en realidad, no son ellos los que se m archaron, porque paro m arch ar ellos es necesario que antes desaparezca A triun­ fe dcGnilivaniente el catolicism o; los que em pezaron & desapa­ re c e r fueron los mismos reyes y las m ism as clases que los espul­ garon; porque á niedidn que la revolución pal i Lien agota sus des­ envolví mienLos, pasando de uua evolución de la sociedad á o tra evolución, L? revolucion econópiica la sjg u e como la som bra al cu erpo, echando, ralees en ^

h ^ jip s tonsujpado^, w é jp irif

«Alo presente p v a ty iu a p s a i JqpQ í^enji1. I

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CAPITULO IX.

P ara ¿preciar debidam ente nuestra situación actu al, y que el ciiádro qne pYi'SCrtlamná séa completo» asi como liemos resecado á 'g rá h d ts UcsélivólVíinienlo
1ÍIÍO. E l hom bro, tflmesc en el periodo que se q uiera de civiliza-* cioo, siem pre es sem ejante á si m ism o. Las m ism as cosas rep ro ­ duce áunqhe con difercnlo fofina en Méjico bajo el im perio de Mblüzumii antes de la conquista, que ea la India, en el Mogol y qné én tiodaá p o rtes. L á fc ro e n d n s de pádblos lan distintos, que m achos han tom a­ do p o rd tírfistíritb orlj+énj p a ré te n copiadas las unas de la3 o tras. ElTón^o ‘dfe Ía í Véllglbiréá fcá itrio ipism o en todos los países. El

Creador, el destructor y ct reparador, be aquí e l ege en que han glrado Sierapre las c ie n c i a s dé la hum anidad, dando lu g ar, se-

— Í51 —

- * r . n gnn que eran vaciadas en «I panteísm o 6 en el teísm o, á la m ulli-

tiid de religiones contra las cuales se ha levantado la religión católica, restableciendo, lanto en la form a como en el Tundo, los verdaderos m isterios de la vida. La unidad d é la raza hum ana resatta eD medio da tan d iver­ sas creencias. P ero si de las creencias bajam os á las Lechos, nos encontra­ m os siem pre con qne la m isuia vida se^ttpimhjcQ en los hom bres de las zona» frígidas que co los de las zonas Abrasadas, consis­ tiendo nuestras diferencias, q u e casi podríam os llam ar esencia­ les, no cu la variación del clim a, que siem pre niodilfcu algo nues­ tros gustos y p n estra n aturaleza, sino cu los grados de civiliza­ ción qnc ttmis pueblos hayan alcanzado, roas qiie.Itm^li'Oji. l{ Cristóbal Colon, dando cuenta dot Uescubrí|u,íoiiJ|> ilu las A ntillas, vieue eu sustancia i decir, que los cuboiios cijftsljliiian uu pueblo sencillo, donde un se conocía ni el fuya ni c l ^ o . y , iyja aunque lodos andaban desnudos, se liaJluluta sin puiluiígo vesti­ dos de su inocencia y su candor. Pues bien: Iraspo ría d á los cubanos 6 tos bosques de la Germ anin y á los germ anos á Cuba, y tendréis siem pre en dos d is­ tintos clim as al m isino pueblo liijo todavía de la n atu raleza. Nosotros fuimos i a rra n c a r á los cubanos de este estado de inocencia y de igualdad. En el crim en y eu e l despojo les lleva­ m os la civilización. Los bárbaros, em pujados los anos por los o tro s, p a rq u e no cabían ya en los bosques, ellos m ism os, condncidos p o rla n io n o de la Providencia, salieron de ese estado de igualdad y de com u­ nidad prim itivas, p ara venir á castigar en flom a los gramlep c rí­ m enes, en que desde R4muIo y Reni(j|pú había desarrollad/) civilización, basta venir á p a ra r á n n periodo i naos tea i blp ,tk deca* d e n c ia y decrepitud. k £1 régim en m unicipal bahía dado nacim iento 41* ciudad de

I

— 152— R « n # ;3y éuraídtt'pof el dérocho de conqnista había dísucllo 3 to­ das las nacionalidades, cop»¡rliondo ¿ todos los pueblos en qtros tanlW rtH inicipios Independientes én tre si, p ara que la dependen-; ¿fe dftl Estado y el régim en fiscal que pesaba sobre ellos fuese ce­ sa "eradam enle m ayor, enloncesTlóm a encontró en ese mismo ré ­ gimen su espi ación y su sepulcro. 'E n fla ta situación fné cuando los b árbaros penetraron en el im perta. Los bárbaros, en oposiclon al régim en m nnicipal de Doma qne vviij^Hi A d íu trttir, no tra ía n 'o tro derrelin que f?l personal. En « l a parte losM rbD toá respondían m ejor ¿Lias realizaciones do ta eonrioncítí cnU'líca, que no el pueblo Romano, y esoqtic los tifirlinto*1 94 ’ertcoittrd han ctin respecto al catolicism o, e a el polo ofpueatoidft líi feivHirncIflii. tínhieiRlo Yuuído sobro liorna á c o n q u ista r una nueva pSlrin, y hablehri'o tttytM fe'tató Itoycsdélos veheirtosen todo aquello que nOsooprohld’Al detfecho personal que era en tre ellos invencible, el éSpiHtu de igualdad y de independencia, pudo únicam ente c ¿ r i^ ^ ¿ r s ¿ ¿n tre ellos, hasta qne la desigualdad en ln riqueza, Uatt)5 en sti aiJiífió 'i la desigualdad política, que poco á poco se fuó consignando

las leyes do cada una de las naciones que se

form aron á consecuencia de la conquista. Las prim eras distinciones «jue.se potan en estos nuevos reinos, aop e^trp Ijjs cop^vi&ladores y loe conquistados. Los,unos debian m ^ o d ^ y j< ^ f l l p » obedecer. Los prim eros debian d isfru tar de

tot^l^jáertcliQS, orso! caodiaioñ.de conq a islad o res, y los seg n ^ ^ i ^ ^ ^ ’.c o n d iq io a J e conquistados, no podían ten er g ira lejuqnelá rolunladdi: anm . - Bfitmdris «krtóca'jrera He laB distiociones^ y de laspreemioenc U aocfailerifjiBQrá preeisa-llevarla» hasta el fltt. Todas las cuestiones entre los b árb aro s sis decidían en asara-

— 1S5— b k a s pú Micas, á U s que acudían p«r. derecho.; pflopigi UwW; hom bres lihres presenlimlose-araiBílofi. El h u m h re q n e no sabe «onservar s u propiedad^ do ú u p o ^ iicr.la coudiciojws q n e le plazcan, siu q a e ln s puedan r«sislin los que Induljan en til; ¿cómo es Los, siu vencer este uhstóculocfuejiw afecta Un de cerca, podrán i r á d a r leyes 4 uiia>asaaibteapoJil|c¡i. leyes quo serán repudiadas p a r Jos dueáos d«;la rprairiqdad-counr atentatorias del derecho « i que s e lu lla n noasiiMMdtfstfEu una pa­ labra; ¿cómo sin d a r leyes ju ,ila» s0brfl.el m o d o d flo d q iiiriiy c iiu servitr y trasm itir la propiedad , s e p u te e n dtfrlt¡yp8,nuhru lu.Un: b erlndde los ciudadanos, coiiservaudo, Uni iH)lp jí> cudn «no en su derecho?

- ;. j . ....... . II Llegados lo sco n q u ialad o resá una taa'ílagrattlecoalrailicoltiii,, entre su modu de ser; económ ico, y su mo1k->d».Bat..ppm iu»l uo había rem edio, era preciso
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Hasta Siseitando los té fé s bdbiaii Efíilo elfe^fós 'poi^ Ü ltir' f lí’ naeion poda, liña rebelión de la údbleia, I c a ^ d l i i f e í í W f ta fli- 1 ba Sisenaudo, dtó á ta le el froua. h acieB iW b ájíird tfÜ ^ SrfiHLifi.^ Con ecle golpe do H ilado, Siseirando,

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peradores rom anos, y p ara h acer t a f u r e r a ttetadiurfar «á ftUI’fct-' m ü iak asoció a l trono. 4 su bi^o ftequiiuiro;iqiiedaüdo désdtinébto n ce s$ n cc n lrad o el d erech a d e eiectio p en-ilps tnolllea * e s U» obispos.

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Todo esto no ora mas que mía consecuencia indeclinable del modo de ccsistir que se le bahía daiiq ¿ Ea propiedad. Después, ya se salto la su erte que les cupo á la m ayor parle de lus reyes godos. Mientras la niminripiia fui: electiva, loa grandes señores, divi­ dido» en fraccione» y eii parcialidades, unas veces pronuncián­ dose cu abierta rebelión con sos vasallos.’ y oirás deshaciéndose de los reyes ¡»ur nindio del veneno y del puííol, jam ás consinlieron que esloe so levantaren p o r si mismos hasta la altnr» de la so­ ciedad, para librarse d
— l» á — L a* relaciones de un señ o r á o lro, eran relaciones (Te a la n z a 6 reíacioues de g u e rra . La desposesien violenta seguía inm edia­ ta raen le ¿i todo señor vcucido. ¡No ltabia m as rem edio i¡ue defen­ der su propiedad, y cu sil propiedad su libertad y su parte de au­ toridad á punía de lanza. Loa pequeñas propietarios alodiales, como los que uo lo eran, viéudoso aislados para defender su derecho contra lus señores que se vcihu rodeados de vasallos, y uo puiUcndo am pararse con la m onarquía, que carecía de fuerza para d cfcudcrlos.leniaii quo apresurarse á ceder sus bienes y sus persouas á los señores mas inm ediatos, para que ayudándoles eu la g u e rra y pagándoles el diezmo con lodos los dem ás hom en ajes de Ja ¿poca, cucontrason wi esto mismo ayuda y protección. Loa qne BO.sc apresuraban á afianzarse en estas sociedades de socorros múliios y de cródjlo que entonces se formaron , eran inm ediatam ente desposeídos por medios sem ejantes ó equivalentes ¿ los quo cila el cronista Sajou hablando de In g laterra. «En tiem po del Rey E slebau, (años, desde el 1155 al 115jj Jico, lodo eran disen sio n es, m ales y rap iñ as, por lo cual suble­ vados contra él los ric o s, construyeron fortalezas para sn defen­ sa , los llenaron de diablos del m licrno, prendieron &cuantos juz­ garon dueños de alguna fortuna t poniéndolos eu la cárcel para sacarles el oro y la plata, y les hacían s u frir torm entos inexplica­ bles. Colgaban & lo s u u o s p o r los pies haciéndoles resp irar uu huiuo iiituuudo, á los oíros por la b a r b a 6 por los pulgares, atán­ doles en loa píes cotas de m alla; sepultábanlos en calnlinzoK ljenos de sapos y de culebras, hicieron m o rir de ham bre á millares de personas; podíase catuioar nna jo rn ad a enlcra aja hallar eu la s aldeas alma viviente ni tie rra cultivada; y esta situación di^r¿ los diez y nueve uñí* del reinado deE sL obatu • Siendo cada señorío u n estado, tudep&iidienle.de los dem ás se ¡torios, y el señor n n gefe m ilitar y qn juez eu tad^ la e stén -

— 150— •ion ile su territo rio , no habiendo otra autoridad, m olra libertad tii olra propiedad que la suya, viviendo en él todos sns vasallos en relaciones negativas de personalidad y de propiedad, coya c ir­ cunstancia los coustituin, non respecto á su señor, en n n verdadero esUi-.Io de comunismo, al legalizarse sem ejante siste m a , tomando por Imsc la situación cu qnc lodo el m undose había llegado á eH•'unlm r, consideró, dentro de la imidad y de la gerarqtiín, here­ ditarios Imlas tns funciones. Asi pues, el centro lo constituían los reyes y los parlam entos, donde torfns los señores, re señ án d o se en los lim ites de «o te r r i­ torio eh lereclio de ncufiar monedo, adm inistrar ju sticia y m an­ d ar respectivam ente en sus vasallos, quedaron sometidos lo? unos á lúa otros, el inferior al superior, pudiendo en esle-Arden g e rá rquieo reclam ar los inferiores, la asistencia y pro Lección de los sn pcríorcs en recom pensa de In Tú ju rad a. Si vftinns il distinguir en este sistem a nnos principes de otro?, todos ello» se liullnn en revuelta confusion. F u era de Ja autoridad del Papado, qne ecsisíia aparte y como brillando sola en medio do la oscuridad de estos siglos de h ierro, !n gerarquia eclesiástica, la gerarquia m ilitar, ta gerarquín ju d i­ cial y la gerarquia propietaria, eran una sola y m ism a cosa. 1*01- consiguiente, toda propiedad, toda libertad, loda autori­ dad, escepto la autoridad de la iglesia, que es (interior y se sobre­ pone á todo, tom an sn origen en nuestra civilización del feudalis­ mo; porque el feudalismo es la últim a conclusión, la eonelm íon m aterial de lo que todavía conservábamos del im perio rom ano, siendo al mismo tiempo el priucipio de uo nuevo derecho, de una nnevn idea y de mtn nueva civilización, qu e, aceptando la f¿ de Cristo, venia todavía á lu ch ar contra sn Iglesia, luchaudo por la realización de sus nuevos destinos. Si buscamos el priucipio de propiedad en el feudalism o, lo en ron liam os confundido con el de com unidad. El hom bre per-

— 157 — i

tenería A fa lie rra , era sierro 6 esclavo del temiOo en el caal se baila vinculado. Eslo ern u sa consecuencia Jo la vinculación, Je la auloridad y de la libertad en los prim ogénitos Je las fam ilias, cuales, i so vez quedaban tan vinculados á las fam ilias y A la propiedad que no les pertenecía sino en usufructo, como los sie r­

lo s

vos A la tierra y á sn señor jiirisdicional.

Por eso el seflor feudal funda en s i, liajo el punto de vísta po­ lítico y económico, tina auloridad absoluta y una absoluto propie­ dad. Pero con respecto A los hijos, siervos


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cion 4 Ja hum anidad; ¿cnftl de estos (res feudalism os, caso de on poder prescin d ir de lodos d io s os parece qne sería «I mus pre­ ferí tile? Sin dl.'pula ninpunn el ile la edad de hierro. Siendo el pro­ pietario y el funcionan» público una sola y m ism a cosa, cubrien­ do el pneblo, h.-ijn ni punía de vista da la cconom ia, tina ilc estas dos obligaciones no tenia qnc pairar la o tra. P or coiwtgiiiunle, si bajo el ptmlo de visla de so s intereses estaban menos axaviailv? los cam p esin o s p o r precisión tenían qué ser m acho inas libres en política con respecto i aquella s o ­ ciedad, que no ct pueblo del siglo XIX locan le á la sociedad ac­ tu a l, ¿Qitá función pt'ililita ejercen altor» los propietarios y cap ita­ lista s, para quo la sociedad los ráspele on un derecho que es In negación do lodo otro derecho de propiedad que no sea el suyo, puesto quo 'para que ellos vivan de reído* se hace preciso qne los ulemas no puedan vivir ile s u trabaja, no estando com pensados, como no catán, los medios de ad q u irir, de c o n s o n a r y de p e rd e r la propiodad? P or eso el feudalismo de Ia edad de h ierro , como qne es el m as barato do torios los gobiernos que se han sucedido en su conse­ cuencia, es el m as aceptable económ ica y politicam ente conside­ rad o , porque es el que menos trt¡seria produce, y p o r lo- tanto es el menos corru p to r y el menos corrom pido de todos. Kl gobiornn dem ocrático, qnfi es la reproducción m as esterna qne puede darse d e l íisfoma feudal, llegando & la autonom ía ab­ soluta de todos los individuos, dispersándolos en sn libertad para volreríos i unir en manos de los etegídos- p o r el sufragio univer­ sa), es el m as caro, y por consigniente, m ientras no salgam os del feudalismo, ol meaos- aceptable de todos los gobiernos. El "oliierAo de la m onarquía obsolutay ol constilncjonaK mas 'H r& ita fo ssn sa aécion qne la dem ocracia, la ouat es de so n ata-

— 159— raleza nías espansiva, en cierran Ja realización de sus respectivos sistem as tlrulro del circulo de la nacionalidad. La dem ocracia por (*1 ronIm rio; p a n cusaochar sus liniil.es, porque no cabe eu oinguiui p arte, y para asegurarse d é la s dem ás clases.de gobier­ nos, enfrente de lus ciu lu s se coloca, nuces i la, do solo crear groodea ejércitos y provocar grandes guerras, sino d ar alas al espíritu do lib ertad , dejando sin trabas al com ercio, ú la inJiuLria y |i la especulación, para que la esploiaciou sobre el pueblo y só b re las ntcim ici no reconozca lím ites. Pero min suponiendo que pndiera s e r (inciden la dem ocracia; ¿serla por eso m as b arata? A dm itiendo los 'gobiernos absolutos j los constitucionales coDio elem ento principal á la aristu n -icía, sea dpi. territo rio é del diuern, lus cargos do concejales., ilipulodos y muchos..o tros, san sin retribución ningnua al p arecer, y como son sin retribución, la ley bnucn g arantías p ara la sociedad en la re a la jju t disJVula.ii los sujolo9 que los lian de desom pefinr. La dem ocracia, al elevar al pueblo en sus derechos políticos al nivel de las demns el uses, no puede absoluLnincnle dejar, u in guu cargo sin retrib u ció n , bajo la pena de negarse a si mismo, ha­ ciendo im posible que el pueblo, que vive d e su trabajo cuotidia­ no, ocupe los cargos concejiles y sea representante de la pruviu­ d o y de la unción, debiendo ceder lodos estos puestos, que son nada menos ijiio los puestos priucipales, porque sun los de los le­ gisladores, á. lu#que económ ica y por lu U nto politicam ente, hnu nacido enemigos de la igualdad y enemigos m ortales de la demo­ cracia.

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Las consecuencias de estas contradicciones que resallan e,n todos los gobiernos y i^ias p articularm ente cu la dem ocracia, en lu cual todos los principios feudales, anteriorm ente Konlado^.son llevados ai absurdo, las irem os sacando ¿ m edida que n uestra no­ cí edad, creyendo bastarse á si m ism a, y rom piendo coda v e i utas

—160— coqJol ^U>l¡«*w<»i.8,e prJ:t¡i)¡la'ea tos abismos Je la reacción r d ifJA .r^ o liííü ^ i. Siendo Un necesario el priucipio da autoridad p ara la

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bertad, «opip.^l priitcipio de libertad p ú a la constitución de la verdadera autoridad, nn su trip le mauifestacion de autoridad pa­ ternal, autoridad civil y autoridad religiosa, es seguro que si el ]iopibretDo.e3ULVÍeíc sujelg ¿ s e g u ir cu su razón los desenvolvi­ m ientos y las evoluciones de su propia vida, siem pre hubiera u^aicludo,|tc acuerdo consigo misino y con la sociedad, engran­ deciéndose r.es|icclivamenlp la uua por el otro. JjlL hom bre y la luunaaidud se vienen m irando como loa dos poloü, opifc^loft ilc Ib vida. Biri los cuales esla lio se concibe, y eu cuya arm onio y equilibrio so iio.Ha la regeneración de] hom bre, e | ^l^ lc cÍP ii^ ^ ,d t'JÍH ÍM v o dc la saciedad. y el triunfo, en loriáis 6UJ,portes, dc ia rflligitipdcl verdadero Dios, ^ a je íj^ja c iu ^ .üe la eüad feudal cu los hechos conauidmlus d£ yjqtancju, ^s |í| rjuü i|os viiá dar la m edida, sirrtúudouoa do b asf par,a |jppp|i-ar, lo» encontrados desenvolvim ientos de nuestra sociedad.| •„ .L a r^ficujpa y la^ revolución no desaparecerán, es imposible* que d c iíp ^ e z c a ^ , n ^ p n lja s el mundo actu al no qnede entera­ m ente purificado de las m anchas qnc co n trajim o s cu el origen de naesU ^ .P.iyiUzacKio, perpetuadas de padres á hijos fa&sta nues­ tros dias,

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el aum ento de males que son consiguientes d un

bec(to y se reproduce cada vez c o n m in o * justicia v u13s lu p ra .d e razoif, , S uprim id el espacio d¿ tiempo trascurrido desd$ el fendaliftqW b ^ t » li.ed ail uíoderpa; ¿qué. es Jo que quedará da nuestra socjg4a4? , - J£L cplqUeLsmo concentrado todo él « q , el Papado. Suprim ido ^ U ig le s ia e a c u en tra, sui estorbos d e ninguna cla­ se , la verdadera constitución de la sociedad en la libertad de Ui-

— 101 — dos los hom bres y de todos los pneblos, viéndose la autoridad de la iglesia y la libertad de todos los hom bres osctirecida pór la preponderancia en todo del sistem a Feudal. ¿Quién se opone en la edad media &la constilnciou de ta m o­ narquía? F,l feudalism o. iQ u iín en esa misma edad es «1 m ayor enemigo el d e stm e to rd e la propiedad y de todos los derechos def píieblo? El reudalisnio. 4 Prim eram ente el Papado, constituido en la independencia do su autoridad, es el que se encarna en la conciencia del pueblo; y ol pueblo, oprim ido como se enenentra por los lazos del feudalis­ m o, respira con Eíberlad hasta donde alcauza 1a faerza do la taligion.' Los reyes cobran aliento contra tos grandes vasallos por la hiiüma libertad que reciben del catolicism o; y pueblos y reyes, apo­ yados los unos en los otros, rem ontóodose sobre el feudalismo, tratan de crear, independientem ente de la ccsistencia c con Arnica feudal que servirá de b a se , la ecsistcncia política de lá'koctedad. El feudalism o y la sociedad política creada sobro la baso del feudalism o, form ando, d pesar de tra ta r de asim ilarse, dos cam ­ pos enteram ente distintos, se Eboa i en co n trar cada Tczipas npor­ tados en sus respectivos desenvolvimientos. La m onarqnia feudal es una cosa d istin ta del fend&lismofcn si mismo considerado. Al señor feudal no se le puede concebir sino d e n tro í c sus vasallos, dentro de $u Familia, en su mismo territo rio . Sacarlo de aquí, en la m onarquía, á una ecsislencia nacional, es c re a r fu e ra de él y encima de él, una autoridad superior q u e rOfacibnaVi de otro modo disliulo que él con sn m ism a familia y con s n í m ia­ mos vasallos, estableciendo ¿mando incnóá ila c io n e s dé resp*et'» y de igualdad de seflor á seBor, h asta te ñ ir lodos ásW-jiregAdíoá por la m onarquía.

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162 —

l o r eso resistieron tauiu los seftorcs feudales venir d p arar A este resultado. Por eso ln m o n arq u ía, para vencer lodas las resistencias, foé arrancando poco á puco ¿ los señores feudales, donde todos los principios de nuestro sociedad. se hallaban encarnados, prim ero el poder m ilitar, creando una Tuerza pública quo viuo A s e r la ba­ sa de operaciones, »¡n |u n ia l, el poder judicial y la acuitacion de moneda , uo hubieran pasado ¡i engrandecer á la monarquia* eu l¡tlc* ló n u iu tis, que llryi'i un dia en que el único resto do iuiporla u d u pidíiiuu de la (>«blezn concluy»'» con los parlam entos. to d a s «slM cosas jauiús las hubiera hecho ln m onarquía sin la ayuda dol pueblo, y jam ás «1 pueblo se hubiera librado del feudalismo sin ln conslitueiou de ln nionnrqtiia. El pueblo recom pensó á ln m onarquía poniéndose ¿ sn lado para m ullíplíoar su fu e r/a y> u poder; y la m onarquía por sn p a r­ to prem ió & los hom bres y á los pueblos que Ja habían defendido, ftlevápdolosá ln categoría de verdaderos señores feudales ó ilü ver­ daderos ciudadanos. Los grem ios y las c^fradias que;se forman en todos los pun­ tos, son otros laníos som atenes para d ar fiu del podar de los safiores, invistiendo la inouarquia Acada corporación de los mas gran ­ des privilegios. •

¿Uóndc iría á revolverse el antiguo seftor feudal, si la m onar­

quía había concluido por ahogarlo con el mismo feudalismo? A la propiedad. 'Llegados á e n e punto, tre s elementos distintos, el elem ento económ ico, el político y el religioso, constituidos, en caanto cabe, en sil independencia respectiva, van á disputarse nuestra activi­ dad, nuestra voluntad y nuestra conciencia, queriendo cada uno 'Aé ellos cotriplelar&e en la ccsistcncia d é lo s otro», cuyo estado d e cotias en cada día mas im posible que cese, m ientras no sepa-

inoB arm onizar al borabre y á la sociedad en la roligiou que os la m adre todas las arm onías. Contra la aksorcion del hom bre por el Es lado, el liomlirc ca­ da vez m as celoso de sus derechos ind i v i d ú al o s, se ¿ l i a u z a rá en ia propiedad, ecsagcrim lula e n (ales lérm inos qnc p arc /c a im pusilde con ella la ccsisteucia de la sociedad. De la prestación en frutos y del servicio personal, nace la am ortización, y cou la aniorLizacion los nrriciiilqf de ln tierra y J o s alquileres, para después venir & p arar al prústam n á itilcrós y á Ea desam ortización, caire cuyos dos es Iremos se d esarro lla la vida antigua y la m oderna de la sociedad, lw jo el punió do vísta económico q u e tanto iuQuyc en la ecsislencia de In política y de |a religión.

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CAPITULO X,

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¿Qq¿ es la economía política? La economía política y el derecho civil se confunden: de la] m anera que no se puedo baldar dé la una siu .h a b la r d e i níro» Si hay ciencia del derecho h ay cieacia dé la eaoflon)¡a:.f>aljlic a, por cnanto relacionándose am bas cou el bf^uLre, eHiC$Ho¡fs donde principalm ente hem os de b u s c a rla ciencia dtjl dPTC^P» J#»0 e s la verdadera ciencia de la e conom ia poli tica.. ,i

— 104— Por esoen imponible que paila oíos em itir n o juicio esac lo sobra iln Jjjstfiria y ios sucesos quo tienen lu g ar, si antes no estamos en posesión Je u n g iro s mismos, p ara ju z g a r de lo verdadero y de lo falso. Pues bien ; p ara que nues’ros lectoras puedan ju zg ar i nuestra c iv iliz a ría n en (odas sus portes, vamos d e scrib ir este capitulo,

Si fuese fu sib le, cu un momento dado, disolver los lazos de la booíqiM en trc jp d n s los hom bres y que en seguida se llam ase i eslos u n o p o r uno p a m ijtic s e esplirasen acerca del modo de re­ construir la sociedad, creemos firm emente que lodos en lo sustan­ cial se hallarían anim ados de un mismo pensam iento. .

Prijneraoicnle, al co n tratar sobre las bases de una sociedad,

tad¡os siii-dejar mijo, p edirían á la ley garantías para su vida per­ sonal y para todo lu que es inherente A ella como la propiedad y el trabajo. Aspgurado. el hom bre en si mism o, qne es la p rim era tcmdií-iuu d« muestro vida, tra ta rla do asegurarse de la fidelidad de li/L^uger, asi como la rnuger de la ü d eliJad del m arido, co­ mo ujeiUo de asegurar la eesístencía de la fam ilia, p ara la cual pedirj;) las mismas gnrputias, asegurando á lodos siu hijos eu lo presoiile y eu lo porvenir. En uun palabra, á fuerza de pedir g a ­ rantías los unos ref pecio de los oíros, ñus encontraríam os, que á fuerza de qu erer ase g u ra r nuestra libertad en la vida de los de­ mos, habíam os creado el verdadero principio de auloridad, ele­ vándonos desde el hom bre á la fam ilia, d*i la fam ilia á la p álria y de ta pAtria d la lium anidad y d Dios hasta el catolicism o. En la m uger ad ú ltera, en la hija estu p ra d a , en el hom bre íflKillero'A estuprador, todos los padres, todas las m u je re s, todos lo» faijos> toda Ib saciedad, son á un tiempo mism o ofendidos, to ­ dos lo» vínculos son atacados de rlííolncion, porque ¿q u é jo slic ia ha d e ruebunnr no padre que ha sido gravem ente ofendido en sn m ugar 6 en »u fam ilia d e hom bres q u e nada respetan y q u e lodo lo alrvipcllaii? ^Con q n ¿ derecho se qnejará u n padre q o e ha sido

— 165 — ofendido en sn miiger ó en sn bija n él no respeta á las [ímgercs y A las bijas de sns conciudadanos? Por pervertido qne se halle el hombreen sn conciencia, siempre qn i ere qne la sociedad lome en dienta las ofensas de toda género que se le puedan inferir y esto aunque no quiera qne se le toméfi en cuenta ln s q n e ¿ t ínfiéra á los demás. * En los actos qne minan por sn base los fnndamenlos de la so­ ciedad, qnoson los de la personalidad humana y los de ta familia, todo castigo es pequeño; porque en ciertos detilos rtingltti castigo, por cruel que sea, compensa el daño que causa. ‘ La suavidad da tas penas, que parece debía revelar lá justicia On nuestras relaciones y la suavidad de las costuitibres, revela', on nneslra sociedad, la disolución ylaflogedad de todos los [tizos qn ó forman nuestra vida. Paraevitar las peñas no hay como no delinquir. Le leyserá tanto mis justa cnanto mas cnterraáaso halle en prcccplos negativos. Por eso, el qne por sa inobsorvnncinímtiln la tey, como qne en la ley anula á la sociedad, en cuanto se halla de su porte, la sociedad está en el cago de suprimir todas sus garan­ tios con respecto al delinenente. Pero el qne vivo en la ley, coma que vive en la justicia y en la religión, ta ley nada tiene quo ver con ¿1, es absolutamente libre, como deben serlo todos los qne quieren vivir eu una sociedad cada vez mejor constituida. Entre los israelitas, ta muger adúltera, era condenada á ser apedreada por el pueblo. ' La teocracia, eutre los hebreos, era dura y terrible. La mo­ narquía tan absoluta ó mas que lasmouarquios cricutales; y ¿in embargo, cada Israelita, cuyo derecho estaba compendiado eu las palabras juéiearo el judicari, debía por el mismo hecho velar por la conservación de la ley, como que en la conservación da ta ley debía ver siom preaseguradosuderecho, el derech& d'e sa

— IG<5— fam ilia y el de sus hijos, qiiuilarulo lodos ellos desLrnidos por el adullaríft. Sr hoy ta democracia rnslaMecic.«c en los jurados públicos el

derecho de juzgar y ser juzgados qne temarais por la antigua ley,,¿nóum tfítstlgnña c! údullprtVi, |tacsla que el adulterio es ado­ ración de violo*, v la ailorarton de ídolo? el Becurrn de oro, V el Üeoerrode iiro el triunfo ilo In usura, y el Lriuitfo de la usura el asesinato de l:i propiedad, y ol asesínalo de l.n propiedad la des­ trucción moral del hombre, de la familia y de la sociedad? ¿Yidne la democracia á dur ni hom bre m ayores garantías pa­ r a rfi»e ninguno fallo (i In ju sticia y A la religión, ó vicue por el oontrario fi d e stru irla s pocas gnnnLias que nos restan? La: libertad que destruyo un derecho en los dem as, ¿ q u e otros lo destruyen en Al, es iirtn libertad negativa. El que á h ierro m a ­ ta ó hierro ilelic perecer. La ley del lalion, si bien uiodiGcada en sus aplicación©*, sirve J o b a s e á nuestro derecho penal. A:l hom ­ b re so lo- p u ed e-m alar de varias m aneras. La ley dehe se r p re YÁnliVav en cnanto no nlaquo on lo toas m ínim o los derechos de Muestra tilierlnd, y re p re siv a , en cuanto por el abuso de mi es Ira lib ertad nos hayam os colocado fuera de la ley. Lo que m ejor evi­ te la repetición do los d elito s, eso es, buscadlo lo q n e se debe p refe rir» , Bajo eslos] precedentes, vamos á ocuparnos del d irech o de propiedad. La propiedad no ecsisto sin el hom bre. P or lo tan to , no son, propiam ente hablando, los derechos de propiedad lo sq u e las le­ yes tienen quo arreg lar, sino los derechos del hom bre sobre la propiedad, p ara quo ninguno de nosotros sea esclavo de la tie rra , sitio para qun e n l a l i c r r a , conformándonos i la lev de Dios, s e a ­ m os « a la posesión de nosotros m ism os los verdaderos reyes da la creación. Nuürtra suBtanciflf laBUStancia do n u estra vida, n o debe pasar

— 1G7 — A lá Bnstancia de la propiedad, sino q u e la su stancia de Joprú-^ piedad debe posar y estar siem pre subordinada al h o u ib ia, asi coiuo el hom bre debe p asar A Üios. Ed esla gradación deben encontrarse todas 1**- cosas dentro de la v e n ta je ra religión; de tu cual, hablando S . A gustiu. d k c : • Yo soy nuinj:ir de los qu* son prandes y robustos; c ro r.e y .e n lonc^s le serviré de alim ento, pero un me m udor^s-en Uihiis Uhiciu propia como lo sucede ;»1 m anjar de q u e so alim enta lu cuer* po, sino que por el cohlrario lú te m iniarás cu m i. Asi niL'bjcu cojisistc en uslar unido con m i Dios, pues si cu t í iip perm utes?, co, menos podré perm anecer en m i, l’cro IJlos d¿ nuevo sec ¿ tudas los cosas, perttinoociijudo el u iisiu o siu novedad m g g itm ; y como no titine necesidad de mi ni de mis bienes le recoirofeod por mi seftor y mi Dios. •

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¿Pero qué es lu que se opoue en nuestra civilización á q u e el liouilire sea cspulsndo por et hom bre de la propiedad* y #ji l«§ur
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Ouidtpiid sorlit accrtscit , n sn ra es, proclam an á nna voz los teólogos, haciéndose en esta p arte los verdaderos in térp retes d« la doctrina de la Iglesia. 3fuhium date, nihit inJe sperantes, es decir, prestad -sin ¡urto-í té s : porque la iniquidad de la u sara consiste' en que de una tosn satisfecha jusiguiente en lo que vale, lus u su rero s, te sig ien d a ntf go 1119s , quieren cobrarla dos veces. ' por eso vi u surero, en la concioneia de n n estra religión, ofl adquiriendo dom inio sobre las cosns q n e se haya pruporoiqnado por la usura, se baila en vida y en m uerte üü la preqisa obligan cion de restituir* M ientras no lu hag a, ni tenga ánim o detm ecr-i lo, se baila fuera de la cam uaiun de

sáiit«ys»/CBlá intiabililailo

p a ra testar, porque á sus herederos uo les puede trasm itir lu que



168—

I uTv'f"i : < . . ] , |>,, • p, . W jw ^ c jp «o J p ^ c r j e n e ^ ; y ¿ n n hom bre asi, se l e ‘debe n eg ar jxp #4}|o;o |iq o yl|eaeOc¡o« sino liadla la sepultura eclesiástica, cojoiq lo^P.clip consta en el derecho canónico. ,i ,JPanj ppuclrpi’ á fondo esta cuestión vamos á e n tr a r e n algtanas COU£Íd«Cflr.ii^pcs. . . A s i , . e l liqmbrc«Hriite la tie rra y se Tija en ella para vivir .dq^ulrlr^ a jo ,¡n a c e el luyo y el v»o, y con el luyo y el mió, ú m e,d i^ ,q n e hace sentir la necesidad, cada vez m ayar, de cam JÑ ^.quos productos p^r otros, nace un signo de representación 4(3 AofloR lq&vnlorqs. . r!!íE l trigft np poil.ia Birlo: las reses tam poco, ni tampoco las te.l,.!? .t^ .v ^ li r n¡ l.¡js dcn>as cosas que por el uso se consum en; por f y ^ t p , e l^ o d ^ c l q r (La ganados nada conseguiría con recibir tri­ go ni el p ro d u c to /d p trigjo vacas ú ovejas, no teniendo los dos ó i^ptyfO n cccvdad de sus producios respectivos, „ Ml Jpdpp ^ s ^ s inoonvenientes fueron salvados con el dinero. El diopjñp,c 4 ,¿tenióstrar lo p rim ero. ,Tr«s, trescientos^ (res mil Lunes de trabajadores, pues Jo m isdá.divididqs en tres ó en trescientos ram os de producción de verdaderas qlijcios consum ibles, se en cuentran en sus cam bios c ^ n jq ? ^O cultados que acabam os de señalar, y qne p ara obviar.la ^ ^ jfñ a d c .á estos Lrcs órdenes do trabajadores, una cuarta que ,CQi^t.¡lwirjii los productores de dinero que habrán ido á bus­ carlo con grandes trabajos i las en trañ as de la (ierra. , , (;,^u)??^bicp; si lodos siu vacilación ninguna adm itim os en el qanijijolos productos ijc este cuarlo órden de trabajadores, el re .¡pultaifo 90 pued^ ser ot^o que en la g a r de poder consum ir los tres .Ord^aes aiilerioccs la Loíalidod de sus productos, se verán desde allí en adelante em pobrecidos en u u a cuarta p arle q u e se rá la re -

— 169 — coiupcoH de Jos productores y de Jos poseedoras del dinero. Rl dinero ni se com e, ai se viste y dada una cantidad cnafcpricra de m etálico, ni se aum enla ni se dism inuye, y lo único que hace ea pnsor de bolita en holsa^ sirviendo de garantía para com prar con ella los objetos de consumo que saqueo al m ercado $iu r e s p e t i ­ vos productores; no piidiendo el dinero, bajo este punto de vlst», espirar á
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¿I’ero qué e» lo q u e se su stitu iría entonces ál dirtcrój puesta qne las dificultados eu «1 cam bio aum entarían necesariam ente con el progreso de la poblacion, con la división do los tra'bájos y con el comercio de unos pueblos y de unas naciones con oirás? Lns bilíeles de banco, com o sign o s.d e representación ilo.los ▼«lores, nacen por si m ismos á medida quo los cam bios se m ul­ tiplican. Pero con los billetes de banco, sino están Buidam ente garantidos por la hipoteca del diuero o por objetos consum ibles p or el uso, en lugar do elu d ir, aum entan las diGculladcs. Muy fácil e» m ultiplicar los billetes de banco no teniendo co­ mo no tienen e u s i valor alguno. Considerém oslos en si tuistnds. y considerém oslos gurantidos únicam ente por la propiedad I n ­ m ueble. t En el prim er caso, en cuanto no están garantidos por dinero, p or burras dr. oro ó p la ta , ni.por objetos de consumo y de V¿rda dera necesidad, se inLroduce « o na r^ lo r en la circulación i' Ál ereador de billetes de banco y 4 todos los quc despu'éslldgaií^ de

— 170— arta i o irá m an era, á pose «ríos, se Ies concede, en la p arlé qn« carecen de osas g aran tías, un privilegio sobre los productos de lodos losindivrdnos en general, quienes entregan sn s valores eu cam bio de naito. En el segnndo caso, la propiedad inm ueble do se pnede m o­

netizar sin in tro d u c ir pb el me re íd o ana inm ensa perturbación. Las casas, las viflns y las tierras, poseen como el dinero, un va­ lor-real y eleclivo, ntuverdadero valor de circulación, pero es fuera du la ciroulncioa general de la propiedad verdaderam ente m oTÍliuria. íiim lascab as, tendrem os donde hospedarnos, c o n Ib j tie rra s y las viilns, añadiendo uuestro trabajo, donde producir trigo y vino, pero en un caso dado, «i u n hom bre y una nación y toda la lium oiiklndi no lienon olro trigo ni otro vino que el que han de p ro d u c irh m tie rra s y sim viñas, ya pnaden em pezar á m o­ rirse lodos de h am b re. Si la alLeraclun, que la m onetización de lus inm uebles, puede producir en el morco do, entregando lodos los producios al alza y á la baja, y con el a lta y la baja de los productos, producien­ do en el seno de la abundancia, una minoría y una carestía espan­ tos?, no faesen m otivos suficientes p ara desecharlos, como deben desecharse, de la circulación o rd in aria, todavía hay otras razo* nea de m as peso q u e nos parecen de lodo punto inelndiblcs. El inm u eb le, sea do la c la se qne quiera, lo m ism o q u e el d i­ nero, no tiene ni puede len er valor ninguno circnlable sino cam ­ biándolo por loa productos consum ibles sobrantes de la sociedad. Una sociedad de cian fam ilias, ó de cien hom bres, quienes trab ajando, producen para ciento veiole; no podiendo vender es­ tos veinte ni para eJ in leriu r ni para fuer», ¿ qn¿ es lo que debe h acer, qué es lo qne hace con ellos, poeslo q u e los productos que fio se eaubían po r'd ín ero , lo que equivale i no consum irlos, coiiatrtu ifo ti, éino leu d rtau salid a, una verdadera pérdida d e tiempo y d e trabajo par*loe productores? R e tira rá veinte trabajadores de

— H i­ la producción ordinaria; y si á e sto r veinte trabajadores en Jugue d$ producir iuslruccion p ara e l pueblo, diversiones ú. objetos dto lujo y de recreo, prodacen caminos públicas, ó casas ó viftas p»ra loa particulares que se han encontrado con nn sobrante: ¿cóm o darán pálido, bnjo otra fonua, á unos Hitamos productos, declara­ dos im plícitam ente iuconsum ibles por el acuerde unéuím e de lodos. Si & estos producios se Les m onetiza, ¿á dónde icem os á parar? Todo lo que los p articulares y la sociediul ahorran de d ia on- dia y de afto en año, se vá alim entando ni valor del suelo.' Son cíhm* □as, canales, poblaciones; por m an era, que bis ahorros de u n a so* la n&cion en nnos cuantos siglos» valen m as que los productos consumibles de uo aüo de toda la hum anidad. P aris p o r sto iism o eñ sus cdilloios, en sos jardines, en siia calles y e u siw paseos va* le m as que todos los productos consum ibles do nn aíio de-toda la F rancia. Luego si m onetizáis la propiedad inm uublo y conesLos valores, auhdivididos ea c a rte ra basta la cantidad d e un franco, lográis adelantaros á com prar su sobran te á tadoa lo* productores da valorea consumibles* an tes do q u e p o rs u ic a m b io s re s p e c li vos

se hayan provisto de lo necesario, e n tre g á is á la F ran cia, en tre­ gáis ¡d m undo, por una carestía ficticia, ¿ to d o s lo s h o rro resd el

hamtire y de la desesperación, haciendo im posibles toda dase d e cambios y de verdaderas lrans.icioocs, estando fabsameatA so­ m etidos ¿ la ley de la oferta y la dem anda. Los inm uebles s¡, corno q n e ti enea verdadero valor e n cam ­ bio y verdadera v a la r de u tilid ad , deben da * c r cafabiAdO%'pcro fuera de los m ercados generales. El q n e tiene una c a ra , n iuún podrá vendarla si bo al que la necesita, y el que la nccesll»>n un^ 1 ca podrá com p rarla, ni u e n o s p ag arla, sino con el s o b ra d e d é1 su s productos, despues de cn b iertas todas su s üsm aa imperiossM necesidades, t i que tiene u n sob ran te de etea fanegas de trigo^ é> de cien onzas d e oro, pueBlo que e l d in e ro es considerad* t t l o r

— 172 — mütfclc, y p o riii'la trto 'd re tilaM e y adm isible en lodo p á lm e n lo , y lá s cfSpfir tilia dueBo do osla c*¿a, m edíanle h ab er en rrtfiürado'raoifo r1 in c irm k ib le por un valor rtrtn la h le y consum ible, tiene ln p u erta n M ertapora e n tra rá lodos lBs m ertndos. fin foffo lo (Tícho se d ed u ce,'q n e coinn v a lo r a de nliK dadson lircfrrilih s, prim ero los productos consum ibles 6 de prim era ne­ cesidad, y¡ dtepues, ñ lftdfl oirá cíase de valores, el dinero.

f t r t pnrTo' niWrro «pie el dinero no tiene en si vafor nHispino d e ‘ntilídnil, ha p'ódtilo y pncdé s*f, pnnju* llev» en *í nn valor real y efer.lrvo inconsumible y no sujeto á depreciación, el repre­ sentante de todos los valores. Como mediador en ol cambié do nnb'S 'pro'difctos üdri otroá, él dinero, nn ’piiedeser suxtüniita sino jiof’valbrés ó sigtods de re^rtscriiacion que soqnenlodn sn garantfír dél d?í
— <75— «ladera fc to rid a d para todos los hom b re]; lu ^ garinU a ío lib er­ ta d . F u tra rfeesla g a r a n t í a l a suprem acía d « lo ro ,o s lo mw? de­ les leíble, lo mas im anado, lo ma$ inm oral 5 |o m«s aiiU rrligios? que bc puede concebir. Los biltulps de hnneo ó de rr¿dito, lo mismo que las n e r i t a ras <1« propiedad no pneden eo m anera alguna susl¡lu ir «1 iliuaro.

Los IiiIletra do banco valen en cuvnto sé halla», sólidamente allanzados por la (jara tilia del dinero. La» escriLuraa de pertenaucia do una Onca rústica A urbana se hallan colocadas,en e| ujismo ¿rilen resper,lo á la clasificaron de los ralo ^ s qna laa fin­ ca* A queso refieran. 1 Varaos A1otro punto. Los aconom istas diceu, que son Lres los ogeiilc? q u e coiicur-, rcu á la produocíou, el capital, el trabajo y el talento: d cijn d cjido de aquí, que los tres* a je n ie s deben ten er participación,. q n lo í. productos. • ¿Qué as el capital?. El capital do es olra cosa quo qñn can,ti-, dad cualquiera d a trabajo acum ulado, un trabajo pnlarior, que a l «am blarse por la producción de un trabajo présenle* ó de
crito pnrn tener al$un valor. ¿Cómo.juzgarem os del V*l?uto
— 174 — In liKj el q f^ a , es(M ca^as nos las dA g ratuita meufe Ta ua~ liiralezn. Pero ríu Lrabnjú uo hay Migo, tu casas, dí d io ero , ni arlc$, ni ciencias, ni ju sticia, ni civilización. Asi puea, loilps lo» objetos «Jo cambio y de consum o, toman su valor, un de m i m ayor ó menor uliliilatl, sino del trabajo que cmpUmiuos eu producirlos, Sin el trabajo dependem os de la u a turalezri, con «I traboju ludo nos vú quedando som etido. liatón los rebailns nos deben la ccsi.stoncin.; porque sin los cuidados que em pleam os en ellos, domostir.ándulos y proporcionándolos o{ a linicoto, Jas reses lleyarian A <si:r lau raras como las javalies y Ion corzos. El trabajo forma nuestra vida; eo él depositamos nuestro am or, nuestra Intcligeucio y nuestros esfuerzos; el trabajo as el podre y el seftpr de la .propiedad. S u p rin iw ^ ^ l ,lr»b?^¡o, y la E sp añ a, con so grande lerri Inri o y su i^tnensq v.alor, <|cpQtuladqon ellq d urante tan lss siglos, no es capaz de alim entar á un hom bre. Cieu hom bres trabajan como ciefiLu, mil ^oiuo.ojil; ¿dónde eaU aquí la produoei&u d e la propiednil? , i Si la líe rra prpdijjqfte pp.r ai tatem a y siu necesidad d e pueslfo trabajo toda clnse ds producios, no siendo estos * b eautjdftd inü— n ita , ^adi# t ^ d r i a derecha i to m ar m as de loa que necesitase. La partici^g e n la te s de la tie rra , no reconoce otro origea. El que ao lle v á ra m o s con perjuicio iic, tercero , s^ri^ on verdadero la­ dran Jo la.com unidad, y .«orno tal deberíam os perseguirlo. Iva l$y cu Loj^ ps , uo teudri^ oijro objeto q u e arreg lar a ld e r e c h p d e cada u n o á l o s bioncs coifiuDes,. para que.ninguno d e los qu e, por voluiilad de Dto$, sq b a la s e presente eo los banquetes de la *¡dar fuese cspulsado de ellos, directa ni in d ire c ta m e n te, como ta quieren los economistas, úiglt^es, haciéndose, coa H a ltim s, cóm ­ plices m oral^ade tu d q a.ii» que m ué re a pqr otra» causas que Íí» naturales. , I1M • •.

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Pero t)o stifcdp ^íip La vulqralt^a

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ñas d4 gratuitamente

— Í75 — ina* que la vida, poniendo á nuestra dispusfríort los medió»
— 4M — ¡«habitado por jierBonas. laQWMwJeji,, icudriaderedu) atfldQBa raloA aerjá cewo si $oliul>ie?«eucuuLra~ do uu inuicuso tesoro; perv qooipiod*? 1*5 cosas esl*n sujetas á lywjiero, peso y m edida, cada vez que se coruíeso el rajar de-mía íl^su su w iicd as,se^n co u l,rar¡a naUiralineute auj enguado.s,n d e ­ recho qo e$a cantidad. ííadie lu cambiaría gratis lo» producios 4a su.lra!iajo|l«iii .recibir Jo c^uivalcnte en olra c l^ e de v a l o r a I)e «fia mancrp, eli|uctfescubics 0, áseuicjauza de-Colon, iiu uuuYo.cbHlincule, pero inhabitado, purgue en olro casa habría qun rcupeUir i sus «oradores eu el derecho dql prim er peinante, r<min»u¿udo$éle cuiuo debía, reconocérsele .eptu o único y Da£)u~ sivo, ¿itjapiejetiq da Ipdtj él, ¿cuálfieriasu derecho colocado euCceiir ltldq 1|/^d¿aifcho 8 d<Jqs dom as?.. . <¡U re«í flfl»,M p,^u dereehoj R ed ab a reducido ¿ p o d e r c&ar lizar el valor do su-propiadud en eJ.tralKijuil>«ni I9 propiedad d alo^d ^u asr,Purqi(o Lu propiedad se ha b e d lo para el liombc^ nu el llMflibrQL perra JLaiwojiuidad. 1 ,..v Asi pues, si el propietario por si soloijd pued erealu ar cl viilür¡dp:6U.,|iropkdfij»,faíía,njuHíO:bflliilaate d«-ese jiuevp leriyLqrin le líiMria w J b i J a ^ ^ a l propiit^rú», porgue cediéndola gsi^ uo? iw4Q,44
ivw-'rfiúv<j960 wrt<»SFf»“W**» M o -sq derecho de pro­ piedad? I q u /.la j Sé.fnflílacfa teinejaple contrato? fio. vale,dar y r¿$nGfj.efCUi>lranv áju filiú a . Y*¿ por este hecho el propio (ario rompe el pacto-de saciedad^ « eju iiid cual, JasgarauLtu* d c ^ o p ^ e d a d V d p ^ o ■seceqí^raiueuleigualeii para lodos Jo» ¡11dlyá^uo», deíioeaeraqueiiiqguuo piieda wese perjudicado eu bu, d#«eJ)«»^i W iel dcMiítipiHe^Ms descendientes puedan tcocr eu de tftie **dr
— 177— trin d o se enteram ente libres p ara obrar*,1 &te: toWiW üo \io^ a i'h fl£ -' moS, comí* Indos los hom bres y todoslus'pilefeló?, sé H árildtí Tti-1 m ando Ins derechos que se tés lian nc£ádd. "' l,: Se fm ínpnestf*, qtic ol propietario, pfrsenlfr ¿¡WfnjW'een rW cosn, produce en «Hn por sn s n h Tiiltinlarf: n e ttr tf k d WT'qui! la IralMja y r|ne nos dé In jtnieba tic m anIfui 1tee*ron *u s p h id 11e l o s ;' porque el tjiie fslsi dotado inlíririouílTiieríte «le yíncuHirlr jw r íir1 soto vnlimtait. necesariam ente lu de csm r ídtrtliivii dtilndh:fi?ir:í' consum ir ile la m ism a m anera: ¿í!Am'0 J¿lno téKÜiífftíartiiJs ’i‘l niilBirro? Es el CT'niiici*inn trasportado ilc tíi htíréiihÉ1 rvíialiísii il la hcreyin económ ica. Es ifct hcclio de niicWta iútrÁ tod' en con* ’ irapDsie'ron ni derecho que tdilás fiérrate tfdqrtltiito ehi/tó r íc r iitó ;1'' Lo iliiico <]iib liay de c in lo cu la ecirp aclí> rre^lqtití'él i|Ma es11 iliteftoda uua casa, encuculreso donde5sfe ípildra1, ifd n e 1ddr^dio á reclam arla, 6 A que se le iu d e tn rtic e s n * a to í.,J" "■ h,lj,; 1 " ¿lia percibido arriándote L M aniem lbs’áQBí o n T ru ^ /iristo 1!* '1 propiedad del que los papa, no del q ü é lo s'fíé ítlb e .lJé a 'p fo p le -J dad vele lai>Lo como olra. ' * - -«’•* i-A Por medio del arrien d a, to m ism o qn« p a r ih'edlo'dtf aiqili- 1 leres, pristam os é interés y to e i^ tir n r d é la W á u á lr in y ’de 6spfccalacion, para qae los qué trabajan i^m o ;ttáb'|tflrttbJni tíortio'-fcien-' to, se hace preciso que los que trabajan c o f f l& ^ é ttf c W p m ito it 1 mas qne com o uno. " ‘r "I 1■«'•h-.i , La propiedad que n a e e é e l trfdtfftr,



que la que naco do la sim ple ocnpaeioo?

‘InliyM

Todo trabajo m erecí rccompettéé^ ET tfpié,*prodH!te'iSlé' jHii j sn lo come ya wtté reeonrpeits&do cb'rf s n ^ p r ópte* h ab ríntos d í d a r nosotros o lra m o i n p t i f e á ? 1 ! i j !í-1 E n to n c e , sos producios, no 9erSñ;pr»ffbrt!t0iitidí»'i4'lé tf, 't#»:iL bajo, y si to lc o sa hacéis; para « h rte lb ’iq ^ n í> U e lp»ttpnew ,l)ett-1-L dreis que q u itá rn o s lo n u « tr » , easTlgáHdonB^ iffjnWitttrettlWTWl naeslru propiedad y en nuestrds ^irijductós¡q«e'^énto!fW & W rt#



-1 7 8 — nufeilró*, perene sin con la r con nadie hemos sabido p roducidos. Todos las trab ajo s m ateriales, pueden lasarse por el valor de los productos. E u q u ése diferencian los trabajos m ateriales de lo sespirituales? ¿Puede tasarse el tálenlo? Habiéndose tasado, como se ba lasado, eú casi loilas las épocas 7 p a rlic u b tm c n te fco la bu es Ira, la conciencia, que ea la parle esencial d ellto m b rc, no encontram os dificultad en que sea b ta ­ sados los lalfentos. Se tósnn los Imnfrrarios dé on abogado; tos de un niédldo, lós de un escrito r, y en la tasaeion, titas 6 m enos jn a ­ ta , que podamos hacer, los perjudicarem os tocante & la sociedad, pero noi per; mi i oa romos dé ninguna m anera A los que saben liiaé, 6 trabajan m as, on su niisaio oOcio respecto de los que pa­ lien tnehos, ó'lrahitjnn menos. ¿Qué vale la visita de ud médico bueno, malo 6 niedínno? ¿Qué vale un lilrro de doscientas pAgi— ñ as de IhipfeSiáh? ttslábl&ccd el precio que q u e ra » y sie m p re vendremos A p a ra r que eí médico mulo h ará pocas visitas y el escritor malo c^pcnÉfcrá pocirs libros, ni paso que los otros se en­ riquecerán trabnjauuo en proporcion dé su talento y de bu facía. No rengáis 4 baftillnrlo lodo diciendo que en ta oferta y la de­ manda estA lü medida de lodos los valores. Sobre la uferla y Ja dem anda esta la ju sticia y la ley de proporcionalidad. SI la sociedad no garantizo la ju sticia en lodas las Ir aireacio­ nes, ¿qo¿ libertad en los cam bios cabe entra el que pasee en mí trab aja nn bien Caluro, pero liada en la actitalidud, y otro que lo quiere espfolar, viéndose obligado el prim ero por la necesidad á eéder todo su porvenir por el alim ento de un d ia! La cuestión es e s ta : dos hom bres e stra g a d o s en atedio de lo i bow|otes, el ano con «o alforja bfen repleta de provisio­ nes, y el olro m illonario, pero en aquel m om ento m uerto ile háio bM f d ea ía llé í iiLo ¿h ay derecho para que el hom bre du la al­ fo rja, pí^ttrlIéiJdoM d é la ocasion le ecsíja al olro toda su fortuna,,

— 170— la forliioa de [a cual depende el bienestar de su inuger y el por­ venir de su» hijos, por un pedazo de pan? ¿Seria válido un .con­ trato de esta naturaleza? Aplicad el mismo criterio & los contra­ tas d e arriendos, de alquileres, de préstam os á interés y dé espe­ culación, y tendreis ta clave de todos | l>s problem as económicos. EíoctivatDonte, eu rigor de derecho, es nulo todo controlo en q u e se com pran ó se veudendos ó mas pesetas en cambio de lina: porque sieuilo el perjuicio m anifiesto, equivale, paire valores ¡guale*, 4 dar dos dias de nuestro trabajo, que son dos dias de n uestra vida, eu cambio de nada mas que unu, ¿No tenem os dere­ cho d vi vir toda nuestra vida? Asi pues, el quo al com prar unq vara do p u to es engañado eu el précio.eaftrjleratnente. iju a l qne si fuese engaitado en la ca­ lidad ó en la m edida; en todos I03 casos, siem pre dd veinte reales en cambio de una peseta, que os lo que esencialm ente constituye la usura, la cual, bajo el nombre d e e s poliación ó d o e sla fa ,;se ha­ lla consignada en los sitíen lo s del código penal. Mucho se ha hablado en lodos loa tiempos en favor y en con­ tra do la u su ra. Los econom istas que la adm iten sin restricción ninguno, par» toda d a s e d e valores, han’sido negativam ente ló ­ gicos generalizándola. Nosotros atacándola,, hasta on sus últim os b aluartes, somos m as lógicos que los econom istas; porque ellos poseen lo lógica de la m en tira, que vá acom pañada siem pre de con trad iccio u esy nosotros poseemos la lógica de la verdad. S uprim ir el préstam o ¿ Ínteres, aceptando como legítim os los arriendos, alquileres y beneficios del com ercio i de la espe­ culación, es dejar en pi¿, con u n aum ento de im portancia, to m is­ mo que se q uiere su p rim ir. Los valores ecsisten los anos e n los otros. ¿Qué im porta el nom bre sí reconocéis la cosa? , Todas las leyes antigua» y nroJornna, prohibiendo el p ré s­ tam o á interés ó tasándolo en cierto tipo, quedaban d» hecho y

— iao— d* «I*techo destruida* por las dem ás elasásad ro ílid as d eem p réslib)3w ipu*iü fl, : . Asi, *1. propietario «le dinero no lo prestaba á la Itu del din; *e: emboza lia coi» la «om bra de u aa escritu ra, por la cual aparecía cjtmipr^ilgr.dc la quinto parle de una heredad, dejando, por otra «ftrríüirii á Ckki^.¡i>ua(ii>n. dir.lia cantidad prestada rom o rediiuihlo ó.jíu ri'filu ^ iatyUniile nna hipoteca d e valor c u á d ru p le ^ mAü^ Si el ri’dilo de Ipc.uitM S no .podía legaUucule p asar do nn tre s, el p t ^ a m i 't A . iIftiidv cjucuenla, obligaba al deudor ó ¿ que s e q u e dps&MtfioLfirútttjup!), ú i í p i o e n L* escritu ra se reconociese d eu d u rd e dimito. Lo que pasaba cutre los p articu lares e r a y ea cosa utyiy pdMiiLi.il*,e u lfq jo * capilaJisUiM y los gobiernos. ¿Cómo p e rjsigiiirian ítUos i} destructores en poqueíla.escala de sus mis* mas lt!ye«„ cuundajus. pitamos gobiernos v iñ a » e a n a a couÜub& iUeg^pi{Hí.do,la¡(, lay.ea .do.lasociciliid? , E n^08 p r L ^ a i i ^ ovdiiiaríoqsticcdia otro lantcv S ic ^ lo lib re loiLa ,el inundo cu vender al precio. m a a 'a lto , •)9Hi|)r*.iido^l uiaís bajo qiip p udiera se ra n o habiendo iodavia otra Jcy cji el qoqici'vio /j«e el eagaúo y la m entira d e todas las « o m , «1pr«íil8i|iií*t»*dn,diiicro so escodaba con un ilion Ion d e trigo. El quc ue liíiiUba.fii) .la dura necesidad de pedir prestado acudía al preciam i^la; p*le,le vendía sus granos á u n d o b le de ln q a e r a r Uan íoii ó .liesedurlo». ...I 111Todo eslu ( inevitable ni ¡eneras. Ja usura no sea abolida, eu i rI , | d p , ly .^ s vcoiuq.|J^bj8.6er lof, . ;. ^nllái^ lo íi^^ u j^o p a] dinero, pojr, 1¡i fuerza social de tu cena-

— tH lli Lncion ( iodos los dem ás valores, e lq d e líe n » dlhefo lo tfrn o t i ­ llo; pero el que tiene casan y desea viñas, el qne liene pan y d * soa vefelidns, co Q», el que tiene «n la m ayor f»hiindj»nci» c u a l- , qu iera "«itero de valore*, túienlríts no los cam bie A las rfrallce- por dinero, es lo'm ism o que si nada p n se rrra , P u rrs o , todos. Hffliajando los nnos moral y los oíros m áterialm eute, nn enltfndwnos producir verso.» n i prosa, ni notas iun*Kftle!>, sino dinero. ¿Ciláuv lo dinero non dais y lineemos csln? ¿Qufl d inero volta? A si, In m u ra , no eslA p rcrisam en lecn la snpreniacin 4 el p«r ili*r ruon ¿rquico qne tiene naiiirálm ente el dinero, y sobr# el di- > ucroel oro. sobre lodos lo stieo ias valoreo; sinu en e t erro r de lie*c liíy da deiw tm , según el cual, liemiis adm itido como coan c o r­ riente el principio de 1» productividad del cnpilnl, qne es lft ntí* gnoion de tddo verdadero principio econ^iiiicO. Asi cntnn negando la religión, n opodeis menos de a d m itirJW principio religioso y la autoridad que lo representa', y asi domo nefando toda intervención del gobierno eu líi:sociedad, loncis que reannoccr sn intervención; asi al negar «I oró lo eonccdidó fl irts doma# valores, os lia liáis en la n e c e d a d (fe: reconocer 4 esle ro ­ mo el 8«íe suprem o de lodos los cam bios; y adm itida la produc­ tividad del capital, tenéis lam bien que reconocerlo cbtno el m as productivo de todo* los valores, puesto qne sin la garantía dsl oro ninguno de ellos puede c irc u la r librem ente, am enguando» como es consiguiente,
-1 8 2 liiritfti


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No hay objeta d e circaU cipu y d c c p w u im o q u q jtfje de pjigqr al & l« d o su parle de <^rgas pública?. Solo, ^1 p ro c e la rio J e di­ nero, recibiendo contribución de Lodos los gobiernos y de.luspar-* tic u b re s , no paga cunlribucion i nadie. O culto com o.el 0¡gr« de la fáltula, enlrc sus talegas, ó elevado á cosU >|e la Jm m illacioo Jfl la sociedad, ó de la perversión d d sepliiuteiilo p ú d ic o , o lm n s alto grndu da im portancia, ú á U m ayor alMun, ¿1 solo floswj Ja ciencia infusa do tollas las cosas, él s o la c s e I q u e ,r ,u ;il olio, J ú ­ piter, licuó en su m ano la llave de ios acouleoiui¡pulpS ¡<|Mi' re ta rd a ¿ p re c ip ita según su in terés, al cual.se bulla el mismo, c a p ita lin a subordinado, rebajándonos lodos e a él á fa eondiciou.de súrefcsfu conciencia ó.«eres m etalizados. ,,, , Todoa los m ales del hom bre, lodos loá ronles de Ja aoq^eclniJ vienen de aqui. El hombro deseoiiocu al hombre,, el. bqi'uiiijio; {*1 herm ano, los podres ¿ lo s 1}ij c»s y los ¡lijos, A los que k desarrolla el principio, negativo ,de ,l:i pi'qdiicliyjitaiM ul capitul, lodos queram os salvarnos en eJ; dinero. ToJo lp avcnUiram os por su postsiun. Nuestra honra, m ieslna,fuijia, uijpstrq vi­ da, lodo lo dnpíos por bien empleado si coii$ogujmo?<}ro,, uo im ­ portándonos nada ni In m isoria, ni las lágrim as, n i In sangro ipie para conseguirlo hayam os tenido que ‘d erram ar A nuestro a lre ­ dedor. Somos inecsnraliles en iraláiidose do di net o; es p o rc ia

ij

Dios He la usura que hahila en nuestros corazones, es un Dios sin p i e d a d y sin m isericordia que so com place c j i s u s propios hor­ rores, vigilando los Lechos de los podres en ,su s b ija s <Jl g9n« racion en generación, procurando que nuestros malea sean cLcrnos y uo tengan fin. : :/ La ley del verdadero Dios, es que ninguno tisuo ik'TecIjoA vivir de la sustancia de o tro, sjjio de, s,u propia. si)3t?a£i?, prupio trabajo, de ru p ro p ia vida, fyrte.ps.lji justicia

¿a

relación y cambio de objetos tangibles y consum ibles, se guarde

—m — la débnta propórcion éntre loa grandes trabajos y los trabajos pe.picnóíi, rocampúúsáudosQ á los unos y á los otros según sus ser­ vicios. ■ Pftflafistm », «I hombre, eam bíam loé inviniendo Inda la juitlibia y Indas las rrlarionrs de justicia, tmln de perpetuar la ri­ queza en «IMS cuantas manos, dvjnudo la miseria, las lágrimas, Iris dotares y los sufriniitínlos roinu patrimonio dft la humanidad. hunnlritainn Í l-I Dios do la usura es eterna para los ijiie ae hunden y pora los sncesures de los que su hunden. ' "Por laiusatu, eI r[cre no lioho medios, 6 que carece do previsfbh'y no*¿ sacrifica en ku truorpo y én so alma para conservar su propiedad, la 'píenle para si y para Mdas sus descrudienlc3. No háy rtfftijlori jprara éf. Cosa triste es por ciftHd considerar- ¿, unti l'iihiífid'iiuB'tíiJ lift Visto1alo c a d a cri una modesta, pero decente posioion, nn podor dar carrera d bus hijo», ni casar á bus hijas, portiúd crt'da día V4n íi'nm ios sus intereses, que paSan judtdaliifaíiíe, vados ile rdditos y de costas, A engruesar la riqueza de loV grande* propietarios. ' Tóda ta familia se halla perdida ón lá desgracia de eú autor. Ndda es más ju sto 1que oj qué no trabaja au propiedad, ln pieftlaA nicdldh <jue sceotua A que perciba su valor. De esla ma­ nera, ol qíiéTn pagó, como que dd en cambio lo que es suyo, ven* d iia i'rtó u ll.ir, qne en oquiválencía do valores lanío valdría una prfojjjeídiityíciirtio útr.i, Solo asi puedan quedar espeditos pora todo el mundo los caminos del trabajo, que son lo» verdaderos camiudá'páf 'd^tiilv dvbéntns llegar 1 la propiedad. Solo asi In ley do la sociedad v la de unos Ira autonomía individual, se armonizan enfvc'si. 1 ¿ÜisAiiín vale nn 'duro? Con la usura nadie será capaz de conIcs^rnl's i'unu jiregtuilíi tan sencilla al parecer; porque la usura c¿ cl dcrTtó 'sotfsdiá'de u iié ttá rm a ft y de maestro entendimiento; es la'dtístrQctioii tfb lO'r priiiciptris mas santos en que debían compla-

— 185 — céree y deleitarse nuestros corazones; es la m^ulre de todoa los e r ­ rores y de todos lo9 cri meses qne se vienen perpetrando desda el oriaen del tunado. Nosotros queremos que un duro vajga siempre veinte reales, ni mas ni menos; es decir que un pedazo de casa, de tierra, del mismo valor, que una medida de trigo ú de teta, uparte (Le la al­ teración (|uo eu la proporcionalidad de los v alo ra haya podido introducir el perfeccionamiento del trabajo, ni valgan mas ni me­ nos que lodo sn valor. l’nes no por cierto. Los señores economistas, cuya justicia corro parejas con su sabiduría, no conociendo,otra Iqy que la oferta y fa dccnandn, que es la, negación de (oda,,ley en los cam­ bios y en las relaciones de nuestra vida, se empeñan en que mj duro, ó ha de perder casi todo su valor ó lo lia d^ niulüplicar al infinito. •' ’ •■ ' i ' ' ■I ........... ... " Rii manos de un infeliz, un düro vale e s c a s ^ e n ,^ ¡cinco api­ les. Su trabajo lo odelauia á crédito: pero l^ fn ito s rd e so traba­ jo los rende con anticipación, cuando mas, en lí^a t u i l^ de lo que valen. Aparte de esto, cada una dé las cosas ep que ciqplcR ese duro le cuestan un triple ó un cuailruple de su v«|or rw l. La mala casa que habita, entre él y sus antecesores la habrán pagado quince ü veinte veces; todavía ja continuará pagando, sin que pueda, por estos medios, que son k|$ naturales y ordinario?, hacerla uunca suya. Olro tanto sucede con ,la$ tierras que llera en arriendo ó que trabaja por cuenta de otro. , Deducid del duro tantas cantidades negativas, y Lendfeis por este lado, la medida de su valor. , • l'ero consideremos á este duro en manos de un capitalista. Tal vez llegueá valer mas que todos Los valores d e l a t jorra reu ­ nidos. Colocad» en un banco, del cual, por la fuerza de absorción, pasaría á otro, hasta recorrer cop su crédito todas la» naci.ones, nada uias que á un cinco por ciento de ioterés compiie6tofi cada

— ISIS — calorcc aflos hallaría el capitalista en ese duro duplicado su va lor. Bastaban seis ii ocho siglos para quo «1 m oriliario ¿ inmovitinrio de todas las naciones, su política y su religión, quedasen legalmente sometidos á la voluulad incontrarresiabla del ducAo de ese duro. Querer que todos nuestros capítoles seno, por si mismos, pro­ ductivos como ese duro, es querer que continúo en nosotros ln fascinación de la serpiente, por la cual fueron esputados del pa­ raíso nnestros primeros padres, y que el íngel qne se halla cus— (odiando sns piierln?, nos impida el acercatios con su espada de fuegn. De un padre holgfiznn y derrochador, lince un liijo económi­ co, virtuoso y irnliftjndor. ¿Quién debe de encontrar su castigo, quién sn recompensa? Con lo usura, si el pariré es bastante rico, las rentas ilc su pro­ piedad se r¡iu (inficientes, para poder hacer i la sociedad cóm­ plice y victima de sus vicios, do sus injusticias y de su comipcion. Si ln propiedad sucumbe á la satisfacción de las iniquidades y «le los despilfarras do su dueño", en el padre casligais al hijo. ¿Qné medios lo dejáis ú esle para que reintegre su ser en la pro­ piedad? El trabajo; pero el trabajo enteramente sometido á los dueflos d« la propiedad En resumen: todas las mentiras individuales, todas las menti­ ra* sociales, todas las mentiras religiosas, se hallan dentro de ln usnra. La Gccion es sn esencia. Cun la usura, lodas las maldades aa cubren con el manto de la hipocresía, para dar á todos los vi­ cios el colorido de lo virtud. Se desarrolla en lo absurdo y termina ea la imposible. Todas las falsas religiones se resuelven en dar adoracion A la criatnra en vez del Criador. Nopudiendo sostenernos en nosotros mismos, la usura no&ohliga-áqqe noa*e bajemos de nuestra naturaleza, hundiéndonos, co­

— 187 — n o todos los hombres y lodos lo» pueblos han llegado ¿'hundirse, en la adoracion del Becerro de oro, que es la negación ma9 gran­ de en que podemos colocarnos respecto de uosolros mismos y de Dios. La eseneía de la usara, es el odio y la división de lodos los hombres; porque la usuro no es olra cosa que una Irusfurmucion de la fuerza brultt como criterio social; y asi como toda ópocu de violencia, produce uialerialmente esclavos, asi toda época en que domine la usura, produce los mismos esclavo» pero eu. sentido moral. Violoittar, material A moralmente, á la personalidad humana, todo es uua misma cosa. Tan duro y tan violento es ol que se tíos obligue & trabajar á latigazos^ como que no so nos deje otro re­ curso que morimos de hambre, si es que o o sucumbimos d la vo­ luntad del amo que traía de csploLarnos esclusivacuente en su lienefleio. Siu embargo, la razón de ser de la usura, asi como de ta es­ clavitud y de todós los demas principios negativo*', uo está preci­ samente en si misma, sino cu la ausencia de nuestra justicia y do nuestra personalidad , las cuales uos apresuramos ú reem plazar, dando verdadera ecsisteacia á lo que por si mismo no podría eosistir. No queremos buscar nuestro bien eu la justicia y tenemos que a c*p lar nuestro castigo. Hé aquí la realidad de ta usura. La usura es el triunfo del hombre sobre el hombre y m osparlicnlarmente el triunfo del individuo sobre la sociedad. Lo que nosotros no lineemos, guiados por mía fjtlsaljfrerlftd, ella se apresura á hacerlo. Por lodos los flancos sociales qffe de­ ja abiertos, en su ecsistencia, el principio de autoridad, penetra la lisura, siendo ella la rai 2 rel foco, cada res mas encendido; de todas loa reacciones y de todas lasrerolocioiies de nuestra m o d er­ na civilización.

— 188— logreida del a m o r, que cu nuestro envilecimiento la profesa­ mos, ha llegado á persuadirse de que sin ella oos es imposiklo na­ cer, imposible el educamos, formar capitales, cambiar nuestros pruductos, alim entarnos, ni progresar. La usura, á Talla de oíros medios, nos presenta en todas 1?» casas el cebo de la ganancia. Los hombres antiguos enterraban sus capitales y se echaban i dorm ir. La avaricia era el vicio capital de nuestros padres. Re­ tirando de la circulación, cada uno por su parte, toda la piala y todo el oro quo podía, propendían á lim itar la circulncioo de los Tal ores, con lo cual conseguían, limitando sus necesidades con el objeto de ahorrar, la falta de consumo, y con le falta de con­ sumo Ja falta de p ro d u ccío D , y coala falla de producciou el em­ brutecimiento de los trabajadores y el estacionamiento y relrogradacioa do la sociedad. En uo estado de cosas semejante, la usura hizo sonar el raída de ganancias fabulosas en los o ¡Jos del hombre avariento y de la sociedad, é impelidos lodos por el vértigo de la codicia, nos le­ vántenlos y dos pusimos en pió dispuestos á m archar. Con el es­ timulante enérgico de la usura ya no hemos tenido miedo de des­ enterrar nuestros capitales. Las creaciones Tantas m agíricas de nuestra civilización partea de aquí.

La usuro nos alimenta devorándonos. Eslo es lo que liaremos ver; pues que fijándonos en los prin­ cipios económica* que acabamos ds sentar, uo habrá un hecho, no habrá una idea, po habrá uo fenómeno en toda miesUn socie­ dad (¿pe uo tonga su nntural esplicocion.

CAPITULO XI,

En u n a cuestión, sea de la clase que quiera, que sea resuella por el hom bre y admitida por la sociedad, ó quo sea resuelta por La sociedad y admitida ó comba Iida por los hombres, ván itnplioilamcule resuellas lodos las demás. I)e iiiauern que s¡ el prin­ cipio es verdadero y justa sil aplicación, justas y verdaderas nán lodos sus consecuencias, y verdadera y jusUi lo trasposición, quo se liaga do un órdeu ¿ o tro , hallándose intim am ente ligados, Couio se hallan, todos los sistemas filosóficos, económicos, políti­ cos, sociales y religiosos. Pero si el principio es falso, no solo se­ rán falsas lodas sus aplicaciones y lodas 9us consfloueneias, sino que ademas serán absurdas y contradictorias, siendo inseparable la falsedad de la contradicción. Para que resalle mas la verdad de lo qne acabamos de decir, guiados por la luz de t$ contradicción, vamos á poner, lan unas enfren é de las otras, las soluciono? ecorKmicas dadas por la so­ ciedad que concluye con el triunfo d éla clase media, y las qoe, como consecuencia de este triunfo, viene dándonos la moderna sociedad.

— 190 — Sin prejuzgar nada, «eremos breves é imparciales analiza­ dores. Conocido, como ya In conocemos, ta naturaleza de cada una de las clases de valores, no («memos afirmar, que la libertad po­ lítica y la libertad absoluta de comercio, nunca fuú roas factible que bajo las condiciones de ecsistencia que teníamos bajo nues­ tros rayes absolutos. Hallándose abatida la importancia política de la nobleza, no teniendo ya fuerzas ni prestigio eu el pueblo para Incitar por su liberlad, por su independencia y sus privilegios, sino pora arras* trarsts, vil cortesana, por las enlósalas de los reyes, nunca, repe­ timos, hubiera sido mas fácil, si la época lo hubiese traido consi­ go, el uivelar, sea por la estensioii y universalidad del principio, ó sea por su abolicion, las libertades y los derechos de lodos. liu cuanto cabo, esta nivelación fuá llevada á cabo por los go­ biernos absolutos. Ln condicion de loa hombres, en ol espacio que media entre el fcndulismo territorial y el feudalismo mercantil, era la de no poder sor separadas del grémio, de la corporación, de la cofra­ día, del pueblo, del territorio, ó de la familia á que pertenecían. Tuda la sociedad se hallaba organizada en pequeñas comunida­ des. La comunidad vivía por la vinculación ó ¡a propiedad muerla: y el qné era dncño de lodo el' territorio de una comunidad, era reputado como señor de ella, nsi como las comunidades y los pueblos que se pertenecían á si mismos, gozaban en común, no en particular, de todos los derechos señoriales. • Eli una palabra, el hombre, en. si mismo, era reputa do por na­ da; pero los representantes de la familia, cabeza de la comunidad, 6 la oomnnídad misma, personificándose eo sus representantes, oran el todo en esla especie de estado medio, ó de edad media, de .nuestra sociedad. Pues bien; sin salirse nuestros reyes absolutos de este régimen,

— Í9í — en que habían nacido, como en ellos Labia nacido toda la sociodad, llevaran ta igualdad, la nivelación y ta libertad do todo S has la el úlliroo estremo. Todas las hermandades, todos los ¡jrémios, lodos los pueblos, lomados en conjunto A en ta cabeza de sos señores, y todas las provincias, habían llegado á gozar de una ecsistencia económica y civil enteramente independiente, garantida por el representanle de la unidad nacional, el cual, como el oro en loscaulbias, da­ ba valor y consistencia ¡i lodas estas libertades. Si ln ex isten c ia, que en nuestra familia, ú en nuestro |>tiobln, tcniamos bajo el pohierno de nuestros reyes absolutos,1 hirbiesc descendido li lodos los individuos, nosotros hubiéramos' en* controilo la verdadera coustituciun de nuestra libertad en la ctiüstitiicion mas amplia y mas definitiva del principio de autoridad. Uun y otra, en vez de disminuir, garantizándose résped ivani ente j se ImIncran elevado á uu grado que ea absolulam cnletotlólo1que podriamos desear. P ero no nos adulantemos & los acontecimientos. Dojo el gobierno de nuestros reyes absolutos, el hombre vivía en su familia, en su corporación ó eu su pueblo, asegurados to­ dos sólidamente en U amortiza cion de la propiedad. Todas las libertades, todos los derechos no pasaban de aquí; y sin embargo, bajo el punto de vista de la ecsistencia da la an­ tigua sociedad, la justicia de los reyes es inatacable. Dieron, den­ tro de los limites que el estado de nuestro desenvolvimiento ha­ bía impuesto á su autoridad, toda la libertad, qne dentro de nues­ tro estado, éramos capaces de Lomarnos y de recibir, constituyen­ do antes sobre nosotros la ecsisleneia de la monarquía. Gozando cada provincia y cada pueblo de una ecsistencia independientc; ¿qué uso os parece qne hicieron de su libertad? Ase­ gurarse eu ella por loda clase de medios; esto es, tabicáf slis

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puertas J I » relaciones comerciales coa tas dem ás provincias i los demos pueblos. El sistema restrictivo, que multiplica las aduanas y los agen­ tes del fisco en lodos direcciones, interponiéndose entre los ven­ dedores y los compradores de diferente provincia, ó de diferente fuero y diferente jurisdicción, queda jusliQcado por la misma li­ bertad. ¿Debe vender el gefe de nna familia el trigo que necesita pora el consumo de su casa y la subsisteucia de su familia, no tenien­ do la seguridad de podo rio volver á comprar, ó de comprarlo por el midmo prócio? Hé aquí lá cuestión; si el (jefe de esa familia no debe, por nin­ gún esülo, deshacerle do to que necesita, cada pueblo, y cada pro­ vincia, y caiía nación, quo solo viven en la ecsislencia de lodos sus miembros, antes que trabajar para los de fuera, deben dejar cu­ biertas tod¿s las necesidades de su caáa ó de su localidad. Y si un argnuiento de esta naturaleza ¿^irrebatible, bajo el punto do vista aolual, bajo el modo do ser adquirido duraute la antigua sociedad, carece de contestación. De esla suerte, se hallaban identificados en c a ía localidad, en cuanto es posible bailarse dentro del principio de la productivi­ dad del capital, los ricos y los pobres. Siendo difictles las rela­ ciones comerciales de localidad á localidad; Icnieudo ademas el inconveniente de la Aduana, las relaciones interiores no podían menos de set mucho mas justas y mas estrechas. No pudieudu generalmente los propietarios vender sus productos, sino á sn j mismos [irodiiclores, para que los artículos de primera necesidad fuesen consumiiTos y beneficiados ¿u el pueblo, era preciso que buscasen está jtositiílidad, relacionándose con el precio de las ga» nancías'delos raismoá consumidores. Tío habiendo ótra salida po­ ra ffr8pfóduclori,a1 UáTlábdo&e desarrollada la industria, al I » artes d e lu jo .to d o lo ^ue Ioapropiétarios bó podían venderá con-

— 195— snm ir en su misma casa, bajó la pena de perderlo, tenían qao eíriregarlo de limosna. Eran eq realidad anos verdadeA>« ecónomos de los pobres. Por to tnnlo, la miseria qne crece á medida ríe nuestro traba­ jo, en el desenvolvimiento espantoso de la productividad del ca­ pital, entonces era poco menos que insignificante. Juzguemos de la diferencia de nuestra situación de entonces it nuestra si Ilación
La ruina de nuestra sociedad y de nuestra civilización con to­ das sus artes, lodas sus ciencias, todas sus grarides poblaciones, lodos sns grandes ferrocarriles, y Lodo su lujo, y toda so óslenla* eion, se doduco naturalm ente de ellas. Quo lo Inglaterra, por medio de los préstamos de sus capitar les, por medio de su industria y de sn comercio, realice en sn favor y en perjuicio de las demás Daciones, nna suma tan exor­ bitante, que repartidos anualmente subproductos por iguales par­ les entre lodos sns habitantes, les tocarían por familias sobfp anos trescientos reales por día; qne hecha la misma partición en F ra n 26

— 494 — cía no les locaría, mas qne á (rea francas y céntimos ¿ y que en Turquía no ten d rían ñ percibir nías que (los ú tres reales, ¿qué prueba lodo esto en favor de Inglaterra? Que si i la Inglaterra uo la dan por el pie sus mismos habitantes, fundados en el hecho do su mayor miseria respecto de los individuos de las demás n a ­ ciones, nosotros .nos debemos encargar do esla operación, porque la mayor porte do nuestros m ales, nos vicuen do nuestras rela­ ciones con la Inglaterra. Siendo la usura una eslorsion sobro la vida del hombro, es la raíz de la antropofagia que moralmenle y por oposicion ¿ nuestra verdadera común iun en la Eucaristía, operamos los unos en lo9 otros, sin otra diferencia respecto al modo m aterial y re­ púgnenla con quo se verifica entre los Caníbales, quo nosotros, apoyados en la usura, que es en las vias negativas de la civilización el último grftdo de desenvolvimiento, lomamos en toda su eslcnsion la vida del hombro y la hacemos pasar á la nuestra, dejándolo sin vida personal, m ientras que el canibalismo devorando al hom­ bre de la misma manera que á un cordero, lodespacha en un ban­ quete. En los festines da la usura, el hombre es un manjor inaca. bable; es una ave, como el ave Fénix, que se reproduce de sus mismas cenizas, y tan variado y abundante como lo es el trabajo que se multiplica cu todo género do producciones, De esla claso de festines k ocupa el Salmo 1 3 diciendo: «No llegarau ¿conocer lodos lo* qne obran iniquidad que devoran á mi plebe como pe­ dazo de pan?» La usura, para ecsistir, tiene necesariamente que alterar el precio de lodas las cosas. No vive sino espío lando, unas veces ol porvenir en provecho de lo pasado, oirás Jo pasado en provecho do lo ponen ir. Tantas veces como halla ocas ion se presenta á espe­ cular sobre la vida del hombro, especulando eobre el trabajo y los productos dol trabajo. Ya se apodera de iodos los brazos y do todjty las subsistencias; en unos punios la vemos crear el no valor

— 195— de la propiedad y délos productos de la propiedad1,^ aeiendd im­ posibles los iransadonfes por la ausencia. 4e mulAReo y porKéütft' dejado & lo Jo el mando imposibilitado d i proveerá siis nvéesídiU' des; pero ea oíros pnutos, en el sen* ntismfe de la dbiiiidnneia, sabe dar un *alor exorbitante i la propiedad y á fn& (»bj<Jtuído consnmo; por manera que si donde hay depreei& cioaetihipM iblg tender y comprar; donde boy abundarán» y cifréstía' c& tam­ bién imposible la vida para el pueblo, porqué la «¡dar1sfl ebtwlerli en un privilegio para los favorecidos del capital. Teniendo todo esto en cuenta, no nos toálaitf trabajo comprentlcr, que on el sistema dcdcseentralizaclotfyde rcslrlcciott coüiercial, que era fa l>aae de los gobiernos absolutos y allnlsitto tiempo una garantía para el pueblo:, la m iseria, gencralméMd’ habtttndó, no podia ser muy grande, como no eran g ra 11 des' lo s a r rién dos,, n i Jos alquileres do las casas, ni grandes las uéccsid&dé^piiblicas, jii las especulaciones comerciales, ni grandes el lujo ni las direreionca, ni la prostitución, qne se veta rechazada enérgicamente por los leyes, ni grande, por consiguiente, el interés del dinero, d eunl, medíanle ana tram pa legal, se venia ú imponer á ún pre­ cio módico sobre la propiedad. Habíamos de absolutismo) Donde hay nna descentralización ecsageroda no puede haberlo, porque Codo absolutismo, ó lodo des­ potismo, es un erecto el mas inmediato do la ccntralim ion. Si buscáis el absolutismo, le bailareis cd los gobiernos ministeriales de la clase media; pero sobre todo en los gobiernos que salgan de la democracia. Asi pues; allantados los individuos en la existencia de las familias y en la de los poebbs. hallándose todo asegundo ea la ecsislencia de la propiedad, da la cual no eramos sino nfiiros po
— IWJ— mo hecho quedaban gélidamente asegurados en sn presente y en su porvenir, ¿qué obstáculos preso otaba este sistema para la ver­ dadera libertad comercial? Si al individuo le fallaba algo para ser completamente libre; considerado eo la familia, en la qnrporucion, ó en el pueblo, su libertad no reconocía limiten. Pues bien: siendo las familias y los pueblos inviolables en sn propiedad, y por consiguiente eu su trabajo, que ps el que d i y uonserva el valor á la propiedad; ¿Por que las trabas que se po­ nían al comercio general? Seguramente que uo seria por el deseo de carecer do lo que respectivamente podiau ncccsil.tr los unos do los otros, sino como una consecuencia de las garantías que ecsislian con respecto á la propiedad, haciéndolas esteasivas á todos sus productos. La .familia, ó ol pueblo, donde se produce una cosa, tiene en todos y cíidn uno do sus individuos y piirlicularinenlo en aquellos que b;m concurrido i la producciuu, derecho preferente á parlisipar do ella en el todoú cu la parle que se necesite. Si recono­ céis al individuo el derecho de dtspouer de su propiedad y da su trabajo, como que al individuo no podéis considerarlo.aislado, sino unido graduó luiente con. eii familia, con su pueblo, con su provincia y cou su pálria, debéis cu esla misma graduación, reconocer otros tantos dere ch o s; porque sino es imposible que puednu ccsistir ni la familia, ni el pueblo, ni la patria, siendo, como son, el centro cada vez mas esteuso de la vida de todos los individuos. . El sistema restrictivo, es absolutamente justo en cnanto pro­ tege y alianza socialmeute ú lodos los individuos y á lodos los pue­ blos en su respectiva libertad. Fuera de esla protección, deben cesar todas las demás trabas que h* oponen al ejercicio de nuestra libertad. Sin la libertad, BU*slro trabajo seria, sino yulo, cuando menos insignificante. To­

— *97 — dos los perfcccíonamieutosde las arles y d é la inleligoncia eed elien á la libertad; porqueen concurrencia con la libertad se o&limula el hombre y sacándolo de so indolencia y de su apalia, m ul­ tiplica sus fuerzas, daudo mus bríos á so personalidad. ¿Pero será esla una razón poro que una familia, un pueble, i» uno tocicdnd, abandone su trabajo y su territorio, porque oíros lian coiiiffimdQ: producir ü roas boj o precio y en mejorcR condi­ ciones tudoa las producios? ¿Perosino trabajamos, ¿de dúnde he­ mos de sacar dinero para comprar? Los producios se compran con producios y el dinero no es mas que un mediador. Pues bien; ¿uo será altamente justo y sgberaniimeulQ natural do quo míenIras no podamQB sostenernos cu la calle, nos recojamos en mies’ tras cnsas, «n uueslros pueblos y en nuestra sociedad, & levatilur murallas para resistir á Indos los enemigos de fuera? Todo lo cspueslo se halla on el espíritu de la mas rígida eco­ nomía. En ct hecho de formar parle de una familia, de un puolilo ó de una saciedad, estamos sujetos ¡i Ins leyes do esla misma socie­ dad. Antes quo pensar en lo que producen los Ingleses, debemos pensar en lo que nosotros producimos. K una familia compuesta de eualro personas; ¿qué e sto q u e le tiene mas cuenta; ¿qhc dos do sus individuas se retiren de la producción, ó que produzcan la mitad ó á doble precio que otros productores? Esla polaridad, po­ sitiva ó negativa, ecsiste eo todas las sociedades. Mientras do ha­ llemos ocupación mas lucrativa, ó mejores medios de producir, que los que tenemos, nos liene mas cuenta consumir lo que hayjt cu casa porque siempre es mas barato, no Les que acudirá los estratos. Poro toda tiene sus limites: y e n el limite donde acabala ver­ dadera protección, comienza la verdadera concurrencia. Garantido lodo el mundo én su trabajo y eu su propiedad, la concurrencia puede elevarse, por los mismos grados que dcscioo-

-1 8 8 — rlM b s restricciones, A todiw las regiones de ta pracliicciun y d# la sóclédád. ¿QuMn duda, que pnede traducirse fa estreñía restricción eoinereiol por 1* eslftina libertad A ta estre n a coocnrreneia?Uentro de la eslretna restricción1, cabe el que los individuo* dé un pueblo á quiénes debeguponeiSe en nnas m antas condi­ ciones «te4pttrpktdad y 1de tn h s jo r se hagan Tespttcto d la c e lidád^y'ft la abundancia de los productos una estre n a concurreoeis. EI tjiitt trebaje trias y mejor, a<[iiel tendrá m as producios y los venderá mejor. 'Dentro defftw t'rem a restricción.cabe el que los pueblos, ea prinfer hrgrar, después ias prorideias y por lin los Daciones, con suísdbrantes i'eaftecUvós, compitan en la-produeioní ¿N¿ lian Adivinado loa economistas que Isa ley ea del monopo­ lio sbh fcnterntncnte-ltts mininas que las leyes dé la libertad? Separadlas ó dividirlas, es dividir al hombro r es dividir al pufcblo, dividir ¿ fa nS(íion y d¡vidír la humanidad. ¿Será, cccnúmifco para un pueblo el quo sus agricultores va­ yan 4 vender fuera todos sus productos, obligando indirecta­ mente ¿ loa artesanos, á que lo que se produce en casa, lo tengan que b u f a r en otro parte, multiplicando sus gastos? ¿Será justo por osle míame motivo, que lo que se vende en una ¿poca á cuatro, lo hayamos de com prar Acocho de manos d e los acaparadores, los cuales no tienen otro oficio que interpo­ nerse entre les productores y los consumidores para vivir de nuestra miseria, ereandb elalza y la baja de toda clase de valorea?El comercio, representado por el ora, debe se rla anión de to­ dos los valores. En el cambio de producios, el comercio es uo* ftrririon social de Innta importancia» en el ramo que abraza, co­ mo la monarquía en el1fotfen-civil, sirviendo de centro á todos los déréctuw, equipará tíllalos eon sn justicia loa unos 4 los otros, y £táno ltrantótftadJf e la iglesia eatóttaa, que está llamada & do­

— 199 — minarlo lodo; desde la cúspide de la humanidad eu que se halla colocada, teniendo nn pié que se esliende á loda la tierra y el olro qoe penetra en lo mas profundo de' los cielos £1 comercio, como parte esclusivamente material, debe estar enteramente subordinado A la constitución de la autoridad.civil; asi como amboB deben responder y estar subordinados á la consti­ tución de In autoridad de la Iglesia.Si invertís este árdan natural y legítimo, destruís por el comercio & la. religión, & la sociedad y al hombre, haciéndonos á todos esclavos del demonio de la nega­ ción ó del ¡oOemo de la usura. La desunión que hoy reina entre lodos Ios-hombres, entre to­ das las clases y entre todos los naciones, es efecto, el mas inme­ diato, de la nlteracion de los valores, qnc lleva consigo el comer* cío, obandonado culeramente, como se halla, ¿ merced do los particulares. La soDslicacion de los producios, la ««tafo, di robo, Ja miseria, la disipación de las costumbres, la ruina de la liber­ tad, la ruina del priucipio do autoridad, lu ruina do la religión, lié aquí la esencia de nuestro régimen comercial. ¿Cómo conquistaron los ingleses á loscipayos, dejándolos sin libertad, sin nacionalidad y basta sin religión, sino vendiéndoles en veinte lo que valia dos,realizando sobre ellos, usurariam ente, Ja mayor parle del rtlo r de sus producios eo circulación y de su territorio? ¿Qnd fuerza babian de tener después los cfpayos pa­ ra levantarse conlra los ingleses, sí les tenian comprados sus bra­ zos y hasta su voluntad y su conciencia? ¿Y cómo han podido apelar á la fuerza sino saliéndose de la legalidad? Hé aqui lo que (odoB los qne vivimos en sociedad, lo que la sociedad misma, lo que el principio de autoridad, cu representa­ ción de nuestros intereses particulares y sirviendo como el oro de intermediario en lodos nuestros cambios.y transaciones, de* hemos evitar; no evitándose uu resultado tan desastroso y tan fa­ tal, sino purificando al comercio de la usura, JjasU conseguir

—200— 4|fl» Im *'oamMftíite vcHfiqnefl «n justicia y entreVolof'M iguale*. ■' P«to*i wínsldcrflíios ffl mónopoíio y:al libre1cambio como - lio» M as entendíante distraías* la una se resuelve es la olra. y mientra» no #$ b8l(eti conchadas; ¿qué mas tendrá qne 61 mo• iMpalio1a sociedad aclnsl, el hombre se v é enteram ente abando­ nado así mismo, y la sociedad, como es consiguiente, ae en­ trabada al-asard^'lot'aeénM ciiiiieitios. > >Sol* -por la»' contri luiciones que paganos, por loa servieiuB quo se ihk ocaigoft, por Iob tribu n alo sd eju sticia, por los hospi­ tales,'loa prefrldlos y el cadalso, conocemos la ecsislencia de lo 3ttift(ladk Fitora d ce sto ,n ad Q podemos esporar deuoestío? vecinos. Económicamente hablando, si estudiamos nuestras rebelones desododad, roconocorétMos, qde todos somos enemigos declara­ dos de tm«8tToi mpeol>vo3 intereses y por lo tanto de nuestras personas, viniendo eu consecuencia ¿ deducir, qao basta donde podamos «ludir Iw prescripciones dej código penal, debemos atentar sil» p iolad y sin misericordia, contra h etfnisleucia cuonómioa, -civil, pollticaú religiosa de lodo el mundo.

Nadie w nada1«on nosotros. Luego nosotros, nada teD0nti*4|Be'T«r con nuestro prógimo, ni «on la sociedad, ii. So hunde la-sotiedad, que se hunda. Desaparecen los gobierMsv^tieídwapartzcan. Las calamidades públieaí son demasiado |fi
—.301 — U lio p e a v con le* lim ites Je s ú s resj^M4aa4uexuia«alvemiM nuestra personalidad, asegurándonos i nosotras núsniD» yA nuestras hijos de los derechos sociales ioliereitfea i-Uidas. las qua tienen poder para colocarse eu la cinia de la «ociedvtd. n 1 Cualquiera hombre, dcuai^uiera c^asailQ i ^ ^ ^ a i l . q u s . b a ­ ya leu ido fuerza para colocarse eu esta allura, lo primero tm

— 202 — triple pérdida para la patria la protección qne damos A la indus­ tria nacional?.Si en algunos casos, y durante cierto tiempo, y en justas condiciones, debemos proteger ciertos ramos de industria, ¿no sería mas económico, no nos ahorraríamos el trabajo de k n hombres que empleamos en la protección y el escotó de précio qne, respecto de los es trance ros, nos cuestan los productos nació» nales, entregando, como nn regalo, á los fabricantes protegidos, lodo la que nos cnestan esos once ó doce mil hombres que tanto pesan sobro la nación y el tesoro público? Se dirá también quo arruinando á los fabricantes nacionales, dejaríamos sin trabajo i miles de obreros. ¿Pero qué relaciones de equidad ni de justicia, unen á esos fabricantes con esos obre> ros, Tiiáesos obreros non esos fabrican Les, ai qué relaciones oosislcn entre lodos ellos reunidos y nosotros, para que forzosa» mente hayamos do darles una injusta preferencia? Las relaciones de pura especulación y depuro ganancia, se compensan con que 6 nosotros se nos deje en libertad para comprar donde sean menos grabados nuestros intereses. Y puesto que los fabricantes no quie­ ren otra cosa sino que nos arruinemos para que ellos vivan, apli­ cándoles sus mismos principios, mas justo es que sean arruina­ dos lodos ellos. ^Quieren los fabrica ates protección? Nosotros se la concede­ remos, pero es preciso que acepten de antemano la juslieia. Vamos é tasarles los géneros. Materias primeras de fabrica­ ción y reparación de m éqnints, cincuenta millones. Salario de los o b r e r o , dorante un año, cuarenta y nueve millo oes; y o líos, como «oflkfo de su alia dirección y adminislrMioo, un millón de reales. Total cíenlo. i E u r f d ia j segno los principios de la productividad del capi­ tal, esos oieo.inillouea, al pasar ám anos del comercio en .grande, ó .al p o ripayor,¿ehen producir, cuando menos, actualmente, seis millones m a sá ti Lulo de jniere&es* y catorce mas, esto según las

— 203 — circunstancias, á titulo ele especulación ó beneficios. Sin produttos de especulación, ó beneficios/ no habría industria, según está montada la. sociedad actual. Para do producir nn capital mas qne «as intereses, nadie querría aventurarse á ta fiuerto de nna em­ presa. Bastaría imponerle sobre M enas hipotecas, y sin trabajo ninguno aprovecharnos do las rentas. Ademas, divididas las fun­ cione» do nna empresa, uno generaliueuto es el capitalista, olro el «mpresario ¿ fabricante y otros lo» obreros. Pero esta clasifica­ ción acerca de la intervención directa ¿ indirecta, rfue cada uno pneda tener en la esplotacion de las industrias, no nos hace al objo . Lo que hace al caso es, que no valiendo todos los produc­ tos fabricados mas qne cica millones de reales, son vendidos á loa comerciantes al por mayor en cicnto vointe, quo estos co­ merciantes, al distribuirlos ¿ los comerciantes al pormenor, que son los que se hallan en contacto con los consumidores, deapnes de ítacerso pagar el précio de sa trabajo, de su Tunclon A de iu s servicios, realizan sobre esos cieato veinte nfilldnes, entre su sueldo, ¡utereses y beneficios, treinta mas. Y como lns funciones so subdividen y se multiplican en el comercio al por menor, ha­ ll iendo cada Yez menos conciencia para vender, retalla que los consumidores pagan los productos de los fabricantes en tu» doble A triple de lo qne ra le s.

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Pues bien; si la fabricación y el comercio nacional quieren qne Ies demos la preferencia, qne comiencen por abandonar los intereses de los capitales y los beneficios, los cuales constituyen el déficit de nuestra falla de consuno y de toda nuestra miseria. •

4

De esta manera, mientras las demás naciones no entrasen en los mismos caminos de justicia, tendríamos la ventajo sobradlas, de qve produciendo mas barato y al terdadero préclo mies tros fabricantes, no podríamos tem er sn concurrencia; y en rtg n n do lugar, que todos nuestros sobrantes tendrían salida para <1

-2 0 4 eslrangero, sino légtilnientc, como sucedfe, por laorgaoiiacion del contrabando. ¿Qn¿ ventajas sinosacarém os dé qne nos arnrinetf los propios mejor que los cstraftos? ¿son tan caritativos nuestros fabricantes que nos hagan donación de todo su sobrante? Por efecto de'esa injnsla y mal entendida proteccríon, twfo nuestro dinero y lodos nuestros producios, como qae al vender­ nos los suvos mas cnroc, nos los compran los nnestros á m eóte précift, ván á pnrnr a1 comerció y á los fabrieanlesj y e n lugar de vernos arruinados en pnrte por una clase de especulación, no» vemos totalmente arm iñados por los géneros de especulación qne se mnltijiliean. Electivamente, el din oro y los productos, de los; cuales nos hemos desprendido^ írtenos précio, como qne necesitamos Ilenai* el déficit qtio lia quedado ¿n nuestro consumo y en toda muestra vida, y nl niismo tiempo, Ii'nllMdosc el comercio y los fabrico!tea en necesidad do dar salida ¿ lo qne por nuestra falla de consumo hd quedn
— ■205— ge desarrollan en sentido inverso; pues que aislados el uuo del olro soo nna emanación directa, el primero del panteísmo en re­ ligión A del comunismo en política, y el secundo
C A P I T U L O xir.

El priucipio de libertad, para ser verdadero en todas sus aplicaciones, á medida qne se realiza en nncslros progresivos de­ senvolvimientos, tiene que irse encerrando en la esfera de acti­ vidad de cada individuo para que todas las libertades queden ¿

— 206— uo mismo tiempo realizadas. £1 principio de autoridad por el contrario,'A medida qne se multiplican ribestras relacionas, r qtía nuestras facultades y nuestra libertad se.cograndecan en la eiviliueioD, no puado meaos de lomar proporciones gtgfeaCc6casT puesto qne todo lo que sale de la esfera de acción del ¡■dividno constituye laesencia de lnjnsíitia r í a organización do In sociedad. Si todas les esferas que se eleven sóbr* el Ínteres esolnsivamentó privado, y todas, las que en el mismo 'sentido, vanos ad­ quiriendo con nuestros desen volvimientos en la ctTíliateioo, frie­ sen ocupadas inmediatamente por el principio de aaloridad, las perturbaciones sociales quedarían estirpodas erren raía, por cnan­ to el principio de autoridad, al usar legítimamente de su derecho, sostendría d cada uno on sil justicia y en su libertad, y todos ju n ­ ios, girando estrictamente en la órbita de sus derechos, hallarían que en ellos y solo en ellos descansaba, como en bus verdad oros ciiuieuios, la eeaieteneia de la sociedad. De este modo, los que se frailan to vestidos de auleridad, ja ­ m as se-verían en la stceeídad, como se véa, para su perdición j la nuestra, do invadir les derechos y la libertad de los ciudada­ nos, ni los individuos, viéndose, los unos por los otros, annlados on su personalidad, tampoco se propasarían á invadir el terreno común, destruyendo A la sociedad, como hasta en sus fundamen­ tos v¿ quedando derruida. Nada ba quedado estable en nuestra civilización. L ibertad, anloridad, propiedad, familia, religión; ¿qué queda de nosotros mismos y de la sociedad, despucs de haberse realizado la desa­ mortización civil y la eclesiástica? La propiedad debe ser libre, cuteramente libre, en lo que haoe relación á los individuos; sino ¿cómo estos « alisarán su li­ bertad?

■ Perooa lo tocante i la sociedad, como que todo lo que &ella perteaoca cb ceamu á todos, ¿qué iadividno, qué clase, ni qué

— 207 — partido político, podrá disponer de ello por si y ante «i, «¡o arrui­ nar loa derechos de los demás, sobreponiéndose 4 ta ley tnism* de la sociedad. Por consiguiente, todo lo que nos es coman, liara y debe llevar no sello de fijesa y de estabilidad, que nada absolutamente pue­ dan ea su contra los intereses privadüs de ninguna clase de ciodadanos, m ientras la sociedad en peso, representada por el princi­ pio de auloridad, no cambie la escocia de una institución-por olra institución que sea mas-conforme y conveniente al interés genera 1. Si la esencia del feudalismo territorial la coneliluyeel dereclio de conquisto, del cnal es una reproducción m is avanuda, el feu­ dalismo mercantil, apoyado y sostenido por el principio de ln pro* ductividad del oapilal, tan negativo de La sociedad y de nneslma derechos, como la ley del cañón ó la ley del sable; asi oonio la libertad individual, concentrándose eu su yo y cerrándose den­ tro do las paredes de su caso, se fortifica y so amuralla en ese de­ recho, procurando hacerse im penetrable ¿ Lodas los libertades que derriba y que tratan de derribarla; asi la ¿ociedod, m ientras subsista ese derecho, y m ientras encuentre obstáculos para po­ der armonizar todos los-intereses y todas las libertades, haciendo que nadie se vea esoluidode la propiedad, ni déla fam ilia, con­ servando Modo trance las bueoas costumbres, para evitar la di­ solución qne nos amaga, se baLla en el caso de ecJiar mano da los mismos medios, para que las arm as de sos enemigos se vuel­ van contra ellos, recobrando, de esta m anera sus propios fueros, hasta donde sea posible dentro de la anarquía que reina en lo­ en todos los intereses, enlodas las ideas y en todoslos indi vid nos. Si toda la propiedad fuese social, y se poseyese en común, no habría tal productividad del cap¡tal.,¿Qnión percibiría los in­ tereses del capital? ¿Todos? Esto seria enteramente idénlico.ii-si ninguno los pagase. Dada ó cada ano su porcion de propiedad^ no tenia mas remedio que trabajarla. Lo qpe diéramos para pogade

—sos— e m p l e a d » p i b l k o s , ócJ e íufl«:iones jvtcacaeiile morales, wo s e ­

riar ¿ J ítalo d* interesesd& l capital, aído como recompensa ú cttnbio de unos servicios por otros. ; AdmHido, niientres lo cslé, el principio de ta productividad i^ d c a p ilp l. oamd liase da la libertad individual, no puede meaos dé*de 4)iosr>del jto rp b re y d e la ualuraleza buninna..NnasIra ecsislencia, do uuiversal que es eu «I ca ld im m o , sa irá luuiInodoj en Islas lóniúuos.que no quedará. de nosotros-olfn cosa ■qafl.JainogACiQD Q ^olula dotado uueálro.aer. en Admitido tan buIo,qa el segundo eslxeraa, tendríamos el oomnhisnrtTen ecoQoiijia y el pauleisnioen I& sociedad civil y en la réligíoajpero- osle pauleismo, iusoslemüle, nonio lodo principio maccionaBtoy.wd que desprendíW use del bombre y (le loda sociadod>parlicular, $e.eleva para estrellarse en el catolicismo, se­ ria Unupwal y de.eiríuasLíncias, par cnanto sí la Iglesia hubiese, 1w kiu'pñncipiost Uegadp á poseer tus bienes de lodos loa erislia■ podiaJwberlos conservada sino eu ta libertad de cada in­ dividuo, vi¿ndono«( por lo, lanío, cada uno de uosolros, de olro de Ja Iglesia*) A-t^bier lo de toda idea de desposesion. j u i Elcorunnisou» y,la propiedad absoluta, tom ism o que el pan. leiaBK> if e l laísmo, .no, e£sj¿U¡p, do pueden ecsislir, como íilca ó co n » re*l¡dadr*ü>o,«>Dlrapuestos entre si y sirviéndosela una á la.olra d flb a la n u y.de equililino. Por eso, si cada familia pudiciraijwtar&e; *U Us. d a m a s j víTir en su .absoluta independencia, dentro de ella misma constituiría el comtmi&mo p a s absoluto que fM eM pasible in^agutarj pero es coi^o contraposicipn i las demás

— 209 — familia», queuoéD trando ea comunidad de-bieée», n íd ep riu cipias, las anas cou las otras, se bace preciso aetobferarbc respec­ tivamente como verdaderamente uidiv idnaliatas ipropielM iM ; Los Bi&tenias comunistas que se bao e n ia n d t c o n r a ^ ic to á lasu acío w s, jam ás bao podido ser perfectos. Egipto, poeeido*»U n u t h l e eu su territorio por tos Far&oues; y E íparia, donde el Estado era tanpreponderante, romea pudieron aniquilar del todo la própiudad, ni lá libertad de h?sindividuos. XI conlrariq.Jos Israel ilas, sacaron toda su personalidad individual y-política dft la posesiou qne sobre ellos ejercían krt Faraoues. €ada espartano, como lo demuestran los trescientas que perecieron'con Lnuuiikis, era un verdadero rey educado por el Eatado-para'Utgaarra y para la independencia de la pálría. % • i? ¿Cómo pues, valiéndonos del circula de laíannlia y> de l a a a ciuuulídad, para elevar á-cada hombre, en la integridad üeítaraer, liasta Dios, en la reconsLruceion de la burnsnidtnl, cabe Bn-comuuisrno y una desposesion universal? ¿Bu qiW Be fundaría el/Papailuó la Iglesia para establecerlo? Claro es, que «i e&te caso liubiese llegado, uo tenia mas remedio, dentro de la auwrtréacion uni­ versal eclesiástica, que haberlo establecido en la antonomia de rada individuo, de cada familia y de enda naoion en particular» constituyendo de este modo, en la verdadera tradición, 1» triple nuioriilail en la triple libertad de todos k i indfrfdoot, de lodas las familias y de (odas las- naciones en gefléral. (Jucda pues sentado que el cotunnisifio, ni por consígatem e el tej^iuo absoluto, oi el panteísmo; caben con respecta á U hum a­ nidad. Lo único ipiccabe, en estas rcrdarferas Hltoraa definís, es el catolicismo con todas las soluciones «pie emanan de »ub d a f­ nias sacrosantos,, únicos creíbles; porque no «oiawntrtdW torws. y ñúteos con formes i la m o a , porque coo d io s U«gtr-<*í to a ltr e A comprenderse-y definirse. 11 -'**• •1| uli>‘ ■>* ^ l.ns bienes de Ta f ie s ta ; en c o ritra p o ^ d ftir& ta d é h f tf ttr ü ¡7

— 310— cuiwo»; igualmente,que el sacerdooioj en toda la esteasion da su (jerarquía hasla term inar en el papadu, jam ás han constituido uii privilegia eu favor da unas personal, de unas familias, ui de unas clases determinadas. Ea las demás religiones el sacerdocio os un privilegio. fcta f a u ii es hereditario, Solo ea el catolicismo, somas lodos,: si» distinción singana, llamados al sacerdocio, y cuando la Iglesia tenia bienes, lodos éramos llamados, e s nosotros, ó ea p a tilla s descendíanles, á su posesion, jamAs á s u propiedad. Com o q a e e fa u d eludas, nadie esduai vaiuente tenia derecho á h acertas suyos, porque, como propiedad, eran-la propiedad do lo­ dos los pobres. Cuma puBcsion, la mismo los Lijo* de Jos rico* que de lu& pobres, qi^a Upúsa bastante virtud para re m u d a r á lodo, para re n u n c ia ^ lu herencia de sus padres, su personalidad y ¿n fatuilin, enlrabau, n a ¿ usufructuarios, siuo á administrar los, á multiplicarlos y á repartir .sm productos entre los menesterosos, Q nilad 1h.í garantías que la Jg k sia lia veuido Lomando sobra sus m inistrus, imponiéndoles el celibato, y los bienes comunes, y con l»s bienes comunes te pálría común, y la fé y las esperanzas co­ munes, se debilitan, si es que uo empiezan por desaparecer. Los frailes, nada absolutamente podían dejar á ¡>us familias. Las familias de luda la sociedad cristiana eran, unos despues de olia^,, en algunos de sus m iem bros, las verdaderas herederas de la Iglesia y dé los frailes. Los frailas, en su comer, en su vestir y hasta en su habita­ ción y 6


a n ­

te en los conventos, salida honrosa parn sus bijos. La enseñanza déla iglesia siempre ha sitio gratuita para todas las clases A los arrendatarios de tos bienes de los conventos, cuaad(Mi
— 212 — levantando su autoridad «obre la autoridad de los reyes, y su líber tnd sobre 1»: libertad del pueblo, son sistemas d« destrucción, bísteuws venladocameute negativos. . Por oso la claw media, desda el momento en qne, habiendo triunfado, se presenta en el escenario público, oscila sin cesar, entro ol restablecimiento, en mayor escala, de la antigua noble* zn a que propende; toda sn aristocracia dql tan Lo por ciento y ríe mostrador y su desaparición eu la democracia. La vida de la d ase media, consiste en querer dominar A la reacción por la rovolucion, y á esta por la reacción, sin couse(jiiirln jam ás. JSalo lo pulparemos ninjor, contraponiendo la amortización n la dcsaniortiaaclon. Miünlrasml pi'iiicípio, absolutamente negativo de la produc­ tividad 1I0! capital, no sostenga y so realice en bechos, do los cualos nos Rea imposible prescindir, lodo gobierno, para ser verda­ deramente, fndependionln y verdadero representante de la socie­ dad, colocándose sobre los intereses, sobre las miras y sobre las iden 8 de loa particulares, de las tracciones, ó de los partidos, de­ be p ro cu rarse, nllnnzado en la ley general del Estado, la mayor cantidad posible de bienes* propios, ó romanes &toda la sociedad, cuando menos hasla poder cubrir con ellos todas sua necesidades. Solo de esla m anera, el interés del gobierno pnede ser el interfa de la sociedad y de todos los individuos que componen l& sociedad. Cuanta mns rico sea d gobierno, menos pedirá; y si el go­ bierno saca de las reulns de la propiedad común con que cu b rir todas sus elenciooca, la propiedad particular por una parte, que­ daré CD^erntDdnte libra do toda carga pública; y por otrp lado, «I trabajo dol puebla no s» verá gravado con contribuciones indirec­ tas, teniendo q u a d e ja r una porte da su jornal eo lodos los a r ljculos estancado» y e n los de consumo, viéndose obligado ¿p a g a r­

— 215— los «n mas de lo que Talen, para qne el gobierno reaNee'.wrtref nombre de beneficios, non parle-de sns contribuciones: ■ Ln clase media, desamortizando !a propiedad, reconoce única­ mente en loa particulares capacidad legal para posnar. ¿Y quién «s capaz de reconocer en los particulares semejante capacidad? Claro «g quo ta sociedad. Luego la sociedad, en virtud del ÍDini* nio alio, en virtud de ser la creadora y la fundadora de lodos los derechos de los individuos, es mas capaz que eslos para poseer. Si á la sociedad se la deja sin derechos; ¿dónde asegurarán los suyos los particulares? En el derecho délos tn w fu e rte s. Pesque pino hay fuerza para sostener la riqueza, ésta queda á m erced de los que se la puedan y quieran lomar. Contra tm rico hay veifile pobres y el espíritu de los campesinos, no so halla humillad» y confundido con la tierra,, como la edad de hierro quo diú origen ó la moderna civilización. ................ Si se suprimiese loda la propiedad particular, y ledas las pro^ piedades fuesen de la nación, bastaba la tercera parle de las ren­ tas que el pueblo paga ¿ Ululas de arriendos, de alquileres y de beneficios, para cubrir todas las obligaciones dai Estado. Cn alivio l&n grande y tan inmenso pora el pueblo, podría siempre dar motivo á nna espropiarian universal por causa do utilidad pública. ¿Podría temerse que el gobierno abusase do la propiedad de la nación? Buscad la forma de gobierno qne nos dé mas garantios para evitar y castigar todos los aboses. Supongamos que la forma de gobierno fuese representativa ó constitucional, Supongamos que todos tomásemos parto directa' eu la formacion d élas leyes y eu la aprobación de lospresupueslos. ¿Le concederíamos al gobierno mfas recursos de los que fificesilasepara cubrir todas las aleaciones de la sociedad? :J . Por el contrario, si toda la propiedad es declarada de douiiufo particular, con la facultad de w ar y de abusar quo lodatia.cou-

— 3!4 — •e ra m o s con el derecho romano, no solo tendrá qne pagar el pueblo lo u s a n d éla propiedad, sitie que adamas todas Ibs cargas públicas pesarán esclusirauienle sobre-él. El qne five do n o l t i nada paga, cobra. P or n o remos, qne i medida qne el Estado multiplica los ¡ra­ po*? los, para cnbrrr los intereses délas deudas qne lo arruinan, y su* «recientes necesidades; á medida que trata de atacar en sua producios! la propiedad particular, éste, descargando sos gravá­ menes sobre el pueblo, etora hasta nn grado increíble el precio de las tierras, délas citsds y del dinero, y como todas las contri­ buciones y todas las usuras recaen necesariamente sobre los a r­ tículos do consumo, cuya producción se hace de din eu dia mes costosa f d ea q u i la mayor miseria do! pueblo; de aquí la disminiprion de lo* jornales Jdel pobre, cuya disminución se traduce por et aumento do las Itoriu de trabajo; de aquí la concentración de la propiedad en pocas manos; de aquí, aunque el precio del trabajo «parezca reas subido, la desproporcion mayor que hay en­ tre este precio y el precio de los productos, sostenida por la u sa ­ ra; de ai]ai la necesidad1cada vea mayor, por parte del gobierno, de aum entar el sueldo de tos empleados, aumentando las contri­ buciones; de aq n i, como toda garantía social, desaparece para los individuos y pora las familias con In desamortización, el qne todos, ricoe y pobres, sin distinción ninguna, acudamos al go­ bierno en rocloraacíou de sueldos y de deslinos, credndose la pla­ ga de la empleomanía; de aqtii el qne tomando incremento la desmoralización y el espíritu de rebelión'y de discordia, le sea indispensable k< ta meledad organizar mas en grande sus presidioe^eu» tribunales de justicia, sn policía y sus ejércitos, m ulti­ plicando sn* gastos qne minea (legan 4 cubrir toda? sus necesi­ dades, yendo, por lo t*itto, todas las cosas de mal en peor, no consiguiendo sino, un resultado díametralmenSe opneato ni que

Horpropotiemos, 1

— 215 — Ejemplo. La milicia se baila organizada para la defensa de la sociedad y de ludas los particulares, dentro de las condiciones* buenas ú malas, d e la ley. La sociedad, en cambio, d«be asegurar la ecsistoncia de los m ilitares, según sus respectivas graduacio­ nes 6 categorías, que como las civiles y las de la iglesia, deben estar relacionadas las unas con las otras; porque si «o hay esla asi­ milación de unas gerarquias con otras, resultará que si el sueldo, ó el tratamiento d« los geuerales, uo «o halla á la miuua altura que las rentas de los grandes propietarios ¿cómo podrán vivir en la posicíon que ucupnu? ¿tum o defenderán ísb posicioiu* de hom­ bres que los rebajan y losbwuillan con el boato infinitante de sus banquetes y de sns carruages? En las graudes poblaciones, por efcuto de la centralización d* la riqueza y de la poblacion, inherente á la usura quo crece co» dio dd torrente qne lodo lo desborda, las cosas llegan ¿ valer A un precio que no está al alcanco de los sueldo$ d« los m ilitares, según sus respectivas categorías, ui del de loa uagiMlrados, hom­ brea de ciencia, ni ministros de la Iglesia. Es raro el que ninguno de ellos pueda vivir con la dignidad oslenor que corresponde & su posíciou. ¿Qué hacer pues? No bu y otro remodio, para evitar la contradicción en que con la sociedad se llegan i hallar periódi­ camente sus mismos representantes, que estar continuamente au­ mentando los sueldos de lodo el personaldcl Estado, sin que nun­ ca lleguemos á tener lo suDcienlc. Cou el aumento de los impues­ tos, quedan cada vez mas sacrificadas las pequeftas poblaciones, y como todo viene á parar á las grandes, ¿stas, en cada nuevo sa­ crificio general, se encuentran beneficiadas. Los propietarios do las casas de una gran ciudad, elevando conlinuauieute el preció de Irs habitaciones, al hospedar ¿ los m ilitares, á Los empleado*,; 4 á los propietarios de provincias, que vienen á gastar su& rentas 6 la córte, ó á. las capitales de provincia, ecsigen en el día unu* alquileres tan subidos, que. ninguno, & no arruinarse y quedar-'

— 210 — se »io que comer, fioede ocupar una modesta y desahogada habi­ tación. A poco mas que fe empeoré esla sitnacion tan lixaule, el goJbieruo, «i lia de (tender, como debe, &las necesidades de los que sostienen con su organización á la sociedad, no tiene olro reme­ dio que tíldem e ¿ agricultor, industrial, ganadero y comercian­ te, vendiendo por si mismo los producios; do tiene olro remedio que edificar por su cuenta y & coste de Ja nación, barrios entero* de casas» para alojar gratuitamente á lodos sus empleados, y des­ pués, para que viva y pueda vivir el pueblo, se baila en el caso de lomarlu por su cuenta, puesto que la usura nos vA dejando á todos en ta calle y siu poder vivir de nuestros sueldos y de nues­ tro trabajo. ETocliviHiicnle, traduciendo uua idea, ó uu hedió, por olro¿ «iianto mas su Ira la usura, lauto mas se centralizará, la propiedad, yéuanto mas so centralice la propiedad, lauto mas se ceuUnliará la poblado o y se multiplicarán las casas, y cuanto mas s« centralice la población y ec multipliquen las casas, tan tu mas oaro será el precio de las mismas, y mas caros valdrán los'couiesUblcs, y cuanto más caro valga lodo, mas acudirán á 1111 mismo punto los capitales en busca de (¿.mandas, y los trabajadores en busca de trabajo, y los artistas á producir objetos de lujo, y i (llvortirse los qnc se propoucu pasar la vida alegre, y mas vol­ verá á aumentarse la contribncion, uias la usura, mas los inmue­ bles, ó los capitales improductivos é inconsumibles, y mas la carestía reinará las graudes poblaciones» Entre poseerlo ludo la sociedad, ó uo poseer absolutamente rtnda, no cabe, dentro del principio uegativo de la productividad del 'capital, otro término medio que la amortización. Si la productividad del capital, puede ser la llama contra la sociedad d é la personalidad del individuo, celosu como debe sor d esú s derechos; también, mientras subsiste ése principio, tiene

-2 1 7 — por precisión que «ervír de Danza á^a autoridad cívit y ó la relj * giosa, para domar el egoísmo y la Anarquía de loe ¡udirítjaos, tan refinclarios como son al establecimiento do ta justicia y de la sociedad. Cosa chocante par cierto! La clase media cu masa, qne es la que, sin cuidar mas qne con ella misma, La realizado la desamor­ tización, dejando sin «aramias .i la Iglesia y á la sociedad, es la * q u e m as ^nr.iulias procu ra Lomar de ín lina y de la olra. Sabido es que entre servirft uu particular, ó servir al Estado ó á ln Iglesia, liav nna notable diferencia. Los i|iiesirven ú tos particulares, sirven sin ^arunlia uitiguna respecto tic su presentí y di: su porvenir. El amo, cumpraiido á menos precio nuest^g facultades y nuestro trabajo, á nada se compromete, de nada res­ ponde, toda la responsabilidad es del trabajador, [51 trabaja poco, sino trabaja bien, si cae enfermo, si envejece, cousuraiondo toda sn vida eu beneficio de sn amo, no le queda olrp reipedty qup morirse eu su m iseria, dejando su ramilla abandonada¿ la yagaocia ?• á la caridad pública. Los amos imprimen sobrq la (reatada las trabajadores, como en otro lieippo sobre los esclavos, un safio de in a n ia y de reprobación. Los ([uc sirven al Estado, alcanzan un grado mas de libertad; porijuc son mejor re trib u io s y se les organiza mejor. No son ex­ plotados en su trabajo, se les paga cuando enfermau y se les j u ­ bila cuando no pueden trabajar, corriendo sus viudas y sos Impr­ imios por cuenta do la nación. Habrá injusticias en la prvvipion de destinos; los hombres de verdadero mcrilu s e rta pospuestps á lus intrigantes y á los hijos del favor; pero el principia, es ei| ií, mismo inmejorable. Es una verdadera socieda,d de pocpfru* m4» tuos, que on lugar de suprim irse, como dimuj. jos que quieren rebajarnos á todos basta U anarq\i¡a feudal, ó al dcepotkuio dp los capitalistas, debiera hacerse estensíva á tot)a$ .Ijw.jClfleetj Mienlrns el trabajo no quede libre de lodas las trabas de la usura,

-218y mientras la sociedad do nos-proleja d todos de una misma ma­ nera; (odas las clases mandarán sus hijos al Estado, y la empleo­ manía lomará ítn vuelo prodigioso; y como snbre el Estado ejercen presión los grandes propietarios y los grandes capitalistas, para los lujos do estos serán los destinos mas pingues, las mas gran» des cesantías y las mas graudes jubilaciones, rebajándose conti­ nuamente los sueldos de tos pequeños empleados para crear nue­ vos destinos y dotar mejor i los mas altos. Pero dejando esto á un lado, si cada pueblo poseyese en co­ mún bienes sudclenlCH 4 cubrir todas sus atenciones, estos bienes y los (leí Estado serian uuos mismos, sin embargo de ser propios y esclusaos do cada pueblo, el cual, teniendo en todos los caso» que pífgnr sü parte nlicuota de cargas públicas, seria, por este so­ lo licclio, responsable de sus productos. La libertad consiste en esta risponsoilillidml,‘fie la cual no pojrin ecsimirso por parte del goíiiorno qnc reclamaría lo suyo, debiendo á su vez el puebla ccsi^irselíi A la autoridad m unicipal, pidiéndola cuentas acerca de lo' administración de sus bienes y de la inversión de sus produc­ ios, sobre cuyo puntó el gobierno nada absolutamente tiene que vtr, sieudo el pueblo la parte única y esclusivamente interesada. Eu el aprovechamiento de los bienes comunes, ba balido y todavía hay muchas desigualdades y njpchos abusos. Los caciques, que son los que por medio de su propiedad y de sos préstamos usurarios, dominan á todo un pueblo, son los úo i eos que teniendo modios de trasporto y grandes rebaños, se aprovechan de losmonte» y délas yerbos del común. Esto sucede en unas partes; pero en otras, los productos de los bieucs co­ munes, Irán servido y sirven para cubrir todas las atenciones del vecindario. Rii ambos casos, hay falta de justicia. Si los bienes son de to­ do 6l pueblo, el pueblo, sin hacer caso de los intereses de ningún particular, debe procurar sacar de ellos ía m a y o r utilidad poai-

— 919 — ble, bien concediendoá cada vecino el derecho IrastiMsibla y en­ ajenable de poder alim entar clnümero de cabezas de ganado quo á prorrata le correspondan, 4 para qne l¿ mancomunidad continúe, arrendándolos lodos junios al mejor postor eu pública subasta. ¿Cómo prescindir del derecho de propiedad cu lo que nos es común y como prescindir de lo que nos es cowiui de nuestro doreclio de propiedad? Pues bien; si los bienes son comunes á todo el pueblo, uo pue­ den servir para pagar fas contribuciones de todo el pueblo, por cuanto hallándose cada vecino obligado d pagar segun pu (orluna, resultaría qne la propiedad común de los pobres*a venia abaorvida en la propiedad particular de los ricos, Jos cu.itos no pa­ garían ninguna contribución, al paso que la parle de los pubres sufriría todas las cargas. La renta do los bienes comunes ha debido y debe fteparLirse por iguales parles entre lodos los vecinos, ó mas bieij cutra to­ dos Ins personas de un mismo pueblo. La única coittriliifciou á que se hallan afectos esos bienes es ta que ó ellos q prorrata cor­ responde, no la que correspoude ká las propiedades particulares dol vecindario. Sin embargo, el falso principio de la productividad dol eapi~ tal, no se copcibe sino rodeado do abusos, de injusticias y d? con­ tradicciones. Contradicción enorme y monstruosa e s , que los bienes 4c la desamortización, declarados nacionales por 1% sola.autqridad.de la clase media, hayan servido y sirvan para cubrir las, tiendas y las obligaciones del Estado, cuando entregados d ios pobres, á quienes, una vez destruida la Iglesia económicamente, les qor^ respondían dedcrocho y según la voluntad de los que los liabia^ donado, no han debido, ni deben responder, sino.eji la parta;que les corresponde en la proporción de. los demas bienes (¿uo ^ baT liaban y qne ae hallan en manos de particulares.

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Pero tomando laB cosas como son en s i , no se podrá negar, que con la amortización civil, niucbos pueblos sacaban de sus motiles y do sus Llenes de aprovechamiento comttn , no soto coa que pagar todos sus impaestos, sino para pagar á sus maestros, á sus albeilorcs y á sus facultativos, sin gravar en lo mas mínimo al vecindario. Y no solo esto, sino que el que mas y el qne menos de tos ve­ cinos, poseía sus vacas, sus cabras, ¡ras caballerías, y sus cerdos, quo formaban parle da los rebaños comunes, siendo libres a d e ­ mas de corlar lefia y de cultivar, adquiriendo en posesion una de las muchos y e&celonles heredades qnc todavía se conservan del mismo uiodo en algunos pueblos, nn pudiondo ninguna («iniLia temer la miseria, Leuiendo abiertos lodos los campos comunes á eu actividad y á su especulación. " Con I« desamortización sucedo lo contmrio. Los bienes comu­ nes lian servido para enriquecer á unas cuantas docenas de par­ ticulares. Va no respouden de las carcas del común. Considera­ dos como particulares signen la misma marcha que estos. Loa antiguos propietarios, qne no han mal1iplicad<) eos ellos su for­ tuna, han perdido, con esas ventas, el cienLo por cíenlo; pero los pobres han perdido otro lanío y m as; lauto como han perdido en libertad y en independencia l a Iglesia j el E sta d o ^ a n perdido también ellos do su liherlad. ¿ Dónde hnn de acudir los pobres á ganarse libremente un pedazo de pan? ¿A casa de los propietarios de sns bienes? Estos lo» arrojarán por la ventana, como fueron arrojados de los parla­ mentos los hombres libres durante la. ¿poca feudal. Espulsados do lo propiedad coman, que era toda su vida, han smIq despachados de los comicios, dé las asambleas, del periodismo, de tos desti­ nos públicos, de las universidades; porque la nueva'riqueza lo ‘lia invadida lado, no dejándonos otra cosa q u e l» miseria y la eurrbpcion, con él' o b jeto‘de envilecernos y dominarnos según

— 321 — iaa mécsimas de Aristóteles «obre la gobernación do los,Estados. El derecho de patronazgo de la antigua R o m a , qiio se presen­ tó Lajo otra foca»en la edad feudal, viviendo todos en la cabera de b u señor, se lia reproducido on nuestros tiempos apUoínuos* todas las industrias, todos Idb trabajos, lodos 1«s grupos políti­ cos, lodos los porlidos,«*los hombres del capital, y del dine­ ro; porque sin crédito uo b;iy nada, ni vida publica, ni vi­ da privada, ni hombres, ai derechos; para los quo no viven de crédito, ni hay Ira hajo , ni justicia? de hecho, para el pueblo no la hay. Tasados los hombres por lo que tienen, el pueblo que en declarado implícita mente indigno de vivir como ciudadano, es de*tarado de derteho igual y libre ^ule la ley, y oslo es una de tanlas contradicciones que fflíi3*B en lodos los sistemas que se b a­ san <;it el principio de la productividad del capital. El sistema constitucional que ompieza.por anillar la «nloridad de los reyes, qnicnes deheo reinar y uo gobernar, queda en con­ tradicción consigo mismo j cou la gobernación dol Estado. Bajo este sistema goiainos de muctin mas libertad) que baj^o los reyes absoluto», pero como nos quila con la desamortización los medias de sostenerla, dejándonos sin la protección tk l principio de a u tt^ l ridad y de la Iglesia-, qno quedan encadenndo& i. la voluntad do los partidos que escalan el poder, todos unes Iros derechos. Unía nuestra libertad se desarrollan bajo nn punió esencialmente n e­ gativo. ¿Qué medios ha puesto la d ase media & disposición del puéblo para adquirir la propiedad? ¿La desamortizaeion? ¿La liber­ tad? Que hable, que se esplique si es que tiene alguna razón po­ sitiva qne dar, porque n*sotros no encontramos absolutamente ntngrma. Los qne carecen de propiedad, son libres pora np; alcanzarla nunca, por mas que trabajen par» tortWgurrfa, porquti todos los

caminos Icgi Linios que conducen á la propiedad están cerrado» para el pueblo. Los que lian alcanzado la propiedad, son libres, arruinándose, para dejar desheredados á sus hijos, dejándolos sia medios para recuperarla, y no arrninándose, pnra atentar directa é indirecta­ mente contra el trabajo y la propiedad «te los demás. Si somos electores, ó diputados, poilemos sin responsabilidad ninguna , Tender nuestros qnfragíos, y sitió los vendem os, peor para nosotros porque otros medrarán á cosía de nuestra ruina, £1 derecho electoral es puramente negativo. Se nos concede paro ún momento dado y en el acto de ejercitarlo nos quedamos río nuestro derecho. ¿Dónde, pues, eslü nuestra soberanía? Puesto qtlo la pt-oclamnis, dejadnos siquiera la parte que nos corres­ pondo jiárji que caila uno y cuando le venga bien, haga el uso que le parezca do ella, ¿Cuántos votos representa un diputa­ do de los que se aicnlan en el parlamento? Cien positivos por no­ venta y nueve negativos. Pues entonces no tiene mas que el suyo y otro mas que es al que debe Ja elección. Pues bien : siendo li­ bre cada elector de presentarse en el parlamento, baria nso do su «tato y de su palabra,C»n el mismo derecho que cualquier diputado. ¿Porqué no lo arreglo is así? Porqué, si semejan le derecho seria un verdadero niarémagniiin, ¿no descentralizáis la administración y Ja propiedad, para que cada pueblo se gobierne por si misino, en la plena libertad de todos sus ciudadanos, sin que los de un pueblo y lo* do ano proTtffciá vayan á dar leyes qne peijudiqoen, eu los demás pueblos y en toda la nación, los intereses y la liber­ tad, de todos? Somos libres, en-virtud d e nuestro derecho constitucional, para $¿ es que somos ric o s , dejar tamilmente sin camisa al que tiene necc$idad de:uuc*lrns tierras , de nuestras casas, de nues­ tro dinero ; .up importándonos nada ni su trab ajo , ni su salud, con tai <jue nmltipliqueraoi nuestras rentas y nuestro capital;

— 223 — sobre lodo nuestro capital. La ley no nos pregunta como lo hemos adquirido. Cuando todos loa derechos dependen de la riqueza, los hom bresno reparan en los medios de proporcionarsola> y f ¡ la Grecia de Perides degeneró por la corrupción, y por la corrnpcion Be hundió el imperio romano, nosotros que dos estamos pudriendo á fuerza de metalizamos, caminamos mas que deprisa al sepulcro de nuestra civilización, que eu el bajo fonda de la usura, nos espera, para tragarnos, con ln boca abierta. Somos libres en comprar las mugeres y los hijas dé nuestros, prógiiiios, y como no hay compra siu venía, podqinos libre rúenle dejar que nuestras hijas y nuestras mugeres se prostituyan ó in­ festen las casas y las calles de nuestras grandes poblaciones. La ley que tolera este pandemonmm desespera ule que nos idoiililicá A todos en el vicio, disolviendo los lazos de la propiedad, del ma­ trimonio, de l:i familia, de la autoridad y de ln religión, es una ley anti-personul y de la peor especie de comunismo quo los ma­ yores enemigos de la naturaleza humana pudieruti inventar. La ley constitucional protegerá negativamente todos |os dorecbos y todos los intereses; pero pedidle una garantía positiva^ para la vida del hombre, y os responderá, disolviendo todas las garandas constitucionales, armándose para resistir á los enemi­ gos que brotan de su seno. Nada exageramos. Una prueba palpitante de la verdad, que acabamos de manifestar, es la desamortización de los bienes des­ tinados á la beoeOceiicta. La ley constitucional, tomando los bienes de hospitales y ca­ sas de caridad, ha querido, segnn couf«sion propia; hacerles pro­ ducir mayores rentas, purgando so administración dé los fraudes que enriquecían á los administradores -y directores, en peijuTéf¿ délo s m ism os, para qníeees esos eslabfcctniienldS babtari sido' instituidos. Cuando nos dnela un ojo, debemos corlarnos la cabo-

— 224— SH y quedaremos curados. Esto es lo que ha hecho el gobierno con los establecimiento* «lo beneGeencia. Si el gobierno, con In fa en a social qnc todos le prestamos, hubiese querido lucrar con la venta de esos bienes para jetliiu ir al pueblo de la esclavitud de la usura, no nos cabe duda do que lasreñías délos hospicios y todos sus bienes, hubieran servido para aliviar las cargos pública*, y favorecerla libertad, arrancio* don os i Lodos de la miseria. El objeto de la desamortización hu­ biera loniifo entonces el mismo Un social qne la am orliiaeion. Pero no es «si. El gobierno ha querido disponer y ha dispuesto de esos bienes, no para favorecer nuestra libertad, sino porque el principio aliRorvente y destructor de la productividad dol capital qne se encarna en nuestro egoísmo, lo ha obligado 4 ello, pai‘n alim entar el crédito y la usura de los señores del ca­ pital, que lo mismo se tragan vivos -á los pueblos, quo ñ la» mo­ narquías, que 6 las naciones y que & la religión; porque encon­ trándose obstáculos eu todas las sosas para el dcsenvofctniienlo de la riqueza qne el feudalismo procura amoutonar, nos lanza sin piedad ni misericordia á loe abismes de nuestra propia ruina. Pues bien; ¿qué es lo que ha sucedido? ¿Qné es lo que está sucediendo? Que vendidos esos bienes en diei plazos y nueve anualidades, al vencer la primera anualidad el gobierno dice á los. estableci­ mientos de beneficencia: No haLicndo entrado en mi mas que la décima parte del valor de rueslros bieocs, uo os entrego m as que 1%decimal parlo de vuestra renta. Es decir, qne no podiendo el gobierno satisfacer en el prim er plazo á loa hospítalos, mas que la décima parte do su renta, en el último quo es cuoudo se cree obligado á satisfacerles la totali­ dad no podrá pagarles absolutamente nada. Habiéndose comido, ó gastado, todo e l valor de la propiedad, que Ira pasado á dueños

que nada tienen que ver con fas obligaciones del gobierno ; ¿«Ir dónde sacará este para atender á sus compromisos y cubrir sus deudas respecto de los establecimientos «le beneficencia? La alternativa es faUl para el gobierno: ó suprime de una plumada todos los asilos de le horfandad y de la indigencia, por* q u e ccoDÓmicaniento ya do tienen razón de existencia; ó*en olro c tio , reproduce olra alternativa para los pueblos, dictándoles: ó m e pnpnislns rentas qne yo tengo que satisfacer á hi Flenelkcncia, ó sino ved vosotros de sostener con vuestros propios rccur«08 esos asilos, porque yo no sé de donde poder sacar para soste­ nerlos. V preguntáis qué donde está ln causa do la miseria quo crece sin cesar y amenaza devorarnos? ¿Os quejnis de que silben los impuestos, de quo la propiedad se encuentra onda din mas re«nrgoda y el Lrnbqjo mas oprimido, y no os quejáis de la usura quo produce lodos nuestros niales? Geos liieues, cuando ecsistian, servían con rtis rentas pora sos­ tener la Beneficencia, dejando libre de este cargo A la propiedad particular, y especialmente á los trabajadores, quienes, no sola­ mente) tienen que pagar las mismas ú payares rentas por fns bie­ nes que pertenecieran ála Beneficencia^ sino qne ademas si quie­ ren conservar esos asilos, tienen por otro estilo y á costa de sus sudores qne pagarlas, aumentando I» miseria pública. Lo clase m ed ia, en lugar de vender esos bienes , tomo las ha vendido, para su descrédito y su m ina, creando tina aristocra­ cia mercantil que la azota y la desuella, ha debido respetarlos, y yn que no los ha respetado, ha debido con ellos aliviar su situa­ ción y ln del pueblo, haciendo concurrencia á los grandes capi­ talistas, para que en sos arriendos, en sos alquileres y e n sus pristam os á interés, no fuesen tan tiranos ron la pequeña propie­ dad, mejorando la suerte de los pobres. De esta m an era. disminuida gradualmente la mis?ria hasla e s lin p irs e con la abolición completa de la osnrn, Herían en nnes2ít

— 22G —

ira propiedad y en nuestro bienestar y en «1 bienestar de nuestras familias, Caila vez menos necesario» l « estaliIecIroienlM de toéhelicencia. Pero si por el contrario, en vez dé dism inuirla miseria la au­ mentáis, llegará el dia en que calía pueblo no tendrá bástanle con uu hospital y un hospicio en cada barrio; por qne ¿m edida qne se aumenta el número de desheredados, se hadé prédisi» siislltufr la vida matrimonial y la do familia Con las m ngeres pfllílicas, los hijos públicos, la sopa pilblico, las enfértned&des públicas, entrando todos ncccsari ámenle en una especie de cotnnnisnío qne nos compense los agravio» de lo propiedad. Y ya que hablamos d
— 237 — cipio Je la productividad del capital, |a wayor parai^ip tconóuiíca ime pndia durs* i la propiedad particular y al á los propietarios de esos bienes y podéis v e rá como os los prestan. El propielarip que se entrampa, eoagena su propiedad ¡ pues siendo la usura la sustancia del trabajador, y no apreciándose ch ci.iiia Id propiedad sino por las rentas que produce, es claro que el quo loma un préstamo sobre su inraueblo, al verse privado do sus reulai «s como ai hubiese perdido su propiedad, ú »1 es Ira bajad giycoqio si asi ntisoio se hubiese eiiagenatlo. Pues bien; ¿quién se arruinará antes, quién se veri mas opri­ mido en su vida, el que loma á un tres, ó el que toma á uti seis, á uo diez ú
—m



Eq uji%jj^labrp, A lop pobres les landria nías cuenta d e ja ré ta Iglesia, ó á í u , «wqipuidades..J$ligjo0W , lodo el producto de su trabajo, que no pagar ou uuo por ciento de arriendo á los nuevos propietarios Je esos bienes. Sc jia¿jal»an d¡ezmos. £ ra q la contribución para el.so&teni-» niicnlo de la iglesia y «orno un reconogiaiienlo. de ia soberanía brador del lino, el rastrillador del lino, el hilandero del lin o , el tejedor del litio, el vendedor del lino, el [primero, el segundo, el lorccro y e| c'uarlo comprador del lino, el consumidor del lino, todqs pagnn sobre el lino su contribuciou. , Si toda 6 las contribuciones estuviesen concretadas al diezmo, bastaba con que el primero y verdadero produelor del lino, lo gray^su en. Ja, décima parte de su valor, para, que esla. parle, re parlida^ntrp tpdoslos iiidustñalía y consumidores del lino, fue­ se tan iiisi^iLipfa^lo que ai siquier^ s.e conociese. Ved ab ara los iu ip n g s lg ^ ^ ro 5 &I.Qarticulo de,producción y de consulto, y deeid^ps ^ |i>jc(|t!^^uír¡i: c p p ?! die?mp, un mi auto siquiera de totul'«rÍe¡9'*- , .... .

...!•■

— 229 — Pero no eá esto todo. A los Soberbios1que stí toad le+áurajcr conlra la Iglesia, vamos á destrozarlos y confündirlos. Citamos y emplaza tn o s i Fó* e&WMAistas al pblenque de está sencilla y clara demostración. LVuno p o r cieirto’so b re e l valar dé la propiedad, es tuúcho mas que el d ie e p o rb ie n ló so b re los prodnetos. Uii hombre que espióla una tierra de valor de cien mil reales ¿sacará pof-medio de su trabajo un ano con olro de ella diez rail de productos? jQ u é p ré c io correspondía, según la amortización eclesiástica, al trabajo de este hombre? Con la concurrencia, que los bienes de la Iglesia y los bienes comunes de los pueblos hacían á la propiedad particular, esta no podia arrendarse á m asíle un tres por cíenW, Pues bien; deduz­ camos tres mil reales y tendremos, que por parle de la prtpicdad, correspondiau i ese hombre como premio dé su trabajó siolo mil reales; de los cuates, deduciendo setecientos por el diezmo y po­ co uias 6 menos por las cargas del Estado le quedaban en limpio mas do la mitad de sus productos. * Hagámosle la cuenta á Ea desamortización. La propiedad que menos, se hace pagar en el dia el cinco por ciento de su valor. Deducción para el propietario qne se entram pa y para toa que pagan arriendos, cinco mil reates de los diez mil que se suponen producidos. Item , lo que hay que deducir por el mayor alquiler de las habitaciones. Item por las mayores contribuciones al Es­ tado. Item por ta contribución de culto y clero. No hay necesidad de rebuscar datos para poder asegurar, que los que trabajan, y sobre su trabajo, sufren las cargas de las tres soberahias, la de la propiedad, la del gobierno y la de la religión, escasamente pue­ den disponer de la décima parte de lo que fian prodtlcidó. " La diferencia, p o r consiguiente, entre la arodrtuaeioiiy'la desamortización, coriaiSte iiatiá'menos en' que áuleS' ^ h ^ b a h ic ^ ul diezmo y nos sobraban nueve décimas partes, y a h o rn ó lo más

— 350 — uob quedaddiw nvvparquci, por arle, da loa encajfcUoüeiltca de la usara, nos «ticonInunos con un dóGcil deim novante por cíenlo sóbrelos praduclos.denuoslro trabajo,

¿Y preguntáis quo dónde c$iá la miseria pública? Es una ilusión creer quo los pobres y pequeños propietario», son doble ricos cu el dia f undAudose.ea el doble, precio que-lian tomado los salarios y los productos. La abundancia de trabajo co un pais deoda hay taala» X¡M en construcción ea accidental* Conchudos tos trabajos, ¿quién los pagafá ni precio quo ahora tienen? .Y aunque pe paguen; diez reales d& jornal h ab itad o » dupli­ cado ¿triplicado el precio de los productos, el arriando de las lien?», cJ alquiler y las contribuciones, ion diez veces menos en el dia,qU bla civilización nos lia hecho crear mayor número d añ ecesidadca, que no cuatro reales liace cincuenta años. JDos cuarto» de jornal y una lilira de pan gauaban los peone» que fabricaron el puente, del libro de Zaragoza. Coiflpém e la miseria de un tiempo con olro, 6 lo que es lo mi&mp, eompireso la miseria de Turquía y la de Inglaterra, que soulos.dqs polos opuasLoa de nuestra civilización. . ¿Quó le líonc mas cuenla i un labrador,. cosechar cuarenta fanegas de trigo y venderlas ¿ veinte reales, ó cobechar veinte ««adiándolas á cuarenta? Con quareala ranchas de trigo podemos dar doble pan á nues­ tros hijos. Valiendo á tw. doble precio ios demas producios, des* puca de pagar cvulril>ucioaes y Jem as, siem pre, en lugar da sobraruQg'U#a fanega para uueslro consumo, nos sobrarían dos y seriamos ,en asüi parle doblemenle ricos. Pero si lodas las cosa» csliA cu {a.misma, prpporcion que el trigo, cou cuarenta fanegas ? veíulqf4,eal«aJ podemos qouiprar nn. doble: que con veinte fanogí^& A cuarept^Si, Jab eclm ra de un.paataloa vale siempre ju ta fanega de trigo, con, cuarenta podriaoios comprar cuarenta pan-

— 231 — tnlontt, y <*»* veinte, por mas qué salía -el p rie ta , no po ilribmn* com prar iiias q w veinte. Si preguntamos á nn economista «I porqné «« eslabtocc nos depproporcion tan grande éntre el valor do lorfa* Fm casas y el valar drtd iattt» ,'n o M b rid aín o * la menor rnzotv ' A.m&Hdaqne snbe la nsnra y qiie por la sufrida dé ta rrmr.i, suben les arriendos y conlribcciones, todo» loa objetos «irmorilnn su valor circiil&hle menoa el dinero. No pagando contri bncioo «injuna el propietario do dinero, por cuan lo el dinero sabe siem pre, en strcualidad fanlnsmagArt-* cfts 'snstm erte á sus perseguidnres-, no tiene motivo* pare Valer moa qnc lab demás c to e s de productos. Pera é medida que «alúa ítrmentan su valor, pór las cargas qiio pesan-sobre ellos, el rtinfl¿ rose desquita, no valiendo m as en bí mismo^ sino préslándosc á un in ltrés mas subido; Ahí pnes, en tanto que nadie querría llevar en arriendo tln campo que no le dejase aunque no fuese mas 'que el minithnñ, para poder comer, fuera de cuyo eslremo nadie lo qiHrtria arren ­ dar, Ins casas y sobre todo, el dinero, qne domina toda clase dó productos, se presta sin tasa ninguna. El propie lorio de tierras1, el de casas, el fabricante, todos bnscan dinero. Si sus propiedades valen cíenlo y producen cinco; toman diez, hipotecándolo todo y pagan por lo que han tomado al treinta por cíenlo de interés. Por eso no hay olra revancha entre los dueño* del»propiedad Inmue­ ble y los capitalistas, que subirlos primeros el précid de los pro­ ductos, A Jo que es lo mismo, aum entar los arriendos y ^ al­ quileres; y los segundos, am inorar sus préstamos A mltaientar lá hipoteca, elevando, en la misma píofíortiob, el iftitÜ'ptWtféilló de interesta en beneficio dél capital. Lósqufenó Sóti'prbffíéMfrlfó ni capitalistas, se bailan éolóetfdbé ■eñlre dM Paegaif; '"Níléiíilfnn trabajar tú da dio m a ^ / i ^ ’podérfcüW prÉr^rtfhtfyáhSW dlrda* d w d e dinero, m eM res eántidfrdfls'depwdnetos.-' U|1 1

— 252— ^Qoé la osar» vaya, subiendo e l' precio de M as las cosas, y por mucho que dos deje eu metálico, dejándonos poeoó nada en los productos^ espitaremos da trabajar, porque para na poder comer, ni v*«lirt ni tener ana mala habitación, mas «nenia nos tiene mandigar é robar, para qae el gobierno nos hospede en nn presidio* nos alimento y dos vista, asegurando en el erinfta nues­ tra vida* paulo qne la virtud es nn papel mojado qae no se co­ tiza A ningún préeto. Loa ladrones esplutan por varios estilos á la propiedad partícolor: robnndo ia destruyen por un estilo, siendo despues una carga para las naciones, el estalilecimíenlo y sosten de los tri­ bunales, do la policía, y do los presidios; y po* fio, si el gobierno trata do moralizar á los presos, haciéndoles trabajaren uuoücío, organiza nada menos quo nna concurrencia insostenible y rui­ nosa para I b propiedad particular y el trabajo libre, A cuya cos­ ía lo hacon lodo Í09 gobierno». Que el gohiemo, en tiempos da hambre, y de carestía, se me­ ta ¿ vender pan para el pueblo. Para comprar el trigo y organieor A los que se hnn de emplear en esta operaeion ha de tomar el di­ nero de donde lo encuentre, y en proporcion á la forte na de cada nno. Primera contribución. Vendiendo el pan mas bnmtn, comn nceesai*iamente habrS rfr venderlo para que el pueblo ln pueda comprar, oblig.i A los panaderos y á los almacenistas de trigo que no han tenido la suerte de especular para esta opcracion ci>n el gobierno, i que lo tendnn á menos précio. Segunda contribu­ ción; jf, la qug han pagado por el ejercicio de sus respectivas inriustniaa: terebra, y si esos granos los han comprado de otros ma­ nos, ¿ masprécio dfel tyio so v¿n obligados & venderlo, cunrta. Cuatro conlribuctonea, originarias lodas de la usura, pagamos siampr&qn* «I gobierno, á nosotros míswos, ñas m o l vemos contra ella sin tener ánimoaallaienlepara aboliría.

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Vanaová olracoaa. ¿Cuántos propieiarjcspodiia'mir de ren­ tas y«io trabajar «Mudo «csistiala amorUwcioo? , Supongamos qoe fuesen cían mil en (oda España. S í a h I u gar de lio dos y medio, se le saca &-4a propiedad na cinco, por ciento de produelo, tendremos que en lugar do cien mil entre propietarios, em plead», eclesiásticos y frailes, mau tenemos doscientas rail bocas -inútiles, que d medida quo alimentan nega* tivamciilc la producción de su propiedad, alimentan ku consunto quo cada vex es mucho mas positivo. Doble pérdida, p a n la so­ ciedad que deja de producir lo q u e o s o s doscionios mil dejnn do trabajar gravando por olro lado con lo quo perciben, nuealro coiinsumo y nuestro trabajo. Hajo el punto do vista político, los frailes, en cambio do lo que económicamente percibía a i limitaban el poder dolos reyaay do los gobiernos, y sostenían la anidad de la Iglesia, levantando lo conniciicia del pueblo hasta el punto mas elevado de la vida y de Ihn esperanzas de la vida. Los actuales propietarios, limitan,' os cierto, la autoridad de los gobiernos; pero os rebajando nuostra conciencia hasta el vil interés que lodo lo domina. Eu el dia, el pueblo, no tiene medios ningunos do adquirir la propiedad, Con la amortización eclesiástica y la autoridad 4c la Iglesia, la Iglesia acudía a jo s ricos y allegaba para t 'l ; y sabido es, ijian no perlóneciúudosc los frailes así mismos, si amontonabau, amontonaban para la Iglesia j eo la cual, uo hay, ni puede haber, distinción de pobres ui de ricos; porque on la fé ¿o Jesu­ cristo lodos somos iguales.

Corno los producios se cambian por prodñelos y el dinero mí es mas que un mediador^ lodo lo que daAñOs i Id tísota tíono ttes Bülidas, pero todas ellas foftra de la loy d^l csaibfo y de tavaírdj- ■ dera producción. • • ' *1,' Consumirse improductivamente. & eónsiáeratt& t.-la usura como una gras-«conoui ía d eta swiedad, mas vooi^ oko se­ so

ría pnra cl pneblo que nobiibiese tnro-qoe un propleiario, porqiic esto ahorraría todo la que otros consumen improductivamente, y «Id éste rfrodó podrifc devolver á le producción, escepto lo que ¿I consumiese y fld fernilia, lodo ln quelos demás perciben. -Cinn propicíanos, A diez mil reales de renta ciada nao, uo ahorrarán un cOnÜino par» dar á los pobres, ni pnra formar aingun capital; al paso, que un solo propietario cfralaG renU s de lodos, vi­ viendo eeonfmiemieMo. BÍiorrnm poco menos de>un miilon, y Ia soricdad so ahorrtria el trabajo de noventa y nuevo im ­ productivos, que le ayodoriatl 6 pngar esa ronlay* los iuiHie&tas p'fihliCM.

2 / Considerado, lodo lo que perciba por asuras, como nn fcólífaiitb 'doin' íOciOíhd, lo rpic pórcibo un propklnirra A ti Lulo do retí las', uo puede cambiarse íin o ptor las rantaa do otro propietaTin; porqíi1c dohfo todas itetas i'enlits, ion uo riéOoil en el producto do loé Iralinjndorés, si estos se mezclan en los cambios de Iob pro­ piciarlos, nn podrán canrtilnr entre si sns respectivos producios, aumentándose en el pticMti la «sca&ez A la escasez y la carestía J la carestía. En otro tiempo los nobles no querían mazóla* su san ­ gre con ta de los plebeyos; ahora los ricos no quieren casará tus hijas con los hijos de los pobres; es porque la asura culona unn barreda insalvable enlrc los unos y los otros. E& preciso abolir la u s ttn , para que todo entre en el careo natural y legítimo de las t o s » , y para que en logar de concretamos á nuestra familia ó á Ancstrá elofe, esfetalftatos nuestra vida por toda la humanidad. T,a Iglesia y el Estado, coa sus impedimentos inatrimouiales, no ’bart téndermbsobjetb tylie enlasar á todos los micu)bfO$ de la fa'wllla'Humalikl fóm otüadio dé crear la verdadera sociedad. : » jjg}’q,|C luA produetos qne «o consumían los

ftitñfáY ^ ú b nn ;pfodiííft edtabior por otros productos) venían á re Jftnif éWHii1l+f<íÍ5Íloé'pobrts; peíe(el so b ra q le iU k » que viyea de renldE, como que do tiene otra salida, se convierta para los unos

— 255 — eu arle» ilu lujo, en cria Jos, en ostentación; y para los oíros, ea uitotos de realizar- es su betmlicioiiuoYas ^rcaciaues, iqi^o epmo veremos en otra parle, al p asa q m nos despiertau ¿ U civiliza­ rían, prumovieudo nuevos trabajos, como medio de dar salida á los producto*, se convierten cu un.nuevo tormento para la socie­ dad. Par eso vemos, que ¿m edida qne la usura, y por consi­ guiente la riqueza y la miseria, tracen en sentido inverso, el lu­ jo, el teatro y los placeres se multiplican con las vías de coiuntiicnnoih Colocados, pitra observar todas eslascosas en el punió de la m isrria, que es tada dia mas terrible y mas intensa, cual­ quiera diría que los unos como actores, y los oíros como mendi­ gos, que nos hallamos á la puerta muertos de hambre y ateridos de frió, esperando A las sobras qué uuuca llegan, t,odos estamos asistiendo a la ra n festín de Baltasar. Aquellas palabras miste­ riosas, que una mano invisible hubo de escribir en la pared, anun­ ciando la mina de Dabilonia, las tenemos A nuestra vista, las lle­ va mos coh nosotros mismos, presintiendo el cercano fin do lodo |o qnc uók rodea. , El sobrante que la usura provoca ccrceuand.o ti u es Ira vida y los productos de nuestro trabajo, como medio de civilización, es la sustitución de lasocicdad por el individuo, os la destrucción fu lodas sus partos de la sociedad. Bástenos por ahora saber qne la propiedad, Lat como la ha constituid» la desamortización, es un medio ruinoso y nltamcnte * 'i ne¡:aliro de civilización, como lo probaremos hasta la saciedad. Se ha desamortizado la propiedad, enhorabuena. Admitimos la desamortizado» como un hec])o consumado, oi mas ni menos qne como la ha admitido la Iglesia. No sumos.nosotros los quo nnsconvertirénios eo estiluas de sal como la m jjgerjje JL.pL por haber vuelto la cara atrás: Si sobre.!:),moderna civilización ha de caer Hié^o del cid o , como cayó sobre Sodomo y Gofnorra* seña­ lando los causas, p o r las coates; se propaga él dpsy%sU\4or iucen-

-230dio, cnmpliréipos nn deber de nuestra conciencia, pare q w u a d ie sea líámado á engaño, cuándo todos los furores de ia vengajua divina se desencadenen sobre nuestras cabezas.

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CAPITULO Xffl, Soguu la legalidad actual, teniendo los bienes d£ la iglesia, cowo teniun, un Da social que es imposible desconocer, eran los nin^ Ipgi^niamonlo ndquiridosy los que n m en su conservación se .(tenían i {os regias de la caridad y la justicia. Adquirida, legitima ú ilogimámenle, la propiedad, el dominio útil, ep 9 oiiljjipoMci8 u al dominio directo y á la ocupacion por uiedio del trabajo, se lia conservado hasta ahora por la usuro. Si Ja propiedad estuviese sometida al hombre, ó lo quo es lo hiisnjo, si la ycupociim estuviese limitada por el trabajo y el tra­ bajo por la ocupacion, alCiiidosjiislamenlc los hombres á suspropios-pm juctosjlodos las trabajadores serian propietarios y todos los propietario», trabajadores esclusivos de sn propiedad. Cada unp buscaría en «i su recompensa sin perjudicar á uadie, y la so­ ciedad, y la ci vilización, mnrcbnrian siempre de perfecto acuerdo. Pi;ro.ífp.Ua íncodm ilo nsi. Kl que lia tenido y tiene la des­ gracia de perder sn propiedad, la pierde eu Ja usura para sieuipro.jSylüjitiriyrbqndf» (i la sociedad y cambia udo sus leyes, lian alcaju^do, alguna* clases jduÉ^ercd^.das, nu solamente los dere­ chos, íjiw ljifliisn^^p^picdad. ,,, J?Wj,j|fW¿.l9|Qtye í*

a)«i»dW (j»¡fii.iDÍíiiio no podía

— 237 — eotiS'cgnír, la Igle&la1fórriiánao nn cuer^n yatím eiifónrf^e ^ 'n n mismo eÍÉjiirilu1!lo ¿onseguia para ' ‘ t ' (1, [ La acumulación' 'd e lá pftopTéJacl por □napaftéValinienlaíla por la mas estríela economía y por las donaciones quo hacían los ríeos en favor de la FgTésía/dabaíugar 3 esperar, de que mas larde «J mas temprano, casi loda la propiedad particular seria sa­ cada dol imperto de la usara, y de qne el Reinado de Gracia de nuestro 8r. Jesucristo, te z Trocida; lp> mjMBte con la muerte uiúaia, so liaría esleusivó ¿ todos los liombires y á lodas las re­ giones de la sociedad. P crtA i clase media, fundándose en otra tradición que en la de la Iglesia, dos ha hecho lom ar olro ruiulio, optando por su propia perdición. - • 1" h , r ' La clase media en aqnello Biiamo1 eit qne hd deatMidolé W Iglesia, se ha qnedailo «in la g a ra n iia da te tWigloiii ‘J’ eH'aqtie1lio mismo en que Ji» destruido & La monarquía, se ha i^nedadó en cada nno de eiis ludividuós, slo la garantía detá'Sflcietfa'd. : 1,1 Pur eso el feudalismo mercantil la destroza, no qnedandb y a ' da clin mas que los despojos, 1 Los reyes despoja roo á la Iglesia, en cnanto les ftlSposílfle, de su poder político y no les quedó olro porvenirquo el de ser destronados. ' 1 La clase media lia despojado á la fgtotia de ius'bhHié&Vkfe ' los bienes de los pobres que eran toda nmgálrff f ropiellád,! y la grande usura se lia apoderado en seguida de la clase m edia,'y'en ' la «lpo»e*íonda ta d a se media, dé la industria lllrte1,' y'decasl lodos los poqneflos propietarios,: se festá fdtittaftdtila jrkíidc pro­ piedad. |,,! ' »*r : • ; Verificada lo desamortización, la elasé inedia, títffcllhnlbde ella lia podido can6*r?7irse, ptjÍYjti€1
—258— políticos, ni e^Uwerco od t]ia siquier* en ,el terreno de la lega­ lidad. , »La üc-la flemiuorUzacioii esclusivaincnte sobfíplia* S i ^ c a r a o s lo» bieues «le, ja Iglesia qu<; fueron arro­ jados A la calle paro que se los disputasen tos vencedores, no los cacoiHrareDW* en el pueblo nuc aigun mucho oías pobre y mas agolado. <|Ub lo que ?ates se eucauLraba. T otopoco los cucoulrara a p a ^ u mano*. del clero, u¡ de. la mouarquia, ni de la antigua nobluaa territorial. ¿Saheifi dqndo están? F.n ninuüs de cuatro es­ peculadoras y di: cuatro manipulantes de negocios públicos que, pava ser ellos saína los compradores, se arcoglarnp.enlfi si. Para alejar al pueblo de las suliasiae y hacer de la desamortización un agiotago* cnuvirtiéndola en jugadas de bolsa,, los bieues de la Iglesia se vendieron,en graqdeq.cantidades, Comprador ha habido que de&pues de termjanda la guerra civil, lia pagado con la ren­ ta de das.nfotf uua iniucusa propiedad. ¿EbLqs son los beneficios que la clftsemedja ha traída al puebjp? ¿Qué solución La traído paro Ja suciedad, que la compensase ecQtjáiuicamenLc, de todo lo que ha venido á perder cou ta desamortización? £ ( reinad 9 de lo», hombres de negocios que han convertido ú las Daciones en lina grnngeria; la absorcion de toda nuestra vida y de la vida de la sociedad por la grande usara, hó aqui la úutca solución que nos ba traído la clase media. ¿Per») qué tolucion cabe cu una clase que ni representa al pue­ blo, iü representa á la ipciedad, ni representa á la religión, p ro ­ curando yivijr tau, alejada do la verdadera constitución del priucipiadeiatU prúM <wua d¿l da libertad, para desacreditarlos el uno por fli oti’o í , . rComo,pafLi^lp poliUco, po se concibe la clase media sin el partido absolutista y siu la democracia. , i.^.Q irid ifa w rtJ W tf n e|V partidos, ios. wv>s ecsisten.ca loa oiro.Al.foM toM iiyflnU» i|el p«rü4p motlftcadj»., corresponde el

— 239 — fraccionamiento d il partido progresista, y el fréccioHAnrtento «le ta clase media en masa, que se liga por un cstremo A lo pAsado que procura identificárselo p»r stl aristocracia1, y por el otro á lo porvenir, hádia el coal pnjpéadenlos que se conservan fieles ¿ la idea constitucional. Lo presenté no'es roas qiie nna especie de nsreeneton ’inro he rente de lós hombres de todos los partidos que roas se aproxi­ man ol centro ecsisténte de las cosas, qníenes dejando A un lado las ideos, tratan de satar lodo el provecho posible de lit realidad. El dia que se rompa el equilibrio euire las dos estreñios, ln clase medía, nlisortrida por (odas las aristocracias quo se dim I;i mano, dcsaparero en la reacción. Ln clo«e núnliá, al reprrtducir bajo hit plan niatt vasto todo el sistema feudal, no trata de identificarlo con los reyes, los anules volverían ¿ c e rra r losparlartienios; al llegar ¿ tu y o puntó, la clase media dejaría de eesislir en la inacción entrando toda la sociedad en ta reacción hicia la monarquía , para venir despúes naturalmente y por el mismo impulso' de los ac&ntecirtifonlbfi, $ subir basta la Iglesia , no pudieudo tálenos esla y in Monarquía de indicar contra los grandes soüores , los derechos de 1a socie­ dad y de la religión. Por eso la d ase media qne no trata de otra co^A mé9 en su* partidos reaccionarios, que de asegurar el gobierno do las nacio­ nes i sus aristocracias, al llegar al limite, eñ que sd halla sepa­ rada de la monarquía, retrocede, es decir, avanza itáctft el pue­ blo, paro no ser ab’sorvida por la monarquiií ni p o í l a religión, y 1« revolución, en la cflal, fundamos l a m M e n c la dem fetttros intereses y de nuestros derechos actúalos, no pndieodo s t r destruida por la reaééion. Vá poco i jrt^'nstghi'aafik» contra los reaccionarios su v ic to ria ........ ■' 11 1 1 1 Asi como á la cláíre níediánb ltí iss'dádi^nibif b ista Constituir el verdadero prlbcipio dcatil<)táükd¡ tórtatáftoéé'Trtkdde deseen-

tUrtiMteder al' patato 1» fafdader*. Utertad* p o w e *i al pnebfc Ia«leUM datua uttsmas derechos, al confandino «a las. maaqs, noiaBcoiklnriamos á la clase media en-oinguDa parle. , ■La democracia y. «1 aliioliiUsaio pufcdea prese i ndir de la claaeiDi«li&. La e!a*e.uiedia ao puede prescindir del absolutismo ni do ta democracia; porqiio al iegaliiarae , lien eq n e reconocerla ec4 Í6l«naia:d r 6i|fi couUaríos, en medio de lo» «uvles sc:cgluca. r, Kvqpuoccuios de buengradoquolw sódios, que bajo el; régimen absoluto, huitín de pueblo A pueblo, da provincia í provincia ,y de naeion i unción, se han elevado en el parla mea Lariüiuo moderno ¿ ¿dios de clasus, i óJ¡os «le ideas, ú ¿dios departido». Loa Iioujbrt}*. perva»progresoobsolutainenLe negativo, llevan­ do como llevamos un camino inverso ai .que debíamos lle v a r.. u n a palabra,, bu resuelve^ ni puede n problemas por ai m ism o, cualquiera

— 24i — pftrU dopA titityvc& elqufefit1 3íeion& K *ted,ért',to liriM o ^ m ta b le M rim «finias td%**ry «rf M

realidad; lastu fllro paslas ááfafftdiá& fel ¿Mpattari/ifitmalrítiVA;' «M tfo (trtfewd-qiietos b trtab resy lae soeibiládesnM volvl^sénAos á ’pow r en'taweh»JTiara:ctmietírar dé traevé, harta'íiioéníráí*Im verdadcim «am¡m)s d a Ib civiliza oion. 1 •■*'1 1 A4f, pires; ¿ventiláronos «on las armas enTa mano JareflUinr-^ ctoff d » nutsstt'»*' derecho*, «a Ingar da Y eutilárlos, coiuu (|iritire l í Kílwia/OB el U jrreiM nkta1chillad '?'

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Que la roo ie dad aolitol, pOíoida, com» se lialla, d é la htca ti« la r*wilnr.ton, tenntest* por iiw o lm . 11 ,j 11 1 Al hablar d ” Ln narion in ^e sii, ift ra p tá re m o s nn riiillon tle vetí«si'Win (pila1

natlie |.imda soslütier lo u im lñ rio , es esattam nilú euriilijjiun, lo qué ta dasó inediaoa política: Síft embargo, hay nnn notable diferencia rpie ítedefim tiM pafiar desapercibida, y consiste, en que nuestras dattek mcíiirft, ’frabiéndoge etwérrada en la política, n» ejeroea 1n(hiprielnii¡agtiti¡i' futra dé:»ito paites re^peditos, al paso que la IngtaMrrvj nfltfr** tarta eu el protestantismo, como destrucción det ettolfbísiilo, 9# favor de las eláses medias de lodái las naetoBM, egeree éttWa e sta r todh la inflnendá qiW le prestan fa* id éai f h » W cho^e let­ rados i la ta ie g o ria d « religión. -’11- ' ■¡ ■• "■ ■ Lula Felipe se en eerrt w* s tts m ir ts dentro d í ta'rPrsn«i*,1y no pudoasegurar su dinasefaí c e n tr a d torrenteJde- k r tr d a c ió n / L ü d tw as o K i t m , «fue s e ha Habón re g id » 1p e r t í sfátotírafl-ügw», le HwattefnwhdO V i a Fraaícft fo feítt MÜT ty'tí*3 Onentrfa. 1 • -v- •>••*£. ¡ini.-.-" \l> -U c-n-t ftsf' c^mcr feln g lM tn W .aE taéad ^eird p ro lestaittiB fti^'M !» d<Mhiil0*é-4: las »H«r*3 Si

— 5 4 Í— enlfé los abímioB-áe la reaocion f la revolución; a s ila F ran cía, y con la Francia todas las nacioue¿s que se h an regido.y a* rJgen'por los-sis tero as niudroá ¿cbnítihi'cionales,':abandono das en religión ¿ ‘su propia atieilo, se Gnouenirim pór el -lado-de la po­ lítica entre los mismos abismos, basteado ei^nonar sóplo dé los acontecimientos, para que todoa I 03 pequeñoscdillclosse ■deaplomen. ■ Lá Inglaterra protestante aa b en w y b r e n - q n e m ientras la conciencia de los ingleses no se rehabilite en el -catolicismo, nuda absolutamente puede tem er dentro de ella miwua por el lado da la reacción tri por el de la revolución. Colocada, por la Fuerza di* aoivente del protestanlismo , en medio de lodw :las unciones ca­ tólicas, lo que la ¡mporLa es sostener ri tas unas y á las otros eu un consthule equilibrio político, para qaa el absolulúiuo y Ib de* mocracla véngan, siempre que Lo mienten, 4 es Iré II arse «nle su* TBiirós.

La política general de la Inglaterra, en dom inar e u to d a s lu a naciones, influyendo cu las uñad, valiéndose de las oirás. Si esta equilibrio llcgára á romperse en el continente por la reacción, ó por la estrema revoluciou, la Inglaterra no podría mena» de .su ­ cumbir. Napoleon, prim er César de la moderna sociedad, lavo su m ayor enemigo ea Inglaterra, y la Inglaterra á su mayor enem i­ go en Napoleon. Loa domas reyes del régimen antiguo no espan­ tan á la Inglaterra; porque lodos sacaron dal proles kantismo su independencia, 4 sn autonomía político, considerándose, en «alo paria, lodos ellos hermanos del cismático autócrata de Rusia, del ttuílaa de ConslanlinopIn, y de la Boberbia Albiou. ■. La politíca partieulur ilü Ja Inglaterra, es favorecer indirectamente, en lodo» los paires, el régimen constiüiciuual, por CU&aLd, no alendo otra cosa ol rúgiinen constitucional que nn sistema de fealancin eatro lá autoridad y la libertad q u e, lieiindunos ai « tra u o fracciona Oriento, deja sin fu erza* las nacióqus por (alta

— 343—

de im itad *-es el que mas conviene ¿ l a orgaBtiacion protestante d« Ja Inglaterra. ■ . , Si todns Ida nacionesllegasen, en nn dia y 41» vez,; i regirse por el HSlftpiB consliluoioflaly la Inglaterra, por ilerecho .propio, basmto en la suprem acíaque saca dal protestantismo, seria, ni ien­ tra* perinaneuiescmoB en esVe Estado, la ruina y solianma de lo­ das las nacinnep. •Ella es la única ostión que se halla Afirmada , y la que ea medio de lodos nuestros hundimientos y de nuestras catástrofes, se v i sosteniendo en el rtgiinen coiutilocionah E* porque el sifi­ loma constitucional, es uno consecuencia indeclinable del protes­ tantismo, y porque la raaceion y la revolaciou que amenazan loda mieslra vida, no Jiau sido todavía domadas, por la Iglesia; es porquo e,n ninguna naeion del mundo, bou llegado todavía á consolidarse Ion principios de autoridad y de libertad; y en. este estado fatal y de división en que quisiera retenernos la logia,* (erra, siO que dictemos ua paso liicis adelante ui Inicia atrás, vive y so desarrolla el protestantismo. Siendo, como es la Inglaterra, cu mi religión y en bu censtilu? «ion a c tu a l, el triunfo del estado medio de lo sociedad , la, reaccio n y la rovnlucion uo se encuentran en ella, sino e n cnanto :<el catolicismo'no puede menos de proyectarse en la religión re£prutoda, la eual saca Indo sn origen del catolicismo*. De es le estado nebuloso é indeciso, acerco de la polución de todos la» cuestiones que Forma toda lo vida de la Inglatorrq, nar­ co , en el terreno do la fuerza, toda su debilidad.:Siempre qn^sfi suscite algún conOieto ea Europa,: ando Uuyendo^ehQiiejipekjó acnde eo n su dinero á otras Daciones, para, que so s te n g a n ^ po­ litice. N ado» comercial y de especulación fuera de í«i: mares.¡y dé la protección á su comercie, na la busqüeis siuo dentro de kus talegas. Es como el enano de la re n ta , quo ocultodenlró-de! un « tétan o , imponia con so v o tá los paso peros para que sedejafien

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para aban d o n arism tíu jery á sa faruilía r y •parí Ibírmhjtiiílifqiie o contrario Astidignidad f A aü verdadera libertad: Pará'no tur­ bar al pncblo en este entbrnteettuienlode la libertad, el gohicrh» inglés no euflirla eon e lp o eb lo n in o n p ara In defcnsn de la pálr¡B. ¿Qu¿ importa que goce de la lilierlad «le imprrula y fli la do r*tiilitio, ni qftf* ta Ify sen aplit-ailn sin acqwinu de pcrstinas, «i Jus qne dirisren la imprcnln, si lus qnc dirigen los meetiugs, ayudan oras qnc ofenden i la aristocracia, hallándose como sé ha­ lla lodo por ólla dirigido? Los ejércilos t k In In ila le rtB , son como los ejército s fio T ifo y ilfl CartAgn, ejércitos incrcenflrios. P or mas que tos arfnitule, com prendo hombres sin conciencio, puní p n trcjn rlb s ;i l í lcjf de una hArbara disciplina , lá cutil to a e lu y c fw>i' r e h n ja r lo s d c eu dignidad delfoH ihres, él espíritu do stls soldador aera rtn espiVltil m uerto, 0 &lo m as m etalizado conro r i i l c su ilación, qWerio HtfttmlirA ese gnnto'á’ñ lo r qiic decide dé |,i Kiicrt'e iíú Irii4 liíitollni. L« h nncione* conliiieniales y pnrlim ilnrm énte la Praiiitia, qne «n eivn4m(Hwieitvn á la Inglaterra han comprendido duiiilc esfá la renladehiT iierza, víin llevando la 'o rg an izació n 'm ilitar hasla el ¿«trem o. En nn diá, ct» una hora, la F ran cia, iiosbltmiéfltfl lan­ ía ¿ ta g n erra á sus ejércitos d iscip lin ad o s, sino que si las éíreiKiiUancias apuran, no vacila en ec h a r m ano de lodos sns ih ícreses, d e s n juventud y de lodo hom bre rttiF, convirtiéndose, toda ella en un cnrapam enlo y en nn ejercita.

Eu Ins naciones dundo etsisle la conscripción, cómo que lo­ do?, scgtin las clrcnnsla arias , son llamados ¿ tomar parle en la ¿tierra, cada nno de los soldados representa' \4r4áder¿iiíeníe & bu piilria. ¿Quién ha de defender mieWoshoJ'’:árd¿1"nuestra p^íriti y nneslra religión? Clata es que nosotrosmififnos.'Si nosoírós uo defendemos n áeátrts dfírébiios,¿íjniéii (ós tféfoíiilerá? LoVuigíeses lian resnelto-el problema/ Cótovíi^cliflo Tn ciialiílnd d^ s^dM & cii ilíia I H ü » ' 1iék 11’Vjfie Jornia i « #jér-

— s¿c— « iio s.-siá rp p e escasos, de ta In g laterra. Con e sis e fá se d e jjentéj qau DO Bfrbate m as que por lfl paga, Id eesislcneía dé la nación; qué no oofDla con olroti ineJion de tfdfeiiFitt , no pttc'de íris'nos dé linllatsB Comprometfda. S ie n n n cMo extremó1y ;n p n ttd ó , so ácud e á la couscrlpcion, como en fo s f^ln d o s Unidos; ¿qué es e n to n ­ ces de la lib e rta d polllica de los ingleseR, q u éd e! protestanirsm o? Los i agieses ho s* hallan dispuestos parA re s is tir él p rim er enipujo d e nna inTaiion. No saben b atirse, p h rq n é n o le s han ense­ ñado; porque no hay presión por parle def gobierno ní de 1a ra ­ li giori. Si al p rim er com bate lo pierde todo; ¿cómo 3á In g la te rra podrá rehacerse? Toda esta grande debilidad ¿ocia!, es debida al p ro ieslan lísrob. Careciendo este do unidad, los protestantes, para fler conse­ cuentes' con sus principios* deben separadam ente in te rp re ta r la Biblia 4 su modo, y fnndar codn uno una religión diferente d é la de los oíros. ¿Qué lazos sociales llevarán los m isioneros p a ra a tra e r ¿. las dem ás nociones?Los lazos políticos, p o r si solos, ni ta l lato s económ icos, son suficientes p ara confundirnos ú todos en un m ism o esp íritu de unidad y de civilización. M ientras él Africa, el Asia y I^O cceam a; m ientras la Rusia y la In g laterra, n o « e a o católicas, es im posible de todo punto q n e lleguem os A identificarnos en nuestros intereses, en nuestra política y en uucSsIra religión; por rúa uto solo en el catolicism o sff encuentra la unidad en los verdaderos derechos de cada uno, al paso que Iú9, demns. rd^i(»ii09, solo so conciben y pueden eesisltr, todos ju n la s como .opncalflB'nl catolicism o, y en tre d í a s m ism as como opueslaB-enlbe sí^
P e r o la la g la lc rta d o e ra isliria , si todo lo que pierde en el terraao<|lai la religión y dtf Ü rttieno^ que ñosólros sacarüos de TiHeetrá'inidydiraligi^d y dfr noestrd tiUldad política Vito to ^ a_ U^se<m alguti nfiodO éo*npen«*do en «i sfcitettiaetíottóhiieo, en el

— 3V7 cual tiene pclrillcftda sa,e csíí U ocípt queriéndonos petrificár s eos dos eu la eesisl900U.de su oro, tutan d a el curuou de sa paebio^ pura fiUuicrgúTios an los moa profundos abism osde l a u r e a . ir ? Lqs gruiide?. reUr,ipfl.es, que por medio de aus escuadra* ¡sós* tieoc la luglalcrro en ledos losxoiilitic.Hles y cu lodos laH' henua*» ferias, ,smu relaciones comerciales, rolaciuiics dc cpmpra y vaitU t relaciones de ngio, medíanle las cuales, la sustancia dcLmun»do y uueslra propia .sustancia,, pasan áíui'Lili car la ecc¡6Uineta,pu~ rain cute ccouúniica, da Ja naciou inglesa. Este estado de cosas d u ra rá , h asta que dol seuo del calQ tk isnio salga una voz form idable coutra la u s u ra , que rep ila t i defenda esi car laya de Catoo, cuya voz, según nm rebou tas cosa», no debe la rd a rle muchu tiempo en t)ir. Entontéis, quedando, eu la m uerte do la u sura, sujeto ei órden ecouómicu el poJitico yam bos a l religiosa, la In g la te rra , seguti se hall» c o n stitu id a , uu< tendrá ya ra¿on de s e r. Cojo el régim en de nuestros reyes a b so lu to s, el com ercio y loa em préstitos de los ingleses con Esparta, so hollaban detenido» ante la amortización civil y eclesiástica, do pudiéndose* c o n m e ra consiguiente, hipotecar, ni enagcoar la propiedad. En cambio la Esparta, y por consiguiente los Espatoles, ase­ gurados onsu inenagcnable propiedad, podiatidormir Iranqnilos, tocante ¿ que nuestra independencia nacionnV no podía ser des­ truida económicamente por uinguua nación dol mundo, miau tras no fuisemos anteriormente conquistados c o n t o s n r a i f l s e u U wouo para oLra poliliqu, y en. nuestra cgncioiiela ipana a ira re n ligiou. Podjamos sor engañados, poro Lfuriiicn podiaoia&ieng»* fiar en el cambio de los productos da 11ueatroJ ral»ajfl;:.|iflr a p o r mal que nos fuese, asegurados sólidanK'flUMen .iiueslreítffrritíiiio, como lo estábamos, uo podi^ .ningún* elra.n acio al itipaneiaiea coodtciQnes im lau te* en auesk4, acUvjdüJ; lampreo j»r pt>-

depen4enii|imtt

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iuius

de.las oü'us, y ta uniflsil cseiicialimnito

— 2J9— m intiúófi em préstitos itenrnríos, n o le ro e n , áalM provocan; se­ guros del triunfo, la concurrencia dé los '«apílale* ^etltanferoic. No os por e ste lado p o r doude hemos de a b c a r á la Inglaterra. Si tíos Minamos de restricciones co m erciales ella vendrá á nuestro pais con su» c a p ita le s, y establecer* en él ia m 4uclria (|tio 'le acomodé,: y se llevará á orillas deJ T im e s » Maestra w s tancla, despües de habernos arm iñ ad o en n uestra industria y en nuestro trabajo , salvando fas b a rre ra s de Ib A duana. ¿Nu saboia qilü los capitales, buscando en l a u s u r a l o qau Iva tiene «M u ta, so han hecho con los ingleses cosmopolitas sin dejar da s e r til* gleses? • > Las reacciónés y las revoluciones políticas del continente, ol> corven un núm ero prodigioso de brazos y do «Apilóles sin ulUidad níngtnm pata las naciouos, bajo el punto de viaia económico. IVo sufriendo la I n g la te rra como n o s n lre , estos perjuicios, puede ilotlloar m ayor núm ero de brazos y m ayor núm ero do cih pilotes al trabajo, y-'prodüciendo, como es consignicnle, liiaa bo­ rato, como nosotros produciríam os m as barato el trig o , sino nos susdiTÍcsetuos en una paz arn rad a, m anteniendo, im productiva­ m ente d io m as florido de n u estra juventud, la cu al, « o gastando, bajaría d precio de lo* cereales; y trabajando, au m en taría la ri*({iLoz.fi, puede vender m as baratos sus producios. Si á e«lo«Aade el empico d é la s m áquinas, cuya^hierza, seg an (¿tutos Ichío ; e<jiivalc A cuatro ó tin c o v e c « m a s q u e su población; ¿quién, eeo*A¿ niicam íntc, ó en el terren o d é l a concurrencia, podrá aostenercq ni siquiera un dia en co n tra dé la Inglaterra?:C o n ftó afactorias: y córi lo s puertos, q ae, en'todas p artes, h a ivbíérto ú H com er* ció, lia lo gradó qué todo él ninAdb-óntsums mjs produolor* y * l dia que él ftm iid o en tero d e je d e se r s u t r f n s r ó íJ o r ¿ a q te* id ia T nojiudiéudb étúple&i'istfáicápftalés, ni d a r-tf ílnqo á! 8us-*HBcres^ ni u tilizar sus mái]Uinas, n i sosten er su m arina, sio^ v fo tejieia ■ ni¡t¿aña por iiu e stra p a rté 1, e e rajíatferio ry esieriD rtn featei el á l32

_2á0— lim o de I» tinción inglesa. Él verdadero blóijueo continental para vencer ¿ los ingleses se bnlla en ab o lir la usura. M ientras esla subsisto, con la violencia, uo conseguirem os o lra cosa <|uc en ca­ re c e r los p ro d u c to , d ar alas im portancia ni comorcio y á los ca­ p itales, poniéndonos, como es consiguiente, á disposición de los ingleses, quo asi como ludo lo venJcu y lo c o m p ra n , Lanlbieit com prarán n u e stra voluntad para ev itar su d erro ta y osé': tirarse contra nosotros do sn bien estar y acerca de su porvenir. fiada vez que un g obieruoconlrata un eniprósUlo con tos go­ biernos ó capitalistas estrangeros, euagena, nú soto tu pi‘<)píedad, sino su libertad y la det pais. ¿^abciscom o so contraían los em préstitos? Coruo lo b a cóulratndu el nuevo em perador do Méjico, Se reciben sesenta obligán­ dose el que los recibe á pagnr uo solo cíenlo, sino los intereses do los cicuto. Por de contado, el em perador Macsimillimo que v i ¿ g a r a n tir la seguridad d élo s Mejicanos, empieza p o r dejarte» com prom etida La riqueza, gravando con nuevas carg as su pro­ piedad y su trabajo. Sobre In Laso de la tram pa y de la m iseria pública, ¿qué olro gobierno sino la tiranta se puede establecer? La garantía que dá el Estado á los prestam istas, es hipotecar las contribuciones, ó puesto que lodo salo del pais, en treg arles títulos ti papel tle la deuda mas privilegiado, por cuanto á sus in­ tereses y al pago, ó araurliíaciou-de su cap ital, se bailan desti­ nadas una p arte considerable do las rentas públicas. Al igual que los particu lares, los gobiernos que se entram pou euogeuan sil propia propiedad, ó la de su pais, uo pudientfo su b ­ sistir de olro modo sitio como ecsisten lodos los que quiebran ó han barbo bancarrota. La bancarrota es la base de todos 1 » gobiernes y de todas los inslílucioiics fundadas en k u su ra, y p articularm ente de rio estros gobiernos constitucionales. Asi, por ejem plo, snpuníeado que la ü su íá se baile por lé i-

nlin^jneriio A un seis p o r eienlor por m ucho que sul»a el papel c o n v id a d o del ires, too se.cotizará en lá bolsa á toas de on cin­ cuenta; el tre s por cíenlo diferitió y no condolidodu en su r.api¿ lol, bajará en vbIop respecto del olrn; la deuda del personal reco­ nocida, pero que no produce intereses, subirá A b n ja f i en pro* por^jon del núm ero
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— 252— ¿Cómo se consigue esto ?U ijicam cn leab o lieo d fllaq suraj p o r<jiíb s í la iifed^fil rió q u ^ ía ahbTída, a | reconoecrel gobjefiio la d eu itá tíel pcfiifltiaí y entregar á los acreedores de enla c í a s e le p a p e ls iii interés, qué tat-dnrái) m achos años eo cobrar, los obliga, poV el princífiiói A cia productividad del cap ital, á que lo tendal» cuándo inas i un Veinte por ciento. V ientres tanto, los p re sta raistn^ (Té lM deuda flotante, que ban adelantado al gobierno scsqnla pór ciéíilb y que por estos cíenlo cobran nueve, ó roas, rlc iale-f rÜti Hnoal, éñ lugar de un capital; cobran cada año una lercnrn parlc ráds de to que se les debe. ¿Fs justo que ü los unoa.se les piigtfá iíc tnénoR Iunciéndoles bancarrota continua sobro su cap iInT; phM rjiié íos otros colircn lo que no lian prestado y lo que p o r iilliguu irtuTo feKWii ni los goli¡emoB ni los p articu lares obligados

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S fel1¡jolnorno debe pagar Indos los capitales q u e so h.8Hrt'rdlcMinilo, como oslo no puede conseguirlo con la e c sisle a » citt'dclb usiírn, nlmlidn esta, lodos quedamos júnales, r d ejeitiplo nos pondrá al corriente de CBta m ateria. Pijcinos!,) usura en un cinco por cíenlo. Pues hieri; ra'pitnliiatido todos los valores por U asu ra, es da mnttsrIa11|íarii1un gobierno, som etido, p o r term ino m ed io , ¿ e s o in lc rtá dfel d iicó por cicuto, de que coa el objeto de p o der c u ­ b rir nfrjrit a u s 'a lt liciones; decrete q u e solo abonará k su s a creedut-es nn cnalro por ciento, rt que para cebar á4 los capitalistas dcttilan á' b jc c flc un nuevo e m p ré stito , cree nn nuevo papel m as privilegiado que 1os anteriores, garant¡do]especialm enle on su rt-pltril y productivo este de un seis por ciento.

y

Todas las conlrodiciones del gobierno, como un torrente qnc se pír«,l|>ilVd'e tó alto de una m ontaña, se difunden por todas las clase* lir'fcrteiednd, y todas las contradicciones d e la sociedad c o m iH tr t^ láfitM *vapores que nacen del seno de la tie rra , se eletpiif ►rtírtat1«íl l&ttolo', <jué ¡es el ceulro de Ja vida social de donde Indn p'iiiip y dniíde' lólio viene i concluir.

....................... , ' ■ !' . 1- il' ’ ' 1;!111 1. E n el prim er c aso , al m ism o liem pv que él gobierno, p o r itn, arlo de jnri9diecíón y de soberanía, se d ic ta ra libra cu ,una qirlnta parle de los intereses ile sa d e u d a , paro s e r jusl<> y ;in ^ nadie sea pcqíiilicatlo en stU intereses, debe, eo la m isro ap ro p o rcion, declarar libres i todos los deudores de los p articulares; 0 porque sino re la ja los arriendos , los alquileres y los in tiresea, d c ld in c ro prestado á un c a a t.ro , sucederá que los acreedores dol telad o ron de p eo r condición que los dem ás acreedores. Pero si el Estado, a l liberarse de una quinta parle do Ipa in lereíe s do sus (leudas, lib ra de las suyas á los p articu lares, en la misfnp proporción, resu ltará, que él acreedor del E stado, al p ercibir CUfl-, tro en ves do cinco que se le deben, no se verá perjudicado bu la cosa mas pequeña. Efectiva raen le, si pagn cinco p o r a lq u ile r de habitación, la ley le lib ra cit una quinta parle y de c?te infido cobré. Los colonos y arrendatarios de la tie rra , lo mÍBipo quo,J,o» propietarios que liayati tom ado dinero sobre sus linean, no teiúoudo que pagar m as que las cuatro quintas partes de in lcro im ú de arriendos, venderán sus frutos ó sus géneros mas baratos, haIIAndose libres de la q u in ta parte de los cargas que les iinpouia la productividad dol capital. P o r m anera que viéndose todos, Iw em pleados públicos, con esta dism inución de la usura, roa? r i ­ to s en una quinta parle de lo que lo arlaban anteriorm cule , el gobierno, buscando, como debe b uscar, la proporciou e n tra su s sueldos y el estado de la nacíou, debe, por reg la general, .rebajár­ selos cu tina quinta p a rte , rebajando en esta m ism a cantidad i as contribuciones públicas.

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Quitando la u su ra, encontráis lo que nadie ba ¡vodidp.pncqii? Irar lodavio: el m as barato de los gobiernos. No habiendo Utyiftlr nadie seria perjudicado, todos los valores se pondrían rá J^par*, buscando siem pre la razón de su proporcionalidad,! boja desaparecerían en los m ercados. Todos tpn^r¿ai> J f ^ j c v y solo los hom bres de verdadera vocacion, irion i se rv ir á los go-

— 254 — liitmos ]! l l i Iglesún Las ¡njii(tkiu> f i t sb h ñ ¡olroüilcido en lodas las prefeirófrefi y en todaa'la carreras, desaparecerían, y ylosJiorobrcsdc verdadero imirito, ocupariaii.pordereelio pro]i¡0|.los!puest»8 qne en el dia. lesarrabatan los hombrea liipa y Jetíayur. I* vida, libre ítalas trabas de ln omira, yeria expansiva,, como lo ts, por su naturaleza y so cautelosa y.re*er*t \ada» estando á toda* horasicivon lando la perdición dc nuesLfo prójima, ú prefiniéndonos contra el mal que na» puedan hacer. Nv e? oirá la. política de las nacióles. Solo, loa itolgaxanea y loa qne viven de nuestros injusticias y de nuestra currupciaiu desa* |tar«ceri&a como espectros rumiudos del averno, anta la'Lux de Iliqs¡,cuyo reinado no tiene Un. En el segundo caso, al elevar el gobierno p ara solo e l nuevo «m pr*¡sliloel interés dol dinero, hace de p eo r condicion i los anreedores;auierioi'ta, y cato diferencia en tre los unos y los otros s^-rovela desde luego eo las jugadas de bolsa. Si ta diferencia-, en los intereses de unas deudas respecto da o tras, es qt|íera puede i r desoendietido en esta progresión hasta v e n ir á pitear ¿ tas:deudas sin intenta, siendo m uchas de ellas io eo b ra,bl^s,,ipw.<}uanlo *l!gobiarno lo mismo que los p articulares , no podem os.salvar el dóllcit quo Ja usura produce en nuestras rela líiflnds acotíámicaa y políticas, sino erigiecido ou lcy la b au co rjoLa, íiaieual'( aunque u o e slc c o n sig n a d a c o m a u a priacipio le­ gal» .

la ú n k ü qB »*r.«iste,dc hecho y de derecho.

E stá silig o ra ix o B jid e ra c io n es n o s ta n , parecido, oportunas,

|tara oom presdaf Ja operaetoa de u a em préstito, en cada u o o d e las cnales set controla, por p arla do -loa ^o b tan raa, la> ra in a de

— 255— multitud ile Jim ilfas y sobre tn d o la ruin» do las Haekmes; Desdo I n o c u o s o c u rre .el p re g u n ta n al eo[i¿tülj«ta rpjfe bac« al gobierno t>n empréstito-, entrtígéuüole Ochenta prvr ciento ca­ pital civ«fecri70, reoih¡endo.eoinoigairniiíia Irojciedlos" m illones del papol dcl ircs1, que es eu Espaftu el m as privilegiado, fo qtfé la dA iih in to rts do n u e re por cíenlo a l b Ao, con m as el r«infe p o r ótenlo dol valor efecUv«t qne s e eleva á sesenta eti ol nodilnal como garantía d e la especulación; ¿se halla «o la obligación de no hacer uso del papel, ó es lib re como lodo el qun posée escri­ tu ras de propiedad de sacarlo ¿ la circulación? Tratemos por parles y con da poco de enteusion lo* dospunlos que >0 bailan coulcuidos en la a lte rn a tiv a que no? aoabamoH

de p ro p o n e r.

>t

Si «1 enpilaliílaeB libro de saco río. 1 Ja circulación; vendí Gil* dolí), como suelo hacerse á la colizncion del din eirpeq nortea porclones,
—25B— q a ié M s a ta tte rp a so«ial''fta A tin e .t ív » s ■

d e s o l l a r a » , dejando *

Supongamos que «1 prestamista «o pnedé, hftsli qao pss« al y su p o 'd ttl Btupefto, disponer 4c su ípbpel, rgaraiilia.tde su «F¿dí(0. I I - ■ ■I ; • i ‘f itp iestan jisiap » nacional A' es estranfceret-■ i, ' ¡ B(][ioogoaios quero wta uacúti eslrafia ó‘ capitalistas tMlrangeros» qníenes-faraniidos por ans gobiernos respecUves. ea virtu(lid4 L6apa«!*s'i
— 'ÍW — Baqueta sucumben el faudaHsmo q u e rtge dé «ación ■* unción, así como ordinariam ente eslam o» suctHnbiendo'id ftarialísnlo m ereantil querigfe de p a rtic u la r á partí au ler. < <• Suprím ase e l feadeliaíno de la fuerza deflación 4 b rteron,Y

el m ercantil quo nos agovia no tiene rató n «le ser. El uno -se com pleta por el olro. El uno es hi ley de la sociedad; e l« to ) su

sanción, no habiendo otra, g aran tía,- en Allima resallado* qnc la

( n tm , qne unas veces ee libra d e s n s compromiso® por la han* enrrota, y otrns se tom a lodo-k) que le place sin lomar** tiempo á que se lo den.

Q u e ran o i, sin cm hargo,suponer que el derecho da ta filen.a no «esist* en loa préslam o s.y que hasla las quiebr» «i, si m ba-* ¿en, so harén , con perfecta legalidad.

Un gobierno estrello, 6 lo* que es lo mismo, les capitalistas estraogero», perciben á lítalo de intereses, la onarUi^artey:!Íi‘'uiiB mitad, de los fondos «fue remanda el tesoro público. Y.bien; ¿no es estocsfotaraenle lo mismo qne si los ejércitos de Nspoleon h u biw«ií bsegurado la conquista de le mitad del territorio de Es­ paña? ¿No es esto lo mismo que si el gobierno, considerando ¿ la nadan como propiedad de los reye«, como sucedía en otro tiempo, cediese la mitad de soa provincias y de «es ciudade&á la Francia y A la Inglaterra i lítalo perpetuo de soberanía? Esp&aotes; (dóude se halle nuestro patriotismo qne no nos leTootamos contra una injuria sem ejante? jNo sabéis que &i el go­ bierno iio puede pagar á la Francia y & la Inglaterra, Líeos que su frir en bu político, loa modificaciones- y jas coneesiones que es­ tas naciones quieran imponernos en contra de nueeüroe intereses, de nuestra industria, de nuestro: comercio, de nuestr» política y de nuestra religion?iK »qtieEeís ja-aalonomia -y ja íadepefldencia de nuestra nación? ¿Para- CQaado gaankiuus'B aestra abftc^ gacion 7 naestro.’paü,iotísmo?L ' < ' ."i- u n t ....... ¿No sábete fpw los «elnngeree>epiBO loa in g le w e ín la Jndífe, 33

puedéri re ñ ir d upoderareo d e n u e s tra a g ric u ltu ra , de un eslra iuiluslria y de nuestro com ercio, 'imponiendo á ané^lro trabaja condifcioiies de repiijnirotó egela vitad quo-tenem oa q u e « e s p ia r, variaudó dé esto m odo, insonsibWttfcijlfl, npestro m odo d e ,s e r e n In ccsíóicticía de lá- sociedad? • Tasados los hom bres en sus derechos por p M tp iU l; ¿quiú* nes ¿erian electores, quiénes diputados, qoiqoes senadores, <|u¡vr nes poder eg ccn liío , se gnu la le y constitucional qu&.nps rjjje? ¿Los Ingleses? ¿Esas son la» garantios que e a l a r o r d e í a propie­ dad y de la libertad , nos dá el sistem a c o n s titu c io n a l' de«pucs de habernos dicho y repelido, que m irando tan solo a i progreso y al bienestar del pueblo, « « lita b a la desamoclixacion? ¿Qué diferencia hay entro e l crédito de lia ingicécs y el que dáu á nnestros gobiernos los capitalistas n a c ia u a le ^ S in o b u tilo ra usura, el gobierna descansaría en los derechos, a n lo , p ro p io dad y en la libertad de ludas las claBss y todos lo» individuos, ,dus-> cansarían en la seguridad y en la justicia del gobierno. Pero dividiéndonos por la usura en nnestroa iiiUresea ji «n nuestras ideas, la cuestión do m ando, 4 de gobierno de a n a socie­ dad, es caestion de fuerza, y como cuestión de f u e r » eu lre uuas clases y otras, ni los qnc mandan pueden descansar en los qne obe­ decen, ni los que obedeceD en los que m andan. Por consiguiente, en;cuestiones de conquista, pnes no se tra ta de olra eosa, nos ea m as ventajoso ser deudores, A que nos conquisten los eslrangeros, qnp no los quR vivóti etüro nosotros. El tirano de casa es el p eo r, como ío n p^w-^ las guerras civiles, porque nos legan la anim osi­ dad. ¡y. deja»-,restas d^ sangro quo d ó c ilm e n te se llo ran

i b o rrar,

al paso q iie, basta ¿ v i r e n los oi&g m ínim o nuestra fibra p a triili-

«a.qn&psiaaai&y quú no se pierde sino es. los pueblo? que lian llegada i enviiecer&Q y degrodm e, para qué espulsemoa ¿ l o s estrtngrttó. ^nSV HeinoE empatado i los íM snlm anea y i ios

^459 — rraiitBBes.sio qno janiaB9©abaUesfrnuMÍtQ éuiino, y eso que tenlaifrM qué habérnoslas¡oop g ig a n ta . , Atf<*iiás,1« aslraegeroa no q u ie re s d é l a Eapafla J a prqpieiliid poi* la propiedad. Si ,MO' esto:Be contcntqscp, irían á A m éri­ ca dundo hay vastos y fértiles territo rio s que se; ballaq esperando IfTttiauo'déllionitore y q u e ntulie se opond rio a que lt»S’oca jó se­ ntó». Q nfefenfa p ro p ie d a d c e n nuestro trabajo. ¿Nos lo pagarían |HHJf Ins cspiUilaUB caln iig ero s que los nacionales? Pues lio n ; la ofaise inedia qi«e «s la que nos rigo y la que cen tralita'en ra e m anos el ja g o y la sustancia da la sociedad, red im a n d o al absolutism o para que busque eu el eatrangero m e­ dien ilo rolver á en tro n izarse, y rechazando 4 la dem ocracia para q t e todos iM-pneblós se basquen los unos ¿ lo» otros, e a el desfienvolvlm ien to ilep ld e snsiateniH , no le quoda á ella misna& fa­ talm ente olra solida, pare ese apar á la bancarrola, la cual (onoa tocto tfu> organización-, qnft re n d a r en su descrédito, la naciajinltdad, ni pata qne maft peso sobra nosotros,, busoando de este modo Hnnaa 4 Im dendas q a e haya contraído, y poniendo en el caso á Ja sociedad, de salvarse por el despotismo ó por la dem ocracia. . La civilización q iie b a y en la clase m edia, no consiste en otra cosa sino en la tendencia, que durante sil dom iuacion, se vá g ra­ dualm ente desarrollando en las clases, en las razas y en los pue­ blos para fundirse los unos en los otros, sírviendude m edios la im prento, el vapor, la electricidad, el com ercio dé los 'tfle'aüy de lus producios, sustentado todo, favorecido todo por lá u s ü fc i. Pero la usura, eí» la ¿tfnfrárfleclon ffo gil cséniíitf, í Jtos pueblos A la civilización, in m erg ién d o lo san la1bartv*ri¡8r; L a o p a Iciirld y la m iseria, cMojo y la desnudes, ta a b to m iM tc jsy la ca rcslía, la virtud y ol c rím e a , el e se te »
— m ni^S lrg

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Jjetug» ll^ jlo ^ i.J io .s a lü T d ^ l i a g u i c e l

chajlsilajjiflaio ^ la,ciencia., c J í i r q r d#, la s e r J a jlf ai¡ U virtud delcfinw fy, (^icooiriarfpiioSj! 9*»» ijuq lo q u e bemos edi(lc«4» «ie

}* riv^«^4fica-IUí*Tp 4e B abel.

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, A esla^m ucosa,confusion, tiene necesaria o w n te q i^ s e g u ir la d i^ p fra w n 4 e uiias clase6l, y d e .n o a s . razas en a { r ^ r heridos M>doj^ida uncsijrft prgullp j.e o qu^slc^t «anidJvJtjiAR.fe-.nft>0' fc ifri? b3eiJ^,la Ptovjdaucia, . ,... ... ,, , ,, _ ■ . , ■ ¿ J J e ^ ily ^slo.eQOSí dc toda e s ^ c s n lu s w g * p « ;csiU ,ía iw ifA para desenvolverse negativam ente eo Lodas las contradicciones, q«fi!fW“ l«VJWWW)W9. y ¡lh s?t!ft.4 :^.* > cfcM A W - F W * ftn. f l^ ^ d e - lo q u e acontece n os oslroite. SaJácndif que s e n l a ^ ,wi pr¡n<;iplo,eu c] i e r r ^ o de J<w k eeh o s, son.úidecüna-. blíj^Bi|si (;í((istc,i»()iic¡aíI .110 nos .sorprénde lo q n ^ eslnva jt punLo do B}|cqdt;r pn JUi Repúblicn de Tejas., n a no& S0 rjirenderia,.el ,qu« lu sn ac iw tfs E u ro p e a s, se vieran legal mente eu la. necesidad, de hacer olro lauto, ftw «pando todos ellns el crédito d« la Inglaterra» la oual

para lod^s -nosotros, lo que lo s Estados Unidos lial>ian

U e g a d o ¿ .s e ria ra , la. A m erica. .Es el cjwo, que 4 gobierno de.T ejas, á fuerza de tom ar p rw iadA dc niAíw. do SMs capitalistas, y no bastando ya todas las conu*ibupii>n(is jw íi papar los intereses de su s deudas, s e encontraba á n w fte iid p Ips capitaUsUia, que uo q u e d a n sncrilicar sus cap itale^^ji^!,a|Lar.d|e.
—m



poique lo p eo r que puede snetedír, es lh b r ir e n

ea
u n presidio. Además, retirándose los trabajadores, qn«dni'iinpr& d u e tjro i iodos Iob cap i Iales, y de hecho y de derecho qnédádi-1 auelta la so ried ad . ¿Cómo, legalícente y sin p erjudicar el trabajo ni los intereses de los particu lares, sa lir de esla situación? ¿Disolviendo la sociedad en la conservación tfcsu s lé rc s para que las relaciones de unos individuos c o a oíros queden en pi¿7 La contradicción es enoitoitsíma. ¿E s jnslo q u e la República deja da ecsistir nada mas q a e con el objeto de que se sa lte n los d e re ­ chos qne sobre olla han adquirido legal m ente alguno» dé' ta s miembro»? Si eslb és jé rto . la clffse te rrito rial 6 la cap italista, q U e é s 'li duelia de (odas la s situaciones mudias^ ó do ctrinarias, d a lá *ociedad, «alaba en Sn dercóhó, negociando, como negociaba, la a n e -' xión rio Tejas á lo s Estados U nidos, no proponiéndose títra cósa quo asegurar sus créditos y de qne los Estados Unidos réctínociéseh y sa csrgaícri con lódas las deudas de Tejas, encargAbdóseen cambio del gobierno y de la dirección do la RcpúUiCB. Luís Felipe lo im pidió, tem iendo que los E stadoí Unidos ad­ quirieren m ayor prepoudcrancia que la (fTio leniari. S in "em bar­ go, el gobierno francas se Fundaba en los m if rnos priuctplds eco­ nóm icos q u t la República de T rja s ; y para ser conseeoento con 6us miemos principio?, no dehiú, en m anera algnhn, nponfree á sem ejante anexión, ó si ln F rancia, se consideraba b'nstarite rirai, para responder á los acreedores d e T ejas, haberles com prado sn s créditos condonándolos á la R epública; Asi no se sentía W h tan ­ ta Cuenta d« generosidad, haber bccho qne se w casd Iri'R epública á pública subasta para q a e fuese ad ju d ic a d a 'ü tü ié jó r póstbr: : > SI la República de-Tejas&e Ittllabft en pTen¡i‘baricifrfWá j'«i 1d«

Kslado» Unidos, caso d e haber deepiado la a n é ^ o n l¿',4 rnÁ ^ F111 L ieran conSéolWb e n re tp o n d e r de la s y em ltts db TetiS '¿ iá ü ’tofi1 los producios de ésta Rep fótica,' táeífa'ii le'íifrA' ^ r m a

-4 6 3 da3, no ¿s én tin caso sem ejante m as véntajoso para los acreedo­ res p e rd er voluntariam ente Eo que rio pueden co b rar, pn'esto qué som etidos á la voluntad de otra nación, esta h ab rá de im p o n e r­ les necesariam ente m ayores s a e rifle io st-— Pero si es injusto que se paguen los intereses de unos capita­ les qne atontan á n u e stra autonom ía nacional, U n injusto es que te paguen todos ellos, puesto que aten ían & n u estra autonom ía individual, haciendo qne unas clases de ciudadanos sean devora­ das por otras en so propiedad, en su lib e rta d , eo sa fam ilia, en sus bnenns costum bres y en sn relig ió n . ( ¿No sabéis quo todo lo que porten oca al individuo se relaciona eon la sociedad y quo todo lo que pertenece á la sociedad se r e ­ laciona con el individuo? Si la autoridad de In República de T e ja s, en representación de todos los oiudadnnos, h u b ie ra sido b astante fuerte ó indepen­ diente por si m ism a, respecto de cada clase en p a rtic u la r y e sp*tlnlfflr«tite' (le los' c a p ita lis ta s , jq n é es lo qué b u b lera deludo hacer? Cabalm ente lo m ism o que tenia derecho & h a c e r e l p u e­ blo til m hub iera lanzado k la revolución. Abolir- los in tereses de lati deudas dé la R epública; pero como esta abolicion; im plica la abolieion d e todo gúnoro de usuras con respecto á los pa rticu la res, éo nnaslln aeio n m edia de la sociedad, se to m a rk i jn e d id a sá Me­ dias, so cfreardn nuevos privilegios sobre la ru in a dé los antiguos, la ltahcarm l» segnirá sn curso haciendo nuevas victim as; al p u e ­ blo: se le harA c re e r que los m ayores enem igos d e su b ienestar y de su libertar!, es la religión, es el el p rin cip io de autoridad; son l&tMWjreJ,1** ei podé* ejecutivo1toncnlcadores todos de l ú leyes 44 la/ sociedad; * loa gobierno», creyendo tam bién qne su e c sistendta-pfeligtíi p o r In p arte del pueblo, echarán la culpa 4 la Itbértad¡’:y-cád# v w !n«» Jtallareivios alejados (os unos de los otro#;, toéfeftiMo1la rtrabéidn' 'y 1la'retb lttcio n 1nuevos b rio s, fmpriísados ^ o r BqtJc'HW)

balHíñchwe cotiícrifdof'en Tós1árbitros de

--2 6 5 — la sociedad, esláq haciendo g ala, ^n U destrucción de lodos ¿«'f [•rincipigs^ de saberla& couleqer.

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GAPITDLO XIV,

Creemos firm emente, como resu ltará eu su lugar, q ue todas la» solucione» de la sociedad se encuentran en la clase, m ediaj pero por razón de la usura que trabaja y destruye sin c e sa r á to ­ das lo»cla$es, eo la clase m edia, m as que en niitguua o t n i ho­ llarem os reunidos todos los anacronism os, todos los a Usa rdes y todas los contradicciones q u e form an nuestra vida de. afllunlid&tl. En la clase inedia, ¿ sem ejanza de los colm illos de la gran serpiente de la fábula, nacem os los unos contra: los otros, en uue*-

troe intereses, en nuestras aspiraciones y en u u eslras idaaR, a rre ­ glados en drden de batalla. Todas las ú)ju$tic¡«s, todas las. defecciones, todas, la* ap o staaisa, todas las corrupciones, todos, los escepüúsi& ps,. todas) l|p ficciones; e n u n a palabra, lo d o lo qne hay J * i W r?pngn;w le, A la m í o , lo d o s e balla re»yudo en la cjaM :íined¡?| sesHn: ie bal k , para so p ro p io n ia l y Lq pardwion n p a r-

-S M ttd n í d H b d a s r in tf U f tiw d tG a H c g uuirt.dfilos ^ ( ^ .t p w & d íw la itó feasí?alalin ¿ y h allare i» r n a u p i ^ i a ^ i ^ w P M m Jesiipumío m astrrvcuaatA e. - -n í i,, .■ ■ ■''El aíslenla feudal BBligtu», len ip , «usado m eaos, la viriad de la b a n q u e ta i S o g u illa « a l¡d a d ,d e j)« ;p era a a g , las unas pacían co a­ dunada», en su-trabajo j cu Mi propiedad^ á perp/Üuí* ^ f í í d i y n b r t j -mientra* la so tra * uactMt escalosada».fep lo# diferentes g ja d e i d e l a g c r a r j u l a establecida. - Legalizado este sistem a, nadie hubiera podid# saJücHe de su cfóse,'-! no se r p o r Itrly lraia y por ln m onarquía católica, fu n d a j a s fctiiUaa ftivla erstslCneia política y religiosa dol p «etilo, , ' ’ r t a r o ta clase m edia, proclam ando principios difareate», que pareeen-pciitdpíos du redención, reprotluceaío « rd e u ui co.uci.ciriQ tudüs lM bachos y lodos los deseavolviinieatos d el sistem a feiírfali« ........ Los patronos y los elienl«s que se organizan, ge.de«cop}po>iéA: y «¿¡«uelveti á orgaaizAr en falanges p a ra asaltar la cosa p ú b lic a y repartirse el prem ipueslo, disponiendo, como de cosa próplav' d e h w bienes .y da loa destinos de la Iglesia y d e lo «oc ta la d i ■ ' 1 Al hijo d $ un grande e lecto r, de u n g ra u propÍ 0ta rio ( ó .d e u n capitalista, por jó vea y por inepto que sea,.le a g raciarán coa una jIltigQ e'prebefde^ do tiene necesidad de acum ular m éritos ni Tillo* d< Servicio, p a n colocarse en ¿rev es salto» al final (1qJa carrera quo hubiese elegido; pero-fas hijos del pueblo,, los que 'carecéd^Jo iriOBeacia. paraseT olsudidos, los q p a ,logran perlo, t ^ d e r ^ r r e r l o d a s l a a ^ e a l a ^ b a a d e J k n a T s e de m éritos y de sm ietafy K f a n a aai yHodo, a o a n a a y u n ta d o s loa que ll e g a r á deapÉt* 'faMngae <(i» >l n joottesp o oib., ■- N fe«filM ula» o ro tn riio cteA nn »im *.*«^»lW fipnsigp misma» -é ilo-efcnfts m e * * le p a b a ru in a .tic-estas, dos (qapasf, A lado el p a c to de la Constitución, según el coa! todos somos ígnalea.win nía»

— *(>3 — ^slrtleíótt qne l í de'nüdSlTOS roérfl«s V nusrftra rñpaadsdj i 14ti y5* Vjwlwhte, ahaotiUameni* todm^ en ■elrBifltftniR reuitnl, tan combatido en otro tiempo por la d m j u t d i i c , , 'Por h aW rtmsetVttflo’tfémejflnto contradicción;, b&moi rt*to ttfilsiTá *43s¡ €e la a d a t a d huye legalmeaie des pueblo 4 conéenlrtrt^'értla tlBse medínvde la ülase media buye üet nw4? mn friódd, ,á"eoft'e«ininirse «ir lo? grande* capitalistas,» lo» ««*■ les nos Imitamos en un peligro permanente , solo conjn rabio por til facció n A f* rtívahicíort.decfna desaparezca niieatra auLonoritth ttociontrt, comfl ha'désapbreriío nnostra anlononnaconatitaT r¡nnnt, ft Í 6 qrrt hrte9tra'éri*lojcl« fié no* tn ii^ fl& de hnestrosmátas intariara&^ Boa tonQe #n mío ftérfn de enhípifetftrpíiTaaaaiwiInr. sn9 prcn echas y isijj» lieneflcíos, dando dmpleo á suh capitales, ocupacion bI puehlo.y flnHilh á s n # p ro d u c to s ;"

••••< • . - . ¡ i r - i i >.-j

Rl progteso dé la lisura, abs&lntameóle negttUvofcn-* lod^s tniiecprofl, *0 demuestra hMta^ittttina'gr&ttado.ovidsnciaiep los dencnvoMmienló*económico» de la sooittiaA, kfl CQalea.&qIriiven por su base y hocen cambiar de dirección A lodos iDfljpqcr ifadbcM desenvolvimientos políticos y ftügiosoa qitt.paleen con 1 la rivitizactoti cristiana, v.»i ,.,,,1^ ,,,*. La «soitei* dét-paganismo está en tamairat poDquflej pagBpjv t n n « la destnrceíoD dé ¡la «ociodfcd por oion «luí hombre per la sociedad. «> . . r,, t.,; positivamente, todas toel*ittsaeianqB.idal>~*blAlMaitbflfli<}pfl et» uro de esos ilosr estreñios totowrdoMlMplTMiittitofchWVlo lÓTBmot^'demesüweotfsodtfoüíÉ-tBrreiMi «flap^u)Kft»i>ru;> 9b Los internes de lodos toli'(ta|Biate^BÍeUfea«|tfunb)M(ifij«entibies j no ctrtBtaMe»,-(>n w phtoeüa A^ogrinÉttfeiaj^M «a p&gnn de los ptofhVctratófai-iifSesdelttah^o’. cp»-M >Mttatnen pwr el'Bsrt. frii.i? .i'vt'.c-'!-',..) «I •»!•

— 2M — Afii piMSr SÍ la -Bapaia tóese propiedad denlas ¡ngtcsn*. tunta ' toas pobres sonamos cuanto roas arrisados, alquileres y ganan -

riaaáaba&eade nosotroa y se llevasen ¿ ln Inglaterra ea eate riwicaplo-i Seña como fti túdo lo qne pagasemos lo produjésemos de ttienos.-J’or.el contrario, Innlo m arricos seriamos y tamo ida* ñas luciría dúos Uro trabajo y m ojdesahagadosl legaríamos &eslar, cnanto raenos gananciastisurarias realizasen los ingleses so ­ bre nosolros. ! P arn eli quo pnga nauras, tsn to le d eb e d a r qne las perciban los ingleses como los españoles. De todas m a n e ra s ,¡ na puede asentarlas od « Ira -p a rte, sin» en el libro-de desfalcos y de Ins pérdidas. ;P o r coufiifnionte, ia vérdad«nrriqtaeaa/ÍBt;verdarier» hÍMifflla r , y 1* libertad del pueblo, consistirá siem pre é n c o in p ra r Ins cosas justam ente on ln que valen y no popar H in n w , qne es pngar le que no debemos y lo ijiio nadie ha producido; p<jr qae la u sura, no ejerce otra función q ae escam otear la riqueza prodncidb, A p e r producir» bajo la m áscara da o n a rofcrrlida utilidad. La,6spafta a n tig á s, era esencialm ente aerícola, y 'todos him capitales consistían en tierras, tíass, olivaren, fabricas de tejrdos, es d ec ir, encapitales, qoo trabajando cu e llo s, eran produc­ tivos ilo objetos tangibles y consum ibles, q ae ron de los que úiileam enlc n o s servim os p ara pagar todos los a c ra c ia s ; porque con ellos, convertidos ea dinero» efectuam os todas los cam bios comer­ ciales y todas las Iraqseciooes, aun las Iraasaciones de los in­ m uebles y de los objetos morales 6 esp iritu ales, de qpe se aliT m enta nuestro espíritu y nuestra alm a. Parliepdn de aqui, tendrem os, que cuanto m as b ajo , i mas anulado se halle el interés de estos capitales, y trabajem os y pro­ duzcamos m as, tan to mas ricos serem os, pudiendo aten der mejor ' á tridas "nuestras necesidades. Es evidente; cfné la prim era necesidad de todas, es la de comer

— 267— y vestir, .y que ai la aatarnleia entera1reclatuawtodo uwalru trabajo y luda nucaIra iulcltgcnciapara solo comer y vealift s íriiu ilM i y mwalmeuie imposibles las damas-eréadoMS dal ar­ le, de la industria y de la civilización . aunque para uueelros caiuláos-tuvieKnios boda e l oro qne^e baila encerrado eu las entrabas «Iblai ¡erra* uuyovalor en cambia, siempre seria proporcionado al trabajo que nos coatase el proporcionárnoslo, y coya volar da utilidad, dependería como depende del arreglo que produce oo ol cambie da lo* deum* productos; llevando como lleva el sollo do lo autoridad aooinloonatitiiidBi. El dinero M relativo entre las partes que constituyen la r¡(jiioza. l'oreso Ia«con»mia-de la humanidad que se hallaoucerrada en ai mismo denlro d«t globo terráqueo; la economía de «nía na­ ción, la economía de ana familia considerada en sí misma y no con ralaciun Aotras, no está en que Lodos nos hallemos atesto» ilos de dinero, Lo economía, por lá tanlo, se halla on que cada mío, trabfjnndo mas, ó proporcionándose con los progresos de iiueslra Inteligencia, que son los de na es Ira civilización, unidlos mas sencillos y menos costosos de producción, pueda descansar mayor cantidad de tiempo, para dedicarse á otras trabajos «on que podar cubrir las necesidades del ser moral quo se t í fonmar>ilo; para qne los nnos, ilustrando mas so inteligencia y les otros; retirándose de una clase da producción qne queda cubierta con menos bracos, se dediquen á otra y lodos podamos cambíát nuestros producios, aceptando el dinero como medidá de lodos los valores. En la usura, como lo liemos visto antcrioriúento, el dinero llega á ser, naturalmente, la raíz de lodos los principios n<^galli­ tos y de todos las falsas religiones, las cu^lcs s j c t i i ^ I ^ u s i d o pcrsooiJcadas eu el Becerro de or?. Fi^c^a de la .dineto,

— 268 — y on su rejiresenladoii el oró¿ & la base eeoitóiiiica de la verda­ dera sociedad. £a aÉrniacíbn y la negación parlen de um alam o principio, igualmente aplicable á la política y á la religión. Coiño tipo, medíila, ó coiliparaciofa ile nnoff'tafores coB oiros, de unos individuos con otros, ó d eu n a s fiiniiUa^ y de anas nacio­ nes oob otras, el quo en el dia pierde sa dihero,:muchas voces no puede recuperarlo oí- aun perdiendo con eseeso tos -Irülo»deSu trabajo y toda su propiedad; porque representando d o n de an ­ temano á todos los valores, estos se «ncactilran en una relación

r■11 dé absoluta dopendéucia tus unos para con lo s o tra s, como loa

homares duranle el caos feudal. *■' ' ' i' . |’ Pulpa |iion; on la función, altamente social, qué el dinero ha ejercido y ejerce sobre toda nuestra vida, vamos á darnos cuenta de los falsos progresos qiid varaos vciiQcaudo por la usura en lo­ da nuestru civilización. Va sabemos la diferencia que hay entre los productos consu­ mibles jjor el uso, el dinero y la propiedad verdaderamente dicjia. Si tpdo el dinero que atesoramos con tanto afan, sirviese, fuera de los cambios y considerado eomo un ahorro, para dar vi­ da y proteger un ranio tan solo de producción, los capitales me­ tálicos acumulados, harían concurrencia á los capitales m etílicos acumulados, y el interés del dinero, que toma proporciones tan escandalosas, a medida que se desarrollan nuestros progresos ma­ lcríales. y se multiplican las empresas y las especulaciones, cu lugar ile elevarse á un precio que uo logró alcanzar durante la decadencia del imperio romano, descendería ¿ un tanto por cicaMi I ’ J I . , »j i - --#4i Lo,casi insiptifícAkite. ef dinero, Es coda vÜz in3s solfeilado; hace falta al pro­ picia rio' pa ri'tierieÚfclar sü [íropicdad, y realizar Sus productos, y pagarlas contribuciones; al fabricante jtára montar sn Fábrica; á i

— 269 — l u em presas para especular,.y al quo qo p a s e rin a s que In hipo­ teca de una mala capa para com prar nn pedazo de pan. TTues|ra actividad ge. esliendo eo el dia. á U ntas cosas, que antes, con un iluro, uos hallábam os sobrados de dinero; pero ahora con lodo lo que hay en e t, m undo,, n o tendríam os ni lo suficiente. llanta lo s gobiernos, pap iv er$ e desembarazado* y m arch ar adelante, nece­ sitan uiucho, mucliu dinero, com prándolo, como lo lineen, á cos­ ta de su independencia y de su vida. Esla sed insaciable y devorado ra del din ero , consisle ad.cmtos on que lodos nuestros producios, qne no son cam biado» por riiücro, son m u verdadera pérdida pora cada uno do noso tros y p^ra la sociedad. La fam ilia, 6 la nación, que producen con, la esp eran ­ za de realizar s u trabajo en otras fam ilias 6 en otros unciones, si estos lo reh n san t no hay o tra rem edio quo p erd er todo lo quo se lia trabajado, ¿im ponerse ayunos voluntarios tocante ¿ lo qii0.de otras partes podríam os consum ir. El que d i su dinero por productos, es porque licuó necesidad de consumirlo», ó porque tiene la seguridad de lu c ra r con cllo9 al volverlos á vender. El que se engaita eu la especulación sjifre la pérdida. Para satisfacer esla necesidad que todos tenem os ilc dinero y facilitar el cam bio
— 270— Todo pagaré, luda lelra ul portador, contra cosas acreditadas y co n o cid » ; lodo UiHole d e otro* baücos ^ de otras naciones, to­ da lároiua de la d e a d a pública, es cam biada por el banco a] p fecio de colita d o n , luediante el lauto p o r cioulo de descuento quo varía te g u a las circunstancias, m ultiplicando, como es consiguien­ te , las ganancias á m edida q u é M ía c íe se tte operaciones se m ul­ tiplican. La m itad de la ecsisteocia de los bancos se baila én los des­ caem os. La o tra m itad, en la m u íiía o
que M'mporic p restada en los billetes, porque los bancos do pres­ tan olrá cosa tfue billetes. Suponiendo que la bipolcca sea uu doble a t valor nominal de los filíe le s , que es lo m enos qne pue­ do se r para responder del c a p ita l, ré d ito s , costas y perjnicios, caso í(c cobrarse juiliciaJnienle, vendiendose como suele hacerse en pública subasta por las dos terceras parles de su im p orte, re ­ s u lta , e^t rcaü d ad j va l,or.

h ipoteca e s seis veces m ayor qne el

lvjs,l»Uglcs 4c bancos, garan tid o s p o r estos coa

lodctsu^apiHiL-.M

•i

Esto e a u flp e q u e fio m al , pero que, se liga indisoiublcraente

— 271 — con Iub dcraas q u e gon de Ja esencia de Ioa b tr n to s ,s e g a n s e fia Unri constituido^. . , . , Aagque un banco se consüLeyese con una peseta de cap ital, ¿ lo que os Jq mismo» río capital ninguno, creería len er suficien­ te para lle n a r por medio d e s ú s billelos todas los necesid ades-m e­ tálicos de tn (ierra. El banco oo croa billetes p o r el gasto d e crearlos. Tampoco los esparce por el gusto de esparcirlos. La verdadera em isión e
eren

aunque no posea un céntim o, b illelesrep resen laliv n B d e m il. (Ja* rantidos d e este modo , parece que I09 billetes, como sl fiiesph verdaderos escritu ras de propiedad , llevan en lo hipoteca, 1 Ai» cual represen tan , doblem ente asegurado todo su valor. Pufó mi>cede cabalm ente lo co n trario . ■ El banco, p ara p ercib ir á manos llenas intereses de capitales que jiq presta sino en su im a g in a c ió n , teniendo papel M á n c« á n a n o , tiene billetes para lodo el m undo. Multiplico sii 9 pr
Sus deudores, con el crédito que, i ro sta de c|lop, U ej»tá a d ­ q u irir uu banco, difunden sus billetes en el m e r^ d o . páblino y lodos los Loman como si fuese dinero conlanto y sonauLa. ¿Pern qm! resulta de todo esto? Que los deudores, al vencer sus plpz^f, entregan al banco su dinero; que la hipoteca que servia deppraifLia á los billetes desaparece, y que los b ille te s , los unos dcspui!« de los otros, van quedando sin otra g arantía que la buena los que d irig en el banco. ■ ■■•>..

cíe

Mírese I2 cuestión com o se q n iera. A parte ilé ísks1 q
^ la

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, • E riaz^do contó.st h g lla e l crédito de unasU acíones Con Othií, d p m w ^ c a p ita l islams y do unos bancos con o tr o s , y de todos cYI<M con los p o b io n to s, & quienes to n lindam ente tieúeit qué prestar, basta que nna cosa fuerte & quo,un banco quiebren, Jiára qúe to d p sla s cosas y lodo* los bancos que mas se les aprocsima'n y que contaban con su crédito, p a n realizar algunas operaciones y se­ g u ir m archando., sean abism ados en el mismo precipicio. Todo e l com ercio en general se resiente d e una gran q uiebra. Ocasión lia habido en,que una sola quiebra com ercial bá hecho q u e b ra r eijdiferentes naciones A m as J e trescien tascaáas. , ¿Eptc es el crédito que podemos prom eternos de Tés bancos? . E sta parlo de la cuestión, que solo queda iniciada, la tra ta ré n o s m as adelanta, porque va envuelta eu jas sociedades d e so c o ri*08 m utuos de que iudispcnsablctucnLo nos habrem os de oertpar. Lus bancos, con al objeto de no v erseen descubierto rcspeiJ40jA fas billetes que diariam ente les p rc se u tn i á cam biar, ad nijlan ^ p o s ic io n e s de dinero a l 4 , ó generalm ente al 5 por ciénLok prestouijo ellos sus billetes «l 6 . Las cajas de ah orros qite r e r cogen seuisnalm cule las economías üisigniúcantes de Jos pobres, so apícM irfla á llevar á los bancos las cantidades recibidas para que produzcan réditos en favor de los interesados y e n favor tfi) laflinisjuas cajas da a h o rro s , 4 quienes les. queda cuando menos el uno por ciento de todo lo que entregau á los bancos. Pero m nd ta s véaed nada b la ta ; la m bs pequeña crisis, m ina p o rsn básela, ecdla ta n d a da los bsuoé*, viendose obligados para d o m in a rla s rtá id o n y M steoef el
-2 7 ? IreloUi b fil clareó la jror ciento. Asi se remedia iir mal^ actpLtndo otrosm ayeres i rel="nofollow">ara apresurar la muerte dúl cnfernii}. 1 ' 1 Si Iftuswra, «P,si misma, entraña lá ru in a re 16$ paHiculárcí y ile |a sociedad, plantarla, íi elevada á su Altiina potfcndí», A su tyltjmo ( jr a J ^ c n la creación de lautos bancos, lliiíaü stíciedailes a^^oj^uas, y ‘la socorros, mutuos, con la fu m a db Vrip'or que ¡ecshUc eu la circulación de laníos vatores nominales1, pot Iüh cuales uo se debe pagar ni auuel precio de! papel, somoá Hc■v«Js»s api lirada nien le al último grado dcdisipaciou y de comple­ to dcSViinccilItiCulO. l^ J jig la le rra e s , en m ateria de billetes de banca , la tiacton mM> acredita,dp que se conoce. Sus billetes han ilcgudo á ser p re ­ ferible* al HwtfUgo y por consiguiente á valer a ia s ; pór cuanln las demos nao iones y Ins m as grandes e m p re sa s , d u n 'lo d a i sus' capitales les servían de hipoteca. ......... Segun los precedentes sentados, suponiendo qué lodos los' bi UflLfts hnllen garantido* p o r t a hipoteca de ló$ deudores, To que rotufldom eule negamos; ¿A cuanto» por térm ino niédió,''lifc-' bcrepio» lijar la gararriia que llevan los mismos por portc di-1 banco? Tan peqnefta puede se r qnc puede sei* n u la , raenoá' íjiíb nula, negativa. Bajo las capas nelmlosas con que sé ertctibrétfslu gran m isterio, se forjan, como en las ju g a d a s de 1itr?9á, g r tiiJ r t, inmensas fortunas, pero es á costa de la e ttislc n c ia dff 1*9- fnniK lia* y de las naciones. > , M' Sin em bargo, teniendo en euenla I03 « ip ita le s q n e los b ín eo s loman prestados ¿ iin cinco por ciento, y ieuieiidoCnicKfralaiflita-. toas que duplican «us gana acias co<oti p a g a f é ^ y i ^ t o t ^ coa, -cuyo-Yalpr descue^U u.ftl «iendo, como t m q w 4V0;^,d«^qe?tycÁr.kriW fiffltfPj?,(?,9 lir Jíillelos* 4 | t d e ^ o s ^ M * ^ c ^ p t 'a r .4 j^ (^ ^ i ^ L r r hi-j UeM»^ nuaei.0

c ^ ¿ .ía c i? n ba^o la

nía 1I4 b illetesq m p tezap w s e r rebajado 6 descontada de sú valor

— 274 — lo mismo qao los electos públicos que se entregan al banco, no como garan tí^, aino como pago de sns billetes, procurando des­ pués cada tino de (ilo s realizar ¿ su cucóla y riesgo los respecti­ vos papeles, representativos Je dinero, ile que se hállnií en pose­ sión; teniendo en m en ta que lodos los valores son siem p re a p re ­ ciados eu dinero y que los bancos, al tom ar, por eK préstam o dé sus billetes, garantías sAlídas de valores reates y electiv o s,‘siendo igual,que si tomasen talegas de oro ó piala, dejan á tos poseedo­ res ile sus billetes sin otra garantía qne su buena f<¡, éavuelta en los m isterios de la conciencia de una ó mas personits, creem os quedarnos muy cortos, lijando, p a ra la in lelt^enéia.de nnestros lecloies, la garantía do los bancos , respecto á cada riño cte Irts billetes que se bailan en circulación, en aña scsla p a rte del valor que (represanLan. Podrem os equivocarnos en el mas ó el m enos, pero cam inan­ do bajó esa suposícion, tenemos que los bancos, prestando á tos particulnres de una nación, 6 A la nación m ism a , representada p u r el. gobierno, cica millones de verdadero y efectivo capital, lian realizado los intereses de seis capitales, uno real y cinco im aginarios. F ijad el inlcrfis legal de la usura en nn seis p o r ciento y pór el m ism o bcclio copccdeis á lus bancos, por la em isión de sus billetes y de sus descucnlos, un privilegio de treinta. Cada tres años, uu banco duplicará su capital, y’cn veinte años, sino se le hace q uebrar, iVno se le hace concurrencia, es suyo lodo el m o­ biliario 4 inm obiliario de una nación. Lo tierra no produce al propietario por térm ino m edio mas q a e un fin co . Si le prestáis al seis, suponiendo que durante un aíio fio h a de com er ni g astar nada por níngnn estilo, !o arruináis en todas sus rei|tas y en im a p a r ciento de su propiedad. Como al p rim er año, ni} ys podrá pagar, porque adem ás de íto baTier po­ dido vivir anteriorm ente con su re n ta sé If) sú p rin íis énteram eo-

— 375— le con el préstam o, LendreLs q u e lom arlo su pro p ied ad , y la ruina ((uo para loda la naciou, sí fuese toda ella deudora de los bancos, acaecería á.los veinte años, uno es m as q u csn ficíealc para a r­ ro ja r eu la 4esposesion 1 lodos los partícula rífe. Uu£go los bancos, que en lugar de un cíueo s« lloran el Ireifitji por cíenlo, arru in a n , en cada uno de sns enipróstilo.'i á la ity c ío p .jttt) ui^a fucrca seis veces ni?yar que la qne emplfca la iisu ra ^ a rlí^ u la r llevándose un cinco. Luego los bancos, por ese privilegio de co b rar intereses de capitales que no ecsiMon, a d ­ quieren una fuerza de acum ulación incontrastable, logrando re ,4iror de 1^ círcutacjop general cadji nao, 110 uo cinco por cíenlo d? IcmIo el dinero que ecsisla y de lodos los demas productos que ta le n de nuestro {rabajo, sino un tr e in ta Luego los bnnco9, m e­ díanle á Hogar á ser los únicos poseedores de uietálico, vienen & Jiftcprqp.dueños de toda la circ^iacíou de la propiedad y do lo s productos de La propiedad, obligándonos, en la mi sipa proporción tQH'qwe.cl baucose interpone en tre los productores y los cónsum ii V e s , á que los prim eros se vean privados del Ireínla por cíenlo del valor de sq propiedad, y tos segundos, á que no pudíendo , com prar, dejan de consum ir el trein ta por ciento, que otros oflos consumían de sus productos. So dirá q u e el que paga uji seis por d e a lo, lo m ism o le im ­ porta pagarlo al banco p o r un valor nominal q u e pagarlo a l pro­ p ietario, al capitalista y al especulador. E fccíivam culc, en las opoyeiones de los bancos, no se vcriCca o lra cosa q u e u b a ¿u stitucioa de ta propiedad. Pero lodo to qu? los sustituidos cam bia­ ban y nsuiuiaii, queda sin consum o v fuera de la circulación, aum entándose con ellos el núm ero de desposeídos y la m iseria general. Luego, siendo evidente que cuanto mas elevada seq u ile la iwijra y, mas se m ultipliquen los capitales ilusorios, ts m as di­ fícil 1.a circulación, .por cuanto todos Jos m e d itó do circulación y todos los producios,se opufralizarr con ios lá ñ e o s éh pocas ma-

—27G irté r£ 'ip 6 sílb b i' ddritn osk>s4 la producción, sw to flal p or m edio ^ide raiarédit& y á c su sb illetó al : A eakm ids d e r e r , « ia que ^nad tfl.q n ep a la jo o n o r duda* quo los bancos, en lu g a r de procurar el bieuestar general r'irttro d u ciendo'fl^unpsgr& iloé ra a s d e ju s tie ifr e n 1»- rppaf Liciorr d é la r i-

ti

qucaa* tie n e n p o r el c o n tra ria á m olliplie& r nneslro» joules n u estra tniserfa, nosuu ln proporcion cou q u em u llip lrcan stis c a fritb Le* tqn ag ío sn o s para hacorlos producir intereses tan gible* f • ftc tm s . , :.T otl»'institución quo no mira- al interés com an deba das«jclror*?. P i r a que Ins to n co s, como in stilació n sociaJ,.tuvieran m on!1 i ¡ nJtaheslQinta&erab .las tie r r a s , la s casas y todos los capitales m etálicos, irimi bajando pori ta-concurrencia. del banco sus * rrio w > p S í^ »H«il.Qrífl^, Al in terés d e sil» prés Laníos. De cala m nnerat lc ftluga*.dc ir.OQncfcnlnn)do Jos b a u c o s m operaciones eu |p fiítm » d fe p ^ p iu le n y a n t r e u n c ir c u b cada vec m enor .de capí-

— 277 — lollsta», quo tom an á los b anco?todo ¿a c r é d ito p c r r m as en g r jn d e , las irían estendierfdO, tórtio tós Bsléádflr¡«o, ¿ m edida q u e l r m a ta s a n te s e s u p rím le n d o , á todas las clases de la'so éied ad r- •• ' 1 A horayfos bancos y la s sociedades de crédito-que prestan-i b n n tr e s p o r tie n to al me», 7 fo sg ran d es ca p ita lista s,-a rn iin an eo b re -la m a rc h a 'á lospequerras p ro p ie ta rio s, em peorando eo u n tre in ta p o r d e n lo Ja su e rte del pneblo; entonces lo» pcijoeflof propietarios encontrarían asegurada en el banco sn propiedad y la* libertad- da' su trabajo; el pueblo, no sintiendo Umls'lo lir a n ía de In nHura que pesa sobre él, se vería en la m is ttia propar* clon m ejorado en so su e rte , de ta l mudo qne una veTabblld»>|ta m u ra , todo tra b a ja d o r, seria propietario y lo d o propietario tra b a ja d o r, quedando á todo el mnirdo abiertas p ara «iom^ prc los verdadero» caminos de lá propiedad, rteslenradnBtyftí'a siem pre las q uiebras com erciales, entrando , e u tfilln c á * íjiifl'i ofltla género tle valorea te está asignada, to d a -propiedad en ;c¡rr.iilacion, la cnal seria sin nbslñcnlns, qnedando todos lus valbres á ta p a r, sin que el alza ni la baja, pudiese veiHt p e rtu rb a r rti los oanipos económicos, ni los políticos, ni los de la trerd aderare» h'gíoh.

....... .. 1 1 Solo unos ciiantra especuladores y negociantes, t^ié viven fnh justam ente, validos de la d eso rg an izaro n general, A rte lo dB'lá m iseria pública, p e rd e ría n ... ¿el qné? SÍ Tvm» é « o s tm n e s tr n , iq n é perderían? £1 qne deja de riv ir d« U sustófleia d é o l r o , - m pierde absolutam ente nada; ponpié^apcananeitas' qué d h tfa tv#liza, no llevando, como no llevan, el sello de su trabajo, q l l d t t el sello de su propia vida, jam ás le hftn p c rte fie efte e n ¿nncíéncia ni en justicia, ni fraeden pertenecer le;; "I'ü-p •» m.rir >:i< Lo repeltrftov, cuaulo m ás-croata la usttta ,1 dos en sn MCion se tienen qrte'-tepi M1htitteo*<, tbilttt-íii attrné«WÍdad do erudito tiene que liabet% hari^hilostftiéi!iW':«3'ffitíftT|nieil-

— 478 — t a j ^ a ^ d i a ^ ^ s i ^ p o ^ i t l o l a « jr ^ l^ c f r u , Pqr,;e^or i ^ r a ;aiifL¡r lai.^jB .|iu1| i a ^ ^ . ljigii9i^|uili^ a o j^ ie d e n bacer?l,se ^ « f e preciso in v c u b r cada dia nuevas socied ad fs.Je cr¿4¡lo, c o a difti^ep^ ob­ je to y con iÜ[érenlo uom bre, p a ra que la sociedad ea ¡ujpsp,qnedc presa, ^ntr^su g rpdes. E4Laspeí]ueúas so led ad es,- que á £$aiejanza de las plagas do E gipto, lodo lo invade?*, buscan e ld jiic jp dql publico,p^r V)da clase de p ic a o s , oír<*ieii»l© «a « t o n # i un dio? y aciio, u b veinte,. rep artien d o acciones p a ra ^Ihaga rio qop la s .w p e r a o m do grandes e s pe culíLciuQttSjde .grandes « jguridiidfts spbra la m u erlc, loVre la vida., w>l»í» e l ;p resenta, sobre, el porvenir; y como el d in e ro , quo por lautos ppapeptpft 6t recoge p p iu lu c .ra r c o u ¿ l y sacarle el a u y u r p^vecb o ^aiciid o iiu posililc, ffcica y, m orajuieuie jaipasiJ^e, q u e pe re#]¡c?M&uLas gan&ucies, purqyo nq Jjay donde realizarlas, lodos «alas sociodadps ?An quer blan do las qnas .despues do Ins o tr a s ; los. im p o s ta ra s ,, como w paluraU ge, quedan si» eu dinero y sin &us esperan? aa,,y los flue-r b|p s, 4,1^8 cuales se, los oprim e usurariam en te p a c ^ q u e tlé ^ m a s d f 6i^ ni^clici w aapu ip o h recid o s. A íij lo. qiic pacece quo deberia e n tra r au los..bancos, ea dev tenido por las sociedadas que lo» rodean como con, escuda im pe^ n c ^ lilO j .atrayéndolo todo con el cebo de m ayores g anancias. A si, Jo s,c a p ita lista s y los g ran d es e m p re sa rio s, em piezan por p&9tar.U>* recursos i|e los bancos, p a ra que esLos ao le s p c iju d lr .qupfl, p io lá n d o lo s p o r> u cuenta, puesto que solo elle» puedan qlca n ^ c la s,. Jjacw los p roducir .desem bozadam enie^ lo m ism a fa lp§,jr^o|rí» e[acLÍvo^qae 1 Jos valores luunjnalcs^eükcoÓ Beis v&ly guq lus liad o s.lo » íiacqu p ro d u cir e u contra d e la circulacioD y de la sociedad.

, Qv<Ml<|piá! la «cvunilacipn dpl«9 productos :qn pocas manos, w ^irO T ^flíL iw p.ew lidw I'i actiniulacion de.Jap rap ied ad ,la cireulacwp d^ l9#,valftfWlWW olft*ramiíp.iLosinmuebles q u e bacc <Jfl .J<* que una m » llogatau ú poderlos,

— 279 — se m onelilin, g rad as á los bímeces f Jé’ittns'Abticdaíeíá d é t r i l i ­ to- qiife uTirmlizín Iba bilffelés fondados ^o b ré láh 'lp titd c a cápitltótadn p tf's u s producios ó't>of‘¿ti1WHídad. ‘ Cort la uStira no podía hidnos de su eeilérasf. (JaJA pa'sri qii¿ avanzamos ; giiíados por sos falsos resplandores, nos abism a'cri un nttéto precipicio. 1 Vwfriüri pueblo y los propietarios quo se arrninhn, comerán menos, nunqite tengan necesidad' de ttin*r,' lpot1fpte rio pt>6fien lo qne antes consumían-, ni por olro esülo so pnedcrT propOrcíonar dinero para comprarlos. ' ¿Qiié hacer pues'.’ Si hasta la ¿poca présenle los (vrodiictW» So compraban con productos; ahorn, para los qne la ténfáh,' (As productos se comprarán con la propiedad ; y los líneas rflsffaáry las urbanas, observando, cono podrirnos Observa r/q n o l.t. arí
—289— 1M tajoa'da:U i¡lbM fN lbii!ea;p»ra: dar;¡lr8líajqE¿ 4 q * e lí* e » * . ;i1'r Ató. siBo tiiyO T nw íiw ro íp flc ^ a l i ñ a * p r e d e c i d « p s e irfti d rc U irir nq«vQ*1orr«ft03, porquen o d ie q u ttre p ro d u c tfa w i-c o » * . que-abundo» .siendo « n le s p recisa q u e b a y a c e fflp n td o re sp a ra to il(» lo qno «o produce, ,i, ' Coit eso so b ran te de productos acum ulado?, (aTPnecvIftspaf el c r d d i t o , ^ e l papoi.de le s lta n o o s ,'C a m b ia d o rp o rte l tra b a je , s e 1 ceavort reún en grandes edllfcies quo ?h e rm o se a rá n . Iaa>,frandeai «apílales, en teatros, en b u q u es, eo c arreteras, en cpminoe del M etro; aparta de Jo que sus dueños depositen, lo sn iió 9 e n lo g a l« ! torea do lo caridad y los otros co los d e la corrupción, no habieo^¡ d e p a ro nw elias p u n o n a s otras modos de vivir qne dejarse c o r­ ro m p e n A dem as, oomo lodo a t e o w re c e y e s cada vez m as a Ir o-, pClladff y uio? díficil nunslra vida, los inventores a p a re c c n n tr a í­ dos* por la presión que sobre la sociedad egeicen lasoireuustoncioa, y e l (leKculriniioulo de una m áquina suced e'
Bl'frftnorporjaieiOk negan. hemos vista, qne lea b u ces eau-i. san A la floetadoéea genemlv es baceae pagar ¡elerews d* eaph U le^ue'flb tien en otsu TalarUn* un peda*o.ide papeL ' 'íl'IVKMMlp qneeaasan es alentar la, grande usura, que coa la eBMfatoirftiftite .loé báseos, paneta:desbordarse. V el tercero t^iw e* «I que v«u*s á «e*aaj¡ n.ar*fú&süle,. en que '

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pemnedloidelica¿diiAy «e-mui A plican,,«i e w tr»

dores*i|av|atanetaB(iimelt^tioaade■^ « a p ^ U lfS

^ m j prAduptfvos.

—»8S— éflm *n i 1 g n sg ran d fti propíew rii*; ^wp'a'dflTíUeréspoi* eí'^to r't& M rten n H tilu rn ii tadop dfi lBs
*• ■->' ■•

•Etprop!e1lirl ■ i .. u: ^ ■ ,íí -i „ -■‘■A úse cnf>il!nl n o*e le puede tras^nt-salida siao-firera do las ordi* n a riap ro d u íM o n . Llamo A las albañiles y- an p iitccl« s, á quienes lésip&gn éd dincrav Gon e le u a l I d com prarán' el «obrante de s i» pt<Whuílos;’y to í íilfefañilej, en eiirtbio. fe fnbricfrri' e h lre & a fto s tullí ciistiv denlfo de'siism ism n a' heredades, p w v a l< ir d » d te i m il drtros. ■ ■ ' ■• ......... . -

-SupritáiéndDlQ'Al a rren d atario , como suced e en iasfli*andes

poblaciones, sil antigua vivien d a.se le obliga directa. éiadrreata-» m e n ta ’ri'qnfchnbite' la nueva caso. ; T ^lnl, ért Tavordel propietario, c io c n e n ta y c in c o p o r oionto efthte el producto dcUxabajfirtor, el « nalr viéndose desfalcada ile n n a p n rté m synrjde sus prndneios, tiene. ó q n » tra b a ja r m as p a­ ra ¡Himcnlar í bu fam ilia, i comee m enos, siq u iera coa lauto trtf* bajá m aterial y tanto a y uno, d é fe n e re n naturaleza en ati parto ffe in ry «n sv p a rte 1m oral.

i Siendfrinan rieoel capitalista omt dos capitales diferentes qne toriimo, atorrará masv auoquese* ptrn» consumir mes en artica164’da 'tajo lose naifes taprodiieirin otra Ttnwa clase .da trabajadoten upe fas'eitxtniaFaneras creankn dentro dé la misma sociedad. Sino; ¿qfl¿ har¿«H> erfta3TOayore* economía^ jC reari on ferro«wrWI pffrt» pAdfcr dárialtda altatrcinjerodel'sobran te d e leap ro ¿flntMJdsla^Bflw siícesIvto^pMatMfiie «ada. t« J a •tienen m enea il

« n d iuioriur?! Per» «orna ht)mw,ík ¿u{HU»«ijíteeii e l eslraugom ■*»igue lu m iu ta itta r a h a 'y q u e U n lo s^ eo c u B ^ lra u eü l* n )Í8 iu *

hdposibüidM, W bay otra ret»«4i^ «q «aiin oacioo, que bu&cará *ua>producloa»f*li
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Concluido el Ierro -c arril, constituye una nilev» propiedad p*ra>ti**pr6sa*ip' prodanli« lro ¿e& lu a p a rle d e l »uoldij& ear hfiO 'da loftfjmpteenlas-d^la v ia y d é la s. guslos d e adlrltatúp) icu­

to de la vio. Si Ia empresa, es sulm uciouailaporol.orruniialaria., 6 ^ o p el gDbioBao.4)iB.lb. i« p resco la, ademuB ds.la» p é riiid u . que oo»vdA bacM isufrir --«sie-iHieio'oapiiiil, U uem o»«pie aito lir las BBtriiccwu á.QU,fwdem*ttos.inniij«',g,aiflp|)eqii(}¡las, m olían la una prim a, ó lanío por eieuto, sobre el iiuporlcdol.fuJ. lu ro cnuaiao ijuclop c esio B am s pagan ó üQ .caaiproiuetm ¿>pagar al prim er especulador.

-

Supongamos que el fcrwMsarril on lo rfu e lia ú á re tacion A C6U arreada lario, otros diez núl d a r o a .S o l o p a r a « ¿ p o g o de los iuLurem del valor d e/eso camino, ««ceoMa privan» da ulros cinco por cioci Lo cobre d lo lo ld o su& |>ru<|u«l&f, llc*Ulleudo, por Ud* que d capitalista, A fuerza «ta'tnulUpbcat sos capitales, se encuentra oou «urdereobe ^ |HirtliMJula^ m cuic todos los rnilos del trabajo, y como inuo«tao!d0«o*escla­ vo* no podriaaMHíosdedariKJSptuaqiipiio 'tmjsfc. nMWiqno-.kVrjuc sé-^da. A los perroa, para-altrucataroesi consistiendo;! en nosolwa torio1«Tvalor.de bq propiedad,'Oti bay «98Teiuedio¿aj losicapila^ 1m se bailan diwditkn eavariasourprejas* «ato* esriw-fwieteftty «mira v tu iu sociedades,de crétkL»J- jju fre$ :b lípi£t,^ce4t,-¿M U » los casuales dalM íim a& eiw aB fpasa -pagar, ¿lia i-iiUtjTWWi de is» «traif aauláDdos&cadaidiafflue^Q&ieaptUJtesr^ fim ^ p a l U o i

SBK— J fc je n J p ifeadas yea.iwtfiiflm >

dadta¿ ¡as a b s t e n ^ d é ©anuir, d«

i)«han'id( •yaslify.da'ftM par c a b o ,d e v»^ffrypara c ro a r la tu i* ierib! y dfe¡fn|Bhar i d e i i s o m h d i t e ü a a i l o B imifierahlra i n s t a que «Uo»,«ep«n:loBiar&6lacftvoaciia. i h i 'j ‘ i/ , .-.i < >; t/¡ r Diingun g é n c ru d e pt«lueditu» ^ i a l » « i a o u ro p a ta ito y ' prol»igilk^iporélfeaiilito ilfi Jus granileB capitalidiaAi'Ottade eala p releo,wtui Jul La. la ám llutria p a rtic u la r ¡bb desvanese, Labiapdo j a ■des­ aparecid o de Jos p u e rta s el Irobt^aduc lilii^ .ÍA g x o u d fl; 0$|M«ula‘> 4 ¡pnJa
ttinlv iletiodvj !

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•linSuáo se JtaUa cubicad» en «l.iiusBioiúcdoov Lo» grandes pi>Idackiiiea* prosperan.,y.viYeUy ilejaodoifixliaufitea y4isi<jrt«s U * u J la s y la a altkua. ^ ' '4A»>uiMH-p«r«i]ucar.á'.Ms -hijos, loa-otrospor d isfrutar Jobms -venUm, olro* por «bcuulrar m ejor colocauipD ¿aus capitales, piros; jibc kalJan q n ic a Uta ocupa ú le a p a g u e n u ijo ra u iroliajo,. Lodos liuycu du tu s u n a s; á las ¡capitales,, y do las c a p iu k s al ceaicu «lo la uaciMi* 4 110 m eJ ccHLro de lus .negocios, ef c a tiro «le la vida pública, vínico Ae lu d o lte c e s a m a ia n le á ««laucarse aijaí.

: E l orígen.dc Ja yrsade nuUralizaciou que nos aliaga en nues­ tra (colm a^por U pkuálud deaaugre, esH eu t í «sur»,

£«ro juienMa*: que, « o las grandes pobLadoues, pLardo uno lMüUl!laiil«»
-cetamdiaiHln « a lo^ m ism a ^ro p o ceio iv aa v aaq o ed an d o muy »

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—Í8»— U h)u('M bailan interceptadas p o r las ru io as ile lt» edidcios
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Sjiio Uubi^RC u su ra, jfst j)|yu‘U>dc lp. (|M
iaita»tWpeoilo d * l»jf»(ÍCÚUv ¡.

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CAPITULO XY.

El cuadro general q u e acabam os de bosquejar, lo re p ro d n e irónios en algunos ite euRpurilos principales, paro q u e se vea qu» ‘lo general y lu pitrliculur, lo p articu lar y lo g eneral, sirviéiidoad respectivam ente de cnusn y de erecto, quedan cnleratuenle en cer­ rados cu el circulo do nuestras investigaciones. 1 Ea un lieclio, overigundo por ios m as grandes econom istas, que la usura lo quiere lodo para si, y que ito pudiéndolo conse­ gu ir, porque en to n tes nadie, im punem ente, consentiría en sor sacrilicBílo eu sus altares, so halla en ol desenvolvim iento de so principio, que ea lodo nuestra m oderna civilización; en tre la ne^ tcsidud de p roducir y de vender m as b arato , para fiar salida i los productos y hallarse en relación con el estado, caila vez m as la­ m entable, de tas cuittinuiilures; y cnlre la necesidad, para- i n ­ seguir ese mismo olijelo y que las em presas s e sostengan contra las em presas, y ol com ercio coulra el com ercio, d e g ravar e l tra­ bajo del JtoroJira con m ayores cargan, dejándole riieoor otilidod, Do nquí lns JnvcuciorKrü'y los d e sc u b rin iie n lo s íd e a q u r el s e r cspulsadu el pueblo d e 1$ producciutiy sustituido en su sfaen raa por agentes nplnrales. ; A <~1 ....... Eu u n a p a la l ia , los dos cánceres incucaW es^qw d e v o ra re n

— M ? -----«1 dha A la ag ricu ltu ra, á lo in dustria y al com ercio, «I uno es de producir rancho al mas bajo precio posible, y et olro el de ven­ der b a ra to , p a ra qnc los cálcalos sobre ^ananciiiKScan esactcm, poniéndolo lodo al alcance de lo» eonsn mi dores. En calos deseos d e la a g rie n lü in i, de In industria y del com er­ cio, se encuentran las m asgTandcs contradiceiones de n u estra ci­ vilización y de la econctqi^pDiítir,o. i : i i Si al pueblo se le nlilj^a i p roducir mas y se le contenta con m enos; ¿cómo salvará la usu ra el vacio que queda entre la pro­ ducción y el consumo? R ecu rrirá á In solislicaeiou c o n u 'm a l quo re yna , y así como ge quiere que en nuestras ideas vivamos de ficciones y de nicnliras, asi ea lodos los artícu lo s quo consum i­ m os, p a ra hacérnoslos posar el com ercio par verdaderos, nos da pócim as que se les parezcan. Se nos hace vivir nrUfldiilrtiantc á c o s ta r e nuestra Ridud"y de nuestra naturaleza. Paro esla» ortos de-encantam iento, «o resuelven In di fien lía d . Si el producto es ciento, y el consumo, deliien ib s e r cieciío no ea m a sq u e cincuenta, los q u e hayan dcspaoJiado es lús cín citen Ifi do verdad, m ezclados eon ciento de m entira, serán , comrrci'áltnenfB traillando, los que m archen on v o ía , m ientras í|ne los¡ poseedo­ r a de los otros cincu en ta, llegando tard e ni bolsillo do los con­ sum idores, 6 lienen que acu d ir á los m edios indi rudos en el r a p ilu lo an terio r, ó sino tienen tiem po para ello, porque les apura la necesidad del crédito, q u eb rar A av a n z a r n n grado mns en la ad alteraeio n , qne es ti único medio que queda generalm ente A las naciones m odernas de1vivir y d e consum ir. P or lo d e m a s , si & fuerza de d e p u ra rte Lodo, ía aericu llu ro , la industria y las a r te s , lográran explotarlo todo con la décim a parle de b rasas y de inteligencia q u e las q u e etí el dia em plean; iq n ¿ a a lid a d ejariao a b ie r ta a l g en io «om ercial eit los q h e; cortío innecesarios, fuesen espulsados de la prodnceitfn?¿A f|íi$ *clá4é de Irabafo sp id ieit^'eslo síen tteB ailW i puesto'qHfl' fléicfa'iWtlbí! fm’Mi-

par-él « k iu o b e o h o ¿Eclaredos.kidhí* lc » f* í4 e l WBsumó; «titeando A iodos Ids tpresB haM jn eo;Mt« caso,' fiíéra'd * 'l» ley d a'b fio cied ad y db Ixirñfa^rcom» con lauta Iftgiaa/:* « r jiBkj r tforlo i*l prhlcipiB d4 la prpdB ctiúidái.dsi capital/1¿ proclaitM JHidihtas?'T«Bdmi¿ ipia eoaw rtjni» e n p o rdlo?en*»¿ ttofétesv tiu u d o rm , danzantes ywiedsB d^porlak yi da esrnfeni; ¿qiiri m nedio? Hítela tal gT dt]^i|m E *'dar isetnia’ifcwm coiia que nadie puede co m prar, se pnede llevftvel l o p pnr^tM p a r l e f tMrf'otra I» ileslnteoinn U a a ld e lodo* Job principio* jqu« paivtfcewregiri la.'wuriedml, qne oH&ita donaaMnHtMniHntinUry sin pAlrin ni hogar, que iría dirrtzatida en todas d iroccionn, s i e*«fue'fto'rWiperfoc^inrr»i]tffR)tp)áiiteff(d ¿ la fronde «riuir^-Mndnímdtvícn la «asa dfr.toada tonriutn los que fajtowen ronsHtnirse&Err grande» seboro», A Ibs criados 4 e l¿<*criadovdn üijret‘iádrfldeM aralM 'OjA«í oa ]uf(flridú‘iinn snéledári d« ciudadanos* que se estimen eu tl^ g p » r «il inácprndbnflir.'por bij virtud j po r^ú «ligtndotl, vamnsv orean* datun» asm ifodofo simes cnrforoptdasjria vileelncayr» yidafn* tiestas iflBaeociaji qTiú Atodo atienden meno&4 La josticin y al Ititn d elrip tttrfa: l-t v - i ¿tfaáios'pproce qtoecs el i'inica remedio qne íiw propina- b usara conlf» todos estos malas qne ell* ingiere en cmeslri carao y e n a a w tr» sangre» CJ*nn supremo especifica d» lo* m ales ntayn* rc s q u e e n ra i eonsooneocia w ««o n n irT U i ahorros, h s a a n » -

tufos; •>• i- ' •<' ! : -i • • i i- • ■ Sigloi k c e qp» á CirialAfaal Cidon4e babMsauras honrado eon la eslAlnadcl mejor te riflc o iii-e n lugar de descubrimos ún nuevonúindotinoé tonbteru he¿faam ieKabrM riim tft«im jBnti9iT 1 Itfopnrfatntatncftmerjjnl p o é ra tM TÍpalip,.iH lc6er nna áecBirte

habltaeíór^prtrqtiBiiifi iftmenwinraqiroleMpierisflripara pasarlo m ü j ‘lfo n 9 sn lq 'p rí« B d D iit^ an ta et'bijfi?:flá(t9ÍTesttaa m a n d a t o M i^0gacé4M is^>vatB9'far^«fttE*árcaBlTai)t«ipT»Aii<>

- m — ca

d e c id e a DúeslriM-steirtillos, y I n o r a r a qiie t o f lU ^ ila

nuestra • ritá n c lo a , n o s d it e q u e carfiaina* s e n o * , que listem os peftrry qne nos priVenros do to*kii los JehidR « o la c & 'd e la vida, atopurAndaanS' que m ediante ra le sacrificio d e nosotros m istaos eu ; ohtequlo d e la nvnricia, idolorum-tcrvilás, KcremiM owlleiitriiw. i pCTo strtp éo(i8tioiiiiios,v¿rAroob3 de progresar la in d n stria . I.i airicultarra y el bom erc¡a?^Cóiiiú' se hfc de a lim e n ta rla asuro? . ¿EaqnfqH edam oFt? i > A horrem os y edoDomiceAiOssiA cuidarnos 0o la rontradieclon. Son tantas,. qne m u m o * ¿ mendSTlú ín podemos dtfjartaen un rin - . con. par n q n ep n ae'd esn p crcíh ilin . 1 Todo M iradla ocupado de Dutemnno; esto no sB nos podrá ne» p a r;1loá capitales producen.el m ayor b íirtcro de taloresosposilile., . y m ientras «con el aum ento d e ía riq u eza, tío se aanránlfl ctabpiíal\ productivo de cbjetto de utilidad, y ¡con el oapildl prodÉCtivo, Ih pobtecion. el tratwijo no puede d a f m as de &(. Invitam os do!nntflmano A nuestros fulnros co n tradictores, á qne antea db esg rim ir Iaplnoia*caiilra ilosoLros, penétren én las pobres vi riendas d é lo s 1 jornaleros -de toda d in » d e ied astrias y nos di^on/ q aéeo ca e n ¿nentrah en el alhnéülft, en el vestido, en los m uebles, en la h a ­ bitación y e n Ibr vaoneioncw d a lo s - d ia s d e fia*!.», qqo pódame^ directa ó indirectam ente, supri m irles,. bn;iitndtrao& nosotros jqe* cas dé «os necesidad!®} p o r< |a e s i encon< 2 enciaf ni en ju sú rin , podem os suprim irles atao ln tam eate Baila, jñn Erisutar c u n lm Bii estado físico y.su estado m o ral, no habrá otro rem edio que salr- ' varaos, en la coadeuacioo e te r n a d o ^ a usiirá^ A iprccipáarlwfr'íri la boca dcl drn"on qne yn n o sjití o o e segurados*-

o i -f- -. i: •

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Inventad nuevos géneros de rapeetlla6Í<m;
— 130— eontta lodo c l a s e d c t e n j p o s m d ^ j ¿ u u « s l r a s r o ^ r e s y Afluesirqg iiijos contra los accidentes de n u & tra

,S i.eJL^nial «st4 en

la'u su ra, ¿cuiuoftca^iFiáud^U nfsJibfarijpiosdq.s^fM O C Sto» r e ­ sillado*? ¿Teucuios.lp 6cg,iiriJnd do, d e s tru ir¿ o tr o s ta p ia le s , privándo­ los Icgalnicule d e s ú s intereses y « lejas g a i ^ u í i a s ^ e disfrutan p a ra cu seguida apoderam os de pl[os? Ent<mce^le|jc¡s ijqé em pe­ l a r por rom per las seguridades que otras > a n trs tjuc vosotros, tom aron sobre i;u villa, b a c ic a d jjv a n a s ii ilu s o ru s lo d a s su s,es­ peranzas.' üu nuestro derecha .oslamos (<JUi liaccr u a c u r r ^ i a A lodos los capitales ya formados; ji^ro si nuestros cálculos de in ­ teligencia;' n u c ir o s m edios da ftr.ciou y nue$tracfuil.idnd1 u araérifla» no. hoii superiores i Jos. wjérpi Lq^ .¡Je npest^s..con Ira r$os.j qiio noajuspereu detrás de 1.a» fortalezas quei?e l.\an construida pnra dor­ m ir li'pikQuiloB eu su posesión, teaqiuqs la probabilidad de upo contra cienLn, quo serem os derrotados...Ufl cjícc.i lo g ran d o pned e dejar que sean derrota dos algunos escuadrones. Cu capital pequeftcviUrígidi), no p^r su s sus propios dueños, sino por lo$ que espccuU n cuu
— ié t- — ros niúlúoü, itftnpocto’coti nüngná capitalista. Cim todos e llo sso * mossicYhpre llevados d e S n l l a i CarHidls. T uíIm qnetosíDos a h o rra ^ lodos q n w em w se r capitalistas. Kl furor de poseer se ha apoderado de nosotros. Las cicn trompeto*', rjiiftla U síim íien* S sndispoéicion, nos pregonan q u e debemos ser ríeos, ijiie íftdós ío podem os sér. 1 L a H q u cia, biétí 6 mal adquirida, bien ó mal conservada, que de esto ho sé cuidan lás’ leyes, nbs llena de consideraciones politices, Tiacííridonos árb itro s de la su e rte dé Ja religión y de 4a sociedad. Nadie, £ no s é r fa Teirgioo, nos estim ula ¿ ¿ q u e 1seamos buenos, virtuosos y caritativos, sino á que seamos ricos, sino 1 qiic prescindatods'dB irticstra h o n ra, de naeslrn fama y de tutes* iHó vida, para esquilar, como los lióroes de ía nnlÍGfuOdftd¡ ni tc SI él Sn dél hdtnfere t s ’ca^íftílüstf^,* feaírcéiídb feña-tíl ‘tan l« poe

—.?»2 — cieplo $

^egcfDso de j a

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es le d errito ,,a p re su re m p n a p á q i^ec JUidog ppt£sJrjM H « o w * Jl<W capitalistas que ao^ ipslimulpu á a l i o m r y ^ o w i ^ ^ p a r a ' qire ellos, que lian encontrado el secrelp, jios., paguen los joteíeS'Qa que asignan como verdaderopjroduclp.4«1 cap i tal,, .Pero to p w fllo s uo pueden responder sino con sus personas, es necesario q u a a t^ tos y para st|lo c lc * su J e que falleu á su» epo^^m uisas, ca el jjpbieriio ej derecho de e^gjavjlgd, . l i l C M Í 9U4 . los dpudurqs iitfolycules fn;a M q s cus kijqs c.u la sociedades do seguros iji.úliioSjSü^rc ja, vjila. La lo luna curiquqce á uuo á costa, de la m a y o r miseria, trciuLa cnil. El ju e g o do I05 cajas da q lio rrp jy ¡do Jas 30 c iadm!cs de spcorrqs¡, imVluos, no «3 olra cosa q u e (a Jqlerja,j £Lb a u l e r a que cpljra sieiupro su cu arta eü p u erta, hace d ° eijocio. S ita d o s pusiésem os u ucslm s bienes y tos volviésemos d poucr a ta suerte de lo lotería, 6 lo quo es igual, cu las socieda­ des de créditos ó de socorros njúlnos, suponiendo que toda la so ­ ciedad fuese á u s a , para que lodas las ganancias de la late ría , A liulus los beneficios qu« nos prom eten esas sociedades, no s loa repartiésem os jiqr iguales p a rle s, en proporción del cap ital que cada uno hubiese im p u ^ lo , resu ltaría que ¿ Jas. prim era» de cam bio, habíam os perdido Ja cu arla p arle de ntiestros ¡Qlcreses,

teuióndo qúé adiuenínr eu una cuarta parte nuestra miserip y nuestra irah.ijo; y luego, entre las s e s u d a s , las le ñ e ra s y.Jas ciijirtiis' de eaiuliio^, uy3 |iollarí^m os coj) u n a ^ ro p w c jo n g e a e ra l de nucsiros'in^reses eu favor ík) lo ^ g ri^ c ip a l^ a p c fq u is ^ , los

— 295 — esclavitud d que élUwi noqüeV riaaóbligarse, u l'4 l goLiéroo con­ cedérnosla, cusíwfo ellos soa úmicainente foí repporisáultílsdelódotr los males qtre par ignorancia, poT especulación 15 por avari­ cia, nos quieren hacer sriCrir. Pues *i n a d ie , por si mismo, puede nliiuentnrse J e su capítal; ert cam bio, todas pojem os alim entarnos J e imesiro trabajaproducido, 6 por producir, sin p eiju d icaf á olro cu la c o s a pías pequeña. Ldego nosotros, oponiendo al falso principio tío l.i pro­ ductividad del c a p ita l, o l p rin c ip ó natural y divino del Iru bajo,, eaeonlrnruos qne si querem os ser libres en Lodas nnaslfas rela­ ciones económica?, política» y religiosas, debemos com enzar por a b o liría usura. Srn esta obolicíou, oi se concibe c íp rin c ip io ¿c autoridad ni el de libertad. ¿Qué núm ero de deducciones en los productos (le su industrio1 queréis que sufran los trabajadores? ¿La mitad? ¿A liluló t^iíó? ¿Cómo pogo A su diieñü del

v a lo r

del cap ital? Nada mns ¿listo..

Loe Trillos «Id trabajo acum ulado a en lá propiedad, so compensa u cen los productos del trabajo. ¿CAtuo píigo del p ríslaino ó de, los interese:! del capital? Es u sura. L$ sociedad do puede ritfinilir, ui cii priucipio, ni como coraacuencia de nn mal principio, su propia destrucción. Os lleváis b e Ires cuartas partes del producto sobre cien tr a ­ bajadores, suponiendo que do aquí os sea impostólo pasur. Lue­ go cinciicula, no as dejarán mas que la m itad de estos producios ó de esta cantidad. Luego si sobre cien trabajadores, ,la usura |K> puede alim entar oías que á diez propietarios, 6 á uuo quo,sea rico ce roo diez, fobro cincuenta no podrá alim entar mas que ú cinco,, ó i uno niiQ sea rico como cinco. . .. | . i 1 *. :) ■•i¡ n B ajó el pijato de vista da la econom ía, o dé ln fo rm ado^ u e los capitales, por iqedio d e t sacrlDcio, ¿ dé la u su ra, ¿.ijiiji ^á^íoj;

que laüenania» <;iieúta ita ^pdi^a^, que tayajaJKÍuJs prop&la. i .[ ... j, wií .•..t'-i. ot »*>t%l i:T»q .? • • n w p que no baya mas que uno? Claro u que tmó; potqm botso-

—294Jaiftcnto ah o rrará lo <jue se gasl$n im productivam ente los resl^itles, ^jtío qúe volviendo estos p o r necesidad á b u sc a r sn motló de vivir en el trabajo, autaeiilaráu ]a riq u eza y" el núm ero de los productos. lié aquí en resúm en la dobla tprea de la u sura. Por |a paríp del pueblo, .suprime, por Talla de consum o, pinchos de los brazqg destinados « elu siv am en te á un género de producción, para darte salidn, abriendo nuevas esplotaciones a[ trab ajo ,« ju e vendrá A c r e a r e n cam bio una n u e ra propiedad, y por la p arle de a rrib a , suprim e la propiedad, pnrn concentrar, en las menos m¡tno& po­ sibles, todas las econom ías, eo virlud de la m ultiplicación di) ta* ganancias y de la acum ulación de intereses y de capitales. ¿Cómo Ins cajas de ahorros, las sociedades por acciones, las de seguro? m úluos ó sobro la vida, evitarán al pueblo estos dos escollos d f ja u su ra, donde se estrellan el trabajo y ltl propiedad, haciendo descender como do un nuevo monte S in a i, el bienestar, la seguridad, la libertad y la riqueza á lodos los s
*que p e rfa no



235 i •f.



rcrtm ocer la p ro p tcd n d d e la olra c la se . un tenerla cíjla de ^uej.irsL', puesto que, tiu pudiendo serv ir so propiedad sino para atentar al trabajo y 3 la prnpieJaiI.de ios particulares ale tuiía la nuriuu, ln líücion, librándose por tin cambio Je goDUrim de tu­ das sus dem ias, les payaría cou ln misma ju sticia. ¿iSgs lus prima­ ria l:i F rancia, á ln cual p restan am es m iLilm s ahorros? lil d u que uo quisiese pagarlos, tendríam os que quedarnos siu d io s y sin nuestro capital, no teniendo m as medios de recuperarlos que una guerra Je conquista cu la que nosotros podíam os se r lo» conquistados. «Tero suponiendo que lodos somos acreedores del gobierno por iguales portes, debemos suponer de la mism a maneru que el gobierno no puede pagarnos Los intereses y asegurarnos m ugirás co sed las, n u estras casas, nuestra vida y la vida de nuestras uiu,jjeres y Je nuestros hijos, si a ules no damos las m ism as seg urida­ des al gobierno, pagándole p o r iguales partes aquello Uiipmoquq cada unu do nosotros q uisiera p ercib ir. Todas las sociedades de crédito se h allan, p ara asegurarnos lo qne tíos prom eten, en peores condiciones quo el gobierno. Cues bien ; si todos nosotros pagam os los intereses de nues­ tros cApílales por iguales parles, es o sad am en te igual á que si nadie los pagase. Entonces, p ara uo producir m as, como no delien producir nuestros capitales, mas de lo q u e nosotros produz­ camos, tem iendo, si los hacem os p roducir en co n tra de alguia9 q iu j'lre ^ , p a­ ra q a e la u su ra, qne no se . sostiene sino causafido,rdaüí>a y

-« N I nwjslra «ida: i«apo«orre» móloos* bastará qm .flo e aae^irctoo» e o fty ^ n jk t* Lo» « e d íte n le s loo uoos en 1á sc iro s, s ir r w n ijo tl po.

biernn de m ediador, Asi, cada vez que ocurra una d esgracia, ¿ fyay^qtte ila<wibu ^« iu io d , ton- -pagar la parto qu« nos* to q n e, íum!í«| Iji^w ^ T c c h o h esplulav in ieslfa lineua ft5 y ¿ que niugu* na «le t'sas sociedades, que |«roiiic1iéadnlo lodo,. lado nos: lo dejan ]¥>|Vaedo rio boiuferá p o r si solo, puede nna so c ie d B iJ a jf tO W » ÉwMnq*,-5ÍiM W>8« tfarauLia» qu* uooft ctiatrlos u t i t a f d * e a p tta ^ to s ie fl áo depender Ja / e a Ire a a o n de s m proN M f c f c fc ' t n to itto jk tiim ip k n f m b - ¿ « a w u ic ía í « u b id is q u ^ qniera q n é l i péfrueaaos de B a r t í ^ í l r j ^ Uw qu« w j a *d.qai-

— IW — áafcdo denles ittp tttn f ií, «M giuar M i ' Eavfdw'üe tana p*blacon b garaotfa d« M vpoM ffcMi.-'M égur a r4 nn-paia y «on I» garantía-de- na país, s a tu r a r á la huma'»'

oído? T awMeo -podrt,

nidad. " ■ Lm pretensiones de sociedades 4o «m«mtos mfAtuoé llegrtt basla <*st« ponfo. Srm como Ic aro q n e con’sns alas de « r a quiere rem ontarse «I cúvlo.

S» esa •poMation- no está asegurada por ta p*rt* de tedossiw , iodi-ridug* «n«i rawinu, s íe s e pais, no Lo está d&l mismo modo raspeólo de sus pueblos, y la hum anidad respecto de las nacroiiesy da Dios, aunqae esas sociedades sean dueños de lodos tos «apí­ lalas y ‘d i loáos los pToánrio^ de la tie rra , ao paedett d tta á H a i HiMór garaiilta de seguridad. * Las desafiamos A-todos «Has d qne llenen uno de loa vaóioa da la vida de la sociedad, sin que produzcan al laísmo tiempo otro» vacto»tata inmenso* 6A la m ism a vida que ta n e A te ra m e n te a n iqtrilan y destruyen, generalmente, en «ada uno de nosotros. 1 Dichosos los gobiernory los pueblos, dichosos ¡de aosoLíoe q m tenemos sociedades qne nos v ía á hacer- fellct» Alcído», «jp ecágtrnos mas que nn poca de paciencia y anos oaantofl sawíflcw8, que serán los últim os, reducido » &u n a s f eqiMJOaa eooao&lMJ El mejor día vamos á ver, 1-ana de ertta» sociedades-,-«Mgailtt á los que mandan en sn ecsislencia polílica, ntedtanl£^os'¿file«es«« de lina eapHaliatiHon anteriormente aceptad* y o o n v e iiid » t q w la m ayor parto de los gobiernos pagarán, svoMlidea¿ tom o'se h aHan, i los capitalistas. Porque esiBsó«i«iade* t i á a « I* préteratou de cousiderarse mas alias q u e e l hom bre y que la sociedad. C m n q w e s imposible sin ellas dé que eesista la P rafida»ia;-¿ • Q m rem «-a»gnrem o8:4perodónd*b'afU **f *eg*rW*£-«uHi»-

di-ridÜo/sÍB»aeogfdti bajcnla'pMieMíwn-dé-íin'piieWivaÉ paetda bijo; la gara bt ifrdfrfe» pro^inCTa-,!» p ró riaeil hs jo»i» de -k nacían, y ía[;»aci«n bajo:la € tf laf'h^maM Üdf ^ sa

— 2OT — ■! i o s inferete» y ta lndepeqdenct#>polit¿c& y religiosa de Eflfraf»a,intw ío fD * en to ,n o le* p u eiib 'g » raD iirn tid ia« n > B rlltd lcir$ ífio lodo» nosatros reunidos; yB8lBrÍQrmente,;SDte podemM'dettMASfff en la ju sticia Je los Jem as naciones. >jn :■<' (}Berénios«sbpiiHarlioit ¿|ioro para qué ha sido ortífdt»‘» l‘|írJn. cipio d e autoridad? ¿Nada iua« qua para e e síg irsacríllcl& sá’ útíeí-t tra libertad y p ara que c o in h a ta n in s c o titr a ll« ftíq u e n n 'n o flp o dam os desecharlo de n uestra conciencia, a i db lostaíc b e s da Mues­ tro vida, « si com o lam poeo él ha podido nitnca |ire« ciodir dé bue*ini libertad? E ntonces, de los p rincipios verdaderos, no qDo­ r e n ns m a s q u e s u parta n egativa, ea doeír, todo lo q»o «ea con­ trario-al fin q n e nos proponem os lle n a r con las sociotaileK de so­ corros m tituos, las cítalos sustituyendo al hom bre, y Bitstltny«rü
! Cbbbrri mementos fondos que esas sociedades de crédito reivK ben>de los imponentes, los emplean en papel del Estado , y por consiga lentes x an o d d a proqieaaa qoea& Lacen se (andan: prim e­ ro, en ta buena'iTé rfs loa quo- iktdnejan lo» fondos y te bailan al currientei deitodoi lo* a*mro*v pjdiendo'oscnTfeeer loa qne con­ vengan eonilaim ayor faoilidady -yiB^jnmb^ en 'la sefu rid ad del

— 2W — u j e r d e t papel d el E&iodof d eso ^ ío lew ao * ,^ pcwtaetoa, riendo igual quo ai el Esladoíuoaftj « lú Iiílu o resultado,,el asegurador de teda*,:t!>de lam ayorparíelaaeocioiladcj sobre la vi da » ide¿o* corros tuiUnos. .<■•.. : .1. ,.•»• r. i .'-im 1-••:Prfmera «ue»tiojit'ett l|i cna{ «e Cmttla iotb el 8úciali»mo> de Feunúer. t l ’uade el estado encargarse de Ledoslea oapitaiesv ”£«'• c4p(iiancJo i(u»; ¡ul*reses7 A lioralu verem os.b aslae o sus naene^ reB detalles* debiendo suponer que oeila.scHíifldadile socorros Btútura, ó l o q u e e s Jo m iaño, -que cada pueblo^ ta, dentro de la nnoioor uaa pequeúa y verdadera sociedad; De. este medu, saltrtUMM que tem er y que es¡>er*r del d c re c h o d e a s w ó cieu, que en la-usuray para la m u ra , no* promete con tati­ to ¿níaaie laderoooratiia, uo siendo eL sistema falónalo rían d, ien suj leerías, 0U0 . ««se, que la fundación de m íe derecho ea toda.sulaU lud. 1 u • >i : Entrado tm pueblo en el sistema fu Ia nsLfirtaoa,pAra>'Uido3.'*nnnB:qocitfiyii&!neeniiBriinaa qnentra

— 500 — faéff4>y.pódfert>9enIrlloc (V’tv e sp e ife o ria íáia iia la e o m u n id a d ,! Mtilfrad&fonfaj'tesdeitidalt-BaenBiiQntra Ofrn u il alborto dd>brAftC0 yoda sen*iiiio9, -p uHon éo dedieartoa >A toe miera os-ó á o í r » péne* ros ¿ u o T O s^ Q ip ra d u c c iu n .la c o a l le di), co m o c sc é n sig u iciiU i, wM ksémiHii?'eo>al consaino/i idjfipilatesle.podrías o e n eloonstilueíonalism o fvropielúria « a q ite fcirimcs; yeio-jqué el sistem a falanstcrian& *s nn* copia, a a n q o ^ c o sentído Invernó» e n te n m e B le e s a o ta d e n im lr a s o c ic d o d .

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i> <:i* s eB-pjJali¿(n8* a h o rra rá n 1Ib m ita d 'd e sus re o ia s v é lt» 'q u e fs igtiali le e s 'ñ i l -dnro«. Los jo rn alaras, la c a n r u p& rto-deeits salarias, « s to e s , m il d aro s. "iinAlrpí-íroer a ito d e fundado u n falaBslerio, ¿ d e b s b e f ie constihi¡*» ead * :p w lilo , respecto de íu s v c c in o s , en -1 u n a verdadera ■oejedmlyde socorros roúlHos, so e n eaen lra con nfi cap ital alio rradG 'de cM lro-m il iln ro a.... ¿Es on metálico? No puede ser.-L os aiutktroáison en irigo^ vino ele. Si entqs artitnleg' se ten d ó n in le rárm en te } d e ja n t e s e r un ahorro, p a rq u e revelará qire lod |tro~ pietarroeae faan eoaiido lodas su s ren tas y ios jornaleros todo' su jbrn*f,f $moisei:<Mttunien, interiorm ente, d e este, m oda y iio U « nen salida p ara el estertor, son una Yfrdndera pérdida p a m la s o 'tiedadrf^BpongaiBDff qüe se han salvado todos estas diftcnltades. f a e Jefe señores e c o n o m ista ims hagan el favor de h acer produo-tra w d e ih te rfie e s lesos co atro mil duros* de los cuíde* dohfi e n eargorae ia sociedad. ¡ in' E l ffllanslerio, {eonÉentra on si toda sn vida, i la saca a l esrolaeionett con piros fála n stc m s? •

Si concenlra en si toda átt vida ; ¿ d e d ó a d e sn e a r, aunque m m u d v a oaptoalpe convicrUwn w c i m i m s en ana fuente pi'iJdMo^iSDii<»D'A?atf6 frploxa ida' tores, 'para p a g a rsiu intensos? •tDeiiMsbajaíiiOT.trobiqadotoS’flehen'deoir^'.la-SoGiédad que les dw w g uBiü > iiip g U » q m pa^oo,i e litn p o rté d fr iosinteresoo de < lo u » il d s r o a p ta ^ ir c R ta < h b m /a im m la r u le r e e » - d e « t i r a b a -

— HOI— jo.lL oa M pitaH ataé/daoíroB .'der'la'liara yjflmlwwdiStanp^dnréD) q u e d e n virtud del pnolo áocial ncrpe iefe Bsliííafceri .-jiieilesIgas rantitft» (bilM >loa interesesj. rftte s o te ü ra n MÍYrj-witfii a n a q faf s u cueirtaí fion ln uBiira^cn-BeíiHila troporairiosiflrulní'pffDídL >.
ía

Si del prim or aflo se sale, ¿cómo ae><saMrá delos*a&«siaM09 w » ? ¿P era cAmo « podrá s a lir d u l p rim e r aftof EataiU adU en á nuestra w cie rta d a ctu a l, q n c c s l a quo estam os dcsarib tanta* a | contareis una crisis económica y a n a orÍK¡s poiitiea por.díaiRjG= No se p ia d a s a l i r , no s » s a le de oír# •m anera que i baliteado g ra tíla r s ó b ra la s que trab ajan ,-ad em as do losiw rtereees (b u lo s seism il duros d a Ira p rim ero acap ilales, loa iotereees deltrissiDiil ahorrados por los capitalistas. T o can ln á ios m ilduitM iolturradas pop ] 09 pobre», y q q e fe a p r e s u ra r o n á llev ar á;la :e a ja ^ d e-d u to ' ros de ln sociedad', esla se los e tsi^ irá tambíen'■ i » u i i r t u i " ) i¿ fin diexaftn*, les capítoles ahorrado»,' equivalen év lo 'an teri del im porto prim itivo .del falansterio;< jie w ilaa pro d u ctos' W í a tie rra , q ae es d e donde salet*‘lo E n d ita a ü p s l

p o b la d a s i b fc fe d i-

do aumentarse,; p eto aiogim a rpemiHla d e ^ c z r n to a q a o i dafM 'd e

— 302 — ipaolaneisa .pro hí M ism a. «¡ando la srlu jiia u Q a im ia v a ca rja pérn ol pueblo, ¿Cómo el pn«Mo, .que ba*¡j{g re fo rm a rte la. poblaciou, reform arse k # «fUíloioft,. m ultip licarse «14njoiybfc oOflMdiiliiJe», podrá p ag ar.so b re u n producto d e d ic» mili d a ro s, n aevc iutl da rentas?.¿(ju éo lro medio habrá sino disolver laso cied ad » p u e sto que ella um m a se esla cayendo en p cdaw s? - , ¿Non estancarem os, daado a n a k y q a e prohtÍMt U fo rm a r* * de Hueyo*i.capila1tí9? Nadie q u e rrá co nforntarsasoo-una ley, confo la ley antigua, q«i$eoel bech» d e p ro h ib ir Ja a s u r a t ^ d in e ro , ooospgnitbaun privilegio eo favor d e loa dueños de paaes y-d* lie rrH j cerrándonos la puertas da lo porv en ir y condenándonos á v i r i r convertidos,en unos p arias, a a le los duaños do los capitules ad^ qiliriduS. Siitriunfa.la reacción, v o lv erem o s^ la rjftcjpio9,«n que Fuúuonstitnidn, en quiubra perm anente y niitii cipada^la lo scap itales y d é lo s intereses^ loa capitalesíiuproduc» livos., que..sigan fürinoodo, Pero si triunfa la revolución, dando suelta y libertad á tad aaias propiedades y á todos los individuos* el,espíritu de om prasa y de especulación, llevará ¿ la ru in a á to­ dos lo | intereses creados , que se irán sacriPicando á los úllitpoft quo rq fqriuen, am parados por el dinero, que es el rey de. n u estra sociedad. El gobierno hará lo mismo con las tram pas antiguas,, que servirán p ara pagar 1*9 nuevas, y la ley de la tram p a triu n ­ fará en lodos los casos, m ientras sigam os entregándonos á La na a ra p a ra que nos cstrangnle en tre sus brazos. Eb lag ar do considerar corno se hunden y se levaulan los ín divídtio^’ dój&rtdóse cada uno llevar de ski propio interés y de su p re ^ io lto p h ih ^ su p b n g a ftio s que dlsüclta en sl mism a tina soeltrd a d d e soeiim A t t i d t i ^ ó un tahinM erio, los ntíemhroK q u e fo componiau vuelven ú u n ir sus capitales y su tra b a jo , p am üocer eo M f rre o d ir> f f o i b a r foeliin^ oontra I©s deffiás pftol)l<», ó-dontNdaa<dem aa iad itid u o q e s tra to s A rtaastoM ciom .

: •

— 303 — ■;’I av«o¡tuno, quo'-ba <soccdídft e a 1un<estobhjehni«íW>,' fíitnv* ir Ydrlo rcp ro flu d d v e n lo d a Is SM iedad. ' " ' i - i a aftcittdad-foirrrierista d e q n * n os fiomng b titp a d o , litid/g^n y Üpo*.eJ nina c so c to q u e p o e d e d a rse de nuestra to tfettad , en lir-' &V 40 crédito, de socarros m utuos ó sobre Ini vida, las unas respectó J e las oirás y todas ju n ta s, con respecto á nnestros trabajos y ¿ nuestros propiedades particu lares, cuyos fru to sf ó cuyos in tere­ ses, nos quieren a rre b a tar; y como p ara todas uo Jle$a 1^ ganan­ cia, su estadp, como el estado perm anente, de la p i e d a d , os J4 q uiebra qne no tiene otra salid a qup La <jui(L|ir3 i , ^ .lí», bpjo cuya b a w w ha sosleuidtLalguqos.eüji&iaJjliwM .eH'-lu* Kfrr lados Unidos. ■

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. . . innr • i!jri.>nr 1n.¡11:•>) 1h l

Una vez ceotralraadn, la aom eded,iw aniiini<m nienlBieíripM n 9

mano?, es tm p o s ih le ie ie n e re e m es La penflienlej ¿riendo

—50*— p«o«iW^qfcfttktiMir ú fen lo .opefttaeniJ* p fo fjiag ^ia.Jifg a fO T tirw lMiroltiMffl'dflJa pol¡t«ay.ieJa.r«Ug¡wi.^.ni,; ... . i ;iCfltnliMil»^)>erl»ii6iirav qa«>k>d9;Io bajM*iK>¡Q4do) (9 .3431*-

tericiaiM jbtoluUsiraVy la dtf'la.mUgiMí tOljol uoorai, pitüfrrafl^ulpisKr-flttihtcondfCHHin qu&Dos liabia^iinpuesto,J«. aftfíruaflncieriiul. ' - j :. -=-t...-r-i --,r-, . 1 Habiendo vemridir t8dirxenjed]8,*l¥Í.1tftm aí*iH lalaH igJi0, pr¡iwpro íl»'?it lerren o d e Ik eouormiia -y despua&fn..d de Ip. íuern srt!, ti la'caalnapitcdon m enosds-acudir lo^coBteadioula*laatiq d**6 '♦t«fn,d Dn cobo eslretna, lia dejado tía aifetait^>a|príao¿* püfiífc aillo riilod y • >1 da lihartadi Ni Ja itaa ,n». l a s tr a ., pueden^ ifoiítro dé I* 1cl**o medí» rcLvñidicar JegnLmente sus derechas. Pof rito k claso media, semejante á «i&iaMtllAwfcd» sqrcieiiadty dc tfóiiUlo'qrefr'se leTonlao para desapareeer al siguiftD la^dia,-» hálito wv completa «dispararon. , . *' 1'ÁkI «btnn las sociedades de crédito ó, de socorros múluon,, promeLcilla riquetta y e l b iedestará sus,abonados ¡a s i ]o&.parLif dos políticos q q e* a formin ea sa consecuencia, prometan ú ilo f úafctwWsjlMUflln, liberlnd y economías, que jam as bao podido pi; podrán realizar, no pudieudo ni aun cumplí* lo q u flp r« « e te |i4 fórqna urtaaii las arinw pfcra sm irlú ? ,. porque soa cumo |ps jo rdátéVoi priiiicM tiolTalansterlo qoa hemos descrito, quiches, par& sito'gf’abden flcfes, qqe son como las grandes propietarios, goca« ilc los finelftttK'A d e las ronlas-que les m ean corresponder, es pre^, rfeo; qnc lambirai eUoS i estando siempre dispuestos á verter sn «éwgrft y
«■ i ElaiWenhirtsntb d i ta d*UiQon»üia* sefeallanasolamauLe ,ea < M 4 8 w » 4'aiiiow ^berÍM & d*la«laá«lm *dw kt-.i,..-.

i

— 30B—

1L'JfáWfcüdo'lte$HtMcti}*i «fue nos ahoga, kt Atlhbft gnulof 40 ;lcqreüpü(ni>y i(leiiBÍá«r»ctatad o l r a p ^ J e r q u e e l d i lu Ilísfinto liáSla #íi gi*ad6 iiidescriptiLlf?, tendrá un: den, c«uio ha; v^iídoyáfpai’o aiüchos iíe raiestroa cupilalislati, qUi«uesi qul-: sternn quo fuúseiuos anexiouadós á Ja F ra u d a para jfua .ert* ItfiP'pfMfcgJfcss tóas mtmOj uaestra tadttpeufeflfcHi nadoDal, corlando per Iú m u * cuur * ira ios t]ha «Rieren tendernos al catrangero, Si uutelrajiauen-Q ^i Ut«!és« ed aftge résp esio de utras uacione», siempre uod llegarU-r m osé v eren '« l iDiBuio>caBq aq n q u e d e u n modo diTurenle. No 4u*i eharkUiK»entre1edsutrú» par « a s e r r a r lft'ándepflndepcja.uaqiuiTp nal, sino que nuestros capitalistas, ásanaejaoia del$er»(lthRycn*rt nó'^'frtjó e l 1protesto dol triunfo de una idos, i xiqdw uflo á UBa iiáoiouftlidttd horrada tlel inaptt Europeo, que «a cl útiijoo nmi] dtrde Conquistar co el día, darían nolucacioa áau&ijQpünlesy su,* lidá-A*iis productos, lamaudo á k Jiuu>búeu&..aiucliedjitabc4fttt ttnH gttbrradA vooquisla. 1 El tribnfóde esta i d » , que'dw da el adrem niieula deia,£¿a*ffl ítádia'M tá-'géneT aJitaado ea irelo d as la siu o io u e s. iQ*qw,,p«rj|l R ep arar Iob caurinos á una unidad mayor q u e.la.q jifrifm lflri^ metate ecsijfo.irto poede-fi&r ofra que la idea.ikniooráü«ap- <.i , Cuando en mía monarqfnia coastilucknailkgB uloikB lo a pap-> Ud(Jsitrt!di&* á su distttocioiLper fe fuerza m a m a d a uiudesenrebi tütnenlo, entonces d*m uw esam ínaoie m a im le d e tíU iK * d o c í fnddlerib]«9t «üqq«9e Agrúpsti>lft9'parcialiAMlcaquti d; sitrálre Idea jqubfeí d» «asm e» un. prwenloHfta a s*táa iváu^ Unible 6i los demás partidos se ba]las«Bédib¿
— 505 — fuertemente empujados el uno hácia él absólúllsinb y él otro bdciala dcriiocrácia.JLoqneentrc ncsolrdS seTlariia únioü liberal, no es. ti:as que el último eslerlor de la últim a manifestación posible de la clase media. Lo idea democrática, en «I dia de sn triunfo', vá catribíándolA idea de outuriilari, que se reliace en Las clases enemigas de la ré-» volucion, hasta elevarse sobre todas las aristocrácias que le slrm n de escabel; porque la demócrácín, qúe Iratá 'tTe líatcr eitéhsivos los derechos políticos ¿ tollas las-clases, no tiene otro crite- rel="nofollow"> rio para resolver todas las graves cuestiones qne se ventilan qae la Libertad. La libertad no puede, como principio, ser un fin de la socie­ dad. Es un medio constante y positivo, como la esclavitud es nn medio negativo y de ciróunstancifls q u e6 tiple lodo lo qne falla á nuestra verdadera libertad. . Amar la libertad por ln libertad, es lo mismo que am ar el arla por el arle. No podemos ornar mas que la justicia. Todo lo demos lo debemos esperar, no como principio, sino como res ni lado da halienroseonTotmado en lodas las acciones de nuestra vida á las ¿tenias prescripciones de la justicia, que e s ta qoe'iios bwde dar h¡ felicidad.

í?To «abéis demócratas hacer justicia al pueblo y qnerris emanciparlo por ta libertad? Ella se volverá contra vosotros, si es que vosotros no ampa­ rándoos, reaccionaria 6 revolucionariamente, en los intereses efatdorf; Sosteniendo á todo trance los principios delaprcHlnctividad dcl'capital, oo laniais al pueblo, haciendo cesar toda garsrftlil politiza; frwrra guerra de propaganda anll-católic», anli-m onárqufeá, «torre todas lw cla w sy naciones qne no sé adhieran 3 la idea üertioerilicav bajb vuestra intaedi&taí 'dirección, alendó in^ coíierfríbli qüe •(rtwítoi eesMtfr d o s1rtpAblícas democráticas sto déStM irte ía una pbr latrtttyfcf igttalqtiedOB'niichmea que ce

— 507 — tablecpn bajo priupipios cpnlnírio?^ porque, c^LanJo ta s o l d a d , montada al aire sobre la bancarrota, asi coniu «ver locópn^ar pl palo á los b¡CU£5 de la Iglesia, y b o j lo loen In dn?o media t er­ se arruinada £n su política, asi niaOana tocará ti una iiacíon, y u| dia qjguienleá olra p3 j??r los gasloa de los acontecimientos, lu s tj que la E0c¡c<M moderna eo masa, sea gradualmente qoudiicidj hasta el borde mismo. (Jet sepulcro, de donde nn l.iabrá puJer hu­ mano q q o pueda salvarla s id o la religión.

CAPITULO XVI.

Los sucesos se precipitan ó retardan seguu las circungtsucias; lasform as varían, pero dado el principio, ó cowmtríitUi la falsea base en que se asienta el edificio vacilante de las naciopes, todo sacede con la regularidad que vamos marcando sin cuidarnos de los acontecimientos, á los cnalcs podemos ver nacer sup cantes d« liaber sido engendrados ni concebidos. Si todas las libertades, que proclama la d e m o i^ c ia , fuesen e n lo d a Europa Uc t s das al terrena de li>s h fichcí.iuiaunciQ n, económicamente considerada, vendría 4 ser propiedad 4
*rr5®5 w .f u s f a to T .^ i^ c .^ o li^ e p o p d rif1 á lodos;,y.^br?, ^ ,e l a s * g u f i 1f$ «Kffftfl»* ria fintyilar cb .«|la; la ,» b s ra n i* f ¿ ^ m e ja iu p 4» I^b £^ptycri|.q¡$fl d* lodos lo? pueLlpa^lcsiaiia 1 colocar sa « w x i-

pic^iriíenle por, tfarfccbo propinan floscIiiU,ct^vpw¿d¿íp wjrwria •j? ^ a r ^ i ^ coiuo sirve á los.privilegiados de l^ banca, absam i^ní o naUir^mcDle M a la riqueza, asi cojnolpswyfls y l « «fnp#»dores, uenlro Je Ins mismos insostenibles principios, qitp rige» A nuestra sociedad, absoiven |os 4er cct\o? político* de p u l i r á s ^nrUtpccácin? citando estas *n licúen fuerzas suficientes p ú a e s‘clayjzitr la sotoiilad de los mismos reyes. , ConLra UR.dpspolisiijo universal, llevado b a sla o le slre n jo , fle liaíia la ftnarguja inas ecsagqr^da. á [a cual Je bastn un uipiueolo i^o |iniler para a r r ^ w i lo* liopibres y capiLiap los intereses y los derechos creajliis á Iq sombra de la sociedad. Heal ruido un dere‘!*?j I 11J- •'' 1

c\\ot yn ng volyer á ¿ s e r v ir de base al nuevo e<J,ii¡cio qne s e l o -

v.mlp. Avisamos A los quo sncüan con restauraciones, cada día m as i ruf Todas Jas dases, siempre que se han presentado en e l osedaarjn público, han venido oscilando entre un despoLismo que se rQji^pdii^ coa un aumento do Tuerza, y una anarquía cadn t m m ayor. En la democracia, llegan esos dos estreñios Irosla eu últi­ mo .pinito, EÍnquc ninguno de los problemas que¿e venlilaoy ca ­ yos ti'rminos, á medida <¡iie nos aprocsimamas al puehlo, Loman g i j^ lc s ta s proporciones,, se baya podido lodaviaresalvcr. . Los acontecimientos, al reproducir, ooaon auiaenlo d e Tuerza insuperable v invencible, Ins problema?, qne vienen planteados ilú d e la cai
1» r e ^ ú b ^ ^ ^ s * ,^ 95,,Í? boejoAeslig» 4o lo qne. fMy,

:i»f-i.»“ni> Hv.i'. >■■ * 0,1 " •*'

— 309 — 0

Vei*3ad és q u e la detbocraclá fócfA i b P r t t c i í a n lé id e ilie tii-

fvo.péW laTnblen'és v e rd a d , qne' to íó i tos hecho* ¡económicos y políticos, que1todas la ü id e a s filosóficas, que haiciertri cotí ta inóW f(jnia Bl)srlnüi de L ilisX lV /íle ro b a n á l±i Fraitdftk, en el órcten m oral,, th rélsp b en etapa &T año 00, p re e n rsc r tfe í9 5 , 6 áe la
6 rons tem prano, habla tiles de ve­

n ir i p arar, pnesto que lodos los cam inos nos cortftiéén inévít^’bfeniftHe hosift tila . ■ Lo íé de vida «tela clase media se halla en 1789. R ediazad a estn clase deF pod er p e r Luís XVI, por ef clero y la nobleza, cuando griin p arte de ta sociedad, Iris reyes, el clero y los nobles, eran tributarios dé lo? industriales, del com ercio y ile los grandes em presarios, cuyo dinero, A enyo crédito, se véijn obligado# a buscar en la clase m edia, sin la c u a l, ya lio se podía haner Ifi paz ni 19 g u erra en muobna naciones, pero no valiendo lo clase inedia nada por si misma en el terreno de ta fuerza, qne és la que decide do todas las situaciones; ¿á quién había dc ncüdii' bíiio al pueblo, llamándole, como le lia llam ado, A lá vidfe'dc In li­ bertad? Llamado el pueblo, por una voz eslrafia, á la realización áe otros destinos; ecsasperada la clase m edia con las dificultades q n e á la realización de su$ ideas se le p resen tab an , la rfevolneíon del 03, no reconoce olra causa que la resistencia de 1as clases q o e ee h« Na lian en posesion de los destinos de U sociedad, y que paro conservarlos, no vacilaron en avcntni'ar él toiTb por eModo. No era ocftsion aquella de d isfru tar lo q u e nó se p o se ía , sino

da conqnistarlo, deshaciéndose de todos sus enemigos.'

'

Por eso, desde el prim er momento, la bnnderá de Íó3 derecho? democráticos de todos loa fninceses sefconcfeiitra eh Pnris. t^ s derechos democráticos de París se reconcenlrih' én ífts ¿h its, y deapuesde laa matanzas J e Agosto y d e Setiembre1¿(ftss'puds da Danlon y de Marat, iniciadores de estos asesinatos, ta fépúbtica se

— 310 — concantra en al, ^yu|>t«i^jculp^B Parj^.O e n :f!!. Q^qailé d e r i v a ­ ción pública, el cual ge w iiceulrati su v « en Robespíeme,! alma de los Jacobinos, ante tos cuales, cqido. representantes de los Clubs da la misnin especie esparcidas porlotla Ja.Francia, se sinceraba llokespicrrc de hiis aclos, rindiciHo, cpino m inistro responsable de la República, esla especie de tributo á la opiuion pública, que es la que lo sostenía en el poder, Ánle la concentración de lio poder sin límites, fundado e n ; la uiisma democracia, la cu;il se vetó atacada y repetida por todas partes, no cal»o otra política que el terror, j en lugar de dar jja rarvlins á los ciudadanos respecto de aus intereses, de aus dere­ chos y do su vida, la democracia es la que, apoderándose de Lodo, se loDiorú nuestra vida, nuestros derechos y nuestros ijatéreses. pura asegurarse asi propia la ecsislencia, siu lo cual, en una sor cié Jad que la es enteramente contraria, no podría ni uo momen­ to subsistir. Por haberse apoderado de todo, pudo lanzar h la Francia, á la guerra, tirando con la cabeza de Luis XVI y recogiendo el guan­ te que Je tiraron las demás potencias, difundiendo la idea demo­ crática eji lodas direcciones, para que el mundo nuevo brotase del inmenso caos y de tantos escombros como la revolución (roncesa produjo en lodos los pnisos. Cuando la sociedad uo tiene olra salida que la g o e rta , ¿ I» supresión de todas sus garantías eu favor de un hombre, la di­ rección de {os negocios públicos correspondo de derecho.6 los m i­ li la r^s. ( Asi jiues. todos los derechos dem ocráücosde Francia., que ante lá neccsitUd del peligro común se concentran en Robaspiefre¿ gallado^ple (jqr I3 rjgvoliu?jon,r quesei y i.it|^ ia ib k -i sos mis­ mos h f ^ .r ¡ s s ,|> 3 s l^ p .b ij Uobespicrrí qu^da lrngado el últim o; •airada,.jiesde,¡fs |,9 p u p fo il^ .fiw i^ a i^ p í^ s ^ q u e k ravoluciou BO^ábia podido subir nn grado mas qne hasla R obespíerrc, 00

—311un porfolio, al páré«ériifeíbSil»le,'4S'J^l'í^t1ólrt,‘ táitái'tftif poderes líe la Francia jiáádh al Dirtctoirío* ‘¿ITilrectrtrio, 6¡)ilT4n
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n i ifíJü< «l>ihM| (.iiis.T¡-;

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1(adié''hni56lf' qtteiél eonrjtaiMI&*laá dlSeuliaU esquo e f i- liu aorfédtfdériátlann.oTrecig la renlhacioa dé bu (foi&aifttanlo. ■■■i Üe iérvFdor1(l«*la3 ideásile la i'poca, (fui^o s e m é ttí¿ loslionv-' bres y á las ideas á so voluntad. H-ibiendo ida pertlfendo -pnr gtóilós toda síí fneria lúorál y tio babiéndosequedada eon elfo apoyo que la fa e n a física, con la cual lleg ó -á 'd ^ ’á t a t a « w a t - i tos on c a ricter mofeado d t ambición, personal, qde loen age naba • ta voluntad de todos los pueblos y otin do Ins tiiÍHiBitS’fninoeses,lebasld perder una batalla, ta batalla de W alerloo , p a n que la República francesa, que había desaparecida en t í; para quq ei itnperio y lodo el’ cdillcio det imperio, lera n lado cov In tiangre y • los tesoros de todas (as naciones, se vrniese ¿ tierra cao es­ trépito. 1Si’el ititittdo actual hubiese sido deistaópolílerela, y noaoIrosnofiubiésem os alcanzado en el cristianismo la coa ciencia de imeslra dignidad, Napuleou litibiera podido, reuniendo á b e dio ^ sea de lodas las Daciones en París, babersebecho-con sida raream o JiVpIter fl ól dios Marte, asentando en una religión, qoe Holevan^ labaa! hombre mas que bastar dejarlo enclavado en e i Estado, todo sii poder, conslllayóudose en el centra d e la modMua ciri> litación. u- . fe ro tropezó ena el catolicismo; tropezó con ios puebla* y 1 eon hombres que no podían considerar ¿ Nspoleoa, sino coma A uu soldado bljo de su íurlüntt v de tas circunstancias* las cnale» podíamos hacer v a r ia r, combatiéndole y defendieudo personalidad y 1a ecsislencia de nuestra pátría y d « n u estra re-», Ugiori de fodós sos ¿taques. ■• '

‘‘ ú rélf^W étrsii jeftrqH it sacerdotal, no podría en petjoieia suyo y líé'ííill ¿aío^ídád^ de f t C terb d detedafar IglesM,. r«ba' ja r» , bpmÍlie e¿¿laVa; ,Básta’íWtíií«$ deTC4p*fc<M para eoadyu-CT &W^etofcatoieij W, -«dé 'l<ís.pe&IUea.p»rim% parle» y 'pot afieíTip áároTíáadíPttfiÉftrt«!?9i(!'que11se «¿teQtaeu. es*m l»m n

~ íM t— lita ta d » t a j p i t a l f i m f t f p brea ha3 tfi^«Me4 ^ ^ u * l r i w 4 a d a ^ i L ^ s ^ i ^ H ^ t^ < ^ p i:f, .( cloaca; t{ue ^ ^ ^ ^ p l i d t f l W j J q e dp$. J^jiti^ic^ | j npfg p#fiaJ|j|C9 eB'nn« Bo hbmwlr«lladíilto48||la3 a,¥aljky>«wsl » o ^ ; l i $ . J i ^ i a ^ t a t o lm>$«é9«M 9« * io ^^ s.'h esb ^s^U w U sJas pr*ditei¿cM»toQi«ia)o» Uir«cl^í* ¡ud«-e<;taAicítlQr cpoira l ^ . d e r e ^ cboarif'jM'dalierae a,--f»iittS'que esla camúia siem pre de/la sociedad al iqr., diráhw y;lfl resotucioii.deJ- individuo i la sociedad,aoo eytara.-. manto Idealices los unos á los olios, lraduciéüdose,la auU>uomia: polltita, qu&ta reacción q a k re dam os ea las personas t e loe.Re- . yeajiraasUtoiblfl sSo b autoofimio- de Jos P en tillc^ , fen lin autouQ’ , m ía individual, de que la retal ación qniere hacer gracia 4 l o d ^ ]«e hotthres. dfrjénd&Uain coHlragaaa iáaguii^ por ja r t^ d q j^ fe ]%ÍOB IU d«.la sociedad. . - .•l: ; :■..-,1 c.^.l lareqociandespreB deal bombee -de supexíjoi»a}i 4fld»jp,ara u qnei-eaeaCaesciafeft del InfipiuMt íW»,la Iftj-.fle v pu«d*i «obrera* k «ual»Jee® 4 jK w t® is,nao»cl.^¡yi iga^isw», 4^ materialismo, el deísmo, el i n d i f e r e n l i ^ f ^ l $$ g i ^ lísn i^ f l^fawhwiwírrycjíM H^ •£» *¥, «i^BQ

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trafrlo D r d « l» * W H < h ^ , f l l M d1W e i ^ 4 ! l l & l " Í S 5 . o o ttñ v p n to t c o a l l te & IareJigioiM<sfc re**#W* ^ l ^ ^ o í t e ^ ñ s i w í r ^ ^ f v f p f e g f , fldy-r

— 5W— radotfes da*J a verdad, -incurre cabatm eate eo ibs.misiBOS errores q o e la re a o c io n id e ifle a e l bien ry ei m al, deífica lodas. k s p a a i» nes¡ y tadoa vuestros estravios, y dftw rza denvanzar, Uamainlo é lodos los hombres a la libertad, se encuentra «star en pleno p ar goiiisnn,' el cual so puede siem pre traducir por la religión; lata-* líalo de Mahoma. Estudiad la revelación francesa d e 4705, roseiueínn, que ío n centrftndolo U»t)o eu los derechos políticos* prescindía d e la .r e iigieft, y prescindiendo de la religión, tenia inevitablemente ¡que prescindir como prescindió de la libertad-del pueblos tratando ea sn ileisenroLvimiealo de imponer s u pesada yugo.& lodos las na­ ciones. .,!■ T il como 66 halla canslil aida cconóuiieameale nuestra socie­ dad, Indti revolución democrática, mírese en s i m ism a, ó eu. sn reacción hacía 1$ dictadura, ú hacia el im perio,.oo es otra cosa que ol feudalismo individual, el protestantismo, llevado basta-su úlliuio grado de desenvolvimiento, lauto debouibre á hombro nomo de JipciQn ¿ nacien, Si. lodo» Jai cuestiones» como quiere la democricin. ban de resolverse por la libertad, libertad absoluta de hombre.-A hombre y do w c io n á nacioa, luS que no podiendo sostener su libertad se hacen económicamente esclavos, lo serán al mismo lietn p aen político y en religión, á 110 conservar, como conserva­ mos los católicos, nuestra libertad por la Té, por la espefanca y pof el saortfioioi ¿Qué hacer de unos hombrea que se empeüan en sostener ana libertad que d e hecho, qne legal m ente bao per» did»?.L»na«rlo6 A In guerra para que sean libres esclavizando á Ate den» asv Lai libertad de una n atío » que se desquicia por falta de.bs>eeifc<5Qn(imi«« y rclÍKiosqsr consiste, política mea le hohl ao­ rta*,flBicabrir i«riwíi4eBjflftfáUca,no («í£4e menos-deocu^

—5IS — por, lu jo lapcnade qnesuseDeurigos'teBiTojíntftgalnieflteJn supuesto, haciéndo la gaerrá á qaien tyiioni i|uo sea, loinbodo recurso*, sin reparar las manos en quo puedan; flitoaulcane, por qM trael estad» de 6<sarqno TamaralraTcsnurfor.laB Hijuslicibs; dfluaaaHunelon, quedan estujadis don lafc inju&ticias de las si-. luRciones anteriores. - - V eo < ü d 'el h n p u ró jtór la saoLa Alianza dol absolutismo; ¿ « ta p o s ib le q u e la restauración so coosolidaseT Quebrantada, ia féen lfenli¡iiOD y ea U n tttia n p iií; la nobleza en cuadro, .habita-*, do, I»m as iroporlnnLe d e 'e lla , dejado sn ecsistencia enelemiab*, *», derrotado* a tn bienea y vendidos Jos d e la iglestay cuyo* lint*píos fueron profanados; ¿Cómo era posible, sin una contra revolncion «i» los hecho*, asentar la onntrap&TOlaeiótrínJasidaas ique la realnuriteton (jucrin vorificor? 1 " <■ 1 {Era fácil volver la cara atrás y suprim ir los interósea y luir Idcas ereadoí por lanío* aflos de re volución? • 1 1 ¿Brafrtcil eslingnir el préstamo á intcréaquo estaba ea su auge, el cunl, apesar de la restauración, continuaba deroraiido'á) la propiedad territorial* enseñoreándose só b rela in d u stria^ ct comercio? i i - ¿tira fácil descentralizar económica y políticamente >1a eesis» tencia da los individuos y la de los pueMos, paraqne'vi»lñ4teit>á disfrutar de la libertad civil de qnc les habia privado la re tó la «ÍOBl •:' 1 P o r el contrario. La restauración, transigiendo wfciiM'UechM consumada*; se centralizaba en toda* en* fa e rz M fá ra 1(taftiiP 00» mayores bríos las tentativas de lóiiim&vailofesj l/are^tauri^ eiou se bailaba en plena rcvohieioiK S u q o b íe rrio 'n o e n iy a k lfM los antiguos royes, que-tomaban bajo su p ro lecefu a-ralib írtH ily etb ien estar del préblo,M sraD do>el;hHMfc) A)' qna'Mdt-ftitotHfe e e b u tc a d a tlia u M ^ k i a é f le r p n c b e t v ^ ^ p o r ^ i W H W f i t f f y e l ra T ^ M ed w d e aip ello s ^rftfid^icséíRtm^lífpie f n 'la 1 «Hfcl'fthd

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,¡1cfl(4flga^(J^t!ai:.n?ap gararH¡ASii9Í| p^h io pjira*es¡6lie;el feudal»Bio m ercantil, que babia sustituido bajo miras mas baalas i la a o ^ggji,,polii«W.rW orgaaitó iwrB.persfigttiry d eten tó la egpdosion

íua“«lo los híclio^ qB^lwbiwi «lo.UpeCtQl triunfo ,, dfllas:i,4s*R ruvoluoionariaí* m hallaban asegurados «u ran iisB ia tHÍ^®T¡fl,i»pnarl > r .vl^r,í!»4j4.U r« U iu ra tio ji, siuliúi desdo;,mi principio, quosu terreno no era sólido, y que los c¡n>i«Qlo3 .3 <í.-htiüKlinn bqjVsus pJ«|j|aí„tQnfi9nlráuiIow( pomo cosp qvc¡lodotd nmndú vdú y o iir, .cpfl Ip r^vqlvQ Íom lol8J0, la cual no» ha «lejado shierloj el parióy. m as.trasgodenlnles ssquiliutíentOB, quo vienen .cflniiiomioju sucrlo ile la Francia y-la .suerte da Ja E u ro p a .-, ,. Jj ¡» prim cra i'poca dc nna institución, es la de los hombres p,ur£($,.i|e aqyeiJw une, en eLenlusiastuo por el triunfó de una ideo, hpq. c^pa.rcjfkln. fé en la lin d a d de las doctrines; pero luesro> a ippilufri q u e e n fu aplicación nnlo nn hecho contrario, erecenla» «l^cfíltjdps», los hom bres, para quienes ecpnóniicamenlt);» ha c ^ j l o ]a ,nucM sociedad, entran á dirigir la novo de loa EsUufoR., ,, E ntontes, en la contradicción palpitante de la teoría y do. la p r^ tjií? , se veriBca la división y el fraccionamiento, veidaderaIpiqjAriliMlA'enl?» idft lodqí Jos partidos y de todas los institucioJl$¡ y p p ^ fu jtd a n i^ n , ^ d iv isió n y a n e l aniquilamiento cada Tez m ayor dehU ww^dnd^, El partiddi^^UliwionaLar& níadov eLquo raasso en c u n a en 1?, d,a$ft mgdj#, a -OOn d puoW*, c«4e so p o w l* , qne SW i 'Wfittl * »#p4 í^ ,poe,,b rjBvesiss tflotes; resupe raur»-al.ípwiido . qifftifi^^W JifcW ^W iJflrflo.cpaloflt-gwtBito.jijítereM Br croados

—!H 7 — pdr Ia reTofuetOH-'y ¿easertadfó 4e>1nhligto# -'rtgftfi etií Girizbt'feu JfrM cU 'y4l-pafüdó dec trina rib eA B sfrtflí^que'fefihtífcjadtfiea esqueleto la constitución, no conservándose de c lli fcrtáfe Vftít'el nombro y la 1contri dicción en 1as mismas ley es y sn1modo m splicarhp, ftabiéidosceonverlhla todo en ana farsa; datÜarBZoO'da w ln v«r¡l*«fc ■' ' l!l Efectivamente, desprendiéndonos de teda clase dé Hnsfutlés, q n e buncn pueden lle g a rá se ru m 're a lid a d ;’ ¿de quién depende ■elpuoMoy lo ela6e media-, eeoa6roicwucnte'Considerados,- erilsu crédito, en su trabajo y en siunntfertise&* Dé los grondrt Éft’pírtilistas, qnétsonlos únicaspatronos de lodas1Ins iikuaefen'eébrea­ da* por la cdnptitDcioh. ‘ 1' l’ucs bien; A no trasto rnar el Ardea social, éáfisica y m oralmente imposible, quo ana d ase, dependiente dé otra eti e ló fth n económico, pueda ser-ln scü o ray dar la ley por mucholíérarpo en tu* cueras de la p o lilla . El dinero, medio se ocuHart’ bajo'el mando de 'los radicales; el papel del Estado sé pronaneiAri eu hajn; cerradas Ins fábricas y sin trabajo mnllilnd de obreros, ]» r que fallando al comercio la confianza del crédito y hBtiéndoBeimposiblola salida de los productos, quedarán paralizada* todas las operaciones, I)o lodos esLos inconvenientes ; rodean los grandes manipuladores de política á los gobiernos qne no sou de sn agra­ do, y que nos los rodean de lodas las garantías políticas y econó­ micas, que ello» creeu naturalmente perteuefertes. Pór eso, en todo gobierno revolucionario,- distinguen á lo lejos lá sombra do fsp srfaeo entro la cual, á semejanza de la c á b ra id c ü f tal usa, em­ piezan á prevenirse, poniendo áiw efi recaüdó ¿n* TÍqfl6tós, pitk-a no llevarse peíanlo sobre todo lo que puedásobíevenír.'1, 1 ‘ ' '* La lAgica de los acontecimientos « í i l f e c s ó P a b l e . 11 Si los partidos, q u e r a la Glas&'taedí» ‘sfcapreésirttá'rt'TtfaSá la demacracio* «n U cualnéee»tatí'& pbvbr5éH|to W * lfft^ ‘riíkftte i ana enemigos mas inmedraftoti; ‘se' tái»' fegíilifielílttrtftóh ftfédmdos

—518 — dol poder por i* «fisiocracia r qae tmsca ttecesaitam éate eh con» traposo on los partidarios dé Iri antiguos e n e a t a b i o ,d partido moderado, recogiendoy amparando en su'camino á t o d ^ los -que vuelven suseapahlas a la raroliicion fijada afectado ¿ Mn que pueda m i r ni u n d ia maa, á medida 'q n c s e a p ro tsim a a lú llim o grado d e s a dcsenrolriniicoto. Irabajadopor las inBnilaa p a n ia t lidades <|Uo prtiGÍpilair sq disolución. i t> Mientras qae la usura lenga-paslo ábnndaateealos M eneada lalglesiavon la beneficencia y en la desaroort¡zacion>emlt m ien­ tra* Jutya,: en todas las clases, fincas en abundancia1q u o trip o te« a r i i «ródib» d a la aristocracia m ercantil, lodo, a pesar de ^ i n ­ justicia y ilc lo infracción continua de las leyes, se presenta bo­ yante at fohoaAo sistema representativo. te ro despttes de haber gTa vado al pueblo con huovoft tributos; pero daspacBido habar hecho mas cara la rida i después de ha­ berse arruinado la c la se media, f¡in tener fuerzas suflcieniea p ara desplegar á 'lw aires su bandera; no habiendo ya alimento para los capitales, ui- oslimiilo para la im lüstria, ni medios de sostener el oomorcie, no sabiendo yttquéelase de obras públicas empren­ der pára dar trtb ajo al jiueTilo, entonces es cnando principian las gfstaírks qbtebra^. A las grandes quiebras económicas,1producídW por'lo fella ilc crédito político de jos gobiernos, ó lo qua es lo ilí&iiifJ, ií ía'talla de recursos d élo s gobiernos, de los cnales se retiran lus capitalistas, porque no vén medios de seguir haciendo con cÚos nj£oeioS| suceden Jas ^ran^es quiebras poli ticas de loa particuUp«£rpr ¿

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za.»MPRUIH*!íj¿Íw,flA^r«^s.i4<#s.y ¿ peranza lodos de m ejorar de suerte.

| | t .4t>,pra.il» 6 por fuecsoludoass * <#0 La.es­

. l J^ i^ e^ p l^ o o ;A « ia ia il «Mando «nw' e in p cftad ^ pareoo qne n w m o n j i l i l a » i * i a « deii# réacoñlD? *-.1 i¡- ».'• •

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vitabas* de4»e¿ri4etfcafteflidB jwieo» la’etaie' toedia e»«n>-

— 3I& cueulra eo Fraaiii») salida d e s* teno y llamada p a r t i n mia¿ iuu* h u n d H ^ i l a i l e p ú b l i c a d e 1048. - ^ ■ 1 La democracia, sin raíces; nijigmue eu la M sislcnciaeeodírm c a jlo l* socloilaj, y. hallándose invadid» p orel partid uBooialísln, » v éo b lig ad ai Lransigircan este. Mas de cicii uúl obr erar, ca rrciandfV'paráilcaAiqitr, d«I crédito de. ios capilnlislaa, que so rocojoa en si mismos, temiendo lale&ipeslad, demandan pan y trabajo aLgobíemo provisional do la itcpública. ftiJasteo c ia t «abre I» creación de talleres nacionales, ni b re la e*plotacion dé los taniittos.de hierro por el Eslth^a, eon la» cuales do se bubiora conseguido olra cusa qua nio l a r al trabaja libre y la lib e rU d in d ¡vidual, creando el comunismo in el Esloda, pudieron arrancar al gobierno provisional un dia de trabajo; para lautos obreras como yacían cu lacado. J’uía Unnarsetienipo y quo la eoeisloiicia política volviese á quedar supeditado A la etcooijiuüjp, Ó par» que la ec«uúmica, sino Labia otro remedio, íueafii sacrifica da á la política, el gobierno, dejándolo todo sin resolver, asalarió a los jornaleros durante iuiob cuanta» a e se s. Cualt^úcra, al eslar eu Francia por a q u d tiempo, se c r e m a tras-r portado ¿ la Ruma de los Emperadores, donde lp»lc¡g(Hl.de;J2gip^ tor de.Africa y Sicilia pagaban las deudas del Iifiperjopu*«Q Q la plebe. En Francia era eJ Erario público el.que pagaba «4¡l,¡os pcquefios gaslüs de la soberanía de las masas, esperando librarse do ellos á la primera ocasion. De esla suerte, transigiendo el gobierno provisional por el má­ menlo coa la reyollición, no trataba de olra cosn que de Ira ti qui­ n ta r i los capitalistas para qne, Como iseflóres dé la producción, dé la circulación y del consnmo, vftlrftsén lé ^ ltie W íe á b á é c m dueños de la situación. J‘ ' Kt^problema del derecho *1 trabajo, plantead^ piiM fritevdliiriun, vencida esta en lascolkfijíloKAria-par.lcwltflihínoUtypübl^ eanoi y p o re l ejercita; q u e(<si gohiafnaifthiir hodho ftgniraapro -

—3 » — /tao^doJl&s:pinirii>#ft3y-qwjda aplasaJo parBtoscaleod»*'griífcii»^ es lo es, para cuacKlobevariflqtae-dtrilnuaM saáidiifiioiltttfue ser* ' masíiiíresfefciblffqne lnsflilieriores - ■-■> <' m---í í <- ■ para m archar adelanto» sa cGtaopvá, en contra de esleí, en «I o lro eslrem o d e. Ia poli Liea, Ea polilicn, pnr inns que nos rompamos la cabeia, es ¡inp«* ailite lr mas ídlá, <]flolFo iJemiiís(r;i s o c a la d , «le dupida Tohieibft’deF elJrerD .Iter un pand nttü bácíadclanie, es entrar gnt¡rtevotnc¡ottecou6niea/que a e rá is oías terrible de lafi re ta lu ciflto®y ^ ie * s u iq u b uBdie lo pueda evita!-, vá apoderándw ede lodas lax a.vétenlas de la civilización, . ifotB; retrogradar ma 8 :de la quefcareU sjgradftdg»! juir podo? ri'é u ils e ¿araaljocado! dfeunisa4to;en los, iUlíhichí'Üompoa dft^íflntí^na 8 aiDH¡diíi m tts d lfa rc n c ia q u e ia quu vá dü oquelta civil&a£¡oíir^>b)>ia4 (lArdai)SÍii¡ca«( ea ^ m ism o in sIflM le eu ^qa r«icwttfl)oc 0 n¿mikar,iqne.!coa!le:dy«rflu!ttar»leli6 í n p í > s p a i se*? nosHeisafia ai-ti^mnoisno deJo^FareaflOSsA «L qtHJ.acú&lo eu-íoi irtpBfiaíctle;Si|iMiyid«!:Dal»HWy. : . ri-^nlr.

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El golpo ilo Eslailo se e n c u e n tr a n I«b m¡9m»s itTSlilfMÍun«i den»ortH¡ien«, y'las insliluoionos democráticas soeneuentrdnnSimisihbieti'fll ^olnij'de tjsfcnlo; 1



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No haltlmrtfW dol ítuTrugio universal; porque st se'establee*| oohíomiibiIW d« rjuc-H líncHo mejore *u eondiciob, se le d i-h e ia -, cor i>in|utúr jwn’doíide *c quiere f]n«.coqülayii. Como fitf y c9pre-> sisn ile luliliet-tori, d sirfrngib universal n o n tu telré nuda,.no res-; poiide á nadu, *s lo iMicaoion ik la sobennia del puebla; portjoe no linv iin dererlm rúas ra io , peor dulioído, ni qnii baya tladov 1 n i dé, rcsnltadbff m irs contrarios á loa que podrían esperarse'd« sn -niiftftin fnstflueian. Es itnn cernís, eon In oanl se le cubneníos ojos al pueblo para que marche sia sobar donde. " :i- ¿agotad» y d á r ^ ^ gaiftfdn1tinoS Irtrsdirós tedoeléSta«üie¡s'<1»iganu»ttr«m «itrarésasvi nttíW W ítfir <M et-paelda^ri ev> coa Ira de la revolución, uutfifB4MK(¿aTfeiH¡aii|ifo4obrpaodtf dofr-r « l i b n B i c lidb*, úntiéé& t« trtNá ri&ator* Ihiav lrp<Maí
— 542— pagana, ton gobierno, que por lo mismo qne por razón'ita*u ori-1 gen, parece rjila debía versé limitado por lá voluntad de todos, n o « 'v e a limitado por Ea voluulad de ologmi hombre, ni de n in ­ guna clase. Esta ta ln m o n de quedar muertos lodos tos partidos én el imperio qne los doma, obligándoles á form ar parle ile la vida uni­ versal, negaliva 6 positiva, que establece p o rala Fruncí», con él uEijclo de domar ton una unidad mayor S toda la Europa , a tra ­ yéndose há cía ai á la revolacton contra los demos géneros d e re a rcion que (raían de producirse, y atrayéndose á los reaccionario* para que lo sirvan de contrapeso contra las revolucione* á que el Imperio dá causa en los demás países, con esa doble política reac­ cionaria y revolucionaria á que dobe su origen y dé cuyo contra­ dicción no puede prescindir. Ivnis Népoleon, fné elegido coa preferencia á ningún otro presidente de la República Francesa; porque en la tradlccion da su familia se hallaba mas cerca de la dictadura y.del imperio que todos los demss. En el prim er Napoleoa concluyó la República del OS; oú manos del tercero, impulsado por laa circnnfilnncias, no ptodia menos de m orir la del 48. EspliqoetnonoH. Destronado el absolutismo por la clase media; detitrónáda la clase inedia por la democracia, y bailándose la de­ mocracia con un pié en el socialismo, el cual se hubiera tragado necesariamente á todos los partidos, era para ellos llegado el dio* titéalo supremo de perecer, ó de salvarse los unos en los otros y todos juntos 6 la te z . No pudiendo la democracia pura, A doctri­ naria^ d e sistir; sino como contraposición al absentism o, dando ef irt«y Y'lir Ottt existencia á la clase medi», para qne les s í m tfeIfned dlviBorm, el lnslinlode conservación obliga á los deniáer&fad á ser Jo n les qne aociarlislas, partidorios de la clase media ó'de- la'dristoertteio■feada!* ségaros, ¿o alo lodos ellos se-tallan, M'Mtlv^cióá1^ vn ^ f d » , d de W a fracción cunlqnte'

— 325 — • ta , lodos los demás partidos y todas .las «leíaos fracciones, eur cuentean la fú de vida que el socialismo.y el imperio los quieren arrcbatar( dándoles en su lu g a r la partida de defunción, que por mas quo la rchiiMd, s t v¿n forzados á "admitir, i Las bases de la clase feudal y del absolutismo, que fué su cofweotMQcia, fueron, por la clase media, aventadas en el polvo de Ja desamortización, La d a se m edia, dividida eo cicu grupus. diversos, habiendo perdido sa doctrina en cien constituciones di­ ferentes y contradictorias las unas. de las otras, se bailaba en quiebra y uo tcuia olro, acreedor que el pneblo, A quien todo se ki h^bio prometido y no- babii^pdole dado cosa alguna, lo.había tomillo ademaa cuanto poseía. El socialismo, engruesado con la aliauaa.de la Montaña, se presentaba rada dia roas anuam w íU desde que hizo insoribir en su bandera el lema dé la República de­ mocrática y social, trasforniúniloso la democracia oit uu n?evo partido do lo porvenir y fuera de las coudicloues de la sociedad actual. Contra esla unión de la democracia y d d socialismo; ¿quo remedio podia quedar á los partidarios de lo antiguo y de lo presente, escapándoseles lodo do las manos, sino salvar aalfl el. peli­ gro común todas sus diferencias, oponiendo todo el peso da.njiestra sociedad á b so cied ad futura, qua aunque velada por lassoiubras do la noche, empezaba ¿ amanecer en el borizoale? Para hacer frente ¿ una verdodent dem oprfóa, que quería brozarse positivamente á m ejorar la condición del p u eb lan o sp ar­ tidos lodos, cuya ecsistencia se veía am enazadade duoluciun, corren apresurados tos uaos eu busca de los oíros, B^.QrgaQiüu p a n el momento del combate, abandonando cada uno, ^ r a p to ct? tos momentos decisivos* su bandera,. para qne U^isp.qrdia^ep fc oaal vivian, no debilita !»b fhertaa jle U u n io u ^ d c ^ e stí! pensar miento, de esta fusión de u leasy d e p rú iu p io se n c o itL iw Io í.q 11* confundidos en uno, íarmaa.]^ai{iS9W!tlA
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(j &n*ÍH>lador

4 í ¿SiWPÍMPVWU }V o ^ ji9 o jM iW w rA }íl»pílf r r ^ ÍMtutacpipcrajM-, elejflg»d(í^a),íkaqLlo^ jd p i vcl dJor ppliijco. J^ loJ^s Jas clames dp 1 * Enlacia;;*** M r iftO filfap a d o , pn r c p r e s c n l ^ n ^ l C n ^ o y de .SH pwMl». efe gop fJ jTi^igttlp |ic b |o s , eJ v c r d ^ d w r p m y d a d a r ^ l^ W ile iM ^ l^ c f ilf f iin a r ii< 9 a * l.. . .... r.. .♦ . ■■• p • :i As■Aon4 (t QWwa que fuesen. d ¡rtgidas las <«0411» Ia&,por uu Pfitffií.^lffs, absolutas, llevaban consjgo.ql feudal¡sum> q n a b o b ii sido por ellos balido y dispersado. Es qiiesplirc |a¡> ruinas. 4«l í]q|jjIiilújmo^lialú)a lu;p]i6 ellas ^u^piriiucracntradaeula moderna c^f|fi;í¡ii;ipHf y niieuUaí el prim er periodo dp murena .c iñ lir a ip ji n q ^ u e ^ f l , ,ag^todofc1ra!¡furuiámlostt la auligpa npblcza, yoisuj^Lj y ttijpiiiiüiqriLe de la monarquía, en la nobleza m ercantil uitt(]c »cuir á hundirle y ¿desaparecer en, «I pueblo* la moiiíirquia 110 podía prescindir de un elemento que la daba toda su fuerza y que era cuUiuces como la base de lodo su p o ^ci;. ^.Pa^Ia ctyscnicuUa, todos los elaw calos da nue.ttra »oc¡eda4* quejan^ii^ ^lupuzpf y 9Í11 concluir. Nada se coiieoliJa e,n Ja eja¿e ippJ.ifj fMalgún principio se consolidase, seria eu gu propia. r«iw ?f.i PArqufla,clase media, lal como la sociedad se halla cuuslitiyila,,(io se c o h íb e sipo como una mezcla de b u y d«¡ lipielftas, dfl a l¿sqtylUjsoydwuocráciar procurando, cada v.ca m a te n rano,, replegar L v ^ .l^ s sopiJjras y luda la luz del dia, á e*ta crepú»c ^ o q |ic ipiifljpr^. £i crui *ar. -.. íSHiRV flfofiPÍW» quq v m u id o cu las sombras de la igualdad X fl^.^^bcfU did^jtíilo» losfpuicea(», á tlflnd8,
— 323— I te coo^uiiCa dcí impfrrid romano, ‘Sft ilegtrúb 'd eritúhlfAf e ñ ttt dos abismos-. Entré ri abismo de nna fienccíotf :<(ud'recbáirtí'il'ytBd el imperií» ra n an o y Itta aiiulase de hecho y de derecho, y é itré el abismo dtt-lta prolionthre*(pie nacieron cay la eo nquísii, íjni®n « eii siB- Instintos í«i1<*pttnJftHtt4 yonirquicb*; qnenirri Sé? elloí-loa-únfcoB Cienos ilcíndu/cfliuo sticcdiA en'las fepúblicai que se formaron eo la edad media y que neniaron mas ' pftuítd ’sti rtrilidaid que la ftionarqnld, bajo cuya protección fuérón mas Li­ bres loa pueblos qne bajo el poder de los tib ie m o s émprcudefldr«# y Br¡ílocráLÍeus etnn
El podér i pclI tito del Papáduvmedio1fó&^áriíátírV 'foitié l u

— 3M — mutua tle Mapolean ,■ y tin a ha desaparecida del Kido, cotuu-b» desapofttoidu ftl poder económico y el polilieo de-L-clero. de lodas laB naciones modernas. no reconociéndole como corponoioa ni aunlo s derechos que se aonaedan á kw simples ciudadanos f u porque no lo liene cuento i Napoleoo dejar su poder si» e«e re*lo de ^arautia Religiosa, que cobre «on su» alas ia ecsistoitcia do la sociedad; pues de olro modo, su autoridad, esputaada demues­ tra «un oiencia católica, quedaría desde luego & m erced' d* ln reacción y de la rorolucioa que se nnirian para combatirlo. Entregado al imperio ea manos de la rerolucioo^ quo el misr. ino lia sofocado, para presentarse á la Europa como prenda do |i#í y de seguridad de lodo cuanto ecsiste é no duraría ni uo minuto. E n el montéalo en que el imperio pierda el equilibrio oulro lu reauoiou y la revolución, ea la desaparición inslenláuoa dol imperio, no bnliiendo ya quien pueda retener A nuestra sociedad cu lo pasado ni eu Ja presente, se precipitará como un lu rraats (jufl se-desborda sobre lo porvenir. Todas las contradicciones dol imperio se bailan do antemano en la democracia. Bl imperio no bace m asque cooceD lrarlaay personificadas en si inÍBino. ¿Q uées el imperio sino lo organización negativo de Ja demo­ cracia, A la cual le es imposible organizarse positivamente? Medítense bien las ideas y los principios de la democracia, lal Mmo la liamos tenido y Ja leñemos eonsliluidai i Cuál es su ilusión positiva «obre lú sociedad? ¿Dar u n a su lucí un ¿ lodas la» cutjtftjODftSííio resuelvo ninguna. Su misión es la do trastornarlo lodej i potiM e/or decir, o rla democracia poseyera i u r lalism ui piu^tiaoflrawiYirif áitodo9 y i i*i r ella pac i Ocamonte con sus ideas yéufc principios, seria Ja lígalizdcLon iiii e» s u p r i n -

— 517— «¿fiionien ros « o m e e i t e n c is r ,'> - n » a e l atetemos uiíívw1mI’j El día q u e« e p en lie£ eeleq u iü b rio entrelM (asilM Itetigibnm entre todM las ideas y entre lodos Jos sinU'inss, qne bon saeidn p a n combatirse y destruirse reciprocamenlo, aqnel día-seria en elpredoom iiotte una religión, de od sistem a filosófico,econdroitDte de eterno ion, ser nada menos que la reina ysefiors da toda nuestro porvenir. " Y lié' EH|ui i rple ec*fctt»ina-Tido Míe roodo de resolver lis cues­ tiones en «I torre uo de In práctica, para qne dentro de la democraota pndioseinos vivir todos pacíficamente con nueatras idees y ndeslroa principios, seria preciso quaem pezasem os-porom algaj mflr el catolicismo con el protestantismo, con el judaismo, «on el mahometismo, eon el indiferentismo, con el ateísmo; sería pre­ ciso que practicásemos la misma operacion con todos los ¿tatemas pnlílícosy económicos, renunciando, en el seno d* esta «nemis­ tad universal, A nuestros intereses, á naastraa aspira cionesfe^tlimas, ni fin de nuestra civilización, qne es la jn s lid a y la rerllan­ dera igualdad, la verdadera libertad, I* verdadera fraternidad de todos los hombre* entre si. ■ '4J'< K stocs absurdo, anli-anlonómico; ant i-nacional, anti-relTpioso, auti-democrático. Porque s í la democracia, removiendo to­ do* los obstáculos que impiden •nuestra libeHatt /« e pm pn^e fln, este fin, para, ser verdadero y racional, dalmeslttr ftintiadoseft In anidad religiosa, en la anidad política,* en-la uiri4a<Í Bctadfo|iea, que sin e m b a c g e ^ la . mnllilml y rarieLlacNe'nne&iyte^ftle* rtaes. d e w itttro s derecbos y^ileinueílras.'ideasi ' ilseolw; d« 'las aoeíorfM outs lcivraIe&:d&-la2 «á«:-isau¡ifilaBoEial {Gtaál «ít .Iv re lígionulai la dem ocracia!. ftiagaai^piiasüK :;^B^'l«iilieitüoNk> fires-

— B18 — «¡Hilt«iHtOi& lo d tt^ 'ft'lo d w la*il«slniy<3.L®rJiiiB!Q0íiiiicenllirnoi. -Pariuna»* ra qtio.- M la «Inmocraein s« tmlla iIolri'liMÍc aisun valur Olfl.^ifioo; eetó vdlofés realmcMlo todo ln nc^stiro ([(te puede -ser «te la soriedattiy’tle Id imsiiín th*nioern<W3, ln-ftual->vieiiet;í'diíslrii¡riM<>Htv rcligiiin, ¡Hilili'Jii, Muía fia y prutinml», « o crear n i 'r e a r a r lanlas 'üüslriiucioftüs por o l m l o n l a s creaciones. P o r H o , cnmo la ■democracia nada liare, ni nmln crea, Italo* los denian par» tul»#, cor* mis iLiTuroiiln» flspirariniie» < eojaiciw ui'itiniiralm eiitoténwsiHplwwrl» , n*j quo ap ju c c o e n e l terreando lus Jh>cIm»( no.hab¡<wiy. ul imperio, quo s® fiinil-uü va ella. • Si Ju dím orm gin recoiioctt lí niHouomia del individuo, ¿na qité La fuadorA shm cu tu autonomía de la sociedad? ¿£6mo íun* donemos i.la autonomía da la sociedad? Claro es qua eu Ja unidad, político y w lo unidad religiosa. Pero «uloaces; ¿qué $«*$ '46,' l> Jilw rlíd absoluta que íp ie re concederá cada cía* dadatM? ¿FiUitilaremos como en ftrecía, como en Boma, romo en loa Estad os Unidos, la libertad-eo la esclavitud del m ayor nómo* ro?:¿Dcac«adorá Ja'verdadera libertad hasta el pacido ó la oancreiareniosd una clnsc? ¿Porqnó no concretarla á un hom bre y que,l*iesciarU*d delpunblonea menos pesada, repsrtiéBdolá en* treitu ay o r núm ero do ciudadanos, uir«láu«s tai (da, J*i cettr

— 348 — g*»T flsiaindapB ridetóa¿esra «rtoflbjni&'da'iujwtwi ehitfeaDlóaf fuódloB^oialqda.í^ya/niomflrfroW B la 6aaín^'8D !«■ éftóttWftb*) tp n H>Ai(UrM n |w n o n s - a i ninii' mimbre tfe una rt& p an ; no se rechaiam sinc con1«trn’i'f 'f a if a s laato aq n ttl& s^aen o e& tA n fondadas en lo que'liáydo'niw s ín ttul mo en nuestra alma, cnalo* lina creencia róliíriosa, son conqrtl*-” tsrtyilerriijwftta iniUilén , pofquc n b s e '‘pueden «onMrVd^. <Ju¿s vayanilo» Í8múcrata3 coti sii3 principios y sus ldea«A H evar 1m cmliMci*m’á Marruecos; ai cu o eses p r in c ip é y 'esfla ldéOHl|íin»' lofTNi d v n m ig a r el IsUwnisiuode la couc leuda de^ossfonfciflftin*1 ne*¿ imIesqun,d *t teiÜd>^ cilm». '■’■■ 1 . ' ' '■ ’■■ ■*t : I1 i "i;. -ít ¡.* Ili'll -vlttlí iL 1•' “¿Q uito ce •lrpvcr4 d d p d r í i « hicíiiicMí«liÍ3)-l fe»i*p'rtntti,n««;A'! foidqininncinn de loR w u w linaiie^tT áa1falkw >f‘dií' dignidad, se nos quiere suponer, que hemos de dejar que so\tptl*f d e w ,: bl>>prJftiertt qta» díPtorf^sífré^ towtfW ^ tWBstfti ’4¡ -

43

— 330 — ia , nna dominación, lleno que se rlo 'tw ta sua41tiara*«eouieciieR» rías. ¿U eljirt Sinónos boi>ies« servido ia victoria? Despac Iwnni»* A los musulmanes y aiYújitniM il l i ja d lo s ; Para raaliiiarnoa 011 mies* trn fé católica y püflfcr, m n r adelanté, llevarla b oiras raglonen, esta era lio prim craccndicioii.¿-Qiiéflésrno hnbiésem»* tenido-on lab 'creencias de nn'nslra redención y d ctla •redencion’de laJm>nt&hittad? La fé qne licnefn rrrolnclnn, toando arroja ¿-la Ip lfr :.¡3 y ru s ministros inora da las cond«ionea d e la s o a ie d a d , ha­ ciendo qae la fé, rechnjtada Jubre si uiiem a ,« e recoja en el sailüiotío' de nuestra e n n e i a n c i a , como plinto invulnerable 4 invencible. K propósito do esto. C u n d o todo perece ¿esquió iame en m ies(ra sociedad, toando el imperio francés en ó jen te, p o r Iw contradicciones de sn polltie&, oti que Int avan%ada*de la revoluciónae estacionen á las puertas de liorna; cuando él miamos nbsorvlendn lodas las fiterzns do la sociedad, no consiento qn*m oderen au po­ der, ni la autorWriil de la Iglesia, ni ia libertad del pueblo, que yacen como sepultada» bajo la ccst* teñera del Im perio; en Iim momentos mismos, «n que todo parece conjurado p a n dar el gol* pe de gracia at catolicismo, entonces os enando so opera ano da esos^F artdw hethos, «fue « t n , i o solo o n i protesta oontro Los bechas cúDStnoaik» en la ¿poca actual, sino ana tabla di* idL tieion para lo porvenir. Convocados por l'l» IX los representaste* de la Iglesia oni verasí, jam ás, en oingon concilio, habió aido proclamada tan caplicita y tnn lermiiiarHemenle la autoridad del Pontificado, tome* twindose todos los obispos, mucho m as de lo que antes lo estu­ vieran, á las decisionos de ln Silla Pontificia. En lo Lempocal, ta Iglesia había vivido dentro do) principio amórlrzádinr de la propiedad, bajo él sistema de descentralización y ¿Bíhdcfiendpneía respectiva de todos su i niirtiílro*, qne lo hfihlá fcfdÚ‘Wrnnn eoh el fuodo d evivir dé lofc individuos y de Ifea

«rfpWtafeionér'miles:'Expropiad* de ana bfcmes p o r la fe stin a r-

—35.1 — IÜ0OÍi>&« A lucdíila quelQtialase&Utiatl.'tteaii ^ . U ^ V ^ ; 13^ re< luaSf l u ida aTunzoudoeu el cawiuoflfc l^s id ^ s y Je 14 ecvolad o n , la Iglesia» Biüui^udu el iiopufüo cúitUarii}, Ira veuidu retro-, cediendo, favorecida eu parle por el poder temporal; y en esla r.e-. troocíÍM) bAoia «u erigau, ei d e ro se ha t|i>$a4u ú cacoulrar ceutreiiEído.Ufl leoabeza deJos oliispos, y lo« obispos, com ucscuurigiáouie.'Sigaieudo e l mismo impulso, y .cuino para daciuas-j^T ra*U a»i eu autoridad, en aa^BOciedad que se aleja cailn día mas da l m l i g i o a , ta han basado qpatsólidamente « u ta auiowJiHl Pont iJ im , áe cuando lados los bechoareyaluciuuaciits.se a l r d k o aoio l« roca invulnerable del. catolicismo, uo« ba de ireirtr la M irad o » . lAt-acoaiocimioulna wnvorgcu ludo* lu c ia e( SóUo Poutiticio, y Sio IX, coa a i» «ola palabra! quo lia de ser niqmorohle eu lofl Cualoa de la historia, coa «I non potsumw queJo úMtú«tMalixa».x«utÍDoe á larevolucioa, buce frculu ú linios las so* Incioues que el imperio ba querido y quiure preponerle,, siu que este, i sem ojaoia de ¿ tila , se atrevo Acallar Ja valla iuvisiüle de Ut religión colocada por la mano de Dios; y do esteuivdo, los aconteáim etttoa, ol derrunbatnieoLo de la sociedad, siguausu curso, sin que en nada afecten á- la eesialeneia del entulicisiua, úuico qoe se hn de salvar durante el gran naufragio qoe a^espera y que cada dia se presenta mas aterrador é inevitable. No se nos ocultan los grandes p e lig ra (pie la centralizácion lleva consigo, lo mismo en la sociedad que en la Iglesia. A rriédída que todaBlas Tuerzas de la sociedad y de la Religión, sieociñcenLran cu un punto,, lodos los deoias puntos quedan nécésáríaipcato abandonados. Con la ftcsanterlm cion, todo el.poder y Uiclu. la iudeppnden,cia temporal d( 1* Igleaia. bo dflMparwúJft y B oom; ¿pero de |u4:ni«ii*r«?,Gw lot^sfvqrzoi

eu sr,is-

Iímu1«4, «oy*s limosna* soslréqeo ai, VúfllilifRdu éa ,fJiiirjopiciíi u

— 535 qüB trf los que inaotfáfl, i#r¡ lo# «pléobedtoreiiieíiigW qim los-míos cu tos oíros, salvando todos loa escalios con VAwíHi pndufldH yitíreslrn Inieun Vófotiind; ¿ tn trp ü i1^ erf IdffüWirfntioB, eluahiliciHino, llovidos, tomo por la manfl^1tal v^rtílidero puerto de saltación. ■ " ' 11 1,1 I » liemos-diélioy lo rep elimos. No li*y nfiygtitrn'réTfgtoiv, ui Mngimu niosoHii, qne haya d erad o ni pueda elevar, fiiítlídfiWfr-. mente-, diodos Ihá' hom bres1alm as-alio' gitahritoYU digilitlWI'lrfto la relíaion ealúliear'B stonolo hubiera podido enbs«í'ñilJ),iit)n, ¿¡lé bubjesaviski consacrrnJa, en la cabern ftiiSniBlfle* -ftffiíliitf cdntoda la A utoridadtM niism oD ios: |! •“*“ 1 ¿lian qtw autoridad, en tirtn d d eq n é tritficftor dlVJtté j ‘ní'flfc (fné tradición limnaitB, piensan los demAeratns dtf>nupsirdslHílrtV, dar fiolucJoit A los problemas pavoroso»' d e fa sociedatfí1nHeJffení^ ccn de #1 misinos, ‘BBhdesnsderrotas, coma dclaS WéfótfW'YiM alcniiBairios; continajldo fmas veces héci» alrfts' y <6llPáfe lliltilu rfélanío, porosiem pro trnlandode despejorol terrena eort1é t n i c o Un de resolverlos? ! 1 ">i i; > «-luii 1

Ln Iglwi», vá gastando, on fnndarse asinifetua, W-mi prM c^

pió de auloridad, los diez y noeve siglos que ir c ^ d ió i'd é 1tál/ilízációti, y que forman como él largo prólogo ilc 'Viírii ecs!síéli'¿la quo Ho lienefln , porque se pierde én tas reglones iucoiinicnVürablcs de lo eterno y de lo infinito, d donde, guiados por fa jusúcia y nuestras legítimas esperanzas,, se deja desde el principio delm iiiidoconducirla humanidad. •

■r ••; ^ • <1 '»ki i‘' .•* . •!• i Ea lugar de coadyuvar fas demócrata? á que d f s ^ r e f f ^ a IflJ

obstáculos que y.iep«n opoulémlo^e aj Jeí.Q fi^v WÍcQ'fl AfiM toridad de A» Iglesia, ellos, cu.su Aiewipp,xfa$us,wiwp*,fl*nU!»* dicciones, 3o» .loa quB n)nl4iplica»;esWiiPbst4cBlo*v puetouitajidOi atajarnos, eu nuesirosbecboe^y en ouBstrns.Ww»74lffl catfntóiiay de positivo en h demecnsiar, «o
— 334— prijtrípiosy toda# tos'defflas ideasj se h alla, tom o n a puada me** aoad« hallarse, supeditada al catolicismo. 1 Sin embargo, dictando loila la verdad', Udem wrooia¿ eU'Mi> ninremagmiiii de todos los interesas y ile todos las ¡Jo*s, ¿qike» nes ilA rienda suelta, para que rengan ú la mago los uno* ewitro los oíros y lodo» juntos luchen contra ella, c o m o q u e e a e l mayor cneotig* de ledos; (o democracia, rfepelifBfts, no Ai pnáde se» ftíraic
— 535 — ilvd drDJo** qu« w i a & tf r a b i a r ^ Jeso#rlfttft la fas dadftdaa >!«• naciones, haciendo «[tic rompiésemos enérgicamente* ffl*inae»lp* c«noi«iiniíi; ooDln» la auligua ansiedad, de>lruyeíuli>laJH$ligk)n<-s

qtte la .sustentan. La religión judáic* se hallaba dividida en cuatro sccLas |irin cipaka, marcadas lodavia con su sello particular en cadauao de W» cuatro Evangelistas. Lo» saducpos* m iraren & lo antiguo* en cuanto do qneriau «¡conocer eo el Itoaifara roas cine la parte lunleriul. Con Saniüateo, deliió entrar loda esta tecla eo la rc ligion cristiana. Dobia doe sectas vio fariseos, que efaa eouio Ins partidos medios da uaeetra sociedad, y que en cuanto califv d o n Irad a u n a -n o w saciedad», que brota por bus cuatro ocraladosdu Jusucristo, ao hallan rrp m e u ta d aae n el Evangelio da San^lárco* y e l d o San Lúeas. La una, sin ser Sadnoe», se oproca¿4nnluiimn.i A lo sia d u c e o v y la o lra a e io clin ah am asá ln p arlad o IomEsíjioa. Loa ettenog, ríii-dejar de bnsnree en los misinos principios de Ion ««docena, asi como el Evangelio de San Juan &o baila; lorio el .pal. oado en ol do San Maleo, miraban p o rsu aitpiriluaJiamo a l p a r renir. Por ello?, sin que sa diesen guarda, pasó Loda ta sociedad antigua á furmnr paria dé la nneva , asi corno sobre las época* mnreailas en el Apocalipsis de San Juan, pssn toda Id IjrltíAiá'-mflitante, contamlo sus victorias por ül número dé su» ibiiliihíento* y ile sus derrotas, hasta que nos criconlremo* con ni triunfo definitivo de nuestra sania religión, que se eucuenlra en ln desa­ parición de Indas las herejías y de todos los partidos, Ins cuales, asi como desbarran la nnidad social, desgarran también .el Ev»o-

gcl¡*>, lieváudose todos ellos, los unos, el scnUda eRnlu^ivaiiivnlo material qne I05 hace caer, de consecuencia cp,.c!oit$c.ci^roc|^?.^n el aleiswo; loa olroa, el p u lid o purq tu e^ e ,^J»Í I »0 caer cu el go^Ucum o.viéiidofloj,. cp la ^ ^ w q n ^ fL ó j^ a d f^ Q dos falos hecho* y i]» i«4aa eslaSj^paíiOUfWH'BiJas. ftUíjwteatd*

^ f ^ W W r i r ^ H n i ^ - M ^ 'f l f l í * * ffMfclicisaaoi !il> arm )t'l''V) - í.l^ if o n l - n l fii^r-n -i'

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do^/iga^qSijfinw ipba^aK r^ nosjiiuliiese'ecojiawi *ado, Uoclafflo q i ^ Mse.,4n,ib¡eflc ofl^pdo ea, la antC|rtiíacion e¡v¡| y religiosa, «aliif^^ílQ .U t^iiaijíaiíO M J.kusiirp, para re b a jw $o- el l*: el,pr*#te ^ la^ n íQ D lrar^ fiu piv«l en 1»,razón wiwufl > ■ i i ( R S ¡ i ^ ! ^ DM‘a»),?J! p r o p i o de anUjirid^d f. el,d* jÜM fM t qufiftjj^Hi ¿Ifllfil^tppof^ asegurados y^naJU;c ¡dosel,uno en al olro, pudiendo, la d ase media, lialier disfrutado de su triunfo durputy - üfr J-,4í>PÍe hqn(l¡3a„d^ l o ^ s í ^ ^ i i i ^ e ^ o eR^afl? i«gQ,rig¿nsffÍQ^rusIriuufós,
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— 53?— > S i & bu partM a politico lehnbiét-a -si do da’d o tódfii los problemas de ln sociedad, n a d ie m e jó fíp ie lti Vl«ti6qti(tfá, A por mejor decir, nadie mejor qne Napoleón, qne no licué obstá­ culos políticos ni económicos «‘¡nc vencer, porque todas lis cla­ ses, todos lo» intereses y todas las ideas se encuentran supe­ ditadas y á merced del im perio, ha podido afrontar su resolu­ ción. 11 ' '' ' ,' ¡ Pero Napoleon, e n ik ^ a fd e colocarse'e¿ la tradición de Cons­ tantino y do Carlomagno, p ar? elevar al Pontificado Católico al último grado de esplendor, se ha colocado en las dos tradiciones contrarias, en la tradición reaccionaría y en la trarlicion rcvolncionaria de fa st«íedad\ Caraíaa, como lodo» lostpié lehárV1pre­ cedido en Ml& «ia, 4 su propia destrucción y á la déslhrccfroft (ft1 lasoeicdad, que ae fialla sin vida propia , refundida en él fia rla fuoraa d é la centralización quó basido Hoyada en F ro n tis1hasta su tiltwno estreñí». " En Napoleón, como representante nntversal dé todos Iris frnti­ c e s » , todas las clases de ciudadanos han desaparecido, y las quti podían hacerle sombra, temiendo la irrupción del pueblo, stffran' Rittidftdado voluntariamente ante su poder. Por Oto, Napoleon, es el único he y, el único Emperador del mundo cjae ha podfdby pnéde, depositando sn corona y su poder ante el representante d é la Iglesia universal, descender hasta el p n eb lo p art afirtlir1 completamente la asura. Si ésta se hubiese venido aboliendo gradualmente A c ad atrasformacion de la sociedad, ninguno de-los reyes Iradictobalés'hu­ biera sido destronado, ni llevado a!'cadalso; portefrie iií'u^iir'a; quo en la elasé médtas los hace divorciar déípucblo,'cíPalal p ar.i'td doa loa intereses, para lodas fátr familias j para todá.'í l&'á lisíclti-' nes, tuyos m letabitts sion deuh p6d*zo de ‘ttetfétto, 'p o r lA ptosesfíórii 'd¿)flfí^utiírtiftííl que A nadie te es dado sostener en medio de los Adiós, y de 'fa!*1 43

— 538 — ainfiíetoriesV'y dfelaséirtWmtjides,; de qae en t u s a r a n«9 hallónos poséiflta.' •• 1........ 11 Parir (jnc ios honVbres enli'en cn'poseaion dé I» lierra^y tndoa séátnos restituidos A nuestrás íaroiltaá, y tosveyes *ean verdades ros reyes y disfruten do la libertad d eq u e tasín ahora han CHrecídó; pora quo Lorio se consotide tn #i mismo, no bay mas reme» dio qne entrar eu la humanidad par la religión, y descender baif tá el hombre por medio da la abolícion d * la usura. Que los monarcas, qne todavía ge sostienes en pié, mediteu sobre la Falsa posición en qoe-se encuentran respcctu é sn t í i U de verdaderos hombres, qne jnrofls han conocido, siendo esclava» de las camarillns y de loa favoritos, respecto ¿su s familias y ro*|raoto á las sodedtldes que les están encomendadas, y que la revolncion, que se estiende como nn incendio devorador en Lodas direo¿ibitiÉS, les está arrebatando de liis manos. Qtid los que quieran asegurarse un el amo? de hus hijo** de bas hermanos y de sns amigos; que loa que quieran asegurarse contra los horrores de la miseria y ios cambio^ políticos, eco­ nómicos y Sociales, con qae tn revolución nos amenaza, que m apresuren á renunciar lo que le* está viniendo por la usura. Id (íaridad pnede salrat-nos siempre; con el ejoism o, nunca haremos otra tosa que perdernos. Napoledn, no tiene trazas de aboliría. ¿Quién mejor que ¿I, realizando los destino» de Ia Francia, podría servir de ejemplo á’todas las ¿aciones* Parcrasegurarae en su poder y asegurar á sn díndstia'énclporvenir, nécesila garantir ta ecs-isteneia poli lien y lack sfetetfd aeco n ú m ica de lodos los franceses. Pero corno la fef.sifettrtrc’ia política1y la económica, asi como la libertad» la per* koiiafidád. ernttlrim onlo, la familia y la nauoaalidad, son uua ehnsé'éfoeírclflindetlftiablede la- ecsfctenáa católica de la aueíed d d ;& b q ü í eS que-fapofcóh, par» asegurarse ¿1 m iau o en la éísftrtfencia de todas eStas eosaí, necesita quedar ¿1 mismo asegu-

—3 $ 0 radú cti lu jusüuia y cu Ja rpclilud 4 a JOiiestra piupien<;ia*?ulqa¡ritla mediante la revelación cri3liana, sostenida por la Iglesia, la euol onlaaa 1 tos hombres e n lit &i y a Unios junLo.i coa la socie­ dad y i n teligioi»,. haciéndanos partir h lotlo» .definas mismos principios,. pare que en el uso legitimo de nuqslra* rucnUntlcs.p nodcjcmas-darcalizoraos cuesta vida, cüumumdo siomprc Anues­ tro verdadero Un. Nnpolcon esprefió au pensamiento nales de ser Emperador. Comprendiendo.la lógica de lossuccsos, se dedicó á scr conaecaarle con la marcha de la sociedad, adclaotúudosc. á la reaceipny á la re»oluuion para identificarlas cu un tuisuiopunLo, que­ dando deslumbrada, en b u ambician, porJusjouMrusus lioriianles, que desde la cima de Ja sociedad, en que ya coosidcraba colo­ cado, habió llegado ú djascnbrir, + EL pensamiento do Napolcan , cnnsideráudo.su rcpve&ealjauie de la civilización moderna en lodas sus tasas, so Imita compren­ dido en el libro que e s c rib í titulado, Enlincion dei Pauperismo. Eu oslo libro, se v i á parar, de consecuencia ea conseci^ncitb hasla Id ab&licion de la propiedad particular, eulrnudo el Estado ¿ ser el único propietario de toda uua. nación. , , Precito es convenir que el comunismo, rcvislosfl de la forma que se quiera, á lo S . Simón, á lo Fourrier, i jo Considerau\, á lo Cabel ó i lo Naj>olaon,.no es olra cosa qua la propiedad-piso¿ata en lodos los gradoa de su desenvolvimiento. Que admitamos en cleoumnistuo demociitiDp dp CoDsidqra.ni, la no propiedad u la iDipersonalrdad abaolala; Jjue¡u^a e}ase,sea

Ja propietaria y olra k .trabajado ija „ coa »l,r& d W ,U»tefía.0<|ia q u e s e a d la vez trabajadora y propielarja, <>omo fia sqci$i4*>;lj?sla a q u í, que es-esaotaibeiLl£:l*> nM&tno que h^iqucfrido jt^ r c li^ ; que los reproaenlajiles d e ^ ^ c ie d a d ^ w a fli^ .ú iiic jíS . f i ^ Bpcdao disponer de loa hi&ues -y-de la .roliUoU4lty de lainL^ig^pqia de todos loe hombrea, congojo prodaw a Soo Siniop,,
— 340 — c lg ff^ d e l J ^ d o * i ^ p ro p ie L a rio u riv e rE sil, ¿ estila de Napo^ todo es uoa sola y uii&ina cosw^ EjjCl.PaaUijsu^ y el .Tejstno.eeo;nóinico y poliliooj abraz^fujp i l u s o s d o s^ lre m o s. d lareligion, y Uegaodo ambos &idoatilicarsc en sus cucontrados d«euvolviiuienUM.J¿s e l comunismo y |]a propiedad absoluta ¿ confundidos en bu solo hom bre.qne c#upeuilraeii 5 ¡ U>das las fuerzas de la spfcicilad» ¿ q u e seco n fu n tlep,ftn l? iOcic(J#d, -en 1* cual deben hallarse confundidos lodos lu$Jioni|>res. Es el. úlümo térm ino, la últim a conclusión* de la it^uca,quft hnci«ado quebrar» á las unas después de tas oirás, ó l9íJ?>s las ¡wUUieiones y ¿ M a s las clases do la sociedad, qne h a» ipJüTnlo alimentarse do e lla , uo le quoda p o rfla olro recu rso , parq pojar. sulwitiUr, quo encornarse en na liam b re, últim ft.M l>_fpsi,üi] Jo una S9P¡üd{doce m il millo oec de Traucos,.ascienden las rentas que sjifl « s ti^ e p d c k ts propiedades de la Francia-, Todo este inmenso capital se ahorraría anualmente Píapolcoti, bqs> t A j i d ^ e i ^ copíUfnch y el.consumo de sn gerarquia m ilitar, Wf^Hr rj^fl.flH ftd^i^r^quocida,, desapareciendo. todas l u leyes aulij ta le n íjo lp sf^ ra p a fljw ilw ,'^ m o p te ile tfeJascunlrilHieio«MjlWtP«r«IWÍJ*%e|dÍ^t

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— 3ÍÍ — Esos diez 6 doce mtí Joíílónes iíé'fVátteoír loS'lfarfi cftclW óí, no en'dinero/ por/jiie en trida fiuropá éScasflitíebté eiYdMrit-á’é ir metálico toda esa cantidad, sino en frutos, q n ee stb V n o ltd p ercihen los propietarios y como ¡mproductivártente los'tsotiidttiétí.' ¿l*Mro qué'harto con ellos Napoleón? ¡ i¡-' A la Francia no sa Jos podría vender; porqué c a d ilirto ' ¿Id los «Jilo han pugado esas reutas, no prifede recnperflrlftssíiib' fWif medió de so trabajo, el cual se há considerado satisfecho1<íoh1 que el Rslitdo lio dejado de1 arrebatarle. Lorego es ¿taro q tie lá s rentan percibidos por el Estado,' no llenen olra salida q ú tív e i'tfa 1 consumirlas Iraprodnctlvnmente, multiplicando el irA niétodá Itta ociosos, repartirlas gratuitam ente ni pneblo, espertarlas átífi-ng países, tirarlas al m ar, ó consideradas, como un ahorró, icHJró trabajo cuotidiano de una nación, re tira r de lá produccio'n o rd l-1 liaría el numero correspondiente de brazos para ahWrhndvbs reí - 1 moa i la producción, entre lo9 cuales puede considerarse lngtterra como el principal. puesto qué la guerra, es nno de los míticos,1 l>ur los cuales, un imperio se engrandece con la 'a^cgácidh.'dé nueva» comarcas y uñeros países. . 1' íQtié linrd Pía polcan? Ya que el pueblo n o 1puedo cimiprarlb toa frutos que le ha entregado i litalo de reatas dé Ia pTtipiéd^'d', ¿se los regalará para hacer mas 4!evadera sd Córtdleiún’ ftntoiíCfiS, para eriln r las injusticias de la parLicion , ¿ porqué tib ahóTíHn nsnra y volver i entrar de lleno en la propiedad pdrt^cnlatf ' Sin salir de la F ra n c ia , t& qnó pues 'destitfjri sn* atiórros cesorb¡ljmtes?¿A canalizar todos los r¡os p a rt atoltiéntát'&is'Veatas, dando mas valor y batiendo mas pródftcÜfój ttdóli IW' (tór­ renos? - i. 11 j- ■ ‘.'-i' -i” ' : Primero y antes de toniarte fr noli ettipresft1wcttrejiitftfe ■' sita tener aseg&rndir la esportabioo d í todos tena'sAtrrtihttía,' y ana cuando eBto fuese pasible. lItgária én po^O^ieiU^Q'f tía W dncir 1 la Francia, lo que con la usura no^é" podriktte'tnta&und

-342 — maníMtnriskmjikVsiiíhJo para el Estado nná tenia inútil ~ ' f para los cnTrtradnrt'S'mi trntoijosin objtto y sin utilidad, ni pAr» ellfei dí para el Estalló. ' «fQiié ntfiiiónes -y en- qué cantidad necesitan que ta Francia las provea de aceites, (le trigos y de vino? ■ C reürt con esos altnrros nuevas propiedades tpie le pKrtlnru i i nueras Tenias? Porque ai la propiedad, según ln teoría ilc la pWkduttíTítlád del cnpilal, tío Iia de producir renlai níbim eOrtos, ¿pora qué pensar en eroatíiones, que en o Tro casó u o ’ nos han dfc servir dfc nlijnn recreo, ú de nlgunnnlH idadí IVapoteoh, sustituyendo, en sns planes de espetirilaelou, &to ­ dos tos propalarlos y capitalistas, Irasformtiría i los punidos d o lilniloN» de bellos y cómodos edificios , de espaciosas cali89, de IñínitoM jardines. Fuentes, teatros, canales de riego, paseos, nada faltaría. LA Fruncía, recibiendo en mejoras p&blicas y eji sn ugricultura íllcz mH millones de trancos cada nflo, con mns los interéstís (le osla simia qne se multiplicaría indeflnidamenté, en muy poco tiempo duplicaría el valor de ludo su territorio, en raenos K» IriplicÜría, llegá'nilo tfc esla manera á resultar que los pro­ ducios íntegros dé todos Init trabajadores, ó de todos los france­ ses renrttdus, no lis ta ría n á cubrir las inmensas rentas dú las prbpíétfáilés del ¿niperador. ¿Poro de donde habían de salir las rentas de un capital, qué ei4;rdhife‘¿lért'lose 95i»npre, llegaría á ser inmensamente enorme? Ni el trabajo de lodos los habitantes de la lierra reunidos , setía bastfinte ¡¡satisface? Ins etsijencins da ése Capital. NÜjíoltíBti ifcnlá qrte estancarse, eft'sns proyectos, ó echándoTiít'ifó,¿eHH,óí¡b,1(¡siarrégalaudo cotillmiámcnte nueras m ejoras Si ’ji/ Vkríitliü'; liyriaViífli'dc limosnas fr ío* rttocesesnecesrlado», pr^cntA M ós’e 'd c e s ta ' mariettt c ó in o lá Providencia de. ta so'■ - i --i-i " * Con respecto al régimen interior, escusamos estendernos mas,

tqbjeiulo, como sabemos, lo (juepqd^moa proniBicm&s Je genial loscouuiuiíuios jr de, ludas Jas Cupuias de propiedad #t*ulula qiu» vienen á term inar en el comunismo de Napolepu . Tocante ¿.ja puliüca esleriur, íapolcou seria el Ktlrculcs invéneilile, el Aqniles invulnerable de lodos ios reyei de Ja; tierra, -, Abpra -sin haber llegado cJ caso de plantear s(i com uui^no, CBsj. lo .es. Todos los gobiernos de Europa se üolUui Jiiyilad03.i'ij s i» recursos.y «n sd acción, Jos unas por la nobleza aníigua y lúa Oíros por la aristocracia m ercantil, último residuo de Ij d as» media. ¿(lóuio estas clases, síd comprometer sus iulareses y*u créililu. cunseqlirán ¿ los gobiernos que dependen de ella^ r quo se lancen.á nua polilica aveulurera y llena de desastres? ■ Napolcou, no vjéndpse limitado por nadie» sie^dí» dMi’ÍK V Í*1.! antojo, de levantar á toda la Francia y particularmente ni pualilq, que cnsti molestar no tm. deseado ni desea olra chaqui» Iq guerr ra, iino.se la iu a á mayores aventuras, es porquo v¿ comprome­ tida su dinastía, despertando los furores do la reacción y de la.ro> yuluciou. Pero si tuviera ea su tesoro un sobrante aqual de, di«? ó doce mil millones de francos; ¿quiéa podría cun Napoleón? : ,1 Bajo el punto do vista econotuico, fliisolulameple nadie. 0 ? riu conr.tirrciicia á todos los capitalistas y 4 Lodos los comercian­ tes eslrangcros y los arruinaría; y en la ruina de vendrían, los uno» despues de los otros Lodos los gobiernos, .A Rffder fie. Na-

P°*«ort-



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Bbjo el pnnto de yísU político, pondría, ayudpdp de esas rela­ tas, tros ó cuatro millones de soldado» sóbrela,^ (irjufls, q u in e s , eu lugar d« ser una carga insoporlíiJUt^ ,pai;a la Fjranpja^ c p ^ a ,40 «1 dio lo AQn.Mo.i loa ejércitospaj:^ las n a c í , j c ¡ r i ^ |i(i modo de dar salida Jumcosp ájlo^ p.rpdiic^., creación «le nuevas é improductivas «propiedades» el Iro ^ j^ flc l -!. ■

). .<1 /,a; íy-in j !je»*i I?. ■■I;i*ir| ,**17 'H.’J

-3 * 4 - . P are o vitar quo esos Soldados ?e <jencpnip¿e$«n cp, .ia, ijja.c£¡<m yoorm nipinsca fats costumbres, tom o las corrpaipo toda ,U gen-, te oeiosfr, -las Janeo ría en ol eatoriorá la conquista d^l Universo; y p a r a «vitar Jos rcsi&Leucto* qttoeuooD lrú el prim er .Uapfrio, k w aauluiidoan todas partes la propiedad particular, cuy as rcotMistpiaifcel pr-emio d t los capitfclfi&cmipleada&en las conquistas, y para asegurarse mas de los pueblos conipijslailos, abatiendo jtajfciieaip rt ia» infhisneiafi políticas y «con6wicas qu
^3W — faalM p o rlo d á EuropáyIrtbféndoIo^lKHltdo-pfltiear « tti-in a rfic iII dad p o r t m f e A f r i c a V'por toda &i*i»L>ftta « iasiíU ^ 'q o B lii* MWr tfe' Ib teJíWMta ipia halfiaesphTitloeiilro «BBÍM ütu;«l too. e« r rtnpdiio'.'srUrgnra' fl reJiHRard «oiihiijwib», eQodRtr.iri*m cani ¡ntrnufis ücscmltareiado de obstáculo»,i y Us coalicio lié* y **h » tásalliufM s; tto e e tfiá n da tré d lt^ y feásl* da «ohihlad ipropte pj^pw d sr-fb h h W sfc • ""■, , ! -'i 1 ' E lle &1stema; cuino (píe es d fettiltalfrfito t'd e Iwia-proptatM ab^>1ntn y d é lo Jo géaerode1 cortiopisuio, no tiene mas qtwtM Imfóntertíenlfc, M rns«sfcrrftHe por «i mistno. y q n e s is e p ac . hrti^rvte te tó ’fttfc-paw lfl gnérr*. • , i -.i. ,.i , El plnn economista de Napoieon IJf, ecsislei én ótoMWcJbtft resHtfldo 6n todírálos^hecüfosdeH'iMSslra sotiaísA ; Positifamtinta «caíste, par» Ids 4jao tienen piropródad y Vtven d«snrVenliM ^ttof guiivttfrtenLe, |m rainsqnl? n o p o séw n b sel «lam ente oinkk.’1 "L® propiedad'opuealn & la propletfdd y el confrnmíWé opiia» <• tó ’ril'cottnntaffo, asi Wrao eltotaiiifttBnio f tofjrwpíedwl‘• poesía* respectivamente entre si, [rreseniHipán siempre . ptfr el Boyerua1y el'reW rtO , 1m mismos vicios, poro cd i cutido (UfcMu(«.‘i8oa d trtath en te ana misma flgtora, pftro de reHerér p w notario y-hoe* c o p o r e l otro, sin que prredtfn ser á la » « b a n c a l (WrftoWlforo lot tfos wiras; porque en tones*!» medalla estarte tifr élad e ywf ambos superficies, que es precisamente el eslad«'-dj^'JWillWfto rigurosa equival en ei* M e) «MAbM da Idrprodufctofry dé'M t W to« indos de nuestra rfdsj 'qne ten'emftfr dero&beA1ooflquigf t r í e '

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e l w i;ru.’,.

■ 1PW eoasrigaieiite; tptedfl ftú » tfoMjpr*’ «| W H' fbf* ma de nuejtfrtsirtesír, así como laform adeM lítnpo'qo^ tetaB dU ui por hMiiftas; lra«KuBív'ersfe y il a ,da"tóéaB' li^ c tté v q n fc <_btfy en ol, eá w fé ñ c í p w áu a M aWf c á ; ^ ^ IftdlsW j'IfttoW H W ft tirad de nn punió * o lro , así como el hombre mismo, coaiMgtfev

saneétüWpates; ww» watft^ w i t w w y c u & b f e n NUprii41

— 3 1<5 cip'lé ^ eWsB' Bni y sbte non igualmente divergeute» y centrifuea¿,lSÍh d'éjál‘'pof é8o,de'Sfit convergentes j en su lútea eqtiinnc* cíftl, Itftu al'es el ctntro
— 3i7 — iníiw s de eugrandeéeftc. ¿Cónfo spsWiiier 3¡o o , Ia.;pepiOjUalíd^il r la propieriad'dfrcarla uno» aiaa eo la persunaüdad.osc^iY ím enle mayor do lo «ooiudad, que se Jia iito £»grandpcl<5ii4o pq||Cfyty mui do nosolruHi'rcpre»enti((la pop el jeíe del EsUnlu7 , , . ( Peruflu lugar de venir resolviendo asi M a s Iflp.cve^iúij^ «fue m como Una debido resolverse, vemos por ol conlratit^ jquü ¿m edida que avaiiMuios, la sangra de la sociedad, .pn. lugar .d^ csmitar-icwla vea m as libremente par todos lasíndiv.iduQS^SO, vá subiendo gradualmente loda á la cabeia. Con al sistema d e central»acioa do la propiedad, el.cual.prutijc» , pirra podecs^so^ftdar. La ceri'raliBacion polilicay ¿eligí os$ Je la sociedad, P arís, e a e u la actualidad ol pueblo, dondg se yeitlila n lo s neguctus do la Europa, y.lo .Europa doude s# sonlilan los uegocio» do.líi humanidad. El pueblo do Paría, .que Ua v a u i^ &>scr,el representativa de lodos los pueblo» , .es el «scollp eft,quu Iroptsnroo Lo i» XVI, los giroudinos, Üaulou, Ilobcspiarre, lo» X* Luú F elip e, y eu qué tropetard Mapoleou, si as une.antes no Iropiesa coa una coalicion Europea, favorecida p o r los misr Bios parlidos da la Francia. -Por el contrario; «si como l’aris lle­ ga &so r el escollo ea que se estrellan todas las reqccioues Euro-* peas, asi los quo mandan sobre P arís, son el escollo eu g u elam bien sa estrellau (odas las revolucionas de la sociedad. Luía v$i realizado, si es que llega á realizarse el comunismo da Napoleón, e n e ! lercer imperio, quedan concentrados loa destinos po^kíco^ y económicos de toda la tierra, llagando, couio i l e g a r á , £ eparcadiñ o la reacaion y la revolución*!!» lo quo/ealo.Aiistuv),. la pro­ piedad y el comunismo ea uu mistso p u n t o . u .f• A fuerza de retroceder y de avanzar, tratamos nocesari apéente dono locarnos en al prim er puale d a parlida„• ¿upíimiuHdoíeu órden político y econóuiice,yara remontarnos de^pue^ ^ religicaa, lo» lienipos iulenuedpo9;d«iniMis4fa fCwliMtc|on,.,ppQ al.objelü de ser restablecido» en nuastroorigoo,, ea tarawenlBilapquiüeu-

—$48tp ,4ql 9lC ^rribgi«á9> CQ e| cual nos elevpjíxisu a g rad o m as, por que es el último sobre lodos los demas órdenes y el m&s su ftsiof.',. i ^ x o -ín irm iJ o las cosas por «( otro t a t o . Irisla cosa es por íjc rl^ q n e ^ o a deslinos del mundo, hayan llegado 4 depeuder de los derechos de uuLionibrc, coya aularidadse ha quedado s is b*> ie nmguua íocial, jrno los derechos de u a hombre da lo&decli­ nes ,de U ¡hqmauidadr rcalitabjc* lab solo ea la verdadera deseen tr a ta c ió n de la propiedad^en la verdadera de&ceotraluacion do losderacJjospolilicos y religiosos, aflamados, eaila vez massúli-. daraeutej Jos una»,cu lo* oíros y to d o s jtwU* ea & verdadera un i dad. , , , ^luestrofnlso progreso y nuestra íalsa libertad, váreproducíeodo on la usuro la oalálua do la cabeza de oro y los brazos 4a hiqrilQ dft Nobneodonoaor, bailando herir en cualquiera parle del cuprpp á eslo coloso do pies de -barro* que se halla personificado en el imperio francés, para qna toda la sociedad se desquicie y sa desmorone, Cun es Ir¿p ilo , y para que (odas las naciones, por lo tni^nio que lo democracia las vá amalgamando á las unas, y ¿ las otras en Busidoas, eo sus hechos y en sus tendencias, hallándose de-agtoroaao amalgamadas negativamente en sus ia lar eses, en sos fechos y en SUS. derechos respectivos, entren, asi que el pue­ blo de Paria les hago la sefk&l, en un periodo de anarquía univer­ sal.» de traslornos y de sangre, qne es lo qne nos tiene reservado <1 porvenir que estamos locando cou las m onos.. IteLrpeedamot liasla donde queráis, ¿ hasta donde sea posible cu el estado actual de 1a sociedad. Unasitoacion coalqniera, s tté l^ cao$a elicK{ile, lft caiuaa determinante de la situación que si­ gue hafils vjcaiv á parar r y p ierrerp del lercerISapoloou; y siguiendo la ip i* íf la .^ e ^ fu # e y liío jiiv irs o » de.revolncioo en re sal ue ion i ¡pane á, la eBarqyia universal, la, oual, antes d e ma»

— 340 — nife&Ursc en los luíelto*, t>i ITegadtf é'Jeftíftntf* d ita ts tf ¿M‘üÁlüiones. • ■ '• " ¡ 11 ' !l ^ Un poco ma8 larde, i un poco mas tem prano, ceguo bI WsA que vnitlns, l i KMliKiim moderna do so esrrtpa d e te a é r ¿fitina cspropineronabsolnla de lodos Ins bienes rn fnToH td'EitfadíV^ii producirá; neccCTriaiuenictuia onnrqnia ’d n iv m a l, qrie'lfévírtS'il loa Ihtmbres á reatiznrs* cada n n o e h $1} denu'bo., futnamlb 'lífi costo domlo qniera qne Iffs enenentre, asa liando el -pncWo.rtrJíaa lie do en peleones, ItH dererluis, la villa y lofc intereses Üetb^ dúo los «¡ue-se hayan apuesto, A quieran oponerse, A éM» frfup-1 clan de la» hñrimrdB creados p o r la soriedad en qu¿ vívmVMí‘ 'J< Estas son Ins últim as cousuctiencías d e la desamortiiacionV' " No sirvo darte y «ellas, la lú g icad a los sucesos . ucte lltiva á eale resnltado tan desastroso, tan trágico y Ion fatal.’ ..... ¡1 Erbotivunenle. Si ana clttsa jinede esprofrint fi: lit A-lo rolIt;inri,- representadas por elEs turto y por la Iglesia;1lii'ffc'ltosi» y el Erttnilu, en representación de lodos Ins fmnihraif V’ de trtdh’ la ltnmnnidad, pueden^ con mayor justicia, fundados-, no sulú>i» e1 principio de es propine ion A cansa de utilidad púlili’en .ifrnnvdcl bidtreahirgcHsral, que es el que da fnerzn y hace vnlnláfc'tlifcTl^s todas Ias Ittyes ,e*propi a rain indemnización iríngmra i túdas lásí fela­ ses. V si nna clase puede expropiar á otnr/bnjo el )irelP9ln, Tnas ó inraoí Jusliücado, de que la propiedad y la liherlád ileírihddan,1 sin distinción liiosimn, d todás Iw v lu e s , lns i|be *i* vi'nij'citcjtiínidasi'n mis resultados, fundada» en la m isma jnvl ¡cía, pneiifcíiprtr si niiHmaB runliiar en sn ju-oredic» ó éft proVetlio' ’pflbttco, Una partición general deludes los-b¡enie!>. '' ’ ................... . 1Ea un axioma incneslionable, da qtie' ln¿ sotrfoínd'c,giácalíah: como empiezan, no qnedanío tfcl hrtmbre.'iii'Ue' lif’s'niílídñd'Wrii coso que Ir ju stid a que pueda Tsobravivrrnós <Ji> Tlüdlá habré qrte riajo de s e r elérr» e n e t b o n i t a J^oit rifstt1'ijfiré lleguen, en lo d a ssrir p a r t e é réairífttírstn Itfj'ndflífe^ 'édiWfiñihm-

— sao— ■lo de antemano la inmortalidad, antes ile qnc pasemos,, por uues­ tros merecimientos, d disfrutar de la glorio de Dios. El circulo de uuestros desenvolvimientos políticos eu la mo­ derna sociedad, euipiozo en la edad media, la cual dá principio á uueslra civilización y coucluye en d imperio.de Nopoleon. 1 , P a ra convencernos de esta verdad, no Leñemos rple oouMjderar otra cosa, sido que A fa e n a de civilúardos y de progresar, la Francia lírapeeó ya el n&o 4U á reproducir, bajo un plan dia-1 m Oralm ente opuesto, lodos los bechos y toda» las ideas de la ed«l feudal. En esta edad, llamada verdaderamente de hierro, el hombre, huyendo de lodo trabajo corporal, imponía, con la punta de sn ca­ pada, el trabajo, como coadicion , ¿ lodos los-que lograba so­ m eter. Eu la edad presente los franceses, lian dejado sembradas de cadáveres las calles de Paria, porque querían. que &e leí recono­ ciese el derecho al trabajo. La sociedad se ve herida de muerte por el mismo principio que fué el principio de su. civilíiaciony de su vida. En |a edad Feudal, loa grandes señores, apoderándose «le lt>4 bienes.y de la vida del pueblo, comienzan por m atar para poseer. T uhasasesinadoal pobre y tah as apoderado de su liereneia, de­ cía el profeta Elias al rey Acliub que se había apoderado de la viúa d^ lVavol. Qcádúti et msuper ptesedisii.

• lEl feuduliscno mercantil* traduciendo aquellos tiempos por «8los,i ayifdndo da la; usura, comienza por poseer pnra m a la r. P.osf«diífijgtoccidisU. i Gefrndo.fllejreulú.dft nuestra civrliEacion y agotadas todos los tlesttivoltnmientos BConómicc»: y-políticos de nuestra sociedad; nacidos todos en oposicíonal «nlolicisinot no tenemos olro recurspque«nlnegan} 0 8 «ubr#{<>»dc la:religión,>que ea la <jue, tlcddc el sacrificio cruento y dolorosode la crez, nos h a estado esperan-



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tlndiea y nneve siglos, para qne en e1 reconocimiento interior ■•'•••' i-1 El catolicismo:,: es* «a todas las fflMK.asi ecociVuic^s^ccniü política*' y relie lonas de- miesíra v n te v ?l prim er principio lie

— 355 — «Méétrá cftlKiácion y ri Vilitro con¿pet«ut* p a n m tó ü t» « í,l i i l o i <1¿' áus dourtJíé ¡neo ti l roverf ¡bl<sS:y Merosáiit 03,l&tfis Im cuesJte» riéfcJq^¿1iircéhreferencia at Ifírfnlire, á lfr sociedad j i O íos,'' <■< "Y a stihéiíios (|ii« ni ilrl p3trieisfn6, qÜC 9fr rrtuelvte cu UnsatOi ni del comunismo absoluto, qdeiSe'T^n¿lte^tt;fjtT»p«dadifbs© lutar ni ilo Ips difereiklc-i,si$lenia$ deJitosoíía, que se ordenan ea esa cióse de ideas, podemos esperar olra cosa que l.i adoración del hombre por ol hombre, Ea división y ta impersonalidad de los unos en favor de la personalidad recesiva délos oíros. Va sabemos que donde no Imy personalidad, no pnede haber propiedad, qac donde lio hay propiedad, un puede llabfr jakiúiia, y que el hom­ bre que carece da personalidad y do familia, viene A carecer de patria y religión, hundiéndose por flu lodas las religio­ n e s M u s las idtas fllosólica», lodas l.is realizaciones políticas y económica» que aleAlan, directa ó indircclani(jnle, conlrá el cnlolirisino, en ta negación nbsoltila del ser supremo, créondo, ert la Nuda. de nosotros mismos, nn inmenso vacio lleno do pesare» y do fviirrimicnlos, qne es el que coa nuestro verdadero arrepen­ timiento debemos ver cesnr. Estudiad indos los sistemas políticos y econóüucos qué Fiaá nfcitla en nuestra saciedad, los uuos para dar alientos A la r t a c 4 elon y los otros á. ta revolución , y decidnos si eos ellos, ha que­ dado resuello uno ¿¡quiera de los problemas pavorosos que se vloneo reproduciendo ea nneslra civilización. Nada hay qne pueda susliLuiral catolicismo , síntesis acabada d e t ^ n s t y s ideas, y do todas, [as rcalízacieoes de la antigüedad, sobre la» cuales se elera, abrazando lodos los horizontes de la vida^p^esloglie nada ha podido ni puede subsistir fuera de ¿I. Es religión sin descendientes, porque debajo de ella, qne se ele­ va sobre el orja^n dcl^ ñafiado, han nacido toM s los priueipite, , Sjtilo eo el ealólicismo pued^ descansar c í itortibre y rM lizar M I ¡íiH Y tv *¡¡7 - J I M ! .'T7|.i-TTi, r ¡ ! -.S.-ivniiiu rJ, .,-íu Jlv ' todo sn s«i^ porque «dudo, en el verdadero Diós a qnian fepre-

— 355 — ««ula; *1 priocipio, y «J fio iM o d w Id e o s a s , pm^to. se. M l f anegunnfo ¿tem a mente en el cealro iiuu^vil ile ^ v i . ^ c^püra irr&dauipt y J a eom ergenqia, deudo lodo lo ,m> «i^ortw * á l a l e y do DwBi ia gradualmente desapareciendo, b a ^ qo ^uv-

tlar:dflfllIfrai sMjwiecalus Jéspoios.

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... .

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CAPITULO XVIII.



Comotodo lo que b ay en el hombre se repro Juco en lasocteJpd y tnilo Jo que Ltay ea íasociedad tiende á reproducirse en en­ da hombre, modificándose incesantemente el ser colectivo por Ví s^r indi vidual, y el ser individual, por el ser colectivo , asi 'la so­ ciedad como nosotros, no hemos becboolra cosa duraqló diez y quevft siglos! que reproducir en las ideas y en W hechos la prú si(in y uiucrlc de nuestro divino Redentor, y después dé h ib e r atravesad» cargados con ei peso insoportable de nunslras in i­ quidades, la montaña escarpada del Calvario, lícitos á<jtiT (l^’síílando sangre y agua, desfaÜecidos de fatiga y delán largos paífedm ieolos, pricsim os á morir pendientes de la cruz qué coasliluy« nueslra vidp .y nuestras únicas esperanzas de salvación. , Dichosos triil reccsío s q u e , habiéndose sacriljcadív enlerámcqlc por el bwn de sus licrinat\ó^f han Vc1an«n:-4 1» w s b J r ,

— 554— M as y de'su jiiBlí'cia, eitconihlhdaíd sti'eor.utot» « ¿ ib tftljirtíor' j de W asüffiácúsndetttis semejaiUcH. ‘ ‘ 1 (Htb laiilo sncerte £dn niliisfrn cWiltíécírth. Eftestd hotri "snp ré ta a d e la vrdi; lódo [yureceTultrti're, rfetirátofloséde elInTn u.itui'alcza. para no ijudHarle oCra cósfé qtté ef ’ábBllYnreíitó y 1a fiA*i tracíó n , lilHiada por « t r o t e rcmoiMimientos y n tártáW sácü d ídas, que lii van fipPoesImnnJ'o acélenulntnenlé li&cií» el sepulcro. Al aproxim arse un anciano liácía sn fin, es cnándo iiia«'s<j apega á las cosas de la tierra. Laniisnio sucede i nuestra civitilacíony á loa hombres de o titttra civilización. Materializados comtrestamos leñemos yn abierta las cpülttira eif ftutstros co ratone*. Por eso, lodos imcslros hechos, todas nuestras iileas, van A sufrir lio cambio rndicnl. Lo (iiuerli! cü qne Vamos 4 entrar va á s e r el principio de uita nueva vida. ■ Esta m uerte y esta tmeva vida, las encontramos en él eainlicisilrto, cuya doctrina, ponjiio es vérdadora, ’no bfcr vaciado n¡ Va­ riará jamás. Lo que lia variado, lo que varia continuamente, san los (tarobrea, pon las clases, son Ins sociedades mismas, cuyas variarriVnes lodas, se liau operado y se npnrtm dentro def catolicism o, ol «ral, sfn idoutíGearse^n un Indo, en el Irascnrso dé lo* siglos, eoii hingáná institución, que no podía ser la suya, ha tratado de regenerarnos á-lodos por medio de la Té y del sacrificio, que han Sido hasta ahora su única snlvngnardia. Poi* eso ha aceptado bis hechos consum ados/m archando con e1 espiritirde los tiempos, para sacar de todo saludables enseAnnzas y el mayoir provécbíi en beneficío d* la roli^ion, que es el mayor bien ¿ que podoirww aípírar. dejátidünoH sicinpre conducir por abestias e s p e ra ría s 6 cw intobay demB9 hermoso y de m as arrebatador en nueslres TnTurt»* ttentioo». ffosaUta^acómodonAoflóS'á-efiU H u c ad ee o n d u etii, qne es la frníéaraae'oable'y ta' im ita, md ' ta csal boa parece'posible delírrer

— a&5r— ^ Pr.ít>ivlepic¡a.qu.Le«d<*la p a i ,-cjv u|iosaros c o m p á s» ..JLvrüM», pelo conseguiremos por la justicio y eí ttmor, lisic^^-y n^r^lft^^to iiBposi|jlft.quptq*fld)Wí«arregladas naesírQ4..4ifflr?nclf's1 ^au3^,porrarn a de nuestros discordias y de nuestros males .q u e rs a jie a e n j^wTMlacifltodpk nadíu vej.o^#iuafariial«uB¡d(id ,,,19» HtKfc.de I09 .«¿«usi '% J * ,tfjvr% jtprsfi fiftae * h serrieio., do;la. n tos#. ■> Lro w n

fottelnye pof riomreirlfHe ertToe»tti;’EI iflpeefaff de ia Enera* y Iv fuerza del'iférecPió, éjtfeillda q tío to d o d lm an d o q m tfta p o y a rs e eri el los i 'ctinclnyén p o r tradutiffW élu n o p o re l otro: stn:(jua, uadio ¿eft cap n id ed íslín g n lrlo s. " "• ■....... '■ ' • i 1 Nftic(iilo:de miéalro!» leclotes deses d comunianioi La! id e a r e de qnfe está sistema pirili
— 857— ■o tiene cariAo-á su trahajo,;no$a recurso que esqailtoar la tierra 4 hacerla cada T e rn a s improductiva, devolviendo i au dweOo mal por nial. Asi pues; h¡ es de necesidad social lim itar Ja libertad de ca­ ria uno, eon el objeto de que todas las libertades m aa.am paradas por «1 p rin c ip io d e autoridad civil y por la religión, *úo que¡uadie su ven esclavizado por la volnnlad de oLro; también es do neccsldí«cl Social lim itar nuestros deréchite «obro la propiedad , en liiriiiinos, qué siu perjudicar absolutamente á nodie en

mi

pro­

piedad, podamos lodos, por los esfuerzos de rncülro trabajo y de nuestra inteligencia, llegar á ser igualmente propietarios. La usura es para la propiedad, lo que el asesínalo para el hombre. Si mi ciento por eieut» mala de mi uolpe á cualquiera propietario, como uno puñalada asestada contra el corazón ; ,itn uno por-cicuta será para la propiedad loqueiiu palo descargad» sobre la espinilla,, puesto que la diferencia es en cnanto al iuaso al menos, pero uo cn.su esencia ni eiicuanlo á lo pcnnljdqií. La usura so funda en la ecsistencia del individuo conió iiegácíod do la aociedad y do la rcJigion. t ' " ’ Pues bien i para,que, U sociadad Jf la religión, sean; )o qite de­ ben sor, eu cj hítrqbre^yel hojiihrc sea, lo que debe ser, éii'la •ociedad j la religiqn^ca,preciso ijqe, ap o v ihdosécadáona de

-3 5 8 — las parle¡s en el lodo, y el lodo en cada iuja d eías partes, la.usura desaparezca por completo, Suprím asela usura y. ©1 im perio, de Satanás, qne se halle esta­ blecido carao cealro d elndas las negaciones, quada aplastado pa­ ra siempre. Suprímase la usura, y e o elre in a d o d e D io a y de bu justicia, (odas las demás coms u o isc rá u a ^ a d id a s. i ¿Córao evitar el inmouso cataclismo que dos amenaza y pres­ cindir de la, violencia, que parece se r la , columua de fuqgq que {¡iiííi d lodos los hombres y ¿ lodos los pueblos, siendo este el [Ate­ dio primordial do fundar au e c sislc n m , lomando asiepLo en los banquetes de la vida, para m arcar coa sus pasas uua uueva Era de civilización? Muy fácilm ente. Que los que han renunciado áS alatiás oomo crisíiauos, renuncien, A la usura para vivir en el aujor de Dios y «lc su próginio, observando los sanios raaudauúeutos ycom icado el pan con cl sudor desu rostro. Sola i (ís {6 precio hubieran, sido siem pre respetadoá los deredios de todos los hombres, de Lodas las clases, de lodos los puor Idos y da lodas Jas paciones en general. Lo que tío se lia hecho basla ahora; ¿porqaéno nos apresurar minos ú hacerlo,, conjurando ta tempestad que amenaza arrancar sus cimienLos cuanto los hombres fabricaron sobre la haz de la tierra? Todos los derechos adquiridos hasta el presente, serian res­ petados, en cuanto uo se opusieran A que todos fuesen entrando en el goce de lodos los derechos que la sociedad puede conceder á todus los in<\iriilup$ sin perjudicarse eu su eexistencia. Los jueyes quedarían, por este hecho, asegurados para siem ­ pre eq sus Ironos couipcenlra inmóvil de la sociedad. .Fycra.jlC jjofSjei^y, <mj,UmÍ9 aquellq que se renueva, gireiuki •Ic^rp «J^eJo ^pqedait* « i Uta res, magistrados* eniploados públicos do tad as clases y ea lego rías, serian;, míeptr^s

— 359 — vM «seh, reépeladas en sns p u e sto , tépáradá9, á'm edida de las Tncanlos, lodas las injusticias, quedando Tos que hubiesen subido injttstaniente sio méritos y sírt antigüedad, los últimos de lados paro aitc«nder;siendo enteramente desechadas'Iba grandes v p«qnefras nulidades quie nunca supieron cumplir con su obligacíon. Todo quedaría asegundo menos la usara; y desde el monicnto r t qna ftiMe abolida la usura, quedaban asegurados el mío ea'el ülTO, p a n siempre, los principios de autoridad y de l i b e r ­ tad. " Respetado cada u«o en su propiedad, bastarla que el Calado aefMláse mi ■plazofijo, para que los propietarios dispusiesen, como mejor les pareciese, de su propiedad, pasndo el cual, loilo él que. sB cncontras« habitando nna casa, cultivando una licrro, ¿Iriitmjando on lina fiihrica, adquiriría el derecho da hacer Kuyá la pro­ piedad, ln3cril>íéndo1a‘cn el registro qne cada piiebfo deberla foimar* como seüor de lodos los bienes que so encontrasen dentro dtt los liftiilesdé su jurisdicción; proccdréntlose, medianil' csio re­ quisito, á lo tasación pericial de cada finca, con el objeto do <¡u^ la autoridad m unicipal, haciendo solidarios & todos los vecinos, asegurase i cosía de ellos á los propietarios, él valor rtó I;i prupiedád q u ecad a uno hubiese lomado' y de la cual cada ú n n serij individualmente responsable hasta cubrir todo su ¡toparte en anualidades. ■ El mismo derecho adquirirán los guardadores de ganados. Pttr manera que al cabo de veinte aflos, tu dos, absolutatninlu to­ dos, mediante la condicion del:trabajo, podemos llegar á ser pro­ pietarios de todos lo» instrumentos y de todos los ¿liles ile nue*tro* respectivas oficios yprof«¡onrei, y e n d Lrabajirt'cne'r sSlidainenle asegurada1la propiedad y ln personalidad dri'todóá nue'slros descendientes i sin q«te: uluguuo pueda, ctih lflg iiñ 'ijéítíp iy lbojn ningún prtlestoy vivir á costa ln prftptodad. ■ -••-"Uw'l

— 300 — As! toiiíd'sito tín él baotismo católico borramos lao n lp a ori­ ginal, i(ue en nuestra cualidad de hombres^ es inherente ¿ toda la 1111 m íinfi J ;itl,,ra eíi portel1 báutisir» político «pe proponemos, putfrfln'idJr1lidrrá;¿ la crtljiá de orí pan ffiia J e j^tAr-as é hijos nos i>a Ira*milltln la m oderna éívIIúbcíoü. iio quedando despuflB olra cobb qijo purificar que el hoiubre, en loa acitos-i u turantes A cada indi­ vidualidad; no siendo la vida pública y religiosa t u u quo na redejo de unéslra conducta, privada, y nuestra-oóndncta privad* de­ biendo en lodo ser nn reflejo de la justicia de la sociedbd y dé la «existencia de lo religión. Dios es paciente purqiie es eterno. El pueblo participa algo de la nn im ale za de Dias y si queremos salvarnos á nosotros mismos* N^Tntido, en euaulo cabe, 4 la civittíaeion. á la c u a l le debemos el'ser, debemos enc6menriarnos á su tó«ericóráia para d eten er el brazo infecsorable y poderoso de su justicia. Veinte affos. de transición, entre lo que se está concluyendo |iór momentos y lo qne de una m snera ú otra, liene que nacer, son lflá suficientes para que todas las iniquidades de nuestra vida actual, se vayan retirando como otras tantas sombras que oscure­ cen la brillarte* de nuestros futuros destinos. Los tpie Tiren del privilegio d é la usura y ao están aeoiUira-* brados 4 vivir de su propia sustancia y de s n propia vida, en ia cuniun'íon de todos sos hermanos, tienen con veiuLeaA u tiempo (iufléicfltc.si stin andana?, de concluir tranquila maulé sus días en lit posicion que ocupan; y si son jóvenes, llenen tiempo suflefenlé ifu a ^ a d 'd r ’á sér ütildi* í la ¿oeiedad en cualquier oficio ó proíosión que ^ a s Sca ^ Su fliínidOj dejando de corrom per las cos­ tumbres ¿áfiíib a vifla'‘dí&ipafla y licenciosa-, uo encontrando, «umo US ¿hbádiirarttt, ert' las 'clases néeesitadas'y menesterosas júalluWii'^ufe ié dé/¿ corrom per per nn pedase de pan. ‘ SupftfiiidósV ef á&b por «1 otro, estos dó^-entremos qne vician tóílaj o Üé¿Üis' ^tistbm'bt'esí1pttBI iCih ’y p itfra d a ^ fc » TOrdadora-

__TJU —wl —

n íM to fv o p itf* i4 W i!q u taafctaq u M * Q n ;|)A ^u.lr«l^j^tlcqlü«arido^u pmpittdBd^ ganorian el cieiLW¡por cíenlo, ,, ,r i E« (J orédilo graluUür erjcoalraíiaa nueflwn, ^ g a ro * ,^ é Ber «npiofi¡*iloH'iior l«-,fcv»r¡cia.ile loa espcmilstjorífa,' líia c q a ^ , »en tnilo i w lU‘aiti)slpo« bl pobre, .cnanto q u e, cale llcgp á U^-, l l t r a n i e i necesitado. Ensogando lugar, bastaba que Asustiijop, lea ew etoaaa- A trabajar 4 lo sed n cíw n para una p ro í^ jo n p ú U íc s; parq «petado*. Uviesea colocado a, y en la cqlocacion dfly. 4hdbs Ire hijos de familia, eocaptraBca lodas las mañerea que luw s e n vocacion para el matrimonio, qnieoes 84, efccargaseade ellas.' No M w t a * pRm nns han nacido para el m alrirnonío.C itas n o so n llamada* Jl. el por en naluraloia, o(m« en la vocación ¿ q u é boii llamadas pn# la Providencia, neiy»ilan prescindir d<3 la f.ir, mi lia y de los cuiiladwrdornétiliflus, para unlregarso cal^rauiealQ Aila^iencifl, 4 la edneacion y á la caridad. ¿Porqué la socjqdad no 1a»h&ide dejar 4 lotlaa es lab personas abierlíis ..«^ten^ión y ^ conservación á la so d o d ad ; despapa 4» HJpS, cl^p g cu de l g a s eo8w radio»iejila iu4elisenci«.dfti individuq, el cuiji, eq s.1,1,ci­ vilización, a#,adelanta5iem prs4fa.áv$i?< ;ion la |}jipi^d^,iK U n a ^ e s u s g u ra d a J a sociedad en su* j i ^ o c j f t ^ a j p ^ i ó s . ¿quibn 9*ria«í paastíe 4 w b a r ^ , « ^ i w . ^ |w ^ q r e 9 í |^ í |‘p'

-362doslruyondq los principios'de autoridad y do libertad sostenido* el uuo porel otrol £1 edillcio ccouómico, quedarla terminado, haciendo I»socie­ dad efectivo la garantía del trabajo y de la propiedad A todo «I mundo, lo cual se conseguiría iuler|K>nieudo siem pre su jaslieífr ea loa. cambios cutre los compradores y vendedores; porque* uo babieudo usura* lu equivalencia de los vnlures queda para <¡em* píre:aseguroila, siu otros alteraciones quo las q»R vengan de por* lo del trobajo, que quedará cada voz mas emancipado en nues­ tra inleligcuciu, de la parle material con los progreso» de la civilizaciou. Establézcase uu bauco municipal en cada pueblo, uu baiio^ provincial, olro nacional y olro internacional que se relacionen entre si, y sin violencia ninguna, el cambio de los produclos.qiradawiiitnci piulo de la especulación y dala usura. Capital «lo los bancos, todos los intereses. muebles ó íumuehlin de los particulares; en una palabra, lodos nuestro* intereses que sean m ateria de cambio, de producción» de circulación y do cuusumo. Ya sabemos que la circulación, ó el cambio do los producto* mueblas por los inmuebles, debe bollarse enteramente separada y seguir un curso- diferente que el cambio ó circulnciun de unos productos consumibles por otros 6 que el de los ininueblcti en­ tre si. I*u«» bieo; locante al cambio misto de los inmuebles por pro­ ductos consumibles ó circo lablcs como el dioero, cada pueblo, en so inikpeadenciu respectiva y ea la praporeiou de sus fuerzas, iecupernrá ¡nccsüutecu«nte y ¿ ju s ta Iasueto □ la propieduil de líts ^oilicu lu res que quieran desbaoerse de ella, 6 dejasen du trabajttrla'pQt^olJus uiisniosj cou el ulijuUi de cederla por el mismo p re­ cio 6 los que quisieran ecoargaraecan su trabajo de hacerla pro> dnctr. V no s o b debe t u a r e*l« cada pueblo, garantizando i lo-

— 3fl5—

dofr ¿lis vecinos el valor dfisu propiedad,. crttíMrunavordflditra *r>» cieilad do socorros nililuos, sino qiiu también está obligado;, en ln proporcioii de ¿us tuerzas y d« los recursos de lodos los veci­ nos, á <]0 U r «le habitación y de terrenos ñ todos los qne lo necesi­ ten , compraudo i» otros pueblos y lo* pueblos á oíros provincias, y las provincias á Diras naciones, el terreno quo á estas no lea baga Calta, para ceiltjrsolo n los q u e lo oecesilená pagar ea vejuta aiinq lijajes, quedando m a n ir á s Unto hipotecado álacom unhladj biyo. la responsabilidad c rim in a l de nquullos q u e lo liayau tama-* do por 6U cuenta. i ¿Qué es, qu<5 defee ser la autoridad otvil sino una sustitución tic la autoridad iwUernal, aüi como la auy>rídad «ligios», no r* otra cosa que una con tinuaciou en mayor escala de Ja autoridad civil y de lo autoridad paternal? Cada una da ellas, obra eu un cBmpo separado, pero culteramente subordinados el nao al otro* como el hombro loestA á la sociedad, la suciedad 4:Iaüum aiiidad y lodo lo q^e ecsistc 1 Dios. Si la sociedad no se constituye de este modo, carecerá, coma basta -ahora ba carecido, positivamente de objeto; y lo que careee de objeto ello mismo se desmorona pur su base. Constituida la sociedad, como debo coiutilnirae, la libertad ngee por si misma. Todas lus trabas qne en el dia euoiienlm ulos tostadores para disponer de sus bienes, desaparecen por complot to. El hombre es libra para disponer absolutamente de $113 hie^ nos, castigando á un liijo, eligiendo á otro, para que eu el tra b a ­ jo y «n la herencia, se perpetúen laa familias en la bouradez y la virtud. La desheredaron paterna esla compensada con la heren­ cia de la justicia quo nos debe Ic^ar la sociedad, para que >nos conslitnyaniM en Ironco dunuevos auceparas, á quienesdubamcm enseüar á vivir de ellos mismos, {inra q u e siempre* en lódo^ififu^ pos, sean útiles á la religión y .4 la humanidad. :> «•••». Cou respecto al cambio ó permuta d e una propiadaiKpdr dfeh.

— 501— ftódá tw enfos iju e 'h a b la r; pero sJ respecto a) cambió l e unos p ro d u t í ^ ' f ^ ’Mrtw. eoiisliluyendo, como con&iituyea la esencia de nb& trfr'rfflrcon've retal.

"Lá justicia M ífitm ía, A sedestruye toda ella, por «1 comef­ río,’ tjttft ei urihínnrion social de \» mas alta im portancia. DejW lo cn manOs de fns psrlienlarcs, es poner la-ecsisteocia da la soc’ieíad y la de lodos los hombros, á merced de todos los aseaitod#, ffétOtlM los ladronrs, de todos tos sodomitas, de todos los adúlteros, de lodos loa corruptores, de todos los idólatras, quie­ ta s s í oprestira ni it 5 lineemos cómplices y victimas de lodas sus fniqnldfldes y de tortas sus escesos. Tódó, iñen&s esto, debemos consentir.

¿fcóhio estableceremos un banco que sirva en eada localidad y éfl lbdat tas Toe'úlidádcs y ntcloncs re u n id a s, de ceulm de irra dacdlón y'dé Contcrgeticia de lacirculacion de lodos los valorea? Cada piieH o, debe establecerlo por si mismo , pueblo <|iio el eóirteirroi Afectan do ¿ ln sociedad en g e n e ra l, afecta inñiediaU írteritfe á litó in lo m e s pnrtieiriarea. E s lta p n e s , buscando garantías p ara su trabajo, p a ra su pro­ ducción y p a r a r a consunto, deben cadB a ñ o , cada ires ó cada cinco, después do haberse asegurad*) de la idoneidad de las persottae encargadas de las funciones com erciales, Gjar , nn solo los artículos, cuya producción, se jn n su cantidad y su calidad que­ dan bajo la goranlin del reu ciad ario , sino el precio de ellos, li­ brem ente aceptado de an tem an o , teniendo en cuenta el trabajo qnp se cniplen en producirlos , los m edios de com unicación cou los demos pueblos y Ins circunstancias de la localidad. Los productores de objetos no garantidos serán libres en cada localidad dé váaderloS al preció l e p uedan h donde les acom o­ dé, pfrdféridiilrá contyradórfe» proporcionárselos donde lea ten­ ga utas cuenta ó Iqw fabriquen m ejor evitándose de este modo toda t i r i t a de ¡rqnsttp'privilegior,>eéliinaláji(lo«e iodos, sin que na-

— 505 — d ie se rea perjudicado, por la lilira ^ o o c iiiT A p c j^ ;^ ,^ !; IjQpf aplicación á lodo» los iuYonleres, porque nueíUrtófju/^Ru^iuven,los nn lia p n sido adqniridns por In socicija(l,nji sus, ^ y tu tp p Q r dncto* pa rán id o s, ellos, e a esla porté nuda lieneu qim w jr cfii la «ueithJadul In sociedad con ellus, siendo, ewui* debq d
recompensarlo?

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Ucftiiullo el |»rahteaiA d e l cooierpio ilo lipnibrcj .y jo ^ n b c e ,

¿cório lu generalizaremos:, eJeváudyli) $ «■«!««.



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la^ o :

Oftda poblatron¿ ea sa xonjiinlo, esntoMiyAcpjeñpiaoiiil&id» y

con rcsp a clu á las üniuas, uua personalidad distiaU t 7 enl«rato«li­ te independiente. Lo que lian hecho Ins vecinas de un pueblo, q ae lo hagan to­ llos los pueblos ile una provinria p o r medio d e s ú s representantes, y después, da la m ism a m a n e ra , lodas la» provincias y to ja s Ins sociedades entre si, hasta d e ja r coiuliluido, b ajo só lid as bases, al couiercio nacional y el internacional. Lo bastará ¿ cada individuo sab er, tanto lo que ba entregado á la jocicdííd cu vnlures, como lo quo ba recibido do ella* para qne el Debe y el Haber, y todos los libro3 de cuantas, y todo* lo* batanees com erciales, queden aprobad os, ó e n olro coso bnscor fo ruspuusabilidad y castigarla con mano firme donde q u iera que se encuentre. ¿Diréis qne ia producción no es igual en todos los paisa*? firoclivnineiile, Inmpoco ahora lo es, y esta no es una d a lo s m u d io s dillciiIIntica quo atorm entan al com ercio y 4 los h abitante» de los difercnles países. L oslm bitantcs de un pais cslú ril, necesitan m ayor territorio. La industria y la riqueza pecuaria, y el aprovecham iento de loa m on­ tas, miele 11 hacerlos de m ejor oondiciou que á los habitantes de rürüles couta reas, quienes agotan un trabajo incesaute on on p e ­ queño pedazo de lerreuo. ¿Vero será esto uo obstáculo para que el com ercio leoga lugar cu equivalencia do valores? De ninguna m anera. E stablecido eu c a fa pueblo, cuu en tera iudependencia de los dem ás pueblos, el precio de todo? los productos, al lénuiuo medio del precio de los productos-da tudas las localidades, será el precio com ercial de toda la provincia, y e ste e l que rig e en el com ercio de unos pu&filos con otros, sieudo el térm ino m edio de los producios de todas las p ro v in cial,el que rija eí»¡toda-la; nación, el cual 4 la vez, ten ­ d rá que--S111(Lúiiarsc en los térm inos m edios de los dem ás paires, p ara que ImiM lof-sobrautos dc u n .p u eb lo , de nna proviDeia y de

— 387 — uno aacion, entren sin obstáculos ningunas en ct comercio inter­ nacional. Monetttad ahora todos los productos y tendréis la creación de loa verdaderas billetes de banco. Ei que presenta su trigo al banco municipal com ercial» el pueblo ifoe presente los-m is dios ó diferentes fnilos al banco pro­ vincial, para que desde aquí vayan subiendo al banco nacioitht; ¿qn¿ deben recibir eu oambio? Billetes de banco, exactamente re­ presentativos del valor de los géneros ó de los frutos entregado?, con deducción da un medro 6 de un octavo ó lo que sea por cien* lo i que en cada aperaaion qnedara como pago de los funciannri»*, estimulándose m as, cacando esta utilidad de su trabajo, que no cobrando fijamente un sueldo, porque les harin mirar con inriiférfiiicia l« circnlaoien de los proiluotos, que por niiigim título, ni bajo ningún preLesto, debe nunca paralizarse, pora qíic los pue­ blos y los iniliviflnoH, uo solo no carezcan fie las ertsas mas pre­ cisas, sino de los de pnro lujo y pura vanidad. Batos billetes de bauco irían quedando cancelados.A amorti­ zado», á medida que comprando carne 4 comprando ¿alzado, se los entregásemos al carnicero, al sastre, al escritor ú al zapatean, al empleado público ó al gobierno, quienes se apresurarían á de­ jarlos en ei banco, que los inutilizaría, en cambio de las coso* que furman el consumo ó el atiinento de la vida. Verificado do tiem po eu tiem po un arqueo, A balance gencrnl de loilo# Ins brincos, los que resultasen ser acreedores de los ban­ cos, recibirían sus alcances en el dinero qne necesariam ente lea habrían de en treg ar, los qne, careciendo de billetes, hiilm’ftrn entregado á los bancos, en cam bia de los producios e s p íte o s i la venta pública, moneda m etálica. Todas las cuestiones do lib re c a m b io , da 1 ráh ajh | lik#&~; '<'fc propiedad libra , de aistemaTe8CriolÍT(^protpecíefri*llEi;qtfW ;tri eaternaieaLoreB ueU asconfoque'acaba'rrk& dé-C Pprinef'.'1 ''-I* ■

-se a —

' jl E{ll^é''¿JiriíblVi,,''il5 puéit*'stít" itttaíá’Miria ¥«rd¿dr»lW ^»d» constantem ente asegura (hTa‘ fíbuHadile- lo i veniled6l*« iy>'l* dc loa

W ftfós'W rriiW i*;'qtáft!iíl’‘los unes* w l'liw 'M ros,

jiueiÍBÍf ¡ta e líi1lo f én' hVfi !^lh 'liáttpel 'f-fxé 1 ti ítíjtw eattUppcirqae ‘^¡ ¿¿ ifu'ii^'áb^ ÍM t a ’ niHiíoríi^iíe t|rtícün; :A l(i*«iio*i lai títotrtHd, ya n o Íiíry' íiljptí eartiltlo. ¿Qilé in* y«fr ¿ton ciirreaeia ppdemus irpelé c c r, qiW laífti^iíodtfinóS h a tc rn w ¿un d fra ln jo .-a lire jliriia s y «in iqilfe'nadie ptiéda sncnmos do .rtue9trti ^personaKdrnl? f i l e t e trá"bftjé nías v i o haga m ejor, de b cairtidad y dé la c o t lid a d ^ n 1 cató s f r tiip r e 'm a ^ r prócif». 1 ■•■•■i. -■■" jji , • Sin «m bargo, con la aboffcion d e l a n s u t u f él estoM eoioiiM ■lA' Ü é'c'trttrorsóíiiB lis de efiiflflrcb, püéfcveiiitM ninndo-qoleni ol libW ciírub;io,'^QiV|uo lo aceptam os en to d a sm * p arlea. ■ E ^ e ^ n f ty ,q r te d W ¡ n o d c n n ? u e M 4 ,« o < f u c n < é v e n d í r i n a illé‘jttfa1ííiira'tbs

su r

Irii Ids, teitíendo l i seguridad de

úl.niii-

rtícíji'1d §é íóiá' pá^aí'án]pji>r, y por c o n s is tie n te ;n a d ie -tóflipafco pHilrrá víífiiJer fiins ¿arn prtrifirí m> le ó n tilríaaiu £ n ii com prador. Siu em barga, el que quiera proporcionarse d« o lra p a rlé lo que ftecfestí¿,í!lfbréséTfi sten íp red eh acerlo » p e ro tó h u rí A *u riesgo peftlííimfo5

mi ládb mas de lo qne p e r el o tro podría 'gan»r,

éíAufn itin r rafb cl fpie haría sem ejante ro s a , p o rq u e

á nadie lo

líntfHy éüehl'a. ' Lo que sucedería enn las viciaos de nn pueblo, sucedería con todos ios pue tffos, con todas las provincias y toilás las naciones; d é ' iiiciilo qnc a riiró rto 'lo s precios particulares sa n , como deben eéV, l a 't á s ^ >dél (freció, cada VCe> roas generoly da lo» pruduaUfa; ¿éí el ^recW % ¿ntr*l; unB re* e s t a b l e e ^ v esd ria i

modiflear,

p e r la iaWicttTí'eiírtfl'dtfaiios prodúrctorea, ¿ sa n e * p o d k lo s , de anos p r tr ín e lb g ^ tie dnta^bfclohMi eóii W rw , el precio d« toda* tas *ndte,litD¿¿jrtiy» Tiec*A$»mheile’ lo d a s e lta s lM inifulacHMi ,y su i^ W tíí^ p V o ^ d o n ^ iíW d /i^ g w a lr«todhsiefl>
«aaaiauaki$ il* le s a lid e iy Ia$ w stü flsA g ^ l o / i ^ i 'j r a ^ E l ^ qu» lanrfttenaJutan ol p rc c ií|J?.lps|U (o4‘‘cJ.(JSf................. ... , , >i P e r loitanlOti 8»

p r ü J a r io ^ ,J f il líjbfo eamjiift »,« r pueden

ecaigjruuia Amplin liUeiMad» mu, c p lo p rs a ci* ^ lije rla ^ p p ^ ic ju a M »awm|»e¡iM »p¡(».y«M .itaw, l*i|ipo/&joft ivw M vJoji ^ $ [ s j e m a w elriotivo p«e4w»»,6in c o p lr^ e c irs e ^bí in ic u o s , qgsiflir m a jy pett geranl i*s, Lus fiipioa. ., .. •¿QueitoUiMwintfadebíentrfQue los b n ^ p o r ^ i u ^ a .c u ^ n ^ i

la aociedad, mk»*o l* pwp&rcion dc nueMros.recjjrBOB. ^ i iwjfls pagaremos d o ^ lre s , « en veces mas dolo que valep, coiqo lu,* ■pagamos con la usura..Asi, eu Jugar de.lUvar Ja, cpulrpl^ciony la* carea Ha i lodas, parles, nos liatfn diafrular da maywrep cooiodidadeatiaiu altarar el precio de las cesas que butiw ^P .eu ,ni,vfll «eleadiúidoae en Jodae direccioues. Concluida una vía férrea pur la sociedad, que.es dwde&e,en-caénlrae lo* recursos que ahora, e o jiu e ata cuiaa^.dqaaipgen manos de kü particulares, ya do hay derecho poca eobraí iJq s viajeros y A las mercaderías mas que el precio.de «ondpccioq. y no el precio del camino. ¿Qué cuestan los empleados de la vio de Madrid A ^p Leaci^i? ¿Cuénto Be gaalAGailftdiaien.ell» eulaa.viiyesquese^pfln.dejw n ponto 1 olruT ¿Do8.mil dacosS iSpadqs, lo*. vi^esud£ie d w i;p w n ^ 4 ^ ^ l ?PjQb*s

de trasporte? Si ea u i , basta que paguemos, y q w &>f ia d a s iseg w e. n a - t o p u e ^ f l K ^ ^ e - ^ b ^ r j 0, á M ® *

afaon afrlbm apriaierareias^ p ^ q u e ^ A l ^ U a ^ I,p i* '» w ,° '

47

— 370— tilin ta , aiao bnitcar siem pre lo m ejor, que e s á lo que tienen de*» racho los que cam inan *le un ponto á otro. 1 ■, D« eata m anera en C astilla, las arroces se h allarían t¡K¡ Inn barato* «orno deben valer en V alencia. Tam bién ahora se cncnenlran en todos Los pim íos «I mismo precio, p ero e a acomodándose al tipo d« latare& tia jK,n<*ralwpinn'tüHtla por la nsnrn y por el modo con qu e m construyen lo s fer­ ro -carriles.



Anles-comprúbaraoft ol a rro z ea V a lío e ia i dos c u s r tw lib ra ; ahora á ocha. ¿Se lia cuadruplicado t i jorn.nl ríe Job trab ajadoras, p n e slo q u c el precio d e lu d a s las c o s a s s e

hfr r.undrnplíoado « i

la misma proparoion? Lo m as que ba h e c h o -h a s irio d u p licar» ^ nertsriam oS sabÉr llítodd bay un p u n to e n q u e se haya triplicarlo, se p u lta como oslam os do qu» nadie nos In eeflalarl. P n ra b ie u ; con el doblo preoio m entira d o s n jornal,, el pnoblo no finado com or t»nlo arroa, ni taqlo trig o , ni b e b e r lauto ni'Mío buen vino, ni vestir, ni h a b ita rla casa qne anles b abilaba. Claro esv qne los arroces de Valencia no tcnian tanta anliiln eomri In qne ahora tienen co n lo a ferro-carriles. ¿Pero d ta tle s a b a íla la com pensad*»’ El arroa y el pan se han encarerido én Va­ lencia y n e lian abarfllfldo los jo ra a le s /e s ta es la verdad. El con­ sum o délp esead o de nuestros m a re s, e sta b a generalm ente lim i­ tado á los pueblos m as aprocsim ados á la co sta. El pescado ha hallaba "barato. Ahora so consumo se ha hecho general en todns las grandes poblaciones del interior; pero es á un precio que so­ lo os t i al alcance de los capitalistas, para quienes únicam ente se han inventado los Ferro-corrí les y todos los progresos de la civi­ lización, obligando eon ellos aJ pneblo á que opte e n tre la escla­ vitud A ta.^ívb& rie, , A. noa<4t|a .qne.se.mulUplican nuealrosrnalesj.se multiplican fw nbien lw «pediotnw .Q ue sa nq* certWeeLe.á e s ^ p te g u n ta ; los

bailas do aguas m inerales so a pani c u r a r á lus pobre*, 6 tulaiaeu^ te á los ricos? ., . i K Ul grado ae ha llevado la «speeulaeiflii ¿ubre n uestras eu lertuedadus, que los que no posoeu una grande fo rtu n a , deben pre­ fe rir m o rirse, Bules que a rru m arse, dajoudu i sus fam ilias en la iadigeuoia onda m as que púr b a sc a r en fa c u lln tu o a d c fam a, en específicos, coya virtud soto g aran tiza el iuveulor, ó en las aguas term ales, un a esperanza de reco b rar la salud. rfQuí adelantam os con q u e el gobierno fije e l precio de las agua* y . el de los baúos, ei los que especulan con nuestra salud, a n u m p a d e c e r e e d e nosotros, eujpiezau por orruiim r á loa quü pudrían ¿aco rtes concurrencia, para calzarse cou el Qionopolio dul tefreuo, con el de los allm estos y el de la habitación, ejercitan­ do á la lus dol dia, cuudesprecio de lodas las leyes divina» ? hun ia n a s,u ii acl»,do despojo q u e debia pesar rtoblemoii lo-sobré su oaaoiracin, porque con nuestra salud, nadie, dd un modo tau atroz y tan indigu.3, lieno derecho á especular? ¿ E s este el libre cam bio que nos quiere» Jarlo» econom is­ tas? Kcaisliendo, como ecsisle, de hom bre á hom bre y de 'pueblo A; pueblo, ¿ se curarían nuestros m ales, U aciénddo esleusivo ú to­ das las naciouss en geueral? ;\o , que se lu u llip licaria.lau ta, couto es |a distancia social q u e m edia c u tre un hom bre y uu pueblo, c u ­ tre uu pueblo y uua sociedad, resultando que uua nación ven­ dría á m onopolizarla vida de las dciuns, sum iéndolas cu una m i­ seria, tan espantosa, como u o s e ba couocido loJoyia, ui es posi­ ble que se pueda conocer, porque á la m iseria individual y á lq m iseria de cada pueblo, añadirem os la miseria de la suciedad, re ­ sultando tres calam idades m ultiplicadas por si iuisinas en lu gar Je una ó de las dos qúe ahora ledeoio$. ¿Necesitarem os capitales p ara que se nos haga ju stic ia , y pa­ r a que se rem uevan todós los obstácülós. queaiiÜIaii áe'írtíAó to ­ dos

dé los io d m d ftfó y lOT'deíeíjlftfs d# la fcttfcdad?

— 37-2— Efectivam ente, necesitamos capitales p ara vivir, para tra b a ­ ja r y para s e r lib res. Por eso, ahora, los buscamos sacrificando nuestra vida, In vida de nneslros padres, la d i nuestros h e n u a nos, sacrificando d naeslra pátria y á n n cslra religión sia que nos a rre d re la venta que hacomos de nuestros cuerpos y d e nuestras alm as, con el objeto esclusivo de ten er dinero, uu solo p a ra vivir sino como m edio de abusar de todos los danés d e la nalnralesn. Econom istas; vorfotft» p a r i ' fofo néeéátiais esp ítales; ¿pero, para qud? ¿Para que cada uno de nosotros sea dneAo de su p e rso ­ n a, do su profesión, 4 de su tie rra y de su vifia, constituyendo de este modo la felicidad? Pites empezad por su p rim ir la usura* y cnaltecereis el trabajo, que Inn repugnante ha llegado á se r, ago­ biado con las cargas inm ensas que le ha ido imponiendo el capital. ^Necesitáis en pífales? Suprim iendo la u su ra, los que viren da ella sin trab ajar, dejarán fodó lú que perciben en favor tl« la pro­ ducción que m ultiplicar A sus portentos; y como directo 6 iiitlircclpm cule, con esta supresión, quedan todos ellos ot>ligados á vivir de su trabajo, en lugar de cuatro, serán ocho los que trab a ­ je n , relio entro quienes se rep artirán las cargas públicas, que ac-i rian menos pesadas y m enas pesado el trabajo, porque con m enos tendríam os m as; y la instrucción y las comodidades, q u e áhorá nos fallan, las tendríam os de sobra, y todas las m e n c io n e s y to ­ dos tos descubrim ientos, que ¿hora, lauto á nosotros cómo 6 los mismos inventores que tienen que venderlo lodo á los capitalistas; uqs

dejít» sin qoe com er, y que son la desesperación del pueblo,

.seriou un mcdjo poderoso para la em ancipación dé nuestra in ­ teligencia, acreciendo m alerialm cilte nuestro bien estar de dia N id ia . , . . . i :. T.¡ , i. • i n, i , ’ , . Est.is cosas y m achas m as, la sté ri tiremos el día, no lejano, en ((ne c ^ ^ t u ^ n i o s de una tez y para siem pre ¿<Jn lá a su ra . i i J.. i. - '-'i* ‘íI-{ . , <’•'?:** -f .»I111 Lé| JI'I ];| j-ti—rJ *•i i: .(; ;* | í, i, m*i[■ j ,,, x ,

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CAPITULO XIX.

Resuellos en principio ledos los p ro b le m a económ icos, en ello» daxcmiso lu aoluciun, ó la realiiacto u , de Ludos los problem as p o lilla s y religiosos. El funitu sem eja«l« á la forma y la Turma sem ejm ilc al fondo ile Uitlus ios yü|jiei‘iiosr se resuelve jior siIn do» cstrum ídm lcí, ó en la m onarquía puro, ó c o la pura dem ocrácia* El circulo es ilu h ier­ ro., Siem pre cam biam os del hom bre A la sociedad ó de lu s u c i e ilad al hom bre.

¿C«iiuo coQoiliar eslna dos ealíemos, d e m anera que afionzmlus sólidam ente en la p e rc u u lid a d dol hom bre, dos eucoalrcm os siem pre dentro de la sociedad? La presidcucia, el (rionviralo, ó la comisión de salvación pú­ blica, d e uua república dem ocrática, es eu su fondo y 6n ski Tortna, esencialm ente luouácquióa, sin poder (lar á la sociedad las garantías de uua m onarquía, porque la eseucia d é la dcttiucrúcin, es variar couLiaaatuenle liasla ven ir a p a ra r eu la dictadura lu illl»r, A eu el m as duro despotism o. L'n hom bre, por si solo, no puede garantizam os absótiilfllhétltc nadn, «i n i resisten cia no e s tá &bsolntamenlc tasad n en la núes-

— 374 — lra¿ de donde resu lta, que todas las m im ar quisa p o ras tó rra las* «ii Ja anarqu ía ó en loa furores de la dem agogia. £1 dualism o constitucional,, producto de n u estra época, no ev uua solucioo ta ir e los los e&lremos, sino el tréusito del nua al olro, sosteniéndose la sociedad, m ientras d u ra ese dualism o, abso­ lutam ente iaso&teniblo, en el aire y al borde-de lodos Jw abism os. Lo raíz misma de ia autoridad monárquica» es la autoridad paternal, y en tre esla que lc. 9ir.ved 0 b asa y la autoridad religio­ sa que le sirve do com plem ento, debe bailarse colocada si q u iere •ulisistir. Por eso, cuando Jas sociedades se ven im pelidas en co n trarías direcciones, por la fuerza irresistible de ios acoitlecim íenlos, cu im posible que la autoridad m onárquica se consolide, uu estando cunsoliduda Ja ecsistencia de la sociedaJ. ■ Pues bien; para que los intereses particulares y de clase 0 0 prevalczcau contra la sociedad y lodas las am biciosas cncuentreu una vnlla, ta valla de Ja justicia que uo puedan trasp asar, es ab­ solutam ente indispensable que el rey se baile colocado sobre nues­ tros intereses, sobro los intereses de todos Jos pueblos y de todas Ins provincias, para que ta balanza do su autoridad n o s e incline

A una parle uios que á o lra. ¿Cero do dónde sacarem os el hom bre tip o , el hom bre modelo que sea la representación, la encarnación Tiva de la sociedad? De su niUuia tradición. En U tradición de D ios 7 del pueblo cristiano, la m onarquía se tevoula como u n j ¡gante de co n testa ­ ra o lltlica y te rrib le del foudo de la plebe. S in la eesisteocia po­ lítica del pueblo, no hay, 0 0 puede h ab er verdadero gobierno, oí por consiguiente verdadera m ooarquia. Los m ilitares, fundados en el derecho d e Ja fiierzPvno puedeu dnrnos F íj'j porque la sociedad, do dunde todos ellos salen, es m as fuerte que ellos. Su in stilación es defender úniea: y esc tusi­ vamente

leyes d e Ut sociedad. P o r eso, com odependientes de

— 375 — la sociedad, á quien p restan sus se M c lo s, la ley de lo sm ilita re i ha sido y debe se r mas dora y mas terrib le qne I* lsy A íjiic se h a ­ llen som etidos en sn libertad lodos 1*8 ciudadanos. Los afirrtultorpp, lo» artesanos y tos hom bres em inentes y científicos de todas la» profesiones y carrera» , tam poco pnedeu darnos w y , p o npw ai los intereses de Ins unos prevalecen, será siem pre saliéndose de Injusto, y al gobierno d e lo s re p re sen ta n ­ tes' de íu n élose sucederán necesariam ente los dem os, en contrán­ dose incesantem ente la sociedad en vías de Sil constitución. Ln justicia por 6i sola, en cnanto pnede flesistir separnd.i de }a rulipiflii, sé halla toda eucerfada en preceptos negrttiTo*; fío matarás-, núfom icará*,no t'obards, tro letratitarát fatuo lc*-

itmnnio, no mentirá», no codieiarás tos biraes ágenos, ni desearás ia mujer da iu prórjimo. P or eso, la ju sticia, fué antiguam ente pr*r»«nitícada en la Tennis iitflecsibloqne cierra- toa ojos &la m ise ri­ cordia pnra h e rir desapiadadam ente á les que hagan Inclinar uní» dé los platillos de su balanza. 1La m onarqnia, girando en un Circulo interm edio en tre ln fmtoridad ñurum í de los padres y la sobreña i n ral d e la religión, no puede en si misma absorver los atributos de estas dos pnternidndes, sin dcjnr al'm ism o tiem po de e c sistir Ib esencia de Ins atributos qne en representación d e la ju stic ia le corresponden. Por si m ism a, es negativa s a autoridad Solo en cuanlo se rela­ ciona directam ente cou la autoridad de los p adres y fo’autoridad de la religión, qne la estrechan la una p e r la parte del pueblo y la otra por la parle de Dios, con el-objsto d e levantarnos hasla

la ley etern a n la eomuinn a de lodos los hom bres; bolo asi, re­ pelim os , entra en condiciones p o s itita t y teasoe adém ales la a u ­ tor i dad d e la m onarquía. ... ■r . El oro eesisle virtualm anle e n todes nueslro» Cflm biosy'trftn-

sacionea de intereses y-de «erric¡os;< Pae*biet»;>la monarqma, qne csunperinr *1 or» cwfao W ér-

.—570 — den político es gaporior al ecuuúnaice y uo inferior , como han querido hacerlo Indo» los feudalismos de nnestra civilización, para fundar su autoridad cu la eesisteocia negativa de la socie­ dad, dube oncoutrarse siempre, sirviendo de lipo y de mediadora, cu lorias las relacione* de hombre á hombre y de clase 4 clisi', para que -todos si» disliuc-ioii iiiu^una, aguardemos la debida pre­ pare iuu y ues rc&pclcmus en itodus Jt>$.darecliub que anislUuyrn nuestra vida, nsj locante á lo pasado, gí»uio eu lo que.se liga i lu presente y á lo porvenir. Pur cansi^iúenlc, uaa.vez (Constituida la autoridad del» ley, que eKdiMloiiile la monarquíata sacado y saca loda-au autoridad, cuino que litera ¿<>1(1 ley div .la sociedad, wulie absolutamente debe de encontrarse, para -que todas las oosas liagnu referencia á la unidad, baluitrle ile uueslra.libertad y de uneslia fortaleza, la mouarquin, dcacen iIími do e& su.autoridad fatuta el qprazon.de lu­ do» Jos hombres, nombrará por si y ante si., un represenlanlesHyo en cada provincia, y simpliUcaudo ludas las ruedas .adminis­ trativas dol Estado., losrepr«seulftiik&de lasprorincias, «prabrarin, en represen!ación del rey y bajo bu inmediata dependencia, á la autoridad oiuaicipal década pueblo. La misma autoridad-qne se reserve al rey para que gobierne á lodas las provincias, consideradas independientemente las unas de las oirás, tendrán en representación del rey los gefes de las provincias, pora gobernar á b s pueblos, y los geíes do los puehloi para gobernar á lodoa sus recinos-en la libertad y en la Hjdepenileutia respectiva dé cada uno. De este modo, toda Ja sociedad poli lica, desarrollándosesobre la sociedad: económica, debe girar en órbitas separad?s, eu sus res pee livos reñiros ol rededor de la monarquía. IVfo asi como d«ule lá mnorqnía
tootrtmos con 1á tndnarqtria; pifen qfle esta,"# homfrW ciededsean siempre, íomodebeas«r,uiia sofaíy misma cosí. '■(Para llegar Ala *erdnrfyá kjasticiáen leídas nn«1raé cóá*^ sin variar la existencia détórpneblos, qne dehen ftiempré itaorerM libremente en él rídio de so jurisdicción, se hace íntfíspensitMe organizar la sociedad por «lases y por gérarqúias. Sin eoln orgfrnaacion , es imposible la igualdad, ni la libertad , o! hTraitemidad. Si á las aristocracias legítim as Ies quitamos lo q a e d ed é rscbo natural les corresponde, ellas m ism a;, por la faerza de l.is cosas , 7 como compensación dé lo ijne tes corresponde, se toma­ rán I* 1 parlé dedérecbo quo nos loca , oscilando la sociedad, ñu estas alternativas de la suerte', enfreno pasado y l o porvenir, sin
Lb primera aristocracia legiiimaquefigura en nuestra-eirilisacian, os la de- la Igleskt caUViioa~porquelaari*toer4ei« de la Iglesia católica, única verdadera, escoteramente p«Bonal, y en la peraonatidad de cndsiwo de*sos individuos y-comn.») toda ln esteaskm de su jerarquía, so Jialia enteramente lig afaélaeirisUncía de la religiooydela saíjedadi No lucede ast eoto toitQiática Raiia donde el «rtrdoG ia«s hereditarias Wosueedaaní en el érrien politice de/iuestraisotiedad.1' i i h - . k i *,:s i i ¿Qitiéo lusiflQv fpiiéikes eD<este.4talcB l«giljtt]o>4ftté up*fr«’ '



-3 7 8 íno» e sta b le c e r, el heredera da nuestras em inencias rientideas, industriales, de nuestros hom bres d e Estado y d e nuestro* g m ides capitanea? ¿Pueden Bsptjurnrnos esUvi, de qnc sus sucesores en ol órden económico ó de la fam ilia, serán e n n n to jo sem ejantes á ellos? Pues sin esla gornntia, lancinen aosotrfet podemos sacriticarnos, y sacrificar á nuestros hijos, y á la saciedad, á uu pasailo qne no tie­ ne olra ruznn de oxl.slencin , sino en cnanto nos abre l»g camiwuc de lo porven ir, el cual es im p o sib le, absolutam ente impfetiblr que en ley de Dios pueda quedar supeditado & la existencia ile unos cun ti la» fomilias. La llueo divisoria qne separa á In aristocracia legitim a de la ilugiliiiiu, no encuentra en la Unen d itiso ris que s e p a n a l órden político del económ ico, en cuanto son independientes ot uno del otro. Asi pnea , en el momento mismo en qne los snceaoree d« lus gramk'u hombre», se desprenden tlu sii tro n c o , queriendo caimervarsü á la altu ra de mis-pndrás, quedad li>dü3 ellas sum ergidos en la arislncrnein del territurio y iU:l d in e ro , lo que no se concibo que se haga sin la usura; y con ta aristo c ra c ia de! territorio y del dinero , queda, sino de d e re c h o , com pletam ente do becbo , des­ truida la «nriedad y la religión, las cuales quedan rebajada» y su­ peditadas ol Arden económico, que en la aan ra, no cabe e x ig ir «fe otra man ora que corrom piendo 4 tos h o m b r o , desprestigiando en nosotros mismos las mas t a n t o y m as venerandas ÍBStftucin, para que los tirem os en el lodo a rra slrin d n ta s p o r el cuelo. L a causa delennim uile de nuestras reacciones y revaluciones, se hulla en la existencia de ealn ( a t a y m entida a risto cracia, im

A los hom bres qne «a levantan Retire su propia íid a y la vida de su fam ilia pnra vivir en In p ilría , ¿acriflédndose en sn defensa, para «u bieu ó eu su ilu stració n ; j O lm o lo» i*eooi pensaré la pa­ tria, cHcribieudo sus nom bres en el libro d e la inm ortalidad, pnra

— 579 — que no dejeu ni un m ám enlo siquiera de vivir é» nuestros r.orulones agradecidos, si la jiilria va á dejar de e*i&l¡r destruida par suspucesores? i Su. lian «¿criticado en favor J e la jtiitlicia , en favor ile la ciencia y «leí derecho, en favor de nuestra independencia nacio­ nal , y d¿silo (h altu ra política eu que hau logrado colocarse, lienws-de rebajarlos hasta la exisiencia económ ica, para inscribir au« nombre» en la duración de las iniquidadus y ilc latí iiijiiílicia*, en la continuación de In iguurancia y de Uj b a rb a rie , encadenan^ do nuestra libertad y nuestra iudepeudeticia a sus dijeneradin •uce*orc*! No o» posible qne n¡ti;u la tniuua luz que cada uno de sus individuos lia ya derram ado y pue­ da derram ar sobre los dilatados horizontes da la civilización y de la «ociedad. Tampoco querem os qne n a d ie , seguu la iuiporiaucia social de los trabajo? que baya practicado , ó se le encargue p racticar, deje d e aer recom pensado, ecouümicniueulo , aunque sea con u:i valor igual ¿ la im portancia de nuestro territo rio , ai es que hay .aigiiuo, que por si sitio, sea capaz de p reservar nuestras vida», nuestras haciendas y lodo? nuestro» d e re c h o s, de la destrucción por un pueblo co aq u U lad o r; aai. como tam poco, caso do tener que egarotlar en adelante el derecho de conquista contra alguna

■— 380 — cíese, ó algún pueblo enemigo de nuestra civilización, tenemos in­ conveniente en conceder, A los que realicen , en esia p a rte , el pensam iento de la sociedad, la propiedad que sea de dominio p ar­ ticular eu el pueblo conquistado, con las condiciones que la legiti­ m an, reservando á la sociedad lodos los dem ás derechos;. ¿¡Vo sabéis que ol hom bre que se levan ta,co n tra la sociedad, pierde, por el mismo hecho, lodas las g arantías que la ley con­ cede á los ciudadanos , y que si es licito m atar al <jne nos quiere m alar cim moderamine incúlpalas tutela, mas justo ea todavía que lo eapropieiuos, puesto que dejaudolc la vida, puede ir purgondo su delito, vindicando al mismo tiempo su propiedad y todos sus derechos, y uuucho nías, cuando nadie, en contra suya, adquiere el derecho de prolongar por la u sura un castigo, á que de ante-’ nimio, segtm las leyes de vindicación y de justicia no podemos conceptuarlo acreedor, porque en olro c a s ó lo m ataríam os? Si lodas las conquistas de anos pueblos por otros, se hubie­ sen verificado sogun este derecho, (odas las unidades negativas que linn im perado 6 im peran eu nuestra civilización, se hubie­ ran ido gradualm ente resolvieudo en el corlo espacio de veíale aftos, eu otras tantas unidades positivos; y los pueblos conquista­ dos, sin necesidad de estarlos violentando continuam ente, habrían adquirido todos los derechos da los vencedores, y la causa de la justicia, |a causa del progreso, ln causa de la so c ie d a d , de c o n quista en conquista y de unidad cu unidad, hubiera recorrido á estas fechas las cuatro parles del m nndo. Hé aquí en toda su eslension los derechos económicos que puede reclam ar la aristocracia, y trasm itir & sus descendientes, sin M lirse ja m a s , como se sale p o r la a su ra , de las condiciones de legitim idad. Reconocida la gerarq u ia, como no puede menos de reconocer­ se en lodas las arles y en todas las profesiones, hallándose, com e se hallan, supeditado* lo* trabajos de los albabiles á los planes de

— 381— los arquitectos é inireiii«ni-i, lu ciml uo dá a uslus un tlercclio so­ bre lo» prim eros, sino que lodos, siendo iguales ante la ley, deben vivir de la profesión á qne quieran librem ente dedicarse; ¿cómo la negaremos respecto á las funciones de la m ilicia, á las del Es­ tado y á las de la Iglesia? ¿Cómo, sin la gerarq u ia, aseg u rarem os nuestros derecho* v nuestra libertad en la constitución de la v e r­ dadera sociedad? Puesto que cada hom bre, cada clase, cada pueblo, coda pro­ vincia, debe vigilar por la conservación de la ley, para que nadie, por ningún estilo, sea perjudicado en su derecho ¿á quiún , en aquello que sate del circulo de cada Individuo, p ara s e r traspor­ tado gradualm ente á lodas las esferas de la sociedad, deberemos encom endar la defensa do nuestros intereses? Claro es que á los que vnlgnnm as, á Los q ae sepan defendem os y m u inspiren mas conGanza. Dentro de pn& m ism a clase de ciudadanos, por ejemplo la da los agricultores, Iob derechos de todos los iudividuos se ba­ ilan opuestos enlre si; pero para que i cada agricultor se le dti por la sociedad, siem pre y constantem enle sn d e re c h o , se linca preciso que la clase de los agricultores sea siem pre en justicia nivelada á los dem ás clases. La orgauizacioa por clases, es la organización misino de Ja sociedad. El que representa á nna clase, siem pre tiene que dar cuenta á ella de todas sos operaciones, y siem p re, y necesaria­ m ente, como un procurador anle su p rin c ip a l, puede esle re tira r­ le sus poderes y ecsigirle, civil y crim inalm ente, la responsabili­ dad á que por sus aclos se haya hecho acreedor. Así pnes, siendo fuera de su clase, contados por nada los in­ dividuos ea órden á la representación social, cada una de las cla­ ses en que se divida cada pueblo, nom brará un individuo que ln represente constantem ente y sin o tra limitaciou de liempo que la voluntad da su s c o m ite n te s , an te la autoridad local, consultando esta, siem pre que se tro le de la aplicación de nna ley general,

-5 8 5 los ¡D ieres» y los derechos de cmla tina de las clases así re­ presentadas, para q ue, «on acuerdo de tas mismo», b acer uno aplicación jnsta y equitativa d é la ley, y sola en el caso de que Ins representantes no haynn llegado d ponerse de acuerdo, oiilas en pró y en contra todas las rozones, Fallar lo que eren mas arreg la­ do á justicia y proceder á su ejecución. Los representan les de cada nna de las clases, eti toda nna provincia, nom brarán bajo las m ism as condiciones de responsabi­ lidad i los que los bao de rep resen tar ante la autoridad p ro v in ­ cial, para que ante ella se decidan las cuestiones do toda I» pro­ vincia , y se rectiliqne todo> aquello en q n e cada una d é la s clases rre a hallarse peijiid icath en cada p u e b lo , sucediendo lo propio nnle la representación n acionalda todas las c la s e s , enyos a c u e r­ dos, siendo por unanim idad, como acontecería en la m ayoría du los casos , no podrían menos de s e r elevados por la monarqníu i la «alegoría de leyes generales. Siem pre qne dos ó mas clases de ciudadanos nu llegaren á ponerse de nenordo sobre sus intereses, .cus derechos y sus cam bios respectivos, lo m onarquía, para o b rar siem pre con acierto , consultaría á las dem ás clases , y bajando por medio de sus representantes á buscar la verdad en el fon Jo de las provincias y en el fondo de cada pneblo, bosta encontrar datos positivos y sa b e r la cansa de las d iferen cias, interpondría en últim o resultado Indecisión d o sn inapelable autoridad. €om o cuerpo consultivo , la m onarquía podría r o d e a r a de cierto núm ero d e individuos de todas las c la se s, individuos de ciencia y esperim entailos , cuyos consejos y coya sabiduría po­ drían valerle mucho en nn casa sem ejante. Este seria el Consejo de la m onarquía. Tucnnle A lo domds, como q ac cada clase, den­ tro de si m ism a, debería organizarse librem ente y con entera in ­ dependencia , los representantes nacionales de cada « la s e , sien­ do los verdaderos jefes , en cada uno do ellos estaría la dirección de los negocios de lodos sus com itentes, llenando cada «lase Ins

— 383— funciones públicas, y ejecutando loa Irabajus públicos que fuesen de su incum bencia, puniéndose ea este caso y pera solo osle ca­ so* bajo la ¡nuieilialo dependencia de la pifelica outorldad. Cada r.lusn de ln sociedad es una personalidad distinta de las olro». Su» funciones, sus trab ajo s, lauto indiviüuules como co ­ lectivos, g(Mi propios y csolusivos de cada carrera y de cada g é­ nero de prufauoiK Por co nsiguiente, cada r.lnun necesita reg irse ea s{ misma por leven e sp eciales, p a n poder llenar eo bien de lodos ln función social A que se balín destinada. ¿Eu que se opone esta á la anidad de fuero»; y qne lodo#, co ­ mo simples cim ladauos, vivamos dentro de nna ley general? El m ilitar como m ililar, podrá estar angelo á la ordenanza. Fuera de lo* ortos del servicio piililar es un ciuiludauo, es el ij'iial d* sus^eles, debiendo lodos indistintam ente s e rjn z p d o H p o r tos j u ­ rados públicos que se formaran en crnln distrito, o en coda le rriU.i'io, presididos por los jueces representantes de la ju sticia social A da ln m anurquin, eu aquellas cosas.qae atente» di recia ó indi­ rectam ente coptra los principios constitutivos de la personalidad humana y de Ja sociedad, la les como la propiedad, el m atrim o­ nio, la familia* el principio de autoridad civil y la religión, en cuya conservación todos estamos igualm ente interesados. £11 resum en; sino nos organizam os por clases, y la conserva­ ción de la ley j>ocial, no ¡te halla g arantida por todos y cada mu»

de lia individuos en p articu lar; ¿c¿mo se sostendrá el equilibrio eonslnnle antro todos los intereses, entre lorias la» ideas y entre lodas l u aspiraciones, no siendo olra cosa el equilibrio quo la junlicia y lu ley tuisuia dé la naturalozn? ¿A quién pediremos justicia? Dejar las cosas como están, e» q u e re r que los m ilita­ res representen A los agricultores, los agricultores ¿ los lüiliüires, los ignorantes A los sábios, los que uo piensau en olra casa que en iocriGi nr i la nación en *u provecho, 5 la p ilria . Agí m ? rrhan las cosas conducidas por la fatalidad. Los q u e egercen una

función pública todo dos la deben; son los servidores d e ita s o rin la il. Por eso la ley de libertad solo puede laner aplicación eu lodos snfi parles, e ^ lo s que se encierran en su vida privad .1 y no sal«n ja ra is de las prescripciones de la ju sticia. Uno ley no-es olra cosa que lo relación que h a y e o tre dos 6 mas hombre» para arm onizar sus ¡olcije^e$ ^ sus derechos. ¿C4mo, siu conocer ecsacloiuenlé lo» l¿rmínos> deicbniparaciou que son co­ mo las piezas de un proceso, se han atrevido Jos hom brea, bien por ai mismos ú reunidos en asam bleas constiloyeules ó legislati­ vos d nrreglar los negocios dé una-sociedad? Por eso los ch arlata­ nes y los solistas y Jos que especulan coa ellos son los que gobier­ nan á lus naciones. Preaciudiendo del m érito literario de todos tos dísenrsos (te tribuna y do Lodo cuanto se viene escribiendo y .pu­ blicando , loennle 4 su valor cienLtTico y m oral, m ucho ganaría* itioa ron que In mayor p arte pereciera, como bizo perecer Om or los ('m udes archivos y la inm ensa biblioteca de A lejandría. Sejwrndo, como ednun lim ite insalvable lo qiie es propio de lo que nos es com ún; ¿cuántas cosas y qué grandes cpii la unión (le nuestros esfuerzos podríamos realizar? ToJb. on la usura, es mezquino y deleznable. Mezquino su di­ nero, mezquinas sus obras, fatales sus resallados, como que lodo en elln es hijo del vil inlercs y de la especulación. La usura aaioutóoa todos los cataclism os, lodas las catástrofes sobre nuestra c i­ vilización. Destruyendo á Ib socied ad , saca de sü seno á los bór^ hitros «lela civilización qne ya se encuentran á tas puertas de Roma. jQ u iín podrá conjurar á los m onstruos de nuesLro enten­ dim iento y dé nueslra civilización sino el catolicismo? Y sino nos «aCofliéndiuiío'S enteram ente á él, ¿cómo podremos detener el ¿ r a ­ zo'(le falV ovídeneia.

CAPITULO XX.

Yn hemos visto an terio rm en te, ni h ab lar de faeonsLitación
— m ' > - JM



hi justicia itb puede tener Verdadera* curidná.

S iro b a rtC o rito .p n ra celiarlas «Ir caritativ o s, socorriendo lan m ¡w rla » d« ime«lros prAgimos, es na acto punible y repogim uie; ro b ar CM hlt pura quedarnos eon cincdenta dunilA lo* PBsIauiea de limosna? S ino hay ¡pirerancia invencible en lo que hacemos, eso ñ a d ir á un aclo de m ald ad /T a míB refinadirM ^Htewitai ¡ « « q u e r e r <]iie nos ttü g a n p o rto á ire o s c o rd e ro s édandu fléw m o s otro cosa que lobos ra p a e ts y Jevorad o rts. ' i ' Paea liienj d q n e fá lln á la s présarrpeianes d e ta m o r , no pue­ do tener verdadera jnislicia. ¿Queda todo cduclaido y afreglado <&n"t|U#’M d á Lttifo dé nosotros se en cierre d tn ttíi do sn cftsri en *át#-derééhfl y Sen su personalidad? ¿Nadn absolutam ente' eo s deba­ mos los unos d los otros m as quo el respeto que se m erecen los flúrttliW yütfs iTitereses de los dornas?' Sí to d a n u o strá Tida sc e n cerrase 011 laju slio in , nn ciianlffpn**' dé fecálstir Biii 'cl am or, todos nuestros desenvolvim ientos hobfcran term inado eu Israel y en Roma que laulo se afanaron por la «MistiUiciod del poder civil, en lo (dea del derecho, que-es la quu fUé-pfcptromlo en todas lasu acio n es el-advenim iento del crislianism o. lV ' ‘á m t á í á Diot to&re todat lat cota* y ai prógtmo wrtio á ti H é'aqui el resúm en de toda la justicial en el eom plem eatb 'd e ta toy y de los profetas. En el am or somos engendrados, en el am or nacem os y en-el uíW¿Wy per 'cWwiguiente, para qne en la Vida haHemoa siem pre la ! to li/c fo ird e cófttitiÉidad que tanta Talla n es bace y que tem os 1 ¿¿hrafliy’lA& d e menos, debem os vivir y m o rir, para q u e la- vida

y la m uerte, sean, en cada uno de nosotros, afta m ism a ton», y , lp*W ,qífe 4¿i rá tlig fo á d e ü io s, et) quien nada p erece, recoja no solo 'ItalKSdiofttadüft de nuestra vida, sino uuea tros cuerpos y nuestra» G'ülfcLrilt; t r.Iír'i.ff: ■'! l> i ..:i ,l^ ' ' P ^ ^ j k f c « i <* l;lwmbM p*í«oí6giM nienic, es Je te o m p c n e r á

—» 7 — l a amúed&d para qite «ada uaa J e fias- partos iM fd istf rolla A g u o «I carácter <|pa lo sea propio, y p a n iq u e las parles üe.ttn<>iauivd A rdouse relacionan en tre sL L a saciedad 110 se c o n c ita ,'« in que* lodo* nuestras Ira b a jo sy U>iUsuqe$lr*s fuuctoocs .s a í n , dividida? contó las pioíAs de « n a n jiq n in a , contribuyendo tod¿M .,porsti «tci-íla c e ,iá re g u la rü a rfiu s movimientos. '

,

i

Toda lo q u e so reinara ¿..nuestra volaolad, i nuestra aelivída¿ y i nuealra energía; .lodo.lo que lu g a relación á ia aplicaekui tír gitladjQ la k y g e rie n a c e a l Estada* P ero lodo lo -nuahag?tT e1ao ío o .i m ieílcp i derecboa y á .nuestros deberes, lodo l o q u e » re ­ fiera 4;nueslc» inteligencia,-todo lo-quo s e re ü e ra H l[m w c q tv e < k b íijv » 4 ü i a s y nos debem os á nosotros mismos >,perl<eoec
...

•. ,

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De la realización de lodo» losdorcehos y ddUiiwpJiLOtpptode ludos Io8ideber09, saca .el.h o m b re toda su personalidad, .ciuno si dospaes-do liab e rn a e id o en. alm a vivienl^ fuaBO reen g en d rad a an espirilu vivificante. , ¡ , . - Debiendo al am or, lodo lo q u e somos y to d ito , que, r ila m o s , iio puedo negarse.que es la sa n c ió n , el origen y por «Hjgigjiioiilo el objeto consta nía de Loda la ju sticia. ,.rt, . Mo liay religión s in a illo . El que a n w n n a eus£, rw solojla se n ú b ilú a , «ioo que la reproduce en lodos los ac|o & d « ^U }yi()a^^ndo esta una de las m uchas pruebas de q a e el fiom breqQ taY ffjfido ni puado vivir ein el am o r. . .i La reíígion d e C risto , qo Licué ra jó n , d e s e r s i a o l^ .R o far ó tia , q u e es donde sacan sn raíz y donde lertw opii l o ^ ^cojiacradtenloa d e ta l e y d e g racia, que es la l&y, ia c w lr o r c r ^ b ^ 4 iDnllecable d e n u e s lra ttodeneioiL, ,, , M r un, .,i » ¿Sabéis que w lo que,debem os úDWwlrar. ea ilp ^ i t c ^ f ^ i a , «oitformando todoa n n e s l i w ^ c í t o k Jo ley 4» g n u ta ^ p a j ^ ^ i e , uii cuanto pueden serlo, por la razón de la m as alta y &fcj#|0ias *l#»ada:4k»9oíia^ean.d*9irekdw i loA i^t«n$iint<)^«l!dA (pu£slra

— 888— Il#d^¡Q o.queeím ilfl& vecdudorosoiisU noa de 1» vid*P ViiarronJa? u^fiftw ilt'Ju’iM&íieDc^iliJwrquo J* alianaa. e te rn a .e n tre Dit* y to u«» otros, v iu u ila a d a to ita a tM B U a v id ae n el verdadero am or. I#, #ncftrislwwe& D ios, tiaci úudosB lionibro; la E u caristía e r e l hqn^r£,ifltatitMda$ir>y debiéndoso e le v a r, en cada uno do noaftü ^ , u« ^ d ig n id a d ,,^ su p e rio r á todas Lae digHÍiEudesde la Lierra, ^ K W lJ ^ c rftk y fl(k D iu 3 . / » i i « í t í í/'i/Sífi'xcflírj'ow»wí. La E n ea - ' ristia r ^,:Usc¡oruuB¡aa del lioroU rocoa Dios y.do todos los liom «i, ItajQ u u am U m a la y d o ju sticia y bajo n n a m ism a Ify, <|&4i9f>ra iláadaM.-y reparliéitdo*e¿ sin diferencia de pueblos, n id u categorías, el pan del aliña y e l pan d el cuerpo ^ po?siam pred« modo qne searpos confortados lyS, nfips «o W»:olro6> p ata quo todas n aeslras diferencias deaapjM’ezi^Hij;e^üaguiilaat ;pos U s U aoiosdel verdadero amar, que Ipdo lo,renueva y purifica. •La JüifWrislia uo es' el comunismo ^ p o rq u e se basa y se p ro ^ g % ^ j 4 ; ujalt«iuaiHo, o n e l cual allantam os y dal cual sac amus, to los los derechos inherentes i

n uestra personalidad. La M ^aijfLip,, eu lug ar de opo n ew eT so conserva |K»r el órden que ii^j,^i^iiigu(M i lob unos de Jo» o tr u a , en razón do la ilopendaticia i:ft.,tjiitt,(fu,lia||amoda3 Ips funcione» e n tra si. Lo q u e rech au i la tin carislia, son toda clase de pecado», q n e debem os ap resu ram o s á.jiyfriix; v i original,.y todos loa quo acom pañan al o rig in a l, *que c.s cflnwi}A l f o l i o * bombre#,, p o r e l Bautism o, el cual §« comple­ ta, robiisteciwjilanofi e a l a f e y las bu*n«& obras p e r la ConflrmaSW

y, ilo^ ,ÜU<3 hayam os cojnetidoi d e s p u e b lo s borram os p o r la j^OA^jlUAdnnPP Mn-noaoLVM m ism os y con nuestros

cituuiigoa, salisfaciéiidojes todo aquello que le s seamos deudores, il^jrc^ppciliaim oa^ea D io a^q u e efeal q u o p rin clp alu H 'P ^ ^ ^ W W ^ L a .E ^ lw iiitb -tu o io D y es el com plem ento de la



— 3C0 —

P enitencia. Los roía m cnmientOE, o o in edio (k^ los t aülesse twklbrt^ la la Etrcarislfa1, «orno en su Iraiio'coroiw lo deCBlrelfa»; Ilnmán^ «loaos bácia s i, en la reitoision de rtueRlrre p i a d o s , y poM os1t a ­ urinos del arrepentim iento y dé la graeia, qué terminan lodoi e » la E ucaristía, ron las sacram entos de nuestro libre albedrio; par­ quedebiéndolo* acep tar sin violencia y |ior nuestro ceasentim iert1tu, sefunitan en nuestra responsabilidad, dé la qdfr ori ptrdétn<}& h u ir, siendo ei castigo» como lo eR, in se p a ra b le d et pecado. 1 (

En nna palabra , la EncnrÍBlia qno lo Abraza Codo1, ponf-ue til* m ism a Dios se hall» icieropre p resen te y con présesete ruftl an ella , en cuanto hace relación á nnealro «ida presente , es com u­ nism o que no se opone ¿ nuestra personalidad, y personalidad q a e no se opone al com unism o. Meditemos profundo m ente sobre ln R acarisU a, y desjm es'de hallarlo ludo en clin , aBÍ Ins cosas que se saltertconw la s q u e no se eslíen, llegarem os, s in sospecharlo siqu iera, i a b a tir nu estra frente contra el polvo, anonadados por la luft de nn inm enso re s­ plandor, adorando de este modo tan colosalgrandeza y m a je sta d . Todos. Ins arcanos de la vida dol hom bre y dé lo n atu raleza de Dios, sé bailan encerrados en la Eucnrr.stia. Si esto lia sido, si cálo es, si esto será t í b’ilcarislh en los si­ glos de loa siglos, es claro que solo á ella y A lo qtio hftgfl rctncion á ella, deberem os ren d ir culto, como medio conducen l e y ti d'edü ar­ do d e realizarnos en nosotros m ism os. De aqtii a , que con tra la ig le sia , fondada p ftra la conserva­ ción y para lo propagación de la E n c a rta d a , no han podido p ro valrcer ni prevalecerán jam ás las p uertas del iriOerno. ¿Quiénes s o n , qniénra deben se r siem pre los ministros. d<jt culto? Claro e s , que los m inistros de la Iglesia, epie son Iris’téirtfad e ro s.iu in id lm d e Uros. ’ •• 11 !< • ' 1 11 Que bayn habido abusos, qua h a j a tinbldo in jü is tic ^ í'q iié lós hom bres iodos toara o* excesivamente m*ló^ ,Jeio e s(cri(^rta dtr Ins

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hom bres , eso no es cuenta de la relig ió n , que con les arm as d» la luz y de la ju sticia do lia cesado de ap arejar nuestros caminos vn los cam inos dol Señor. Tero si foera cierto que todo en la Igle­ sia Jo habíam os convertido cd puro a b u s o , esa seria 1a m ayor prueba de la divinidad de nuestra religión , pues que ha existido y existe iuilependienlom cnte hasta de sus m inistros encargados de defenderla, habiéndonos lodos conjurado los unos p o r nn estilo y lus oíros por otro para oscurecer su sania ley, obrando lo contra­ rio que conviene d nuestra salvación. l ’ues bien ; al cullo de la E u c a ris tía , q u e es el ni andamien Lo suprem o de nuestro am or, corresponde en los hechos la organizariou de la coridad. L a f<5 os m uerta sin las obras. P or las o b r a s , como dice S antiqgo, podréis probarnos vuestra í ó ; pero sin obras ¿cómo es po­ sible que os cream os, si no os quedáis con oíros m edios de p ru e ­ ba que la hipocresía , con la cuul quereia en cu b rir vuestras r a r i­ dades y vuestra fnlta do arrepentim iento? «Si no araais, como dice Sun Juan, A vuestros herm anos 4 quienes veis , ¿cómo am areis á Dios ¿ quien no vois7» Naciendo en la E ucaristía los derechos y los deberes de todos ios que liemos aceptado la fé de Cristo, uingnn poder civil puede, por el mismo hecho, en n uestra conciencia, lleg ar á se r el re p re ­ sentante de la hum anidad. Los pueblos y las naciones se dividen por individuos A por r a ­ zas. Suprim am os todas las divisiones y subdivisiones que hay en el lfoinbrc, y cii las cuales *e Funda sn personalidad y la persona­ lidad de cada pueblo y do cada nacionalidad , y en esta altu ra 1 que uos rem ontam os cu la E u c a ristía , no hay otro p o Je r posible que.el de la religión. Y si JJingnn poder civil puede lleg ar á se r, ni aun en lo tem po­ ralee} representante d é la hum anidad, no teniendo, como no tie­ ne, ni puede len er ninguno (1c ellos, para h a c e r im perar las leyea

— 33i — de la justicia , olra sanción que la do la fu erza, la cual no pttcJú sacarla de si m ism o, sino de la sociedad, rebajando 511 autoridad hasta el úIiíqio estreñ ía, es claro que no afianzándose ninguno do ellos, como no puede afianzarse, eu Dios, ni en la can d en cia uni­ versal de todos los h o m b res, posee la autoridad suficiente pora servir de garantía ¿ la justicia ; y como In garanlia de la ju sticia no fie encuentra en otra p arte sino ea e l a m o r, de aquí e s , qna solo eu la religión y en las obras de la religiun , podemos consti­ tu ir la existencia del hom bre y la existencia de la sociedad. El am or tía es ciego como dos lo han pintado los p íelas. P ri­ m eram ente el hom bre se am a á si m ism o, procurando escudar A su persona contra los accidentes qne en ta vida nos asaltan á coda p a s o , copio p p r ü advertirnos do que ayudados de los d e m á s, va­ lemos m ucho, y muy poco ó nada por nosotros mismos. Loa,miembros do uu» fam ilia nada serian sin los p a d re s ; los padres nada serian sin la sociedad , y ninguno de nosotroá seria Absolutamente nada sin D io s, de donde resu lta la obligación que tenem os de socorrernos los nnos á los otros , prodigándonos todu clase de aleuciones y cuidados, caso do necesidad. Sobre las pruebas de am or qne deben prestarse entre §i los miem bros de una fam ilia, así como respecto á l u pruebas de am or que pueden darse dos futuros esposos, dos herm anos, y dos verdaderos am igos, no puede h a b e r regla ninguna. La única re ­ gla es ol am or; el am or no se m ide; porque el que se Imita poseí­ do de un verdadero a m o r, ha dejado de vivir en si m isino, y toda su vida y todo cuanto tiene, no lo tiene para si, sino p ara el obje­ to do sn co ra z ó n , p ara el c u a l , siu que nada le espante, se hpll.i dispuesto á BUÍrir los m ayores torm entos y los mayores sacri­ ficios. Laa recias entran cuando los, beneficios del am or, que flos'lle■ ' '



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hemos loa unas á los oíros, querem os arm onizarías en ia ju sticia do hombre &h o m b re , de p u erto i pueblo y dé saciedad a socie­

— 393— dad. Entonces e l a m o r, sin dejar de ¿ei: am or, porque J,iaja m n d io s gradoa, y porque al hom bre, s e r imito é i m p e r ó l a , no 1c ha eido dado corazon, ni tampoco m edios para am ar y d em ostrar s a am or de una m ism a m anera y con una. misma intensidad á toda? láscen les, se confunde con la jn stic ia , y la. ju stic ia sje halla com a tbsorviiia ¿ idenliBcada cn el am or. Basta ser justo para sanlifica.rse; pero es levantando sus ac ­ tos de ju sticia ba&la el am or y no rebajándolos hasta confundirlo* con el egoísmo, porqne entonces es física y m pralrnenle im posi­ b le , que puedan ser actos de verdadero derecho ni de verdadera ju sticia. Í*uc8 bien; «i so hace necesario é indispensable organizar el am or, nopudienrio menos de organiza rio en la religión, quo ea el órgano m as inmediato de nuestra conciencia, en lti¿ a rd e estable­ c e r sociedades de socorros miUuos, que sin la g aran tía de la re ­ ligión fio podrían responder á lodas nuestra» necesidades, ni d e­ jarnos afianzados suficientem ente los unos en los otros, ni á to­ dos jiialná en. la hum anidad; lo nalirraloB, que sobre la organiza­ ción civil y política de las sociedades en general, se organicen to­ da cías? de garantías para nnestro presente y nuestro ¡w rvcu¡r, basándolo tqdo en nuestra conciencia y elevándonos gradualnqen* le Jiasln verlo afianzado todo en la hum anidad y en la religión. Los habitantes d enn pueblo, an tes de ped ir ayuda y prvleccion á los dem as pueblos, para afianzar, en el am or de los dem as, sn de­ sistencia económica j su desistencia política, contra toda clase da siniestros y de accidentes, que en ciertas ¿pocas suelen llevar ol harpbra y la desplacían ú com arcas en teras, sin q u e hasta ahora, ni las sociedades de socorro» m utuos, n i, los gobiernos;, bayajj po­ dido hacer otra cosa que en terrar á los m uertos y aco n sejar Al o í vivos Ja pacierjcia y ta resignación, deben, p ro te g e n » 4.s i miamos

bajó ja diijeoctón <ío Jos,^iiii»t^os;4e.l^^,eIipío^.$nálfl«¡ fiioron institu íao s'p atfi q u e, en ía caridad, encontrásem os alivio á todas

—3& — nír^hihm<s''s¡éibi|iiré c o m o 1VAridfa¿«ro^'Yj«rñ*:irtbk lfttíí’st)' ^'fftviiécelAlilóí* riñós’á''ios otro*. ' ' 1 •'“ finando Ton vecido?df»nn p u e b lo .c o m o u lie iu & ro s, los nina mmcdiato 5 ( 3feípnfes íé 'ra 'ra iii¡l!a t nq ptiedan sbéorrcrse asi m isinbft, ertibtitc^ Ids;’ptnÉbftis d é ’n n írilsinú (crrilotio deben deí mis^ tnd modo favorecerse, In m ism oijlio jas provincias! lo niísm ó giifl*1 las'W é lfm W 'n n íd á sc n é r p riü cfp V religioso d e n lw d e l a t u p i o oldM ’ ' " r;" ! 0*1
— 394 — c íe n la y d & tt ri«fa de >nuestros trem íanos? ¿Debemos nosoirea ereá r la m iseria para c re a r los pohres?

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Lo» pobres, m ientras lo son, tienen derecho i nna parte de rtheStffl fortuna,y ui que pudiendo socorrerlos, do los socorre, ó los socorre A m edias, se hace reo para con su prAgime d e lesa ni* llg io n y lla leéa hum anidad. Abolí Ja que sea la u su ra, ¿ todos los hom bres, 4 todaa laif Mases, .1 liidos lús pueblos, 6 (odas. las naciones, les quedan a b ic rtísn a fu ra ln te n te lo* cam inos dul crédito, para a b rir cam ino^ ca­ ndios ilo riego, y ro tu ra r y colonizar comnroa,« coleras, dotand» dt< propiedad A todos los quo carezcan de ella, m ediante ¡ndeutiiiancon el objeto de que iodo el qne se encuentre úlil viva du sn trabajo, y pmra que od lugar de porjudicor aftáda algo por su p írle á lt» riqueza sfenerol. Lo qno hocen loa padres con sus hijos, ís o es, to que cadn ifna cír su linea, debe» hacer la sociedad y la religión, buscimdo, sin perjuicio «lo nadie, salida p ara los sobrantes de lodós los pro­ ducto* y colociictan decente y honrosa p ara lodos los hom bres, indem nizando p o r « n a pnrte todos los adelantos que Ja sociedad pueda lom ar de los p articulares, y por olra ev itan d o que la holla flojedad y la in ju sticia a r r o m p a n nneslrüs coílntnliird y que nadie por ningún estilo llegue i ser una carca para Jos dem ás. Al culto y i lo caridad, que son las dos funciones i olieron te-i al sacerdocio, hay que ag reg ar lo m a s p rin cip al que es la ense­ ñanza pública. La enseftam a, es la esencia misma del sacerdocio. El bautis­ mo v I* elísea *o m se Lailán ton confundidos, que no sabríam os distin g u ir al uno d é 'la o tra. Todo» les derechos, lodos los deberes fjHCnOB impone la'relip h in , em piezan con el bautism o: para un salim os iJeila r*liflk>n por ol pecado, hijo d e n o e a tra ignorancia, dnbeittós
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le» dacete M tnts tjenttt, bnfrítiantes «os in nomine P aiuti t i Vitó ti Spirifus Snncíi. El c a ra d o r q n e el lian ü sn x i' imprii^Q y deba de ¡m prioiir en oad» ano d& nosotros, « tu l piHW r,ki Sabiduría y a la m o r, para que can cslas Ires cosos reunidas, alcauconiuM H I)ios la tin id a d do ntireIra naturaleza.

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Se lia acusado á la Iglesia de b a b e r sostenido á los puebles, pn la'ignoraacja pora «Inniiuartos m ejor.

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E rro r §roseFo que n& m erece la pena de reínla CBe.Kn !<»,djw y uneve siglos que Lace que la Iglesia vienu icoiubatiaiiilv, sip

h ab er triunfado deíuiilivam ente toda vía, por su té, sostenida.|H)r la esperanza, por la caridad, p o r el cu lio y por tud a'fjúnaro de m ortificaciones y do sacrificios, ¿qué otra iuslruvcion h$ pqditln clarsB al pueblasino ¡(irelrarloj*obre los miste ríos de su sal pañi o#, racliUcnndo inccsantcraonle su concicnciu, para que .huya.ilel p e ­ cado, cuando todo lo que bay eo la Iglesia, hit sid o 'ü ’w du.rparn q a e sobra el minino asunto bable en lodos los in sU n lc i de nues­ tr a vida A1nuestra-alm a y á nuestros sentidas? - - . Ningún otro pueblo, b a logrado elevarse jau iás i ladiguidud

f é la civilización, que solo b a sta ahora bo podido cousw»W.:en todos los-hom bres el pueblo católico, .1 ,1 Bl sentim iento de esa dignidad, q a e solo los caUHicflS bomos podido alcam ar y conservar por 4a orgauizacinn dcl sacerdocio, es la causa de que ninguno m jusücja baya podido jam ás consoli­ darse p o r largo tiempo en tre las naciones latin as, conxnse (ta con­ solidado e n tre los dem ás pueblos, incluyendo 4 los csui&Lieoi y á los protestantes. • , Pera dejando esto ¿ un la d o ; ¿ quú o tra clase de instrucción lian debido d a r al ^ueblo los sacerdotes? Se acu sa al,sacerdocio católico, y esta a s u n a acusación q u e todo e l TnundefulqiMW qe.11irn él, de no h a b e r seguido en s u instruoCwn y e n su eiuofta.uia el cureo de Ios-tiem pos.-Bfeolñqm entej i- s e g u ir a le a r e n du Jos lim ip ó s hubiera sida rcca Ii a ta cón Jwr partidartosi d o l o a io y c s .

— 500 — cew tfcuciana^cw i la e Jm u M u U a y anli-naonárqnito cwj la ileoiocrnoiAMWrn p ír* e $ IM « n ia babee dejado, eu parte, q i » p c r u«4CL^]a #1 desenvolvim iento hum ano d e nuestro ser, es antea el ttomhr^^dc.la,liQrray terreno. Solo lo s q n e rin o io a , los q u eh em n » sjulpengendrados MfftiD-ln enrne* somos capaces de se r reengendj^dwt,e&pir¡tualjuonle pnra constituir el hom bre celestial. l’nra ser esclavo el pneblo de Iq nobleza feudal, buho de perder ¡mU*9, ¿a jirppisdad. Lnfi demos clases, «I clero, lan o b lcza y l a elaíiQiniiidia, ^ ip a d id a qne han venida perdiendo su im portancia, ó mi , Ijbpii^ttacPfltaiica, han. venido perdiendo sn libertad política; pivrq^í'.alquo n* en .hombre según la carn e, ñ o p o liemos tampoco cvpsidetarlp oooiü hom bre en e l órden He los derecho* de ciu po r.lo s cuales 1rotam os de com pletarnos en el Arden es­ piritual. ; l ’a r ce
— 697— fn m a d n ( <wil>rehJ»Míci8l n n a idea tnwUratta1* M'^AWÑMMM^nn pnilflr rtir nivérse contra su soísflé iíeüifTitfciaéav’qtté'lB p T tt^ d e W tlfüJiWilcrcNíh#»*, £no e s « l a todavía mas que el i i t a H e « m w S i•«•t-ii rl nrnrpo para no dejarle o ír» «os» ifite eon'M f tftlA t o l <'!CfrirHií> A le arrancasen e le s p ir itn para uo rieijArtoeMi t i r a vid# que f i corporal, hahientlo ile entregante pi»r heceNidnd á t b tlns loo vimos, á lodos los crím enes que su coraron reprueba!, re ^ : bnjdndofa hasta lina sociedad qiw lo d e r o n c e é v ilo la fcflal“d«be « ic a r todo el jmrtifio pdsihlo, v m en d o infam em ente, p nw iqne-no tiene otro recurso, con lo s niedio* que no dejará He proporcio­ na rlu su ¡nlrligencia?

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Al h o m b re é q u te h s e le co lo eaen con trndi «siem « am ig o mis rnirt, su la a tild a tlimt&V! indirectam ente, á o p tar c n írte la n íc íd ld ó la ilnKlmecion dé lo soniedad, ¿CAmo cn stf^n rd s fl nn fcoinlire'i ijnien linlicis educado de «st# tn o d o , si «oís s&l¿sr ^osot+oü ToS f iilphblrR? ; ■ 1 ■ 11 1 Los qn<; crean; que ln instrucción "basla, p o r «f fiflla, ^«Vá re frM iernraHiomhre y ¿ ln sociedad, que m editen sériahiento'J'n lfY i|i leseábam os do d ecir y se convencerán dé que él íscéWIn^ío calAlico, (lindado en ln enseñanza d é la Iglesia, los d á tr n n a á'tc/dbs en eso de conocer la naturaleza hum ana, para ponerla Blétnfrre de nenerdo consigo m ism a, dando le c h e é los peqofftuelos'y iM hjtlr sólido á las personas fuertes y robustas. . Ln Iglesia no hn variado; pero habiendo rarisdo eon lá fletainorliinr.iffn las condiciones de la sociedad anll£tin; ¿qtildn fijnrá laí condiciones dé la nueva, puesto qUe todo 1 lo qn«» fia¿£> se oncnenln sin ileGnir? 1 1 ¿Los partidos? Son hijos de la lucha; ladiseiisicWfcfJtrifllffn'ciito, yin p » i, la j u s t i c i a ; l n verdad. qnd vWM' son (nn fatnloKpíira los nnas«otaopíítti loá írteos-,1

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Sol^ lrt rclíffípu, pll&tfe levtfrtfti' aT HómK^ iVta’ft'rilIfchííión ilo todilS'S1I9 llcsllnos ' ' '¡n- -•’!in.-.ni riiiiifriujiVil'i»! «•

— 7533 — Siendo tn conciencia tíeí i.\it«lids:no, la conciencia ile Dios im p o rta d a al lium bro, para s e r im p o rta d a á la búm anidad, saín en ella cabe el establecim iento de una lenjrna uní versa!. Y cuino una v«« unlversalizado u n principio en n uestra conciencia, seria insostenible sino se unlversalizasen los dem ás, sólo en el catoli­ cism o,-caben lodB S las unidades, la unidad de m on ed as, la unidad de pesos y m edidas, en la unidad de legislación, que cómo nn trtrrv iite d e a g u a p u ra y erislfllina brota del m anantial in a g itab le de la sagrada E ucaristía. ¿SerA preciso com batir todavía contra los pueblos apartados <1r nuestra ley y de nuestra civilización? Solo el catolicism o p u e
— 5#&— El ;couloito jlc m atrim onio, elevado p a r e l ^ to U c U iu a i

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dignidad de rerdafiero sacram ento, nos yá ¿ d a r la c la ra d e toda d a s e do contraías, pues que lodos se relacionan entro »t. No solo contratan el m atrim onio el m arido y la m uger k con toda la liberfad de la elección y de su uiúluo cousenliuiienloKiiiiu que lomando acia de la libertad de los contrayentes, queda con­ tratado por parle de am bos p a ra con la sociedad civil y la religiou. El m atrim onio si y ni Oca la unión de Cristo con su Ig lesia, por la-alianza indisoluble que bay en tre Dios y la naturaleza huiuann, llam ada por el Cristo á la ley de lib e ru d . P or eso, la sociedad c i­ vil y la religión, g arantizan p ara m arido y m uger y para su» Ile­ gítim os descendientes, no solo la indisolubilidad ile in ia lritu sn io , niño la indisolubilidad do Ja fam ilia, la indisolubilidad de la su*cie ik d y la indisolubilidad de ta religión, eu la cunl siem pre du|tcp encontrar loa padres á sus verdaderos hijos y -los hijos ú sus verdaderos padres. Q uitad esta g arantía de la religión , asi parn el m aliim ouin como para lodos los contratos, y la sociedad, en lorias suh pai las, cmpiu/Q & disolverse, « osólo en su s hechos, sino en nuestra concinneia y cu la ecsislencia de la re lig ió n que es la que iÜ el va­ lor principal ¿ lu d a clase de contratos. ¿Qué es el divorcio que se Italia, establecido eiu re los proteg­ íanles? La esciüiou de todos ellos con la concieucia del hom bre y ron l.i «nnciuueia de la hum anidad. La fam ilia solo existe entic ellos, garantida pur la volnuLad de los padres. Lu mismo existe la sociedad civil y la religión; ni la upa ni la o ír? tienen mas ga­ ran tía que las que les presta cada uno eu su liberuid p articular. Apareciendo esos tres intereses d i s t i l o s , en Judo? los ¿ q u íta ­ los que ligan al bom bre con el h o m b re , p o r la,gat'4 ^ n i d e la su ­ ciedad y de la religión, vo, pueden menos de ap a re c er lam inen eu ludo aquello q u ^ s e re b e re á la educaoiou y la efi9fiúapz?r>1, i La instrucción, como m edio de id e a liz a rla m o tcrij|,hacicndo

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1^ J^ s .i* , i¡w^muc^ »[ « l«*gua..fj J t w w g r ^ j , teA ile I « £ ^ o ; 6 ^ i j l^s cw3|üí>f afc¿u raJo s c a ^ a vpa iy¡>s ¿ M u e s tra doble n atura 1 ^ , dpfiuipfus d e su e ra r para sluiupra .l? anim alidad « ta u neutro sor, S«l*u¿$/ecouu«e ea ellos su sc.alejicia, .esperando á que . realic empa ^ l r o j e fioaolros juísiuoj» el reinad? d ^ reed a d erv lijos, paía.fio^M uder á las U ^ebra3^.CQ ncayidadti.dcl, 4 l»M>mo q u e .re >WiUl>ao,iproduciendo ud sordo, pwdougaUo y a te rra d o r eslrame-t c i n y e ^ , ¿su p u Jla rse eu ellas para sjeo tp re. . . , Asi lafi,|)q
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,s.,:llj lfe l.vj.r.MH

. ! ... derechos y a uúes-

—-401 m rtslra T néttá ^ d é tiú e slra v o liin la d \ cob e lo b je tó :d b q t e nadia éé* dncílb d e s é p a r a r s e d é ’ A ju s tic ia , y para ¡qtie el q ue lo'sch, *ea c a stie frd o c o n lo d o e l rig o r de fe l e y , sinacepcJoii dó' pw%uU85-, ju n ten dó nuestra Vida y n n e s tro s in f é r e te ’,'? los interfcses de la socifc'darf, á '¿dUÍerfo de lodo glnono Je ataq ñ es, d é lla ,a lá sódedhd ¡éfofil p e d e o cíe loflonuestro desarrollo físico , p o ta qnc é s tb y él Bidral se ¿poyfr'n «1 nno en el o lro. Cuaüio m as fd érln j nYás drtdtV ólladó sea el'bclmbre en su ítíc rz a física,'tatita n rts rtnlafülüia leitilr& p a ra desarrollarse en bu íntétigtincla , pndlertdo ser, por ambos conceptas, m as útil pnra si y pínu l a sociedad,' Los reyes en s u o rig e a y so h g e n e n ilih e fjlc los prim eros giierríróS; y 'por comlf+nforite1lófc pritoéros defensores do los prtélifóÉ', sobro tos cu ite s asentaron su pnüer. La m ilicia es Id orgnirizaclta fisión fr inteligente de lii fuerza. '1 Puteé bion; nado ma$Tí atu ra I en cada pueblo, qué nl kadd d^1! representante d é la religión, se halle colocado ol sacerdote do I» h ierra , pafa que la sociedad, en estos dos'principales eleíncrlliis qué la conslilayoB, sea organizada en nosotros desdentóos, pci' et derecho que liay en la sociedad civil y en la religión & e'ducarnfts, fkato que seamos buenos cindadanos, lomando garantías, «Orno tim­ beo se r lom adas acerca de n aeslro porTénir, l>e esta m aneta , al m ism o tiem po que nos consum iríam os por nueeira sobriedad y robustez en anos Tentaderos espartanos , quedaríam os constitui­ dos por nuestra cultura, en unos verdaderos aieniatiscí. ' ' A. losniflos m ientras sean ntfios, y á (os jóvenes. mido irás se.rn jó v en es, se les debe o cap ár todo su liem tiá , nb solo p á rt eubien, su utilidad y la n uestra, sino para que no co o trsig íil hábito* «¡un sean ta desesperación de los p a d re é , f p a ra qué Umío los híalos ejemplos, oo s e contagie la ju v en tu d , á (juien bemou do JéjSr en berenctó riuostfa fiivillaacioljytídéstrirstícíéiad', Al padre, & Ib m id tó , <6 ett sró:dítí^¿lat‘ó''hi¿ leresadosidif lá su erté *"Üe fós ítfe*s‘j'

ti/til' ¡nla

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- 401 — M ucociou p n f iM iM l, que (foto q u e d a r entera tóenle lib ra do to ­ da traba. Do esla m anera, los q u a on- l u profesiones q n*4*iim e* nester, den-bastanles garan tías da p ráctica y do suGcieneía á I» ¡wciedad; {.porqué no lian d* poder vivir de lo que saben, em plenndn sn ciencia eu nuestro beneO cio? El q u e vive én s í: n>i$no do m trabajó, na necesita m ostrar otras p ru eb as q u e sus miamos frutos, para c o im n c e rn o s do que sab e. Si nos convienen , si eonvw non estos fWito» á la sociedad, p articip ará d alo * nuestros, Irseunlcst recibirá en cambio y á jira ta proporeion , 51 ai n o , é l s a b r i para qn£ los hfr producido. Todos los qno quieran ejercitar Ia a b o g a d » ; la m edicina A aiiftlqrtfora olra profésioh pública ,>«ittpleAodóse al servicio de U> sociedad y (te In rettfilan, t¡«nes que a c re d ita r dos cosa*; 1 . ' qu» dominan r.on 9» inteligencia las teorías de sn profesion; y

qnn

saben'opilenrln» i casw determ inados. Al que sepa e s ta sd o s r o ­ stís, 110 le preguntéis de dónde viene ni quién sé las ba errsefiado, iti dónde las ha aprendido. V iene de Blost viene de sn naturalesai que le ha hecJto uios á propósito para u n a c o sa qa« para o tra, y mb preciso reconocerla sil d érerb o . Al qne carezco de esos dus re q u isito s, por mas años que d«niuostro haber e m b o ad o en el es la d i» , presentando sn» títulos ara<MmicQ$, no la deis up puesto p ar* e i cual do se a n p to , des­ engañadla, pitra qne por su bien, bosque eon tiem po otros medio* de proporcionarse la subsistencia. E ntre tío» ó m as pretendientes á nna plaza vacante, sea do fiic o lta tito , cead « empleado p ú b lico ,« ea eo el órden de la religión, ¿ podremos siem pre eleg ir ni m as di^no, eon cstlo sio n d e Ins que Tallan m e n o s? 'L a sociedad tie n e siem pre derecho i s e r servida por W ftiHnbre* que nías, valga». L os individuos q u e m as valgan tienett tam bién u n derecho in d is o lu b le i s é r preferidos en c<mc u rrtn e ia d U o d o s to s d e m á í,

1

D4itselni)aH las pkransd upnsMiien^ y solo en {gnAhlftd de c ir,

— 405 — curwlnneta* sann p w írriilu s: 1 / Iub B crsidorftíuw iianlijjuua.duia sociedad;* SL* la r do m a vma r en«s de UO trilniualconHlilitido pata jnígur á lita opositares, deben quedar reducidas,, bu tes ile empezar Umcjermdoa, ¿ esco g er ni que sea mas digno de elección. Tocante á la forma y m ofo de dem ostrar lo cieuei» y lu a p titud de ceda 4iii» , ««o e s cosa de kw opositares. Una oposioiun e< u n v erd ad o ro paletiqne-, donde deben b atirse cou toda clase de a r ­ rasa 1m d« lá profesión que c o tte u rra n á ¿I. El que se encuentre bien im puesto eu unn ó en lodas las m otor i a s , dd palnlirn , por fl«criU), y prietit«nM nt«f puede d e s l i a r á nuo por uim, ú ju m o s, ¡i todos sns contrincantes. Loa jueces tío están mas quo para juagar, y si u pesar de estas garantían; que la sociedad dube loranr da todos lo a in d ifid u ó s y tos intlifiiiiisR de la sodeduil , p a n qui» nadie seo péqudbcftdo en su deroiilio f uo cómele olguna injus­ ticia notoria por los jueces* loe pcrjudiuadosj como medio do p ru a a r la injusticia para que á los juecc3 ge les castig u e, podrán pelar á «tro tribunal que volverá á a b rir el mismo palenque, tan salo para los qne lo soliciten, y los agracie dos por el p rim er tr i­ bunal. ¿T em eiaque los bom bteb de ciencia gean desproporcionados i los que se necesiten en la sociedad? El perjuicio será para ellos. A ln sociedad le b a sta nivelar tüdas las carreras y todas las profe­ siones, para qüe el hom bre, trabajando siem pre, pueda s e r ed cualquiera de ellas igualm ente rico. ¿liemos de volver al privilegio y á las preferencias de mias profesiones por otras? Un labrador es tütil á los veiulü aftas, sin o tro s estudio* prótio s qúe un poco de pr&otien para t i r i r de sn trabajo ¿Q nédebo g a n ar por térm ino medio n a m édico, Reponiendo qrie su nprendizágc se estiende h asta los tre in ta aflos? Claro es queisinb eft tilit pata la m edicina p erd erá 'inútilm ente todo sn tiotópo y todli su

— 404 — trabajo; féi» sitado átilr corno lo; debemas4upoaer¿>dcbe reiateprarse en c.ida una ile saa vigilas, del tiempoque lu dbjádoidc gatis^ifaiHjidetqiiela-sociedadi&de'gratis la inatruGeioit; y si ean fw siticoetiUi, düilDH madores:gastos que lia debido tener: ■:i £ti nlrós UrnjinoSi Si el sueldo de un facultativo, aegim -esta regla, delta d e. ser, por liínuino medki¿.dac« m il. reales, los que M U|C 0 Ddac¡| ] 0 8 f n r un pueblo de mediano vecindario» ganarán esta; cantidad; ios que por su fama» A por sn ciencia, sean con-r itanidM ^or- Míia población, tuayoí, ganarán SBgHit la diferencia rftíe hnyada una poblnciuu á olro, y los qae por su pocoierétlilo ñopo bou-devana peque ¿a pablación, ganarán jneuoe, según la utisBki;prupurcion. fie «tro modo. Suponemos que (a vis i Ib da uiriuedicu vplga ffl todos ellos cuálro retales; el que.no visite m asque-una voz por dia-ganará cualro reales ¿ el quo baga iliaa wstkisiuuarenla; ul quacíenlo* cuoIroaienlos;■¿qjid uiayorjacom peusa quereis para un hombre ibj fama sino qoe se enriquecen trabajando! Doce m il reales siu la usura, son m as que trein ta m il sou dk^. S u p rin ü d o l tin co p o r cionlo sobre el capital y re b a ja is e l precio do loe productos en un cincuenta por cíenlo. El qne como recooLpeom de s u trabaja, disfruta de un sueldo do dooe mil reales, y n o im e de su propiedad, paro q u e o tro s vivan de su propiedad á o o tta i|e ¿I, tiene q u e pngar alq u iler de casa sin re c ib ir nada a b a d u la a e iilo on caiubio. Esto le sucede con la m ayor p arte de las cosas. ■i- LroibitaKi Los hom bres-do c a rre ra que los.que no lo s o n , su ­ prim ida la usuro qae A todos nos sacriGe», n o sse n lire m o a íehees én la abnnd^Jicia^en b riq u esa y en la b aratu ra universal. gQaé penderán los hom bre*. d « carrera con que la w u r a .sea abolida? LWel'epnlTariOj'gaiiarin un.ciento-por ciento, porque ndentós'Ué1velen toas «ii salario,- no tendrán .que trabajar gratis pars-(0it'p4Mee;iAí feec VtcUtnásdralgHDOsTarsaaLes r q u o s e ro­

— 405 — dea» üo uo lujo'>eso»mtoluso-para -especula?■■ytaiw. «il<^ sqíloíkfc m e la re la medicina;; -. •!. i.mm ¡ i..--. ir. En eresúinea: a¿f como el h o n ú ljra.ea uso áo s u iad iiputable IiI)criad, la etml l c r e r e la s a cualidad de iHiuibre, ó-de « s ( d o tan •la de ra z n u , ile conciencia p ro p ia y ila responsabilidad, «lífcne dorerlio ¿ cc8ií;ir y rodearse con respecto * la sociedad' de Iddo-i d a s e d e g a rn n lia s, puesto <|ue la so cied ^l lia sid a Turunda |para^ elbam bra-; a si la sociedad y la religión , cada ana e n a ii iineaylienen igualmente na derecha incuestionable á rodearso de ibdaaíi Ins pasantías p o sib le se n lo qnc lineo relación al .individuo* 1 la ' fam ilia, al pueblo y á c a d a n atró n en p articu lar; Ifar m frnecaquoi fiuoulas nias seguridad e se c sij a el individua de la sociedad:y de la j religión, otra* la n ta se e sig irá n Ja B o e ie d a d y Ja religión deiin^dirid uu, pani que la alianza<de Dios eon el hom bre y da IosIjq m t b m a n t r a s i , basada siem p re e n l a liuepriBtiúj sea &a> n u eslri/ impoclucoiou Ujdolo perfecla que deba y p u e d a se r. ■-i ■ Ln prim era condición q u e se nos e c s ig e , para q o e so o rtio s m iem bros de la Iglesia, es la del bautism o. Esla g aran tía tém a la religión sobre .nosotros, sin ia cual no podamos ser inicuibroft de:ia sociedad ni de la Iglesia. Puesbien; por el m ism o-hecha b religión en m asa, se declara protectora do t-odos los¡ bautizados; porque llenado osle requisito esen cial, somos ya m oa i|ue hijo* do nuestros padres eu «1 órden n atu ral T soibob m as q u e hijos d e l Estado^ somos verdaderos hijos d e Dios, templo sbuIq, n ie u b r o s vivo» del cuerpo de Jesucristo y be rodaros do su glo ria.





En aquello q u e la religión dos protege y qn¿ dependem os i da la re lig io ^ ni nuestros padres, ni el E stada, I k n e a d eircb o id?» gunu contra nosotros. Somos vardadessiBeiita Jibre»; porque ni el Estado, puede eu conciencia, reb ajar loda;Uue6Un.oawta«KMibasla lu eq&iste^oia esclusívainenle ^ a d o u a l, ni. tos padre*)/ f ooa.qart’ tra r nuestra vida.en U vids il« la EamdÍ3,ili> c ^ f l,<4[witqbU0idOrr le, equivald ría'& re p ro d u c ir-ía esclavitud

eariiHtoUvma, eon

— £06— todos, t a

Ka^rilicios sangrientos que han dejado d e e c s iílir par*

la m oderna civilización. l’ue» (m« u ; si la saciedad y la relfaíoh , tie n e n , tú el 6 rd m qüe representan, un derecho, que nadie es capaz da poner en duda, sobre nuestnw intereses y nuestra vida, lo tienen por lo m ism o, á i .

fijar las bases de nuestra educación física y m oral, m irando siem f>íe S tiuésth» porvenir y ¿ que seani03 verdaderos hom bres, para qiic cuando huyamos adquirido, por n uestra edad j nuestra ed q caeion, los derechos de U les, quedemos culeram ente em ancipados dentro de Ja ley, Id cual, uo puede se r o tra, q y e la ley d e lo ver* lindera libertad. ¿Qué podrí» tem erse de los hom bres en nna sociedad, donde siendo ludo? iguales y libres, luvteaemoa toda nueslv» vida basa­ do, eu Ins prescripciones de la ju stieia y del am or? Podría haber pronunciam ientos, y arm adas? ¿Seria preciso d ar leyes restrictiv as sobre u u e slra lib ertad de p en sar y dp escribir? Aunque hubicuo niguiiolj cnrores eu las ideas, ai los hechus do ruasen ^asíanlo po­ derosos para evaporarla», se estrellarían ante cadn an o de noso­ tros ea d ¿rden adm irable d e la sociedad, como se lian ido e strié liando, antes y después de fininaliel, todos los acontecim ientos provocadas contra la ju stic ia de D ios. Suprim id la usura, y asi como con el órden económ ico, es im ­ posible de toda im posibilidad, qae pueda h ab er in tereses co n tra­ dictorio»; qn el únlen ültwótlco, en eJ político y eu el religioso, no puede h ab e r ideas, ai sistem as, ni sectas, ni benegias, ni religio­ nes encontradas. La unión de lodos los in tereses, el acuerdo de lodas la» idoiLS, Ja lib ertad y la fraternidad de lodos los hom bres, no se encuentran eu olra parte que en la E u caristía. U iaaU ft& no^eam asfioinbre*, ú lo que es lo m ism o, m ientras uow?* balem o s,ed u cad o s para la fam ilia, par* la róeiedad y para la religión, no podoraos ad q u irir derechos d étiin g im a o íase. Por

— 407 — eso, Ins sociedades m o d ern as,« eih ailn i e n a n a lach a encarnizada sin baberoe podido todavía constituir. l'a n i ci>ojüluir fam ilia .necesitam os tra b a ja r y sa b e r tra b aja r pnro man tener la. Y p ara ser ciada da dos, en la sociedad y en 1j religión, necesitamos s e r elevados hasla ellas e n n u e a lra s fa e u llailes, en nuestra ja stic ia y en n u estra inteligencia. Mientras duren los tre s periodos d e n u e stra educación , el hom bre no se pertenece asi mismo. Pertenecí) al p ad re 6 al m aes­ tro, que haga las veces de p a d r e , quien necesariam ente ha de Irnlarlo como se traía á un educando 6 á nn aprendiz. Los n u e s ­ tros, como m aestros, si se han de m an ten er con su oficio, linltrén de ecsiftir de sus discípulos la correspondiente retrib u ció n , quo lam bío» puede ser sustituida á voluntad de los in teresad o s, obli­ gando á tos niitos i que, después deconcluidg su ap ren d izaje, sir­ van A bu amo el tiempo absolutam ente indispensable pura qne se reiiitRgi'c de los ilcávelos y cuidados q u e proporciona la educación do In juventu d . De esta m anera .lo d o el que aprénda nn oficio, llegard, el dia de sil em ancipación, á s e r un trab ajad o r libre, no ochando nadie de m en w la esclavitud q u e, en su ú ltim a trasforlo conservamos todavía coa los nom bres de jo rnalero?, prolutariiM ó criados de servicio.

iu íi i '.Io ii ,

Si eslees uu derecho natnral de k » pad res sobre los hijos, t\ do los m aestral so b re los edacaudos, ¿quiéu negará é la sociédud y á la relijzim i, el derecho d e organizar y d iscip lin ar á la juven­ tu d . som etiendo ó todos, d u ran te su edocaoion social y relfíio sa , á un régimen bien ordenado y estricta naente riguroso? ¿Quién lea negará e l derecho de tom ar, como prem io de huí servicios, nno A mas artos de la vida de todos loa hom bres, em pleándolos :4 l se r­ vicio del municipio» de la provincia, d e la pAlria y tle ta hum a­ nidad* para que ted as laa obras sociales, q u e b o a d e re fftiír ío h re cada individuo en p a rtic u la r, sean llevadas & cabo Mil M m ayor armonio y precisión?

>

— JS08 —

ligion, b a ttrc ] mml d«sn estatars^ q n a a ljito fií^ ^ to ’IIHSsferoí? ¿ a o 'to u a é fli p e r la c a totora' de-B¡o»v "to itag cr'tiéflré 'Itidtfejwrsabloineale-qiio'M vJ^vM iladA p u r r ia e th ic a o lo ir LwM ' W e ítb ttiía d e l lid|iiWew>ljadHilHclo» ¿ la ^itiiitem tiíM rde l a m l t g í r ; 1 tfrpertdt;

■do Dosolros. Es ángel ó ilenjunio por*! hombre: 1



- i L a< nager « o ee. concibe « rh u le n lro ie sB 'c W itiríi! Hj/vefilfidora ro in a d e I» fa m ilia ..U rio a d o yodando Ir* prfrbeht ^IcrttrloiT ’á ana liijnR , atendiendo coa su arreglo y su econom ía á todas Ins necesidades domésticas, com partiendo con el hom bre sns penas y sus alegrías, b é a q u i el verdadero porvenir de la tu n g er. No la sa ­ quem os de sa verdadera naturaleza, si 110 [fuéremos qne iufleione nuestra vida, robajándonos de nuestra dignidad. Ni por la fuerza riosxon&líUiyei tu p o r la inteligencia, qne solos n o so tro s, d ttcan san ttu en e lla , en el arregla de la fam ilia, podemos a d q u ir ir , puede ser elevada la niuger á !a irnporlnncia de la sociedad. P or mas libre que se ltayn considerado, jam ás lia podido elevarse por si misma liadla esla a ltu ra , La historia no re» SÍ9lrft w ií v o r d ^ e r a iDvencion a í n a «er& ailero-díM ubrinttento d^bidp.¿ la m u g ar. L a jn u g e r ha n a c id o p a r a eLatnor* Todo lo que 4 nosotros nos (alU por La p a rle del corazou. lo posee-dla. l*ur eso, .saj^A ía m o g e r Ifi es d a d a & a c er m as llevadera la vida: dt*l hom bre, dándouos fuerza y rcsignaciou p a n tod<»-4BsdoloreftI y .i|f«qrMvüe n u esA rM aleg rías.tío M o d aslo s a tiflo tiv e s d e w u ¿ala?. , ; >Kduqwédi08ln;«egtw->lQ» * lto » f iiie a 'i q n e Dios Ja b z destina >dMi siem p re la«overdneietn£a«ii*& verdades* m adre, como verdadera e sp o sa , como verdadera bija en la inadna 4 e WíNt y^Mfllhb<>lMbre8.q*e Ja>i g l e s i a » pMWHta p u r m o d e to , en Xas d a e b a d o d e tadup»ÍMrpil4

— 409 — haijion, üpH»potenKK*¿sleH)acc>BBÍaU>nia,.. á l áistonra anántaioo y d^olventu gne rig e en la s ^ ie ilx ti s o p é e lo 4* nuestros in te n ­ ses,. responde el sistem a :anárqnea y. diso b en le en.lot>iitu^>:de tu y o s sistem as es uu ,, com plem ento la nnarqoia en la cé u tac io n , liLauarquia ^Q las costum bres, que cos conducen á la disipación, al lujo, á la ambición desordenada al agolouiienlo de los plaoerw , ¿ Ja disolución de la iaaiilia y á la relajación, cada vea mas ifuneaUble. d e it» «intuios que constituye u la «Quedad.

CONCLUSION.

La civ¡tiiacion moderno se halla eu u n a com pleta jm tréfaério n . Es la única civilización que hasta áhora se haya corrotnpid o por esceso de vida; es p a rip é no ha cesado de hallnrsé en él catolicism o, al cual debe su o rig en , en vías de un conlfnno y ver­ dadero rejuvenecim iento. La nueva vida que hemos producido no se la dftiemos A nia-

gnua elra civilización. Toda ella la ¿acaraos del fondb d el M piritu inmortal, que por m as que bayanos pedido dM etbarió, nos

anima. 1 Por «so, en nuestra sociedad!, te vienen sucedlendo lcs hottíbrca á los lumbres, 3a& clases á las
— 410 — Nuestros esfuerzos son cada vez m as suprem os para detener ¿ la civilización eu nuestro cam ino, y girando como venimos g i­ rando, dentro di> la iglesia, ftl rededor de la E u caristía, quq e$ el ¡jstro uias esplendente de los ciclos y de toda n u estra vida, hemos procurado oscurecerlo d urante diez y nueve siglos, am ontonando vibre Roma, sobro In ciudad de las siete coliuas, sobre la ciudad iros veces santa del catolicism o, todas las negacio n es de la tierra . Roma, la cabeza de todas n aciones, e n e le slre u i^ a b a liin ic n to
— 411 — Lsed ol A po calip sis, y vercis que así enmo en la m uerte d«L jú6lo, se hallo, como en origen, el rio de agua viva que nos há de d a r la salud ; a s i , áe esa m ism a m uerte del Cordero de Dio*, tom au origen lodas las ¿pacas del Apocalipsis, viniendo á parar ii Rom a, como centro del orbe católico, lodas las guerras, lodas lm ham bres , lodas las pestilencias , todas las injusticia} , tudas los iniquidades efe la hum anidad , de dondé como de On m ar encres­ pado y corrom pido, Fian nacido los grandes ministrilns de la p ro ­ fecía, qiió se lian venido cebando cu su saña contra las nacioia’?, á medida que ct espíritu cristiano , rom piendo cada vez con m a­ yor Tuerza la pesada losa de su sepulcro, se ha venido difundien­ do por noestra civilización y nuestra sociedad. Todo, por un estilo ó por o lr o , va á p arar ti B om a, qnc es r>| verdndero coniro de la hum anidad, y una vez que Imyan logrado fijarse ou ella, aunque sea m om entáneam ente, los m ónstriios i¡uo han venido A devorar nneslros cuerpos y nuestras a lm a s , di; rn medio de los cualeé se destaca el A utecrülo , resCimen de lodas las nodaciones, en que como e a un lodazal inm undo, se revuel­ ca nuestra civilización , Lodo traía do descender á lo hum anidad para m arcam os con el sello de la ignom inia, haciéndonos desviar de los cam inos de la redención. Pero la Roma c ris tia n a , levantándose del fondo de los sepul­ cros contra la liorna pagan a,q u e es fa que no ha cesado un m om en­ to siquiera de dom inar al m nndo, viene rechazando, por la voz de sos Pont i Gees, á lodos los Titanes de n uestra cirilu a c to n , que han querido y quieren escalar el olluipo de n uestra fe. La m uerte que bay eu R o m a, y que trasciendo á todos los hom bres, i lodas las instituciones, 5 lodas las sociedades, que, no Be han form ado, ni se form an, según el verdadero esp íritq cristia­ no, es fatal y siu osperanza de resurrección para todos los qne, uo renovándose en si m ism os, según el espíritu ¡m pcrcccüoro ik; la TÍda, no quieren vivir ni m orir eu el Señor: 11

-4f9±• PtfJeitol*Ü óM 6rtsi¡toti)‘*pi0 htót* a h o r t á a Jrttogrsitfó eónstftülf&é sfrtd en él eeolro de la tiMieWe Riendo ea í^W c en tro ín TfeBclbk1á Hflrtacablc, porqne nadio h ay que pucdarevfelafse con* Ifa& tj jtrópfoQú, iti su propio destino , vomita ta rn u erla'á mano# l ie n to , Ib diftiude en lo des direoeíonas r c o n tri lados los que *8 h an atrevido y se atreven A profanar een sns hechos ó sus id eas,* ] sfcntnario invM oble J e aHieslm sania religión. Toda» los p ruebas negativas qu e, en uso de v u estra libertad, podem os'ren n ir en contra del catolicism o, lo d a s .s ín d e ja r boa, se Íasiietiíos venido contraponiendo en el disourso d e diez y nueve siglo». P o r cHO, todo lo (¡de hemos ideado, todo le q a e hemos odilieado en centra de nuestra Ti!, ted a en sn m tatna instab ilidadi lia quedado reducido á escom bros t no quedando olra cosa q n e ru i­ nas d^ritoefsirt) Alrededor. H abiendollegado, por el desenvolvim iento de n u estra civiliza­ ción-, el íiltim o pinito, al panto insalvable, p a r qne en n n estra ne­ gación católica tropezam os con la m uerte de nosotros mismos» losfw ititam asq u eau estraco n cien cta despavorida h a venido erra n ­ do, para llen ar con ellos los vacíos, en que respecto de Dios y do nosóttoi mism os, lia quedado nuestra existencia , nos asaltan sin c e s a r; son como oíros lan ío s espectros qne atorm entan num*tro soeflo, con sus form as terribles y espantosas; y agovíado nues­ tro espirita, tem blorosas nuestras carnes, creem os se n tir y lo s e n ­ tim os en realidad, uba especie de esterto r sem ejante i l roneo es­ te rto r de un m o rib n n d o , exhalado del fondo de n u estra sociedad qae stí agita en las últim as convulsiones d e su agonía. A los qué' h e h a n profundizado las cansas d é sem ejantes con­ vulsiones, producidas p o r la reacción f i a revolncion ; á los que no han estudiado en s i s principios y en SU9 resultados, estas dos form idables enferm edades que nos aquejan, les parece que en el reljrfé l lí¿in]po se baila p t6 tsim a á so n ar ta úkLnia h o ra del « a to ­ ll cismo. A l¿3 ífüe no se hallen convonfódár tfe lé contrario ¡ les

—Í K m iilla dos vendrán á d em ostrarles que la rc a W io a y d e v o lu c ió n , Be liaUaB asistiendo, ea su m ism o engrandecim iento, d&a últim a hora, k fuerza (fe haber destruido d e n u estra sa c ie d a d ,. Unto 4o que s e m a con la e x iste n c ia de ^talglesia, b a o Llenado, la jm a ca contra de la o tra, 4 asediar al espíritu caLúJic© que lia que­ dad» todo él co n c e n tra d a d en tro de Roma. El dia que dea el ¿Llimo asalto á n u estra fé, d en tro d elú lliu it» beluario qne le queda, aquel din, destruida la reaocioa pofl& Tevolucion y la revolución por U re a c c ió n , do queda pied ra sobro piedra de nuestra m oderna sociedad» asi eomo ¿ la a iu e rte del H am bre-Dios tam poao quedó piedra sobre piedra dol tem plo d e Jorusnlem , pronunciándose losD ioaes dpi paganism o en v erg o aw sa retirad a. , ■ L o q u e entonces su cedió, bajo el punto d e tis te religioso, ahora, como com plem ento He la fd cristiana, q u e ba obradoitm iIqb m ilagros, tiene ¡que suced er ea loa dem ás ordenes de hechos y de ideas, p a ra qne nuestra fé responda siem p re en la E ucarig' lie d nuestras obras y los obras, respondan, en La misma E ucaris­ tía, ú nuestra Té. > Hasta ahora el catolicism o se b e desarrollado en la m u erte, que forzosam ente liemos tenida que ad m itir, por no h a b e r adm i­ tido voluntariam ente so verdad, sn lu z, su esponsiou, ni su rjd n . Por eso, ninguno de nosotros podemos ju z g a r ¿I catolicism o, y lodos indefectiblem ente «eremos juzgados por el, a s í q u e , ba­ jándose en su trionfo n n iv e rsa l, em piece á d esarro llarse en su vida im perecedera ¿ inacabable, que en eJ hundim iento e stre p i­ toso de lodo ca a a lo le es co n trario no ta rd a rá eu com enzar. Pora e rito r el juicio inapelable del catolicism o, n u estra oblir gacinu es aconsejar á todos los hom brea.quo se arreglen en tro si, m ientras esten en e n c a m in o ; no sea que sus contrarios , dando testim onio contra ellos d e h ab er fallado á las realas del am o r y de le ju sticia , los obliguen á pagar, hasta «1 últim o cu ad rante.

— 414 — L a.Ig lesia, p o r Ja voz itc sus sacerdotes y tic todos sus m in is­ tro», no ha c a n d o de b a ila rn o s « n este sentido. Reinos creído, ueciam enla, q u e en la tie rra nos b atiabam os dispensados de olirar ju stic ia y no hem os hecho ningún caso de lo que se n osdeci». I*»r ego, nos vaoipseiim ergidos y arrebatados, m ar adentro, por el o!>age, cada vez m as p o p u la r, de la reacción y de la Ternlucion. Lin para mas adelanto y todos perdem os la confianza de poder saívaroos t n l i o rilla. P o r lo dem ás, poco nos im porta que nos creáis ó nos drjpífi do epeer. Tranquilos con h ab er dicho la verdad, y haber buscado, en nuestra inteligencia, ios medios qne hem os alcanzado, 6 rple nos. lian parecido m as A propósito p ara conjurar la tem pestad y aplacar las venganzas de la ira

celeste, nos cruzam os de brizo*

aula Ja ju sticia de Üios, que no puede fallar, dejando que pns^n los atontecí míen los. * Los absolutistas no pueden, con ninguno d e sú s principios, j t ohazor la solucion que hem os d a d a á los problem as pavorosos quo bou

como el torm ento de n uestra civilización. Su idea, en cnanto

tiene de re a liz a b le , de verdadera y positiva , se halla realiznda en esla soluoion. Dueños han sido por largo tiem po de Ea sociedad , y á. fuerza de quoreria reten er en sus principios, se les ha escapado en te ra m anía de las iuanos« : Si en el triunfo de la m onarquía, quieren re c u p e ra r el puesto que Jes corresponde, que vengan á n o so tro s; que saquen de su g b iío sp pasado esle nuevo porvenir, y no tem an para en adelante. El p ria tip to d e autoridad, elevado en el catolicismo á su últim a potencia^ a p r á e l verdadero prolector de lodos'los intereses y de. todas las libertades y todos los hom bres y todos los pueblos, se apresuraran ¿fo rm arle un’lrono, tal como no ha podido hasla ahora eesisUr¿ levantado en todo su brirto y á sn m ayor a ltu ra , eu el coraaon d e n o s t o » b o m b a s y de la sociedad.

—446— ¿Puede com batirnos e a buena ley la deraocraci&TSi la demo* cracia es el pens&mieuto dal pueblo,, tiene que idenliáénrse coa iin&olrps, aceptando nuestra doctrina sia condición n in g a n a y en Lodas sos p a r le s , á uo ser que prefiera ren eg ar d e (a cam a "del p ueblo, pasándose al enemigo en I03 momento* en q u e haya dfr empollarse la descom unal batalla. 1 ¿Qué principios de libertad, de igualdad y de fraternidad pro­ fesa la dem ocracia que nosotros, aun en contra do e l l a , dejemos? «in realización ? i Desafiamos i la dem ocracia ¿ que realice u n a siq u iera d e i m ideas sin contar con el catolicism o. La inteligencia de Lodas los cosas, tales como son en s i, se h alian dentro de la fé de Cri&lo; porque lo f<5 du Cris Lo, es para Ion hom bres lo raxon a n tic ip a d a , la verdadero ra io n da todo lo que nos lia de su c e d e r: es el nosce le ipsttm de la antigüedad >, cuyo1 ruignio uadie lia podido descifrarlo sino la iglesia de Dios. La f¿ de Cristo es con ti tie n te , y como es su p e rio r ¿ la razón hum ana eu lodos los grados do su desenvolvim iento , la contiena a toda e lla ; siu que la f é , que traspasa lodos loa liorlíontes y se eleva á lo infiiiilo, pueda hallarse enteram ente contenida en1la ¡ulclipencia de los hom bres. Contra In tradiciou de D io s, no hay nada absolutam ente que pueda hacerse v a le r, ni en el terreno de los hech o s, ni en e ld o Ja filosofía; porque p ara dom iuar lodas las cusas, ge coloca sobro el origen de todas e lla s ; y resolviendo por la ra io n d e origen te­ das Jas cuestiones , elevando al hom bre á los m as nlloa pensa­ mientos y á las m as grandes e s p é ra n o s , nos obliga, ottu tin q u é ? re rio ni sospecharlo siip iie ra , á q n e n os sacudam os y q u a ltu o s com pletam ente limpios y purilicados del polvo de la lie r re - » Pues bien; si el absolutism o y la tiein o crap í^p ara t«er algo Bit nuestra civilitaciop , no pueden mejioa d e r o n d t t ' ifaiQiQntje a l n ’isljitnism o, que los absorve, e n p n p e n sa m ie n to :nHiafelevutov

-4 1 6 p a ra Ira slo rm a rla s y darles. Ja v id a , la verdadera v id a, ánica á q u e puedan a s p ir a r ; ¿qué queda reservado para la .clase m ediat La d u e m edia, es Ja verdadera clase de la sociedad. Todas lagidenríp alases, por su propio im pulso, p o r el im pulso qne han recibido del cato licism o , lí&ndtn á incorporarse y á realizarse en alia. P o r eaor Bolo nosolros hasta el p re s e n te , som os, sin que nadie pueda q u itam o s esla gloria , los único$ defen so res, los m u a r­ dientes partidarios d é la clase oiedia. Ella, p o r sí m ism a, se está suicidando, y iodo nuestro empe&o, aunque ella no lo baya cono­ cido , i a sido quitarlo ol puüal ensangrentado do b mano , para después cicatrizarlo l u heridas. N onos negaseis, q ae p a n ser v erdadera p artid ario do Ja c la ­ se media , necesitam os colocam os bajo el punió de vi ala de la « eo n o tp ia ,¿ ig u ald istan cia del-com noism o absoluto q u e d e la ab­ so lu ta propiedad ; bajo el punto de vista de la p o lític a , ¿ igual distancia de la absorción del hom bre por el Estado q u e de la absor­ ción del Estado por el h o m b re , y por fin r bajo el punto de vista celigio 60 , i igual distancia del panteísmo i del politeísm o , que del.leísm o 6 p ro te sta n tism o ; porque la ju sticia , si bien coutiene preceptos ab so lu to s, para que la ley de Dios sea absolutam ente inviolable, e a el lodo con respecto á las p a rte s, ó en los p arles con respecto al lo d o , realizándose cada ser en la esencia quo le es p ro p ia , es de absoluta ¿ im prescindible necesidad qne baya nna relación de eq n ijib rio , una verdadera relación de arm onía en lo­ dos lo s seres y en todas Las e s fe ra s , qne nos revele el verdadero {irincipio y e l verdadero fin de todas las cosas. Esta relación de equilibrio y da .verdadera arm onía, la encon* irarenios eo «1 IrionTo d a la c la se m e d ia , el d ia qne se som eta i

U Iglesia ¿ A Im leyes del catolicism o. Suprim idas en « l catolicism o todas las re lig io n e s , y «oprim i­ das en la clase m edia, bajo el ponto de rie la económico y político,

— 4T7 Unía» los clases (le la sociedad, en crinnto hay de-Injusta y d e 'e r n in w sn Ludas clips;¿cuál e$ el residuo que nos queda? Eu economía, una ntaae media invulnerable 4 invencible , uu rl acuerdo de los intereses de lo d o s; en póitíka una autoridad y inte libertad sin 1im iles, no lim itadas ¿u sil esfera , a iiio p aran tiil«s la una .por la o t r a , en lates l¿riniiios, gnu cada uuu du por si jm ede desarrollarse sin obstáculos, ayudada y no cm ilrariado por los hoiubres ni por la Bociedad, cumo nos sucede en el d ia pfcra nuestra m ulita perdición; y e n religión, el m isicrio de laSanM aitna Trinidad, im prim iendo e a nuestro ser in d irjd u al y fcn nuestro *er s o c ia l, con caracteres indelebles, la fuera», la m teligcitoia y el aii)urt dom inando 011 la unidad de esencia y de aaslanclQí C^e constituye la halaraleza de Dios, todaa la s z o n w , todo* los om islorius, desde oriento á poniente y desde el selenlrion al nuiU oJja. Por consecuencia, cd ol triunfo de nuestra sania rellginn, Ib Grúa, de la cual pende la salud de lodos los hom bres, habrá do quedar Irasfurinada, do signo de com bate y do trem endos sacrfflcios, «in em blem a de felicidad y de victoria. Las clases m edias, sucediéudost1 las unas á las o tr a s , so 8 Ida que despues de cadn sacudim iento de la suciedad, *c han p resen l«du siem pre A m oderar lus ím petus de la reaccioti’y d é l a f e nota­ ción. Las situaciones estreñías son v ió le n la s, y paran Itingo, Lfa elem entos cunservadon» han descansado siem p re en *i tuiíüMos, en cada una de las existencias q u e la reacción y la révolitefdn m lian esforzado en c re a r, siu que ba&la ahora lo hayan p o d idocobj.cgt)ir> P or e s o , la h ered era J e ta reacción jr de la n r o la c n o i ba sido siem pre la clase m e d ia , y como la clase m edia no lia podido ui puede constituirse sino á igual distancia d r í a s dos, pnr-eso to­ das» las situaciones, creadas hásla aiiora p o r las cftisbstofedifo'de Iri eopiedad, liau sido o tras tan lás ethpas dé los^ci&tttécffawtittb. im pulsados, cada vea con m as'río ten cra, y o H á iraneem iry'la re­ volución.

•*

r v 53

* '1



418



Mientras en loa hechos, ó m las ideas, do hayam os logrado pro* ducir loa es Irem o s, como nosotros los herqps producido por an ti(-¡pación , es física y nio ral m ente im posible colocarse en el ver­ dadero jutlo medio, que es la incógnita de todos los problem as so­ ciales qne acabamos tic resolver. Hasta ahora la clase medio no ha hecho o tra cosa q n e inventar sistem as 4 cual m as absurdos, sistem es eclécticos 6 doctrinarios, ea los en ales b c trata de am algam ar la virtud y el vicio , el e rro r y la verdad, la Inz y las tinieblas, derram ando él caos en la inte­ ligencia y el escepticism o en el corazoiu Los que estim en en algo su dignidad de hom bres, no pueden aeeptar ni c o n to rn a rse con tinos sistem as que, para sostenerse en los h e c h o s, tienen necesariam ente que viciar las relaciones mas snnlap de toda nuestra vida , secando las fuentes de nuestro cora­ zón y nuestra alm a, con el objeto de llevarnos de escepticism o en escepticism o.á im ateísmo práctico u n iv e rsa l, á un descreim iento sem i-absoluto, que gracias d Dios no ha p en etrad o en el pueblo todavía, quo es el único que vive y se sostiene en ta fé sencilla j p ura de nuestros padres. El pueblo es lo m ejor prenda que posee la fé de Jesucristo pa­ ra confundir á los soberbios y a b a tir de u n a vez para, siem pre i todos sus contradictores. Una vez puertos de acuerdo en nn país todos los intereses y por consecuencia lodas las id^as, la guerra civil se hace imposi­ ble de lodo punió, j lodos los pueblos, todas las naciones de la hu­ m anidad, atraíd as irresistiblem ente por el mismo ejem plo, e n ­ tran de lleno y sin vacilar, á form ar porte de nuestravjda, arro jaodonos to d o s , para perm anecer siem pre unidos, en los b ra to t Amorosos de nuestra divina religión. jQ ué nación habrá mas fuerte, ni m as poderosa, que la que en.los hechos resuelva la prim era loa problem as d é la sociedad? Carta hom bre, engrandecido en la ju stic ia , será pcrsonnlm eu-

—i- 419 — le roa? fuerte que los salvajes y que los hijo» de los Habita* M ar­ roquíes, tos cuales hacen consistir en ellos m ism os Ja indepen­ dencia « leqae gozan. La nación,, por pequeña que sea, engran­ decida en cada hom bre y en nna organización la ma* superior que nos es dado Alcanzar, sería mas fu erte y uias invencible i|ué to­ das las dem ás naciones reu n id as, porque divididas estas en sus ideas, en sus intereses y en s u religión, se disolverían siu com ­ bate an le los eg ércitos de Dios q u e eslenderian su civilización & los cuatro confínes de la tierra; esto sin c o n tar coa que sobre to­ das ellas pudría descarg ar en n n caso dado lodo el peso, el puso compacto ¿ irresistible de loda una civilización q u e seria la p r iu ie rq e n nacer m as verdaderam ente en Dios p ara n anea m o rii. Hemos concluid o. Lp solución que acabam os de d a r es bajo Lodos los puntos du vis la inatacable. Deulro del circulo qne nos hemos trazado y que aunque en com pendio, ¿ in c o m p le ta m e n te, lo abraza lodo, porque nuestra escasa inteligencia no h a dado para m as, esú la vez histórica, fi­ losófica, económ ica, política social y religiosa, sin que bajo lodos esloa punios de vista reunidos, deje de hacer una Bola y verdadera solucion. Estudiadla á la luz de los sistem as m as encontrados, y vereis que la solucion m aterial es una m ism a que la alegórica, que la moral y q u e la esp iritu al, sin que se contradigan enlrc si: a n ­ tes por el contrario , las unas son el com plem ento necesario de l u piras, B&i como el sentido esp iritu al es uno mismo q ue el li­ teral, raíz, en el E sprilu á a n lo , de lodos los dom as, para que nos vifiGcasemos en la le lra , no destrozando, con la separación de lo que es inseparable, el verdadero scolido de las s im a d a s es­ trila ra s . De aquí es, q u e ni los gnoslicos, ui los m aterialistas, licncii

—« o — rnfrrtM pélia toDlratlécirri68 ní ért trllg id n , ril eri ^ « llli« a t-fi¡ en eronom ift. A los prim eros, les aconsejáis09 que se penetren bírn de la s /looítítots Uc S. Maleo y dé Saittlarrf. y á loa eeffando»'quo hílgari lo mlsnío con la s d é S. Jtíait Pafelo.y euando se bhy*a |i« c íih dé arrierdo lo? tinos y Im olm ?, entonces y tudoedUinces podrfln re ñ ir y reconciliarse con la iglesia de Jesu cristo . fó o r pnra olio.® sino nilmüen noestrosconsejos desinteresados; porqút» |j» ni»no de DIof, peía inetsdfablem cnte ^ h r e lodos los principios, sobre todas las idea?, y sobre lodos los hecho* con­ trad ictorios. 1. ■ Para aseg n rar e1 triunfo rttí 1« jo stie ín , nos b astaria, con que ri los hortibres do Ideas, i1< aípíráeíó n es y d é iirtSfcSBft*encoillra tíos,, les dojasentos el Cninpo Asu disposición, para que se d e stro ­ cen y sn sigan .nniqiiilanclo tom o W í hombres y los partidos de nuestra sociedad. Tnd¿s jim i¿s, pueden $1 quieren conjurarse contra nosotros, pero será en virtud de un pacto negativo como o í que lis a i ííog y á eh-conliíi de la Igleíia dé Jesu cristo , f i c t o , qne doria nn résullúd» rtiámctralmcnlfe opuesto al qnc se propusieran sus

flliloirs! Ite&tc i|iiB nuestra civilización se I n id o gradualm ente sep a­ rando del catollcimno, todos lOs sistem as, habiendo entrado hij nn periodo de rospoc ti va oposicion, han llegado, en n u estra ¿pu­ r a , i su últim o prado de desenvolvim iento. Separados ya, les es im posible uiarr-liar adelan te. Fundirse los unos en los otros, para d ar ia últim a bato lia ol catolicism o, es anularse en su historia y en eiis principios por su m utua unión, entregándose á discreción en manos de la Iglesin. [lien pronosticaba Isaías diciendo: •Al S e ñ o r pertenecerá el pueblo que ha de Teñir, y los ciclo* enunciarán su ju sticia al pueblo qne Ita de n acer, el cual es obra del Señor.»

r-4¿J jVúY duvuim xedifica carie J o m rn , ia pantm labora veivnt t/ui Mdtficgal tata. l*or la cual, uo liabiciulo utpa ley supreuia fiara 1^ sociedad, quo la salvación dcL pueblo, U rw iu arém o j con S. Pablo, bacicudo el rcbúmen m as com pendiado que puede hacerse ile lodu el pensam iento (Icealf libro. •L a uoeiiü está muy avanzada; uia$ el dia va á lle g a r Dese­ chemos las obras de las tinieblas y vistámonos con la$ aruius de la luz.» Los íuftineiilúa en que liemos llegado á euconlrariios eu nu es­ tra civilización. 9ou suprem os, solem nes, decisivas. Kl hombro del pecado, precursor el mas inuiodiatu de n u es­ tro últim o lin, ba sido ja descubierto en los m ales que |)os a to r­ m entan y de los cunl«s uoe es im posible ya pasar. A ln apariciou del hom bre «leí pecado, sucede eu vi urden du I ob acontecim ientos el Angel esterniiuador quo do un momento

A otro va é hacer sonar la final trom peta. Apresurémonos á apaciguar la cólera de I)iut> por uno ile esos ación volnnlarius de aLnegaciou y desprendim iento jque todo lo purillcnii y lodu lo borran, tem iendo, como dice Pío IX cu estilo profético, á la justicia divina que se acerca, pues el tiempo de la m isericordia «s corto, sabiendo que contra un m al, grande cuino nnuen, como uuuc& grande, habrá de sur herúico el comediu.

FIN.


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